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Encubrimiento oficial estadounidense oscurece el móvil de los asesinatos del Consulado de Ciudad Juárez

Las declaraciones de agentes de seguridad diplomática sostienen el informe de Narco News de que las víctimas eran el objetivo a asesinar


Por Bill Conroy
Especial para The Narco News Bulletin

7 de mayo 2014

El líder de la pandilla Barrio Azteca, Arturo Gallegos Castrellón, también conocido como “El Güero”, entre otros apodos, fue condenado a cadena perpetua el mes pasado luego de ser declarado culpable de orquestar los asesinatos de la trabajadora del Consulado Estadounidense en Juárez, Lesley A. Enríquez; su esposo, Arthur H. Redelfs; y Jorge Salcido Ceniceros, cuya esposa también trabajaba en el consulado de Ciudad Juárez.

Los tres fueron brutalmente asesinados a tiros el 13 de marzo de 2010, cuando trataban de eludir a los asesinos en sus vehículos. Enríquez, quien estaba embarazada, y Redelfs, ambos ciudadanos estadounidenses, casi lograron llegar al cruce fronterizo con los EEUU antes de ser alcanzados. Su bebe se encontraba en el asiento trasero del auto y fue permitido vivir, según dijeron a Narco News fuentes policiales, porque el niño era demasiado joven para identificar a los asesinos.

Hasta la fecha, ningún motivo convincente ha sido ofrecido por los funcionarios estadounidenses sobre los asesinatos. De hecho, se ha descartado el móvil proporcionado por un asesino a sueldo pertenecientes a Barrio Azteca que se convirtió en testigo del gobierno. A fines de junio de 2010 las autoridades mexicanas detuvieron a Jesús Ernesto Chávez, poco después de los asesinatos, y lo acusaron de lo que finalmente Gallegos fue convencido de hacer, ordenar el ataque que resultara en la muerte de Enríquez y su esposo.

Inicialmente, Chávez afirmó que los asesinatos fueron ordenados porque los Barrio Azteca –que han ganado una reputación de violencia en ambos lados de la frontera—creyeron que Enríquez estaba involucrada en un esquema de visas fraudulentas que estaba beneficiando a la pandilla rival. Los funcionarios estadounidenses dicen que esa afirmación carece de fundamento.

Pero al igual que con muchos misterios de la guerra contra las drogas, éste parece tener un par de giros. El principal de ellos son revelaciones que aparecieron en un reciente artículo de Newsweek centrado en un agente de la Oficina de Seguridad Diplomática (DS, por sus siglas en inglés) llamado David, Farrington, quien pasó varios años buscando una pista en el caso de Enríquez que apoyara las revelaciones aparecidas en un artículo de Narco News sobre los asesinatos del consulado el 1 de mayo de 2010—cerca de un mes y medio después de que los ciudadanos estadounidenses Enríquez y su esposo fueran asesinados en las calles de Ciudad Juárez.

En esa historia, las fuentes de Narco News afirmaron que Enríquez era el objetivo de narcotraficantes, una afirmación que Farrington también investigaba en base a fuentes independientes. En ambos casos, ambas pistas no recibieron el seguimiento adecuado debido a interferencia o falta de acción por parte de la burocracia oficial.

Notificando al Congreso

Cary Schulman, abogado del bufete Schulman Mathias PLLC de Dallas, recientemente envió una carta a líderes del Congreso que incluye cientos de páginas de pruebas documentales, la mayoría correos electrónicos que involucraban a funcionarios del DS, que es parte del Departamento de Estado. En esa carta, que algunas fuentes proporcionaron a Narco News y puede leerse AQUÍ, Schulman, que en el pasado ha defendido a Farrington, afirma que los funcionarios de DS han participado en un importante encubrimiento en el caso de los asesinatos del consulado—a costa de la carrera de Farrington.

El alegato central de Schulman es que los funcionarios de DS tomaron medidas extremas para silenciar a Farrington y para socavar sus esfuerzos de investigar a Greg Houston, el Funcionario de Seguridad Regional de DS del Consulado de los EEUU en Ciudad Juárez al momento de los asesinatos, en caso de que este supiera que Enríquez era el objetivo de los narcotraficantes, pero fracasó en advertírselo.

“…¿Estaba el jefe de Seguridad Diplomática involucrado en el encubrimiento para evitar la vergüenza [de no advertirle a Enríquez], o peor?” pregunta Schulman. “El problema es que a nadie se le permitió investigar el asunto, así que simplemente no sabemos.”

Narco News no pudo localizar a Houston, pero este le dijo al editor colaborador de Newsweek Jeff Stein que las acusaciones son “totalmente absurdas.” Las varias llamadas hechas por Narco News al vocero de DS Fred Lash no fueron devueltas.

Farrington dijo recientemente a Narco News que incluso si Houston conocía la amenaza contra Enríquez, “no hubiera dependido de él informarle sobre la advertencia.”

“Greg Houston le reportaba a alguien en Ciudad Juárez”, agrega Farrington. “Él no era el jefe.”

La correspondencia electrónica contenida en los documentos que Schulman envió al Congreso indica que Houston pudo haber estado al tanto de la amenaza en contra de Enríquez a través de funcionarios del Departamento de Justicia.

En cualquier caso, Farrington destaca que Enríquez, su esposo, así como otra de las víctimas, el ciudadano mexicano Salcido Ceniceros, “eran buenas personas.” Su evaluación coincide con lo que las fuentes policiales dijeron a Narco News en 2010, que Enríquez estaba marcada porque optó por no cumplir con una petición corrupta.

El informante

Enríquez trabajaba como asistente en la sección de Servicios a Ciudadanos Estadounidenses del Consulado de los EEUU en Ciudad Juárez, y como tal no estaba directamente implicada en la aprobación de visas. Su esposo era oficial de detención de la Oficina del Alguacil del Condado de El Paso. Ambos fueron perseguidos y asesinados después de salir de una fiesta de cumpleaños en Ciudad Juárez en lo que Narco News reportó entonces como un complot de asesinato dirigido contra Enríquez.

“Un individuo se acercó [a Enriquez al menos dos veces en situaciones relacionadas con el Consulado antes de su asesinato] y trató de conseguir que hiciera algo con un documento sin la documentación apropiada”, afirma un agente de la ley. “Su asesinato fue ordenado porque se negó a aceptar esa acción.”

Fuentes policiales que hablaron con Narco News en 2010 también indicaron que la fuente de los datos sobre el asesinato de Enríquez era un informante confidencial que conocía a algunos de los asesinos que habían participado en el asesinato de Enríquez y su esposo -y en ese momento el informante dijo que incluso fue capaz de proporcionar los nombres y direcciones a las autoridades estadounidenses. De hecho, el informante identificó a uno de los asesinos por el apodo de “El Güero”, que Narco News informó en mayo de 2010 -casi un año y medio antes de la detención del líder de la banda Barrio Azteca, Gallegos, quien también tiene el apodo de “el Güero.”

El informante dijo a agentes de la ley que la persona que se acercó a Enríquez le pidió que falsificara certificados de nacimiento para el familiar de un importante líder de la organización narcotraficante de Sinaloa.

Esas mismas autoridades policíacas que tenían las pistas del informante fueron aprobadas por la cadena de mano superior durante la investigación de los asesinatos del consulado, pero nunca abordadas por los investigadores.

¿Y cómo lo saben?

“Nunca nadie habló con el informante,” afirma un agente.

Farrington hace afirmaciones similares en una serie de correos electrónicos y mermorándums adjuntos a la carta del 7 de abril de 2014 que Schulman envió al Congreso. En una cadena de correos, involucrando a Farrington y Brian Skaret, uno de los abogados del Departamento de Justicia que procesó a Gallegos, Farrington expresa con claridad sus preocupaciones sobre el supervisor de DS, Houston.

“Creo firmemente que RSO Greg Houston la identificó por nombre [a Enríquez] como un posible objetivo del cártel antes de que ella y las otras víctimas fueran asesinadas”, escribió Farrington en un correo enviado a Skaret el 2 de agosto de 2012. “Tengo entendido que él le hizo otra pregunta otro miembro del personal de RSO en el sentido de ‘¿Quiénes son los ciudadanos estadounidenses del personal contratado localmente? El personal de RESO que el miembro del personal identificó a dos por nombre y que [Enríquez] fue uno de ellos …

“No sé a ciencia cierta si [Enríquez] fue advertida, pero tengo razones para creer que nadie le advirtió.” [El nombre de Enríquez está redactado en el correo electrónico enviado al Congreso, pero el contexto deja claro que la persona a la que se hace referencia es ella, ya que ella era la única víctima femenina.]

El rastro de los correos

Farrington es un veterano de diez años la Oficina del Servicio Diplomático de, después de haber servido en Houston y en Bagdad antes de ser asignado a Ciudad Juárez como Oficial Adjunto de Seguridad Regional de noviembre 2008 a julio de 2010. Asimismo, se encuentra en la reserva del ejército y fue enviado a Afganistán entre octubre de 2010 hasta agosto de 2011, y posteriormente volvió al servicio en la Oficina DS local de Houston -donde permanece un agente activo.

Farrington fue uno de los primeros agentes de Estados Unidos “sobre el terreno en Ciudad Juárez para investigar los asesinatos ” de los trabajadores del consulado en marzo de 2010 y “escoltó al bebé de dos de las víctimas [Enriquez y Redelfs]” a su casa en El Paso”, afirman documentos presentados en el Congreso. Aunque en julio de 2010 dejó Ciudad Juárez, varios meses después de los asesinatos, permaneció como parte del “personal asignado” en el caso, de acuerdo al Sistema de Administración de Investigaciones de DS, hasta al menos el 5 de septiembre de 2012, indican los documentos.

Pero la búsqueda de Farrington de respuestas a las preguntas de quién sabía qué y cuándo con respecto a Enríquez de ser un supuesto “objetivo del cártel,” aparentemente no cayó bien dentro de la burocracia de DS.

El 6 de agosto de 2012, cuatro días después de enviar por correo electrónico al fiscal Skaret sus preocupaciones acerca de los asesinatos del consulado, a Farrington se le aplicó una orden de examen de aptitud de servicio, lo que en eventualmente condujo a que temporalmente perdiera su placa y arma, así como su paga y poco más que su carrera. La orden cita un par de incidentes en los que Farrington supuestamente perdió la calma, pero que no estaban relacionados con la investigación que hacía de los asesinatos del consulado.

Sin embargo, un correo con fecha del 25 de julio de 2012 enviado por el supervisor de Farrington en Houston a varios funcionarios de DS muestra que hubo un esfuerzo ya en marcha para someterlo a un examen de aptitud para el servicio, al parecer para alejarlo de la investigación de los asesinatos del consulado.

“Realmente necesitamos que David [Farrington] sea revisado lo más pronto posible, en cuanto regrese de la licencia,” dice el correo electrónico. “Se le ha dicho varias veces que no interfiera en este caso [en referencia a los asesinatos del consulado].”

En respuesta, Kimber Davidson, Jefe de la División de Investigaciones Especiales de DS, envió otro correo electrónico menos de media hora después que decía en la línea de asunto: “Proceso Deliberativo—no para su divulgación en virtud de FOIA

“¿Le hemos hecho un FFDE [examen de aptitud, por sus siglas en inglés] a Farrington ya?” Davidson escribe en el correo electrónico. “¿Está justificado? ¿Le has comunicado a Dave por escrito que no puede estar involucrado en este caso?...”

A Farrington también se le presentó un “Memorándum de Consejo” el 6 de agosto de 2012, el mismo día en que le presentaron la orden FFDE. El memorándum le informaba que “no era más parte de la investigación oficial del Caso de los asesinatos del consulado” y que debía desistir de buscar “información relacionada con este caso de agencias externas con capacidad oficial”, afirman documentos internos del Departamento de Estado presentados al Congreso.

Y para asegurarse de que no había posibilidad de que la investigación de Farrington viera la luz fuera de la burocracia, un correo—también proporcionado por Schulman al Congreso—fue enviado por el Director Adjunto de Operaciones Nacionales de DS, Barry Moore, a, entre otros, Grace T. Moe, directora de asuntos públicos de DS. Este correo subrayaba el plan mediático diseñado para desacreditar a Farrington en caso de que decidiera hacer públicas sus preocupaciones sobre la investigación de los asesinatos del consulado.

De ese correo electrónico:

... David Farrington está de servicio limitado a la espera de los resultados de su evaluación FFD. Incluso amenaza con hacer declaraciones a la prensa en relación a los asesinatos de Ciudad Juárez. Ver la sección que he remarcado en el email debajo. Doug y George Nutwell [supervisor de Farrington en Houston] cree que es capaz de tal acción, [y] se lo ha dejado en claro a los cargos inferiores. Tengo la esperanza de que no lo haga, pero si lo hace me permito sugerir que nuestra orientación “de ser requerida” sería algo como:

Es del entendimiento del Departamento que el agente especial de DS David Farrington ha hecho declaraciones públicas que alegan PARA SER LLENADO CUANDO HAGA LA DECLARACIÓN en referencia al trágico ataque a civiles en Ciudad Juárez en marzo de 2010. Ese caso ha sido investigado por el Gobierno de México, el FBI y agentes de la Oficina de Seguridad Diplomática. El Departamento perdió a uno de sus empleados y a su esposo ciudadano estadounidense en el ataque y se aseguró que todas las pistas de la investigación fueran seguidas. Estamos con la cooperación de las autoridades mexicanas y el procesamiento del líder de la pandilla de San Antonio [Gallegos, o “Güero”] aseguró que se hizo justicia.

El agente Farrington ha estado en servicio limitado desde el lunes 6 de agosto de 2012 y no estaba en capacidad oficial cuando hizo dichas afirmaciones. Sus creencias son bien conocidas entre los agentes de DS y el FBI pero no se confirmaron en el juicio.

El último golpe

Finalmente, el 23 de octubre de 2012, sin opciones en Seguridad Diplomática, Farrington llevó sus inquietudes a la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia (DOJ-OIG, por sus siglas en inglés) -quien está a cargo de investigar cargos de corrupción gubernamental. Uno de los elementos fundamentales de su misión es asegurar la confidencialidad de los informantes, como Farrington, para que no sean objeto de represalias.

Sin embargo, el abogado de Dallas Schulman, en su carta al Congreso, revela que las comunicaciones de Farrington con el DOJ-OIG, “incluyendo sus comunicaciones por correo fueron entregadas palabra por palabra” a sus jefes en el DS.

El correo del 23 de octubre de 2012 fue enviado directamente al Jefe de División de Investigaciones Especiales, Davidson, por un funcionario del DOJ-OIG:

Esto llegó a mi escritorio esta mañana. No vamos a tomar ninguna medida con esto, ya que no tenemos un perro en la pelea. Parece que la División Criminal, USAO en El Paso, y el FBI están al tanto del denunciante [Farrington] y los problemas que él dice tener conocimiento. A partir del texto parece que DS está al tanto también de este individuo.

Sólo para su información.

A su vez, Davidson reenvió el correo y las comunicaciones adjuntas de Farrington (una vez más, destinados exclusivamente a DOJ-OIG) a otro número de funcionarios de DS, incluyendo al supervisor de Farrington en Houston.

“Esto es de DOJ-OIG” dice el correo de Davdison. “Parece que David [Farrington] continúa enviando información…”

El abogado Schulman, y su carta al Congreso, denuncia a DOJ-OIG, diciendo que sus acciones en el caso Farrington socava aún más la poca credibilidad del público a su gobierno. También dijo a Narco News que las acciones de la agencia también pueden representar una violación a los derechos de privacidad de Farrington.

“La Oficina del Investigador General tiene el mandato de mantener la confidencialidad. No es de extrañar que el público estadounidense y el empleado federal están perdiendo confianza en nuestro gobierno,” escribe Schulman en su carta a los líderes del Congreso. “La confianza y la confidencialidad son esenciales para mantener a un Investigador General que sea eficaz en su cargo y en su tarea por evitar y perseguir el fraude y el despilfarro. ¿Pero qué empleado le proporcionará información a la agencia si no se mantiene la confidencialidad?”

Así que parece que el móvil real detrás de los asesinatos del consulado, incluso unos cuatro años después del baño de sangre, está destinado a permanecer en la oscuridad de la guerra contra las drogas y los fríos cálculos de los burócratas y fiscales que consideran a la búsqueda de la verdad una desviación inconveniente para sus trayectorias profesionales.

“Es una declaración triste sobre cómo funcionan las cosas, el hecho de que hayan ido detrás de un tipo [Farrington] y hayan destruido su carrera, debido a que su información era acertada”, dice un agente de la ley familiarizado con el caso de los asesinatos del consulado asesinatos -y que pidió no ser identificado por temor a represalias.

Permanezcan en sintonía…

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