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La Policía Comunitaria de la Costa Chica de Guerrero celebra 19 de años de una mejor forma de combatir al crimen y la corrupción

El mismo estado mexicano del sur donde 43 estudiantes fueron dsaparecidos es también hogar de un movimiento de base que muestra a la gente como se puede cuidar entre si cuando el Estado se vuelve criminal


Por Greg Berger y Oscar Olivera
Especial para The Narco News Bulletin

7 de noviembre 2014

Nota del editor: En México y en todo el mundo, el estado de Guerrero se ha vuelto un claro ejemplo de los horrores de la “guerra contra las drogas” y la corrupción y violencia generalizada en todos los niveles de gobierno. El 26 de septiembre, el alcalde de la ciudad de Iguala, José Luis Abarca, ordenó a la policía detener a un grupo de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. Los lazos del alcalde con el crimen organizado han sido ampliamente documentados. Se cree que el alcalde pensó que los estudiantes planeaban hacer una manifestación en un evento público que celebraba su esposa. Después, la policía mató a seis estudiantes y 43 más fueron desaparecidos. Supuestamente, la policía entregó a los 43 jóvenes a una banda criminal local. Múltiples fosas comunes han sido encontradas en la región, se rumoreaba que cada una de ellas contenía los cuerpos de los estudiantes, para luego descubrirse que las fosas contenían cuerpos sin identificar de las muertes provocadas por una guerra contra las drogas impuesta por los Estados Unidos. El paradero de los estudiantes aún es desconocido.

Desde entonces, se han llevado a cabo en México y en el mundo marchas y protestas masivas para exigir el regreso con vida de los estudiantes, aunque las posibilidades de que se mantengan vivos parecen mínimas. Más de 100 mil mexicanos han sido asesinados desde la intensificación de la guerra contra las drogas en 2007, y decenas de miles más permanecen desaparecidos. Muchos mexicanos se han acostumbrado a las historias de violencia y corrupción gubernamental, sin embargo, la masacre de Ayotzinapa ha evocado una respuesta emotiva del público.

Las exigencias de renuncia al presidente mexicano y funcionarios de todos los niveles de gobierno reciben hoy mucha más atención que las soluciones que pudieran lograr que México se deshaga de esta aparentemente insoluble crisis. Sin embargo, un brillante modelo sobre cómo la gente se ha organizado a nivel de base sin el apoyo del gobierno para hacer más seguras sus comunidades de la violencia y el crimen se ha desarrollado en el mismo estado de Guerrero: el movimiento de la “Policía Comunitaria” en la región de la Costa Chica.

A principios de este año, Oscar Olivera, el organizador comunitario boliviano, y el director de Narco News TV Greg Berger fueron invitados a visitar esta comunidad y aprender más acerca de sus exitosas experiencias haciendo el trabajo que el gobierno no hace para combatir la delincuencia y la corrupción. Este fin de semana, la policía comunitaria de esa región celebrará su 19º aniversario con una serie de eventos públicos el 8 y 9 de noviembre.

El movimiento original de la policía comunitaria de Guerrero continúa proporcionando un ejemplo positivo y esperanzador sobre cómo las personas se pueden organizar desde abajo y mejorar su seguridad cuando el gobierno nacional, estatal y local no lo hacen. Su trabajo debiera ser también parte de las conversaciones nacionales e internacionales de hoy frente a los trágicos eventos e injusticias por las que ese estado recientemente ha recibido tanta atención.

Aquí está el reportaje de Olivera y Berger de lo que aprendieron del movimiento de la policía comunitaria de Guerrero. – Al Giordano

Una situación incierta se estaba desenvolviendo durante una calurosa mañana de abril en la sierra de la Costa Chica del estado mexicano de Guerrero.


Entrada a San Luis Acatlán
Los calientes rayos de sol perneaban las ramas de los árboles de mango cuyos frutos casi maduros colgaban a punto de caer. Alrededor de 80 civiles y un pequeño grupo de policías estaban reunidos en un terreno cercado de mil metros cuadrados, esperando lo que pudiera pasar. Entre las mujeres y hombres reunidos estaban indígenas mixtecos y tlapanecos. Los civiles de pueblos afroamericanos a lo largo de la costa y otras personas de mestizas también estaban presentes. Los civiles superaron en numero a los jóvenes policías por mucho, quienes se quedaron firmes con miradas serias.

La Costa Chica tiene una larga y triste historia de la violencia y desigualdad. Las relaciones entre los grupos étnicos del estado no han sido siempre armoniosas, y muchas mañanas calientes y tensas, como esta, han terminado en tragedia. Han habido muchas masacres perpetradas por policías y militares en contra de civiles, algunas bien documentadas, otras apenas conocidas por el público.

Pero lo que estaba sucediendo esta mañana no era un enfrentamiento, y lo que ocurría estaba lejos de la tragedia. A pesar de la incertidumbre en el aire, el ambiente era relajado, y algunos estaban riendo, y contándose chistes.

Los policías que estaban entre los civiles eran una fuerza policiaca extraordinaria. El terreno donde se encontraban era el sitio de la “Casa de la Justicia” del pueblo de San Luis Acatlán, sede de la policía comunitaria conocida como Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias – Policía Comunitaria, (CRAC-PC).

Esta fuerza civil voluntaria casi ha erradicado la delincuencia en la región, realizando funciones cívicas que las fuerzas policiales oficiales en el resto del estado no han hecho o no han querido hacer. Los 80 civiles presentes habían sido enviados por sus comunidades para formar una defensa de protección a la Casa de la Justicia y a la policía comunitaria de un ataque de un grupo opuesto supuestamente aliado al gobierno estatal. La gente sencilla había llegado no a confrontar a la policía, sino a protegerlos.

No es muy común que civiles desarmados se organicen para defender a la policía. Pero la CRAC-PC no es una fuerza policial ordinaria. Estos policías llevan armas de bajo calibre para un trabajo policial que sólo es capaz de tirar a un pájaro de un árbol. El poder de este movimiento no reside en sus herramientas. Viene de la organización, la determinación y la disciplina de su base de apoyo civil. Y se trata de un esfuerzo colectivo para rehabilitar a los delincuentes violentos a través de proyectos de trabajo comunitario.

Es un proyecto que se ha construido lenta y firmemente a lo largo de muchos años.

Fuimos a la “Casa de Justicia” en San Luis Acatlán para hablar con los miembros de base de apoyo civil de la organización. Es un lugar donde los representantes de las comunidades que participan en la CRAC-PC vienen a reunirse, debatir y tomar decisiones.

La CRAC-PC fue fundada el 15 de octubre de 1995, en momentos en que los índices de criminalidad habían aumentado a niveles intolerables en las comunidades indígenas de la región montañosa de la Costa Chica de Guerrero, México. Pero Armando Zavala, un partidario de la CRAC-PC, cree que las bases de este experimento de autogobierno se establecieron años antes, cuando las comunidades indígenas en todo México se organizaron para interrumpir la celebración 500 aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América.

Don Armando fue uno de los organizadores de una delegación indígena mixteca que viajó a la ciudad de México. Muchas decenas de miles de indígenas de más de 50 grupos étnicos de México llegaron a la capital del país.

“El estado de Guerrero fue uno de los más organizados, con una de las delegaciones más grandes del evento. Trajimos 20 de nuestras mejores bandas de música con nosotros”, recuerda.

Como resultado de la convergencia indígena, el presidente Salinas de Gortari se vio obligado a cancelar varios eventos. La delegación de Guerrero regresó a sus comunidades mejor organizadas de lo que habían estado antes. “Es por eso que hemos sido capaces de construir la policía comunitaria”, dice. “Había una base sólida y organizada de personas tlapanecas, mixtecas, y también mestizos y afromexicanos.”

Los pueblos organizados de la Costa Chica tuvieron una larga lista de preocupaciones que requerían la atención de la nueva fuerza policial. Pero a mediados de la década de 1990, el lidiar con la delincuencia y la corrupción intolerable era la prioridad más urgente.

Guadalupe García, coordinador de Desarrollo Sostenible para la CRAC-PC, recuerda cómo la CRAC-PC se fundó en su ciudad natal de Cuanacastitlan, no muy lejos de San Luis Acatlán. “No podías llevar tus cultivos ni mercancías a ninguna parte, porque los delincuentes te robaban y la policía del gobierno no hacía nada. Mujeres fueron violadas, y la gente comenzó a mantener sus puertas cerradas.”


Bases de apoyo civil de la policía comunitaria
Los habitantes de Cuanacastitlán decidieron que tenían que hacer algo sobre este tipo de violencia, y fueron animados por los acontecimientos en el vecino estado de Chiapas en enero de 1994. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) lideró una insurrección indígena en contra del régimen autoritario unipartidista de México. A pesar de que el EZLN empezó como un movimiento armado, uno de sus acontecimientos más grandes hasta la fecha ha sido el haber inspirado acciones noviolentas llevadas a cabo por grupos indígenas en todo México para hacer frente a los grandes problemas que afectan a sus comunidades.

Cuanacastitlán pronto tuvo su propio equipo de la policía civil. Luego otra comunidad le siguió, y pronto hubo cinco comunidades con su propia policía. En 1995, las nuevas agencias de policía civil unificaron sus esfuerzos y crearon la Casa de Justicia de San Luis Acatlán. Sin embargo, el nacimiento de la nueva organización llevó a nuevos retos.

“Nos preguntamos, ¿qué debemos hacer con los criminales que atrapamos?” dice Don Guadalupe. Cuando se los entregaron a la policía del gobierno, pagaban un soborno y los liberaban. Así que ellos llevaron a cabo una asamblea para determinar qué hacer.

“Había gente que quería quemarlos vivos, pero en la asamblea pública decidimos que teníamos que buscar una manera de enseñar a estas personas a trabajar por el bien de la comunidad, y para darse cuenta de que lo que estaban haciendo estaba mal.” En lugar de castigo, la asamblea optó por un sistema de justicia restaurativa.

“¿Qué pasaría si fuéramos capaces de preparar a los presos para cavar pozos, recoger agua de lluvia, plantar verduras orgánicas, y usar internet para encontrar nuevos mercados para sus cultivos?” preguntó Don Guadalupe. “De esa manera ellos podrían alimentarse por sí mismos cuando sean liberados.”

Delimitar las reglas del sistema de justicia de la comunidad llevó a más preguntas: “¿Cuáles deberían ser las reglas para el proceso de reeducación? ¿Por cuánto tiempo se deben mantener a los prisioneros?”

La gente en las pueblos conocidos ahora como “territorio comunal” creó reglas formales para su sistema. Nombraron representantes para cada comunidad, y gradualmente empezó a tomar forma una estructura formal democrática para gobernar a la CRAC-PC. Los coordinadores locales escucharon nuevas ideas y las discutieron con representantes regionales. Las ideas que fueron aprobadas por estas autoridades fueron discutidas en asambleas regionales en las que la comunidad entera fue invitada a asistir.

A través de este proceso, la CRAC-PC también creó normas para la selección y la capacitación de los policías. Cada comunidad elige a sus propios policías por un periodo designado. Los agentes no reciben salario ni compensación formal. Aunque las mujeres han sido participantes activas en la creación del sistema de la CRAC-PC, todos los agentes son hombres, por ahora. Los agentes patrullan el campo, pero también tienen personal en las Casas de Justicia de cada comunidad para responder a emergencias o para escuchar y resolver conflictos. La corrupción no es tolerada, y los violadores están sujetos al mismo proceso de detención y reeducación que los otros criminales.

Muchos de los deberes de la CRAC-PC implican la solución de complejos problemas sociales que afectan a la comunidad. Un consejero legal de la CRAC-PC nos dijo de una comunidad cerca de un río que sufría de altas tasas de alcoholismo y violencia en el hogar. Los coordinadores locales decidieron prohibir la venta de alcohol en el pueblo. Pero los habitantes locales en busca de un trago simplemente cruzaban el río y compraban el alcohol en el pueblo vecino. En una ocasión, un hombre borracho se ahogó cuando regresaba de comprar cervezas. Así que los coordinadores locales de la CRAC-PC levantaron la prohibición de alcohol y en su lugar pusieron un impuesto a las ventas de alcohol y se enfocaron en prevenir la violencia en el hogar y la embriaguez pública.

Mientras salen a patrullar, los policías comunitarios llevan armas, lo que ha llevado a algunos a pensar que la CRAC-PC es un movimiento armado. Las mujeres y hombres con quienes hablamos fueron enfáticos acerca del no usar las armas como medio de confrontación directa. “El gobierno es una cosa y nosotros somos otra,” dice don Armando. “Paralelos pero diferentes. Pero los que deben hacer frente al gobierno son los civiles, no la policía comunitaria. Porque eso se podría convertir en una guerra, y las guerras nunca terminan.”

Durante sus primeros años de existencia, los resultados fueron rápidos y efectivos. Los pueblos dentro del “territorio comunal” vieron una caída drástica del crimen. “Mas y mas comunidades se unieron porque la gente vio que el crimen disminuyó hasta un 80 por ciento,” dice don Guadalupe, mientras recuerda a un famoso ciudadano extranjero que no podía jactarse de logros como los suyos. “El gobierno de la ciudad de México invitó al alcalde de Nueva York, ¿cómo se llamaba? ¿Giuliani? Y tuvo que huir porque no pudo hacerlo. En vez de traer a gente como esa a México deberían reconocer lo que la CRAC-PC ha hecho.”

Alarmado y avergonzado por la aparición de un aparato de seguridad pública paralelo en Guerrero, el gobierno del estado ha amenazado en repetidas ocasiones con desmantelar el proyecto civil. Sin embargo, el apoyo masivo y la participación ciudadana en la CRAC-PC ha hecho que una intervención de este tipo se convierta en un riesgo político que ningún gobernador ha estado dispuesto, o ha sido capaz, de tomar.

De hecho, la CRAC-PC trabajó con un equipo de asesores legales quienes diseñaron una ley especificando que las comunidades originarias de Guerrero, incluso los afro-mexicanos, tenían un derecho legítimo de autogobernarse. Después de un tiempo, el equipo legal de la CRAC-PC pudo construir alianzas con suficientes legisladores para que la iniciativa recibiera visto bueno en el Congreso Estatal. Desde su aprobación en el año 2009, la Ley 701 del estado de Guerrero ha dado un escudo legal que ampara el derecho a existir de la CRAC-PC ante la ley.

Los miembros de las bases civiles de apoyo de la CRAC-PC no dudan en cuestionar la legitimidad del gobierno estatal, y aun así su equipo legal pudo construir un mecanismo legal para construir un gobierno paralelo a través de su organización. Como un civil base de apoyo a la CRAC-PC dijo, es parte de una estrategia de “enfrentamiento y resistencia no directo, sino indirecto.”

Durante la presidencia de Felipe Calderón, el Gobierno Federal aceleró la llamada “Guerra contra las drogas,” con resultados desastrosos. Varios altos mandos de las organizaciones de tráfico de drogas fueron asesinados o capturados, sin embargo, el flujo de drogas ilegales no fue afectado. Pero la alteración en los mandos de poder tuvo consecuencias serias y adversas para muchos mexicanos comunes y corrientes. Las organizaciones criminales aceleraron otras actividades económicas como el secuestro, robo, y extorsión para recompensar sus perdidas. Guerrero fue uno de los estados más afectados por este auge de actividades criminales. Pero debido a su estructura de seguridad, el territorio comunitario en donde opera la CRAC-PC no fue muy afectado por esta epidemia.

De hecho, lo que la CRAC-PC llama “territorio comunitario” se expandió rápidamente durante este tiempo, mientras nuevos pueblos y comunidades buscaban maneras de contrarrestar el incremento de actividades criminales. Para inicios del 2013 se habían afiliado más de 100 comunidades a la CRAC-PC, con cinco Casas de Justicia coordinando las actividades locales en distintas regiones. Paradójicamente, el éxito de la CRAC-PC llevó a una serie de eventos que actualmente han resultado en desafíos serios al futuro de la CRAC-PC.

En enero del 2013, reporteros nacionales e internacionales se apresuraron a Guerrero en búsqueda de una nueva nota sensacionalista que rápidamente se convirtió en moda. Ese mes aparecieron nuevos grupos llamados de “autodefensa” no afiliados a la CRAC-PC en la región centro del estado. A primera vista, sus objetivos y modos de operación eran similares a los de la CRAC-PC: el patrullaje de caminos y pueblos para implementar seguridad donde el Estado no pudo o no quiso.

Periodistas de medios comerciales y estatales, nacionales e internacionales, fueron en búsqueda de fotos de las nuevas oficinas de los grupos de autodefensa posando con sus caras tapadas y armas de alto poder en la mano. Y los jóvenes de las filas de estos nuevos grupos estaban más que dispuestos a complacerlos. El auge en la cobertura de las comunidades rurales de Guerrero trajo mayor cobertura al territorio comunal de la CRAC-PC, pero poca de esa cobertura distinguió a la policía comunitaria de los grupos de autodefensa.

Para Don Guadalupe, la diferencia es clara. “Los grupos de autodefensa solamente enfrentan al crimen con armas y violencia en el lugar donde se encuentre. La CRAC-PC tiene su casa, tiene su gente, tiene un movimiento.”

Durante el boom mediático que siguió, algunos periodistas han hablado de la CRAC-PC y los grupos de autodefensa indistintamente, refiriéndose a la CRAC-PC como un “grupo de autodefensa” y sin hacer mención de las asambleas de ciudadanos, el proyecto de auto gobierno, y el sistema de justicia restaurativa que da sustancia a la organización.

Desde entonces, los artículos sobre los grupos de autodefensa en Guerrero aparecieron en los medios de noticias internacionales, desde The New York Times a Al Jazeera. Poco a poco se hicieron más y más sensacionalistas, publicando fotos de hombres armados en camionetas con titulares como “Justicieros armados en marcha en Guerrero” (The New York Times) o “Movimiento de milicias mexicano” y Hombres Armados merodean la Sierra de Guerrero” (Al Jazeera.)

La mayoría de los artículos que aparecen en los llamados medios alternativos en México también tienden a tener fijación por las imágenes de hombres armados. Don Guadalupe se molestó por las legiones de periodistas que trataron de retratar a la CRAC-PC como algo que no era.

“Mucha gente viene después de escuchar de la policía comunitaria y creen que aquí van a encontrar a Rambo”, dice. “Y tampoco entiendo porque la idea de Rambo es tan interesante que vendrían aquí para verlo. Pero nosotros somos nada más gente sencilla de la comunidad.”

Durante casi dos décadas, la CRAC-PC luchó contra el crimen sin la ayuda del gobierno, con escasa cobertura de sus acciones más allá del estado de Guerrero. Los grupos de autodefensa en Guerrero y en el vecino Michoacán han catapultado los esfuerzos de los ciudadanos para combatir la delincuencia en los titulares, sin contar la historia del movimiento de la policía comunitaria que precedió a las organizaciones más nuevas.


Oscar Olivera (coautor) habla con un miembro de la CRAC
Aún así, el crecimiento de nuevas organizaciones de autodefensa ha tenido el resultado no intencional de estimular a que nuevos miembros se unan a la CRAC-PC. Un hombre no identificado del pueblo afroamericano de Barra de Teconapa en la costa de Guerrero nos dijo que el año pasado el crimen aumentó considerablemente en su comunidad. “La gente de afuera llegó y empezó a agarrar todo. Nuestra pesca, los motores de nuestras lanchas, o las lanchas mismas.” El pueblo buscó la ayuda de una de los nuevos grupos de autodefensa. Pero el pueblo vio que el grupo carecía de organización y planificación, y funcionaba sin participación de la comunidad. “Así que en su lugar decidimos empezar a trabajar con la CRAC-PC, y ahora el crimen ha bajado mucho.” Este hombre, junto con varias de sus hijas, nos contaban su historia mientras trabajaban de voluntarios en la vigilia civil de la “Casa de Justicia” de Acatlán. La descripción de las nuevas comunidades como la suya hizo que más de 180 pueblos y comunidades del estado se afiliaran totalmente a la CRAC-PC.

La CRAC-PC también se encuentra actualmente en el medio de la resolución de una serie disputa interna sobre la dirección de la “Casa de Justicia” en San Luis Acatlán. Los conflictos políticos internos son una parte inevitable de cualquier organización política, y la CRAC-PC ya ha pasado y superado a través de sus propios conflictos internos.

Don Armando cree que el actual conflicto interno, así como la creación de nuevas organizaciones de autodefensa, ha sido orquestada por el gobierno estatal para dividir a la CRAC-PC. Este mismo sentimiento fue compartido entre todas las mujeres y hombres de la Casa de Justicia en San Luis Acatlán con los que hablamos.

Muchos de ellos creen que la motivación para la división del pueblo se encuentra en las concesiones mineras en más de 50 territorios indígenas que el gobierno federal ha otorgado a las empresas transnacionales desde 2010.

Aunque no tienen prueba irrefutable para demostrarlo, los partidarios de la CRAC-PC están convencidos de que el gobierno está poniendo en marcha una estrategia de “divide y vencerás” para facilitar la llegada de empresas mineras extranjeras. En México, los depósitos minerales subterráneos se consideran propiedad del gobierno federal, y su autoridad para otorgar concesiones mineras reemplaza, en teoría, los derechos de aquellos que poseen la propiedad privada y comunal en la superficie. Entre las empresas mineras a las que el gobierno federal ha dado concesiones mineras en Guerrero se encuentran las empresas canadienses Gold Corp. y Frallon Mining. Todas las comunidades afiliadas a la CRAC-PC han rechazado de manera enfática la posibilidad de permitir la entrada de las mineras a su territorio. La llegada de las industrias mineras a otras partes del estado ha resultado en una contaminación masiva y una desarticulación del sustento agrícola tradicional. La estructura operativa efectiva de la CRAC-PC y sus funciones gubernamentales paralelas la convierten en la única organización capaz de frenar la llegada de los intereses mineros.

“Es por eso que el gobierno está tan interesado en el desmantelamiento de la policía comunitaria,” dice Don Armando.

También la CRAC-PC ha estado cada vez más dispuesta a intervenir en casos de corrupción de alto nivel, deteniendo a los alcaldes y otros políticos de los pueblos acusados de ser parte del crimen organizado. Algunos civiles bases de apoyo de la CRAC-PC señalan que el Gobierno Estatal está preocupado de que la CRAC-PC se está volviendo cada vez más capaz de revelar y actuar sobre casos de corrupción en esferas cada vez más altas del gobierno.

Para Don Guadalupe, Don Armando, y los otros hombres y mujeres que con gusto nos recibieron en la Casa de Justicia, las lecciones de su amplia lucha también rinden lecciones para su vida cotidiana. La lucha para mantener la CRAC-PC les ha enseñado a enfrentarse a la apatía, el miedo y la resignación, y transformar esos sentimientos en esperanza, acción y la fuerza.

Don Armando con la siempre sonrisa en sus labios, sus palabras elocuentes y claras como el agua, su sombrero de ala ancha que nos da una sensación de protección y fuerza, nos dice que las circunstancias y la imposición de estas formas de vida desde hace mas de 500 años, obligó a protegerse y restituir la paz en las comunidades. Tal vez su primer tarea hubiera sido algo demasiado grande para llevar a cabo. Pero lo lograron, y ahora les incumbe reconstruir el tejido de la vida diaria.

Él nos dice: “Tenemos que hablar de construir el ‘desarrollo’ de nuestras comunidades, del planeta, frente a la destrucción.” Sus palabras describen, con absoluta claridad, lo que algunos han llamado “revolución” o “socialismo” o simplemente, “el buen vivir”.


Oscar Olivera (coautor) con dos miembros fundadores de la CRAC
La casi paz absoluta que han construido en su comunidad les ha permitido visualizar un horizonte más allá que la simple creación de una policía comunitaria. Ahora hablan y planean construir una nueva vida para sí mismos. Estos objetivos más urgentes incluyen la planificación de un nuevo tipo de educación, sistema de salud, la mejora de la alimentación y la vivienda. De hecho, la CRAC-PC ha establecido comisiones para trabajar en todos estos temas, a pesar de los escasos recursos económicos de los que disponen. Otros tipos de recursos, como la sabiduría, el talento, el cuidado, la generosidad y el compromiso son abundantes.

“Nos faltan recursos”, dice Don Guadalupe, con su mirada seria y firme. Pero también explica con entusiasmo sobre el intento de su comunidad de redescubrir la agricultura natural, sin químicos ni fertilizantes. “Estamos re-aprendiendo de todo.” Él y su esposa nos explican cómo todos en su comunidad están adquiriendo nuevas habilidades como mecánicos, técnicos en riego, carpinteros, médicos y estudiantes de la vida misma. Ellos nos cuentan sus numerosos nuevos proyectos.

Al final de nuestra conversación, Don Guadalupe dice “Hemos combatido a la violencia en nuestros pueblos. Ahora nos toca combatir el hambre en nuestras comunidades”. Estas palabras describen los verdaderos objetivos a largo plazo de la CRAC-PC, para asumir tareas colectivas no sólo para su comunidad, pero para muchos otros en México y América Latina. El habla no sólo del hambre del cuerpo, sino del espíritu, una sed de justicia, de libertad, de confianza mutua, y de esperanza.

Con estas sencillas palabras, y una mirada descansando en algún lugar entre el territorio y el horizonte por delante, las mujeres y los hombres de la CRAC-PC están construyendo un plan y una agenda. Su idea del buen vivir no se puede encontrar siguiendo un plan sencillo o una receta, sino a través de un proceso cotidiano de resistencia y la reconstrucción.

Ellos saben intuitivamente que el camino por delante será largo y no será fácil, pero también saben que valdrá la pena. Ya han logrado mucho, y con toda seguridad, serán capaces de hacer frente a algunas de sus necesidades más urgentes: La reconstrucción de la unidad dentro de su organización, la consolidación de sus planes de desarrollo, ser autónomos en sus recursos financieros, y establecer una mejor comunicación con sus bases. También deben reforzar su sistema de democracia directa para la transparencia y la información, el debate y la deliberación, y para tomar decisiones y actuar sobre ellas.

Están convencidos de que uno de sus más grandes batallas aún está por llegar. No va a ser fácil enfrentar la alianza de las grandes empresas mineras transnacionales y sus aliados en todos los niveles de gobierno. El mantenimiento de la unidad mientras estas fuerzas intentan sembrar divisiones es otra tarea que la CRAC-PC ha decidido asumir.

En San Luis Acatlán, y en todo Guerrero, la lucha continúa para reconstruir los bienes comunes -recuperar la tierra, el agua, y también la voz y la voluntad de las personas para tomar decisiones vitales para su propio destino.

“Nuestra gente ha hecho suyo este proyecto,” una persona nos dijo, “que es la cosa más importante de todas.”

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