130 Opositores a la Guerra contra las Drogas se reúnen en Sao Paulo
Hacia la senda del Tupiniquim que lleva a la realidad
Por Karine Muller
Parte III de una serie desde Sao Paulo, Brasil
30 de marzo 2003
“La valorización del consenso marca el conflicto” – Dr. Davi Capistrano
MARZO 26, 2003; ASAMBLEA LEGISLATIVA, SAO PAULO, BRASIL: Mientras la Secretaria Nacional Antidrogas (SENAD, por su nombre en portugués), dirigida por el coronel Paulo Roberto Ulchôa, en Brasilia capital federal, presentaba un documento el miércoles pasado en favor del mantenimiento de la actual política de drogas, 130 especialistas en salud, miembros del Congreso, periodistas y otros interesados en el tema se encontraron simultáneamente en Sao Paulo, en un encuentro cerrado, para discutir el mismo tema desde un punto de vista diferente.
Luís Inácio Lula da Silva, quien asumiera la presidencia el pasado enero, mantiene la estructura y el programa de la oficina antidrogas, lo que los proponentes de una nueva política de drogas consideran un grave error. “Estoy a favor del gobierno de Lula pero contra su actual política de drogas”, dijo el diputado Hevaldo Oliveira del estado nordestino de Recife. “En un país donde el ochenta por ciento de la población utiliza drogas legales e ilegales, no puedes tener una política ‘anti’ drogas sin una política ‘sobre’ las drogas”, afirmó. De acuerdo al diputado, el dinero siempre se gasta en la ‘represión’ de usuarios y nunca en tratamientos.
La SENAD fue creada por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso en 1998 y fue ubicada dentro del gabinete presidencial. Su primer secretario, un civil y juez de Sao Paulo, Walter Maierovitch, presente en el encuentro de hoy, dice que el modelo inicial para el programa nacional reflejaba completamente el de la Convención Internacional de Drogas de las Naciones Unidas en Nueva York del 1989. Este documento, en el presente, no ha sido rechazado sino que ha sido impuesto por Estados Unidos en muchos países como una forma de reducir la producción y el consumo de drogas. “En Colombia, el uso de herbicidas para reducir los sembradíos de coca, por ejemplo, termina matando otros cultivos y dañando a las poblaciones que moran a la orilla de los ríos en Ecuador”, dijo el juez Maierovitch. Él llamó “guerra química” a lo que “Los Estados Unidos dicen estar orgullosos de haber reducido el cultivo de la planta en un treinta por ciento”.
El juez reveló que no hace mucho hubo un encuentro de las Naciones Unidas para auditar el combate a las drogas en Brasil. De acuerdo con él, el dedo puede señalar a Brasil, en caso de que el país no haya cumplido con la Convención de la ONU que guía la actual política antidrogas. Citando como ejemplo de lo equivocado de la convención de 1989, dijo que se clasifica a la marihuana al mismo nivel que la heroína.
Maierovitch agregó que pese a la alianza con la fallida “Guerra contra las Drogas” de Estados Unidos, Brasil debería tomar una ruta diferente, oponiéndose a las imposiciones de EU a través de la Organización de Estados Americanos (OEA) y tratar a la política de drogas como una cuestión multilateral.
Por su parte, el municipio de Sao Paulo conformó el Consejo Municipal sobre Políticas Públicas de Drogas, un nombre mucho más adecuado que el de la agencia “antidrogas” del gobierno de Cardoso o que el manejo con “estupefacientes” de la anterior administración del gobernador Geraldo Alckim en Sao Paulo. Y los estados de Sao Paulo y Porto Alegre están incorporando la reducción de daños a sus políticas, lo que ha obtenido un creciente apoyo internacional, de acuerdo con Fábio Mesquita, un doctor experto en salud pública y vicepresidente de la Asociación de Reducción de Daños. El especialista dijo que el encuentro en la Asamblea Legislativa es histórico y va contra el debate nacional en contrapunto a la política promovida por el coronel Paulo Roberto Ulchôa hace unos días en Brasilia para preservar la actual política de drogas.
“Deberíamos ampliar este movimiento con una petición para promover el debate permanente. De esa manera obtendremos más fuerza”, dijo Sandra Batista, coordinadora de Relat (Red Latinoamericana de Reducción de Daños).
La actual coordinación de la SENAD ha demostrado una total subordinación a la política estadounidense de la “Guerra contra las Drogas”. Sigue las órdenes de John Walters, el actual zar antidroga de Estados Unidos, que aumenta las penas contra los usuarios de drogas en EU. Y eso es exactamente el por qué muchos de los presentes en Sao Paulo han sido invitados al encuentro con el gobierno en Brasilia, pero prefirieron dar su posición como resistencia, y llamar a la prensa para destacar su posición, como una manera más fructífera que yendo a los salones de poder del gobierno.
La psicoterapeuta Célia Szterenfeld, coordinadora del encuentro de la semana pasada en Río de Janeiro, propuso un cambio en la actual política de drogas, firmado por 35 representantes de 18 estados y formulado por su experiencia en cada uno de ellos. Este documento fue muy bien recibido por todos los representantes aquí en Sao Paulo, lo que demuestra que hay un grupo legítimo en resistencia, trabajando juntos por el bien del interés público y no solamente por sus intereses privados.
El objetivo principal de este encuentro en la Asamblea Legislativa era crear un movimiento de resistencia a la imposición estadounidense y demandar que el gobierno de Lula cree una nueva agencia, bajo control civil, bajo un nombre diferente que el de Secretaria Nacional Antidrogas (SENAD). El siguiente paso ahora es encender la discusión en Brasil para que no quede confinada a los círculos intelectuales, políticos o profesionales, y que la cuestión se dirija a la población en su conjunto. Es tiempo de popularizar estas ideas para fomentar que la conciencia pública hable por sí misma.
La terminología de “guerra” debe ser definitivamente extinguida. Es cierto que los estadounidenses empujan esta idea en sus escuelas, usando policías y soldados que actúan como si protegieran a los “niños” de las drogas, incitándolos a pelear contra ellas. Y de esto viene la propaganda de guerra contra las drogas, de guerra química, de guerra contra el terrorismo, una guerra en Irak… lo que este grupo quiere es una política de drogas que no siga este camino sino que siga nuestra realidad, la del tupiniquim, la brasileña, transparente, descalza y libre del aparato conservador que sostiene y crea más mafias de narcotraficantes, que justifica la represión contra el usuario para perpetuar su propia existencia.
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