English | Español | August 15, 2018 | Issue #67 | |||
El Movimiento por la Paz sigue su marcha contra la guerra de las drogasEl objetivo es claro: Paz con Justicia y DignidadPor Bill Conroy
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Pero hay otra clase de víctimas, los cientos de miles de mexicanos que han cruzado la frontera hacia los EEUU en los últimos cinco años (sumándose a las millones de personas que actualmente viven sin documentos en los EEUU) en busca de trabajo y un lugar a salvo de la violencia de la guerra del narcotráfico en México -la violencia, en la forma de no sólo la muerte sino también del robo, la extorsión, los secuestros y la explotación sexual, y que ha desaparecido no sólo a personas, sino puestos de trabajo, también.
Una clase de estos inmigrantes, considerados “ilegales” por los xenófobos, son pobres y, en gran medida, viviendo en EEUU en condiciones miserables, trabajando en empleos de baja categoría que nadie más hace y que a diario viven con el temor de ser deportado de vuelta al corazón de las tinieblas de la guerra contra las drogas. Otra clase de estos inmigrantes mexicanos que huyen de la violencia de la guerra contra las drogas en México son ricos, considerados “emprendedores” por las comunidades estadounidenses arropan, muchos de ellos ubicados a lo largo de la frontera en lugares como San Diego, Phoenix, San Antonio y El Paso, Texas -todas ciudades de enlace que les permiten entrar a la comunidad empresarial estadounidense, un éxodo alentado por las políticas liberales para la obtención de una visa estadounidense que ofrece cobijo legal a cambio de la inversión de capital de estos ricos empresarios mexicanos.
La Coparmex, un importante grupo empresarial mexicano con unos 36.000 miembros, recientemente estimó que más de 160,000 empresas han cerrado o se han ido de México en el último año, debido a los “persistentes crímenes violentos” generados por la guerra contra las drogas, según un artículo reciente publicado por la agencia española EFE.
Del artículo:
“El crimen organizado está deteriorando la competitividad de las (32) entidades federativas, desalentando la inversión nacional y extranjera, causando el cierre de empresas formales…”, dijo el presidente de la Coparmex.
“…Según cifras de las 32 procuradurías estatales, en 2011 se reportaron en promedio cuatro plagios y 2 mil robos diariamente, en todo el territorio nacional y ese mismo año se registraron 4 mil 600 denuncias por el delito extorsión, con mayor afectación en Chihuahua, Baja California, Jalisco y el Distrito Federal.”
El miércoles 28 de marzo, yo estaba ahí, en la plaza principal de Cuernavaca, observando las actividades de aniversario que rodean el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y escuchando a los poetas, músicos y víctimas de la guerra contra las drogas que salieron al escenario ese día para relatar sus emociones y sus historias. Más tarde esa noche me senté con un grupo de víctimas en el campus de la Escuela de Periodismo Auténtico, un taller intensivo de 10 días en el ejercicio del periodismo real, llevado a cabo a fines de marzo de este año cerca de la ciudad de México.
Y a pesar de que mucho de lo que aprendí de las palabras ese día fue a través de la traducción por compañeros periodistas auténticos bilingües (porque yo no hablo español) no fueron las palabras lo que más me conmovió. Cuando se siente la emoción a través de las lágrimas de una madre que perdió a su hijo de forma violenta por la guerra, o cuando se ven los desesperados ojos de un padre que ha perdido un hijo, sin ninguna razón sensata, solamente un día desapareció sin dejar rastro, deja una huella en tu corazón que no se quita por la distancia, ni es borrada por la distancia o el tiempo o aumentada en efecto por la traducción.
He aquí una pequeña muestra de la agenda comercial:
• Bajo el programa de Ventas Comerciales Directas del Departamento de Estado (DCS), que autoriza la venta de armas por empresas privadas de Estados Unidos a compradores extranjeros, como el Ejército Mexicano, unos 85,2 millones de dólares en armas fueron enviados a México tan sólo en el año fiscal 2010.
En el 2009, los proveedores del sector privado estadounidense, a través del programa DCS, duplicaron esa cifra, enviando a México un total de 177 millones de dólares en artículos de defensa -que incluyó artículos como aviones militares, armas de fuego y explosivos.
En comparación, en el año fiscal 2009, las empresas de armamento privadas en los EEUU enviaron 40 millones de dólares en armas a Afganistán, 126 millones dólares a Irak, y 131 millones a Israel.
• Un informe de 2011 preparado por el Comité en Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado de EEUU encontró “que entre 2005 y 2009, el gasto anual del gobierno federal en contratos de lucha contra el narcotráfico en América Latina aumentó en un 32%, pasando de $482 millones en 2005 a $635,8 millones en 2009. En total, el gobierno gastó más de tres mil millones de dólares en contratos de lucha contra el narcotráfico durante este período… ”
“De 2005 a 2009, la mayoría de los contratos de lucha contra el narcotráfico en América Latina fueron para sólo cinco contratistas: DynCorp, Lockheed Martin, Raytheon, ITT y ARINC, que en conjunto recibieron contratos por valor de más de mil ochocientos millones de dólares”, indica el informe.
• Un informe de 2011 del Servicio de Investigación del Congreso establece lo siguiente respecto a otra de los programas principales de la guerra contra las drogas de EEUU que en gran parte beneficia a los contratistas privados:
Entre el año fiscal 2008 y 2010, el Congreso proporcionó 1.5 mil millones para programas de la Iniciativa Mérida en México, con un énfasis inicial en el entrenamiento y equipamiento de las fuerzas de seguridad mexicanas que participan en la lucha contra las drogas....El Congreso asignó $143.0 millones en asistencia de Mérida para México para el año fiscal 2011. La Administración solicitó $282 millones en asistencia de Mérida para el año fiscal 2012.
• Y luego está la reciente operación Rápido y Furioso de ATF (la Oficina de alcohol, tabaco, armas y explosivos de EEUU), y sus predecesoras en el gobierno de Bush (una llamada Receptor Abierto, lanzada en 2006), que han permitido que miles de las armas pasen de contrabando por la frontera a las manos de las poderosas organizaciones narcotraficantes de México bajo la premisa errónea de que esto podría ser útil en la fabricación de casos contra altos dirigentes del “cartel” -cuando, en realidad, todo lo que ha asegurado es una cifra de muertos superior en México.
Y así, con estas cifras mortales firmemente arraigadas en mi mente, me senté en una dura silla el 27 de marzo, el día antes del evento del Movimiento en Cuernavaca, rodeado por un par de decenas de otros periodistas auténticos reunidos bajo una gran palapa con vista a las montañas de algún lugar al sur de la Ciudad de México en la Escuela de Periodismo Auténtico. Todos estábamos esperando la oportunidad de escuchar y formular preguntas a Javier Sicilia, un hombre modesto pero brillante, con una voz profunda y apariencia de abuelo, que es el catalizador detrás del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
El movimiento surgió hace un año luego de la brutal muerte de siete jóvenes a manos de narco asesinos, entre ellos el hijo del destacado poeta mexicano y periodista, Sicilia.
Ese día, su articulación de los principales objetivos del Movimiento, mientras entraba una suave brisa a través de la palapa, me golpeó como un rayo de luz a través de las tumultuosas y ominosas nubes de la guerra contra las drogas, que para mí, después de años de cubrir la carnicería y corrupción, parecía ser inmune a tal penetración.
Los objetivos del Movimiento, como lo indica Sicilia:
• Legalizar las drogas o asegurar que todas las drogas que se consumen en los EEUU se produzcan ahí.
• Exigir que el gobierno de EEUU controle el flujo de armas hacia México. Las armas son un asunto de seguridad nacional, las drogas son un problema de salud pública.
• Revisar la Iniciativa Mérida para que no esté enviando armas a México.
Está claro quiénes son los peces gordos en la guerra contra las drogas -más allá de los habituales matones sospechosos. La guerra, la guerra grande, en su raíz es un negocio, y hay dinero de por medio entre quienes estén dispuestos a negociar en su miseria. Independientemente de a qué lado abastengan, o que bandera tengan, la principal manera de garantizar un beneficio permanente es asegurar la continuación de la guerra.
Pero la cuestión de quién es víctima en una guerra puede ser un poco más difícil de determinar. Por ejemplo, tiene sentido que los familiares de los asesinados en la guerra contra las drogas sean víctimas, pero los muertos mismos ¿son víctimas similares si fueran participantes activos en actos delictivos violentos como parte del tráfico de drogas?
Los medios de comunicación no tiene ningún problema en desestimar el valor de las vidas de estas personas, por lo general descartando su existencia mediante su descripción como meras víctimas de la llamada “guerra territorial de los cárteles.” Pero Sicilia aporta una perspectiva diferente sobre el tema.
Sicilia dijo a los periodistas auténticos que se reunieron en la palapa el 27 de marzo que: “Las víctimas son seres humanos. El Estado ha hecho algo mal [en esta guerra contra las drogas], incluso si sólo son criminales matando criminales [que claramente no es el caso, como lo demuestra la brutal tortura/asesinato del inocente hijo de Sicilia]. ”
“Ellos no nacieron criminales”, añadió Sicilia -para ese momento en sólo unas horas viajaría a Cuernavaca para ver un partido de fútbol jugado en honor de su hijo, que era un ávido jugador de fútbol.
Sicilia, sin embargo, fue menos generoso en la definición de la situación de las personas ricas que han huido de México, con miedo, y se han establecido en los EEUU en virtud de su éxito pecuniario y su atractivo para los intereses norteamericanos -sacando los recursos necesarios de México en el proceso y fortaleciendo aún más el control de la economía de la droga contra las guerra en su lugar de origen.
Sicilia lo puso de esta manera en el encuentro del 27 de marzo con la prensa auténtica.
Ellos [los mexicanos de la clase empresarial que han huido a los EEUU] podrían ser aliados [del Movimiento], pero también son parte del problema. Un gran porcentaje de estos [los empresarios] ricos lo hacen por sí mismos y son parte del problema del país. ... Son parte de una clase social que ha extraído todo lo que puede de México, y luego se van corriendo, así que son parte del problema.Esta clase propietaria, al igual que la clase política, no está interesada en resolver el problema [de la guerra contra las drogas]. [Ellos, en efecto] Sirven a los intereses de los EEUU, mientras dañan a México.
Pero hay otro éxodo que es deplorable, el de los muchos pobres. Son ilegales [en los EEUU] y huyen de la violencia porque están directamente amenazados por ella. Su condición [la forma en que se ven obligados a vivir] debería hacernos sentir vergüenza a todos. Ellos están viviendo en condiciones en las que no están protegidos en México, y si en EEUU son atrapados serán enviados de regreso al corazón de la violencia.
Esto es parte de la terrible situación de nuestro país [sobre todo] cuando se pone en contraste con la situación de las personas privilegiadas.
El Movimiento, parece claro, está cobrando fuerza a medida que avanza en su segundo año. Es un movimiento con un mensaje que traspasa las fronteras y atraviesa las lenguas y, al final, plantea un claro desafío, el último desafío para todos nosotros que no es ambiguo e imposible de evitar, un desafío que no se trata de encontrar formas de justificar un derrochadora y salvaje guerra contra las drogas, sino que es un reto para encontrar un camino hacia la paz con justicia y dignidad.
Permanezcan en sintonía…
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