English | Español | August 15, 2018 | Issue #29 | |||
El mercado de los mitos de la Guerra contra las DrogasLos imperios brasileños de los medios del sureste tienen que ser más honestosPor los lectores de Narco News
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Adriano Mosimann y Neide “Lola” Santos |
¿Qué tiene esto que ver con drogas y esta serie acerca de reducción de daños?
Hablar sobre el sureste, donde se encuentran las capitales estatales de Río de Janeiro, Sao Paulo, Belo Horizonte y Vitória —algunas de las más ricas, más pobladas y violentas ciudades del país—, sin hablar de la influencia de TV Globo en el imaginario colectivo del pueblo brasileño, sería como hablar acerca de Brasil y no hablar de fútbol…
La sociedad del espectáculo en Ipanema es el modelo a presentar por los medios al resto del país. Sus artistas, restaurantes y los hermosos cuerpos que caminan alrededor son el show en las telenovelas que son el show televisivo luego de Jornal Nacional. La pantalla muestra a veces a los inmigrantes italianos en Sao Paulo, como en las telenovelas “Terra Nostra” y “Esperança”, y a veces a los cariocas, como en la telenovela de estos días “Mujeres Apasionadas”. El eje de Río y Sao Paulo alterna en el horario de mayor audiencia.
El mensaje de esas telenovelas es el del mundo ideal, la felicidad y la perfección de la gente rica y famosa, como la familia de los comerciales de mantequilla. La industria cultural que produce películas en Hollywood se reproduce a sí misma en la pantalla de Globo.
Pero hay una contradicción en Río. La que canta Fernanda Abreu: “Río a cuarenta grados, purgatorio de la belleza y el mal”. Al mismo tiempo que hay belleza —en la Ciudad Maravillosa (como se conoce a Río) y sus hermosos cuerpos— también hay fealdad: la pobreza y la exclusión. La primera se muestra en la telenovela de las ocho, llamada “Mujeres enamoradas”. La segunda, la violencia, se muestra en Jornal Nacional.
Lo que ocurre en Río es noticia de primera en Globo y otras organizaciones de medios del sureste que la violencia en cualquier otra ciudad del país. Inclusa la gobernadora carioca Rosinha Matheus, casada en 2002 con el ex candidato a la presidencia Anthony Garotinho —que aparecía todo el tiempo en la gubernatura del estado sin tener un empleo oficial hasta la tarde del 23 de abril, cuando su esposa lo designó como Secretario de Seguridad del estado —le dijo a la prensa que se había dado cuenta, “mirando los periódicos de Sao Paulo por Internet, que contenían más noticias sobre violencia en Río que noticias sobre la violencia que ocurre cerca de ellos”, como declaró la semana pasada al Jornal do Brasil.
Y las telenovelas de Globo TV son tema favorito durante la cena en muchos hogares. Los que ven telenovelas recordarán “Torre de Babel”, que se transmitió en horario estelar en 1998. “Nada como eliminar a todos los marginales”, dice con ironía Marcelo Araújo, presidente de la Asociación Brasileña de Trabajadores en Reducción de Daños (ABORDA, por su nombre en portugués). ¿Por qué no recordar la tan correcta explosión en el centro comercial en esa telenovela? En ella las dos ricas, lindas y chics lesbianas —interpretadas por las actrices Christiane Torloni y Sílvia Pfeifer— así como el problemático y encantador usuario de drogas interpretado por Marcelo Anthony fueron los únicos personajes en morir.
Por entonces, muy poca gente entendió la elección hecha por los programadores de Globo TV. Eliminar a las lesbianas que eran felices y al bello y feliz usuario de drogas de la mesa de conversación durante la cena. Así los conservadores que apoyaban el lavado de cerebro desde el principio de la dictadura no tenían que lidiar ni con imágenes televisivas de los que eran diferentes, aquellos que molestaban tanto a los privilegiados. Y la intolerancia mata también en la vida real, como el indígena Galdino bien sabe —el indígena brasileño que fue quemado vivo por niños ricos en Brasilia.
El tipo de conducta considerada “profana” por la sociedad, como en el caso del uso de drogas ilícitas o una opción sexual diferente, no complació a la sociedad brasileña —que incluye por supuesto a la clase de anunciante en la televisión—, que no pudo enfrentar a los marginalizados —usuarios de drogas, transexuales, etc.— ni siquiera en las telenovelas. Estas actitudes son consideradas “transgresiones” —son prohibidas porque son consideradas impuras—, así que en el tiempo de la telenovela “Torre de Babel” se mostró que su decisión era bastante clara:
“¡Haremos estalla a todos los tabúes!”.
Mosimann, trabajador en reducción de daños, piensa que “los medios no han dejado su hipocresía. Hay mucha gente en los medios, incluyendo a los presentadores de noticias y periodistas de la televisión, que son usuarios de drogas y no tienen el coraje de decirlo”. Y cuando alguno declara que son usuarios de drogas ilícitas, como fue el caso de la presentadora conocida como Soninha, “es severamente castigado por admitirlo”.
En 2001, la conductora del programa TV Cultura Sonia Francine, Soninha, dijo a la revista Época que, de tiempo en tiempo, fumaba marihuana. Había conducido un programa para adolescentes, y fue despedida por la red con el argumento de que ellos “no podía permitir la manifestación pública, de sus empleados y colaboradores, de prácticas ofensivas a las leyes del país”.
El año pasado, la telenovela de las ocho, “O Clone” (El clon) tuvo muchas repercusiones trayendo a las pantallas los testimonios reales de usuarios de drogas y de sus familias. Mosimann recuerda que “la telenovela estaba hecha desde la perspectiva de la recuperación de la adicción, del tratamiento para los químicamente dependientes, como si eso fuera lo que funciona con todos”. De acuerdo con él, omitieron el hecho de que “el tratamiento tiene éxito solamente para el treinta por ciento de la gente que lo completa”. Y, pregunta: ¿Qué puede hacerse para el setenta por ciento de la gente que no completa el programa de tratamiento o que no tiene acceso al tratamiento por dependencia química?”.
Marcelo Araújo, presidente de ABORDA, dice que “hay sólo pocos espacios en los medios que tienen una actitud crítica y no caen en el punto de vista común”. Recuerda que la guionista de la telenovela “O Clone”; Gloria Perez, “envió correos electrónicos a todos los que trabajan en reducción de daños y tratamientos pidiendo opiniones”.
La perspectiva del acercamiento en reducción de daños —un esfuerzo para disminuir los daños causado por el uso de algunas drogas que trabaja sobre el tipo de uso que un ciudadano hace de las drogas, tanto las lícitas, como el tabaco y el alcohol, como las ilícitas, como la marihuana y la cocaína —no apareció al aire. “Uno de nuestros trabajadores en reducción de daños sugirió que debería tratarse también el uso de alcohol, ya que una de las escenas de la telenovela ocurre en un boteco, un bar de barrio, donde todo el mundo bebe esa droga”: La gente que miró la telenovela se dio cuenta de que el tema del abuso del alcohol no era tocado, “al contrario, su uso era estimulado”, recuerda Araújo.
Mosimann piensa que los medios “deberían tratar de comprender mejor el tema del uso de drogas, o lo que es el trabajo en reducción de daños, y no seguir multiplicando la histeria, los tabúes y el miedo. Nuestra gran pelea”, dice, “es contra la ignorancia”.
Marcelo Araújo – Presidente de ABORDA |
De acuerdo a Araújo, “hay un tendencia hoy a culpar al usuario de drogas como si fuera un cómplica del narcotráfico”. En un país donde el espectáculo de la violencia llena las páginas de los diarios, “es un ejemplo muy curioso de cómo se distorsiona la realidad”. El presidente actual de ABORDA utiliza el ejemplo de “la sociedad de consumo” —la sociedad capitalista basada en el consumo de mercancías— para aclarar la manipulación que se hace con los usuarios de drogas. “La sociedad demanda la posición de un consumidor responsable y solitario a la gente cuyo consumo no es considerado una opción. Lo que significa que si optas por plantar tu propia marihuana en tu patio, la pena será mayor que si la compras del comerciante”, explica.
El tema que rodea a la opresión sufrida por el usuario de droga, así como al comerciante de drogas, es la ley que gobierna al narcotráfico. Araújo cree que “la distinción entre usuario de droga y los varios niveles de narcotraficantes será posible solamente cuando comiencen a hacerse las preguntas correctas sobre la naturaleza del narcotráfico. Tendremos que reconocer que alguna gente debería tener el derecho en entrar al comercio de drogas”. Tal como la clase media ya ha adquirido el derecho a tener sus drogas de la felicidad —las psicoactivas y las antidepresivas—, que se adquieren con receta médica, del mismo modo que al consumidor de alcohol puede comprar cerveza en los bares, cada persona debería tener el derecho de elegir.
Como sea, Brasil tiene “un público de demanda una acción rigurosa contra el comercio de drogas”, apunta Araújo. Toda la explotación de la violencia y de las campañas antidrogas han creado el “mito de los usuarios de marihuana”. Al igual que se le dijo a la gente que la dictadura de 1964 fue una “revolución”, también les han hecho un lavado de cerebro que dice que “los comunistas se comen a los niños” y que “las drogas matan”.
Es tiempo de que los medios jueguen su papel de cuestionar y clarificar cuáles son las drogas que matan, y las razones para hacer a algunas drogas legales y a otras ilegales, hasta que estos mitos, que impiden tener una visión clara de las consecuencias de la producción, el comercio y el consumo de drogas en la sociedad contemporánea, se vengan abajo.
“No hay manera de argumentar por los derechos de los usuarios de drogas sin argumentar qué comercio será tolerado. Porque incluso esa gente que realmente hace dinero con esto no es considerada comerciante de drogas. Son los dueños de los bancos, de las grandes corporaciones financieras, los jueces poderosos y los políticos, etc. Esta gente no es vista como comerciantes de drogas, porque están a nivel del mercado financiero”, dice Araújo.
Y hasta que esta consciencia llegue a las páginas de los diarios y a las televisoras y todos los medios del espectáculo que desinforman, el público continuará escuchando toda la basura de Rosinha Matheus —la gobernadora de Río de Janeiro—, como cuando dijo al Jornal do Brasil que “los marginales no tienen derechos; deberían permanecer encerrados en la cárcel”, y otros sinsentidos parecidos.
“Cuando el sistema pone a un pequeño comerciante de drogas en la cárcel, la demanda de más comerciantes se incrementa”, aclara Mosimann, del grupo regional en reducción de daños ACORDA. De esta forma, “cada vez que esto ocurre, el mercado de trabajo de cocaína crece, ya que la policía siempre arresta a los intermediarios”.
Este círculo vicioso causa daños a la sociedad civil y al Estado. Las penitenciarías están ya sobrepobladas y no tienen espacio para más gente condenada por comercio en pequeño de drogas, y al mismo tiempo, concluye Mosimann, “como más consumidores de drogas ilícitas son castigados, el miedo y el tabú se incrementan”.
Araújo concluye a su vez que “tenemos que mostrat cómo la actitud intolerante está fomentando el estado de violencia que tenemos hoy”.
Es necesario discutir el tema de las drogas en los canales donde “sea posible una visión más objetiva, clara y culta”, establece Mosimann. Pero cuando los medios comerciales discuten este tema, los elementos conservadores simplemente ruegan por más represión.
En la otra mano, el movimiento de reducción de daños está construyendo un puente para dar voz a los usuarios para que así sus experiencias personales sean conocidas por la sociedad y sus experiencias directas puedan enseñar acercamientos diferentes al del modelo prohibicionista que, ya lo vemos, no está trabajando.
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