English | Español | August 15, 2018 | Issue #60 | ||
Siete millones de hondureños bajo arresto domiciliario mientras Micheletti escribe sobre la “Democracia”El Líder del Régimen de facto exhibe una rabieta pública en el Washington Post.Por Al Giordano
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Los hondureños en resistencia civil rodearon, ayer, la Embajada de Brasil para saludar el regreso de su presidente. Esta mañana, las tropas del régimen golpista los atacó violentamente, enviando 24 heridos a los hospitales. D.R. 2009 Mariachiloko, Chiapas Indymedia. |
El toque de queda no tiene una razón práctica. Éste no traerá la expulsión del territorio nacional, una vez más, de Zelaya. Tampoco acelerara su captura por parte del régimen. Por el contrario, demuestra, una vez más, su represión y su carácter usurpador anti democrático. Es un acto desesperado destinado a castigar a la población hondureña entera por, luego de 86 días, no “alinearse con el programa” y no apoyar al golpe. Se trata de una rabieta del jovencito Micheletti para arremeter e insistir, “Yo estoy al mando aquí,” sin embargo, solo sirve para subrayar, una vez más, que no controla su país o su pueblo.
Anoche miles violaron flagrantemente el toque de queda teniendo vigilada la embajada brasileña. Por la mañana, las fuerzas de seguridad golpistas entraron disparando gases lacrimógenos contra la multitud (y contra las paredes de la embajada) atacando violentamente a los manifestantes pacíficos. Los hospitales locales reportaron 24 heridos por la invasión. Además, la Policía Nacional, libró un ataque separado contra la organización de derechos humanos COFADEH (familiares de desaparecidos y detenidos) a las 8 a.m. de hoy, lanzando misiles de gas lacrimógeno a través de sus ventanas.
Radio Globo informa ahora que la misma Corte Suprema que retorció la Constitución hondureña para crear una cortina legaloide alrededor del golpe de Estado del 28 de junio, se reúne para cocinar su próxima improvisación: una orden judicial para invadir la embajada—territorio brasileño bajo el Derecho Internacional—para capturar (o asesinar) al presidente Zelaya. Es tan grande e irracional la obsesión del régimen con la presencia de un solo hombre en el país que confina a cada ciudadano a sus hogares y que despedaza la Constitución, una vez más.
En un intento desesperado de reclmar la victoria de lo que a todas luces es la derrota más sorprendente del régimen golpista, Micheletti obtuvo de su facilitador estadounidense, Lanny Davis, una columna editorial publicada anoche en el Washington Post. Aquí una traducción clara de su apresurado escrito: “No hice nada malo y ¿por qué nadie en el mundo me entiende?” Es lo que le dice un niño a su papi o a su mami después de ser sorprendido robando dulces de una tienda una vez más. Desde la primera frase, cuando se queja de que “Manuel Zelaya ha regresado clandestinamente a Honduras,” Micheletti parece pensar que el mundo se ha olvidado que Zelaya intentó abiertamente ingresar a su país dos veces este verano—anunciando con anticipación donde y cuando—y fué Micheletti quién bloqueo la pista de aterrizaje del aeropuerto y quién envió tropas a la frontera para que evitaran que el presidente electo entrara, incluso cuando insistía en que iba a poner a Zelaya bajo arresto.
“La comunidad internacional ha condenado injustamente los acontecimientos del 28 de junio, etiquetando equivocadamente a nuestro país como no democrático,” se lamentaba Micheletti en el preciso momento en que ordenaba el toque de queda de 26 horas. ¿Cómo puede alguien pensar que un guardián que ordena permanecer encerrados en sus casas a 7.5 millones de personas de alguna manera podría ser “no democrático”?
“Los golpes no permiten, tampoco, la libertad de reunión. No garantizan la libertad de prensa y mucho menos el respeto a los derechos humanos,” escribía Micheletti, mientras sus tropas se alistaban para el ataque contra la libertad de la reunión y contra una oficina de derechos humanos, y a tan solo horas de acusar a estaciones de radio y televisión idependientes de “terrorismo mediático ” por haber informado sobre la verdad de que Zelaya había regresado (véase el informe relacionado de Belén Fernández en Tegucigalpa hoy: Radio Globo y el Canal 36 anuncian el regreso de Zelaya).
La columna de Micheletti es fácilmente reconocible, para los lectores en los Estados Unidos, como procedente del mismo guión que su cabildero Lanny Davis utilizó el año pasado para insistir, mucho después de que la Secretaria Clinton perdiera la nominación del Partido Demócrata, que ella, en realidad, estaba ganando. Resultando igual de patético.
Mientras tanto, en el régimen que el llama “democracia,” siete y medio millones de personas están confinadas en sus hogares. Micheletti no es un “presidente”. Es un simple guardián enfrentándose a la realidad de que ni es un jefe de Estado, ni esta preparado para el momento.