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Nuevas pistas en el caso sin resolver de la "Casa de la Muerte"

Un hombre fugitivo del "cártel" afirma ser testigo de un asesinato que amenaza al Estado


Por Bill Conroy
Especial para The Narco News Bulletin

31 de enero 2012

Una nueva voz del pasado ha surgido en el caso de la masacre de la Casa de la Muerte -en la que un informante del gobierno de los EEUU está acusado de ayudar a cometer una decena de asesinatos, posteriormente, los cuerpos de las víctimas fueron enterrados y cubiertos con cal en un jardín trasero de una casa de Ciudad Juárez, México.

Este individuo es una víctima misma de la Casa de la Muerte y afirma haber sobrevivido por milímetros cuando una bala le atravesó la cabeza. Y ahora ha salido de las sombras para contar su historia.

En semanas recientes, Narco News condujo una serie de entrevistas con este individuo, quien pidió que su nombre no fuera revelado debido a que afirma que aún está siendo perseguido por “el cártel.”

Además, este individuo, a quien llamaremos Juanito, tiene razones para temer que la “migra” de los Estados Unidos lo deportará una vez más, a pesar de su larga historia de prestar juramentos en aulas estadounidenses.

Juanito nació en México, reconoce, y ahora está viviendo en algún lugar de los Estados Unidos, sin papeles. Sin embargo, Juanito dice que llegó a este país con su familia cuando tenía seis años y creció aquí, hasta que fue deportado hace más de una década después de un encontronazo con la ley.

Al encontrarse varado en México luego de su salida forzada de los EEUU, y sin familia ni forma de ganarse la vida en México, Juanito dice que no tuvo otra opción mas que continuar por el camino del negocio del narcotráfico, no como un miembro importante, sino como trabajador -llevando coches a lugares donde se necesitaban, cargando y descargando la mercancía del negocio y ayudando en otros trabajos que tienen que ver con mantener en movimiento las ventas y la distribución.

La transgresión de Juanito, que lo condujo a su deportación a inicios de siglo, fue resultado de la indiscreción juvenil, la decisión de, a los 20 años, luego de visitar a amigos en México, transportar un auto lleno de contrabando y marihuana, sustancias que tienen una amplia franja de consumidores en los EEUU. Dice que por esa acción pasó 30 meses en una prisión estadounidenses y después recibió un boleto sencillo a México cortesía del Tío Sam. Se quedó en Juárez, separado de su familia, que desde hacía tiempo habían dejado su patria para establecerse en Las Vegas.

Si la historia de Juanito es verdad, entonces lo que vivió y experimentó durante su tiempo en Juárez, mientras se desarrollaba la Casa de la Muerte, podría hacer de él un testigo clave en contra del grupo de asesinos que operaban bajo la cloaca de los agentes de seguridad mexicanos, quienes de acuerdo a diversas fuentes, aún se encuentran en libertad y en activo.

Además de torturar y asesinar a las víctimas de la Casa de la Muerte, estos mismos policías mexicanos también estuvieron involucrados en seleccionar y acechar a un agente de la DEA y a su familia durante el curso del caos de la Casa de la Muerte.

El 14 de enero de 2004, como parte de un retén falso, los policías asesinos confrontaron al agente estadounidense mientras él y su familia viajaban en un auto con rumbo a El Paso. Al agente le pidieron que bajara del auto, negándose a hacerlo mientras solicitaba ayuda a otro agente, quien llegó al lugar justo a tiempo, haciendo que el equipo de sicarios retrocediera y se preparara para hacerlo otro día.

Como verán, estimados lectores, bien pudo haber sido esa acción de rechazo lo que salvara la vida del agente de la DEA, si es que creen la historia de Juanito.

El informante

El informante estadounidense que participó en los asesinatos de la Casa de la Muerte -Guillermo Ramírez Peyro- era un ex policía mexicano en la nómina de la agencia de Inmigración y Aduanas de los EEUU (ICE, por sus siglas en inglés). En ese momento, Ramírez Peyro también estaba bajo supervisión de un fiscal estadounidense en Texas, Johnny Sutton -un viejo amigo y aliado del presidente George W. Bush y niño mimado del Departamento de Justicia, en ese entonces bajo el mando del fiscal general John Ashcroft.

Ramírez Peyro se convirtió en un problema para ICE y el Departamento de Justicia luego de que se hicieran públicos los asesinatos de la Casa de la Muerte y su papel, supervisado por los EEUU, en los homicidios. Ahora está escondido en algún lugar de los Estados Unidos luego de combatir con éxito los esfuerzos de su antiguo empleador por deportarlo a una muerte segura en México. Ramírez Peyro también jugó un papel clave en el casi fatal retén del agente de la DEA y su familia al aceptar, a mediados de enero de 2004, preparar la Casa de la Muerte para otra “carne asada” [término para una sesión de tortura y asesinato]. Uno de los individuos llevados a la Casa de la Muerte en los preparativos, dijo el informante a Narco News, era informante de la DEA, a quien Ramírez Peyro atribuye la filtración del domicilio del agente de la DEA en Juárez a los agentes policías sicarios de Juárez en un fallido intento por salvar su vida. Ese supuesto informante de la DEA se encontraba entre las víctimas halladas enterradas en el jardín trasero de la Casa de la Muerte en Juárez.

El informante Ramírez Peyro si ayudó a que la DEA evitara amenazas futuras en contra de sus agentes en Juárez, luego del falso retén, al advertir a los asesores de ICE del peligro inminente a personal de seguridad estadounidense en esa ciudad debido al percance de la Casa de la Muerte. Esa advertencia hizo que la DEA evacuara a todos sus agentes de la ciudad.

Pero parece claro que fueron las rápidas e inteligentes decisiones hechas por el agente de la DEA las que salvaron su vida luego de que su auto fuera detenido -no la intervención del informante. Los asesinos que ese día se enfrentaron al agente y a su familia, de acuerdo a registros oficiales obtenidos por Narco News, aparentemente no sabían, o no les importó, que fuera un agente estadounidense -probablemente asumiendo que era un traficante rival, o un policía corrupto, y que hubiera resultado en una muerte segura en caso de que la ayuda no hubiera llegado.

Y eso nos lleva de vuelta a Juanito, y su lugar en la masacre de la Casa de la Muerte.

Narco News le echó un vistazo a la historia de Juanito, lo mejor que se puede hacer en el inframundo de la selva del narcotráfico. El nivel de detalles en la historia, y su consistencia al recordarlo, dificulta creer que lo esté inventando. Además, los principales acontecimientos que describe coinciden con los detalles dados a Narco News por fuentes y en los documentos del gobierno de los EEUU que se han hecho públicos en el caso de la Casa de la Muerte, incluyendo la línea del tiempo de la DEA, la declaración oficial de Ramírez Peyro al gobierno mexicano y los registros de los tribunales estadounidenses.

Así que vale la pena contar su historia. Y así comenzamos…

El testigo

Todo comenzó con un correo electrónico de Juanito:

Soy el sobreviviente del 01 15 2004 donde Rodolfo Renteria cervantes fue asesinado Fui disparado en la cara necesito hablar de algunas cosas que sé del cartel.

El “cártel” al que Juanito se refiere es el de la organización de Vicente Carrillo Fuentes (VCF), que está compuesta por una serie de células encabezadas por sus propios capos, quienes pueden actuar independientemente hasta donde se permite, pero quienes están alineados a un sólo objetivo a través de las órdenes de los jefes principales, y que pueden controlar toda Ciudad Juárez a través de su alcance a los funcionarios de gobierno y en las calles. En años recientes, el control ejercido sobre el mercado de drogas de Juárez, o de la plaza, por la organización de VCF está siendo desafiado por otras fuerzas poderosas en el negocio de las drogas bajo la bandera de la guerra contra los “cárteles” del presidente Felipe Calderón.

En 2003 y 2004, cuando la Casa de la Muerte escurría sangre, Juanito afirma que trabajó para Rentería Cervantes, quien no era parte de la poderosa célula que supervisaba a la Casa de la Muerte, una célula controlada por un individuo de nombre Heriberto Santillán -y de quien el informante de los EEUU Ramírez Peyro era mano derecha. Juanito afirma que esta fue una época en la historia del narcotráfico en Juárez en que VCF determinó que cualquier persona que pasara drogas a través de la plaza de Juárez, incluso marihuana, tenía que pagar tributo a la organización VCF por ese privilegio o se enfrentaría a una pena salvaje -con la Casa de la Muerte, y otras como ella, sirviendo como tribunal de justicia para administrar dicha pena.

Juanito afirma que Rentería Cervantes cometió un error fatal al comprar marihuana “barata” a un proveedor y vender una porción de ella en Juárez por sí mismo. Según Juanito, una de las razones por las que la marihuana estaba tan barata era porque probablemente fue robada de VCF, un crimen castigado con la muerte. Y fue la célula de Santillán en el VCF la que se encargó de la aplicación de la pena -a través del comandante de la policía estatal llamado Miguel Loya y oficiales bajo su supervisión. Estos policías mexicanos sirvieron como los sicarios que fueron acusados de llevar a cabo las ejecuciones -y fueron muy eficientes en su trabajo.

Juanito le dijo a Narco News:

[El 15 de enero de 2004] Estábamos en casa de Rodolfo [Rentería Cervantes]. Y esa misma mañana, yo y mi hijo salimos a comer algo, algo de barbacoa. Y vimos a un auto estacionado en la calle; vimos un carro rojo. Luego volvimos a la casa y le dije a Rodolfo que había un carro, no sé, como misterioso. Y dijo, “sólo están un poco asustados.”

Así que desayunamos y todo, y me dio las llaves de su camioneta y le dije que no porque no quería ir con el porque tenia otras cosas que hacer, pero dijo “No, tu manejas.” Y dije, “No, tu manejas.” Y le aventé las llaves de vuelta, nos metimos a la camioneta y avanzamos como tres casas y vimos a esos tipos acercarse a nosotros, a la camioneta, y dijeron que eran policías, y le dijeron su nombre, y Rodolfo dijo, “no, ese no es mi nombre.” Dijeron, “no, sabemos que eres tú.”

La primera cosa que dijeron es que saliéramos de la camioneta. Así que él [Rodolfo] salió y yo salí, y luego este tipo [uno de los policías estatales, sin uniforme, pero con placas estatales] me apuntaba con el arma a la cabeza, y escuché los tiros, algo como, boom, boom, así, y voltee mi cabeza y fue cuando me dieron en la cara [cerca del oído izquierdo, con la bala alojándose en la mandíbula]. Así que uno le disparó [a Rodolfo] y el otro me disparó [y luego el tirador de Juanito caminó hacia Rodolfo y le disparó una segunda bala en la cabeza por si a caso].

Y sé el nombre de esos policías.

Ese conocimiento, parece ser fundamental en la posición de Juanito como testigo del asesinato; al ser una parte clave en la detención de los individuos involucrados en el asesinato frustrado del agente de la DEA y su familia; y para explicar porque Juanito sigue fugitivo, temiendo la venganza del “cártel.”

Luego del tiroteo, pensando que Juanito estaba muerto, los policías mexicanos dejaron el lugar, y poco después apareció una ambulancia, solicitada por la familia de Rodolfo, quienes habían escuchado los disparos que lo mataron. Juanito fue enviado al hospital, con la policía llegando para investigar la escena del crimen luego de que la ambulancia se fuera. Entre los policías que aparecieron en la escena, y habiendo sido visto riendo, Juanito dice que supo que estaba el jefe de los sicarios en la Casa de la Muerte, Miguel Loya, un comandante de la policía estatal en Juárez con el turno nocturno.

Juanito dice que pasó unos 20 días en coma en el hospital de Juárez. Cuando despertó, la policía mexicana estaba a su lado, pidiéndole que identificara a los asesinos. Dice que les dijo los nombres de los policías, e incluso los identificó por fotografías. Ahí, dice, que las cosas comenzaron a empeorar. La policía continuaba regresando al hospital, presionándolo por más información, pero él dice que estaba claro que estaban más interesados en que tanto sabía, y a quien conocía, en vez de buscar detener a los sospechosos.

De una entrevista con Juanito:

Así que me mostraron más fotos [de los policías] y dije, “Ah, es este, y este es el otro.” Dijeron, “estás seguro.” Y dije, “Puedo ver sus caras, se que son ellos.” …Luego salieron y volvieron y empezaron a preguntar si estábamos trabajando para alguien y todo eso, ya sabes… Y luego de eso querían tomar fotos, y les dije “Yo no quiero que me tomen fotos”… y dijeron OK, y se fueron, y esa misma noche, las enfermeras me estaban poniendo un pañal… escuché a alguien diciendo mi nombre, y las enfermeras cerraron la pueda y casi gritaron. Y llamaron a la policía, pero ellos [los policías] dijeron que no podían encontrar a los tipos que entraron esa noche [al hospital] preguntando por mí, pero dijeron que tenían metralletas consigo.

[Así que los doctores del hospital] me dijeron que debía llamar a la policía para que pudiera tener protección día y noche porque estaba poniendo en peligro a la gente. Me negué, porque probablemente eran ellos los que me querían matar porque sabía quien era la gente [la policía]que me hizo esto.

Juanito, en este momento, dice que menos de seis días después de que salió del coma, él, con la ayuda de amigos y familiares, dejó el hospital y se fue a una casa de seguridad en Ciudad Juárez por algunas semanas, donde continuó recibiendo atención médica de enfermeras a las que se les pagaba bajo la mesa.

“Luego de eso me llevaron a Durango, México, para esconderme y ver como resultaban las cosas,” dice Juanito.

En Durango, la familia de Juanito, que vivía en Las Vegas, Nevada, había comprado una propiedad para esconderse, viviendo en la comunidad bajo el radar por dos años. Pero con el tiempo, dijo “Algunas personas de la Línea [otro nombre de los sicarios que trabajaban para la organización VCF] me encontraron.”

Juanito dice que una día algunas personas aparecieron en Durango haciendo preguntas sobre él, y debido a que es una comunidad pequeña, supo de los extraños que conducían una camioneta con placas de Chihuahua -el estado en el que Ciudad Juárez se encuentra. Al día siguiente, dice, encontró una camioneta abandonada cerca de la propiedad de su familia en Durango, “con un AK 47 adentro y llena de sangre y cerebro humano.” Juanito agrega que las llantas no tenían aire, para que no se pudiera mover con facilidad, y que había un reporte de hallazgo de partes humanas a lo largo del camino a unos 20 kilómetros de distancia.

“Así que salí [de Durango] y volví a Juárez, y encontré a un coyote y luego crucé la frontera,” Juanito dice. “Me mudé a Las Vegas, Nevada…”

En Las Vegas encontró trabajo en la construcción que pagaba muy bien, y vivió varias semanas ahí cerca de su familia.

Luego, Juanito dice: “Un día mi papá está afuera [de la casa] y un extraño aparece preguntando, ‘¿Está su hijo aquí?’ Mi papá dijo, ‘No, él no vive aquí.’ Y él [el extraño] dice, “Él me debe un carro…”

Después de eso hubo otra vista, un golpe en la puerta en la noche. Y otra vez, mientras su papá caminaba a la casa, “un tipo salió de un carro y comenzó a seguirlo,” Juanito recuerda.

“Mi papá le preguntó si lo estaba siguiendo, y él [el extraño] dijo, ‘No, estoy buscando a su hijo. Me debe algo y debo arreglar las cosas con él.’ …Mi papá me llamó, llorando, diciendo ‘Aún te están buscando.’

“Ahí fue cuando mi papá vendió la casa y nos mudamos [fuera de Las Vegas],” dice Juanito. “Ni siquiera mi familia sabe donde estoy viviendo ahora… Ellos [‘el cártel’] saben que vi mucho, muchas caras.”

Juanito agrega otro detalle a su historia que pudiera explicar al menos mil asesinatos sin resolver en Juárez en los años recientes -si es que se lleva registro de los asesinatos.

La razón por la que temo más por mi vida [ahora más que nunca, incluso en los Estados Unidos] es porque el lugar en el que me escondí [en Juárez] después del hospital, los que me estaban ayudando… fue asesinada en mayo de 2010. La siguieron y la mataron. Parece que se están deteniendo en todos los lugares que estuve. Su nombre era Lorena Ojeda.

El motivo

Bien podría ser que los policías estatales mexicanos que le dispararon a Juanito en la cara y mataron a su jefe, Rodolfo Rentería Cervantes, puedan ser el origen de la actual pesadilla de Juanito. Los nombres de esos policías, y que Juanito dice que se los dijo a agentes mexicanos luego del tiroteo, son Erick Cano Aguilera y Álvaro Valdez Rivas.

Esos mismos nombres aparecen en la declaración que el informante de ICE Ramírez Peyro dio al gobierno mexicano en relación a la Casa de la Muerte, al igual que en la secuencia de evento que la DEA tiene sobre los acontecimientos y que fue obtenida por Narco News previamente.

De la declaración del informante Ramírez Peyro:

… Fui con los policías judiciales [a la Casa de la Muerte] cuyos nombres eran Pérez, que ahora se era Lorenzo Ramírez, y Valdez, que ahora sé que es Álvaro Valdez… Lo sentaron [a un abogado y traficante mexicano llamado Fernando] en la silla y Santillán salió de la casa. En ese momento Valdez y Pérez salieron de donde se escondían y le pusieron cinta adhesiva en la boca [de Fernando]. Y comenzó a forcejear con los policías judiciales mientras me pedían que lo mantuviera en el suelo. Trataron de ahorcarlo con una extensión, pero se rompió, les di una bolsa de plástico y se la pusieron en la cabeza para ahogarlo… Le pregunté a los policías judiciales si estaban seguros de que Fernando había muerto, por lo que Pérez sacó una pala y le pegó muchas veces en la cabeza hasta asegurarse que estaba muerto.

Y esto, de la línea de tiempo de la DEA sobre el caso la Casa de la Muerte, y que Narco News obtuvo previamente a través de la Ley de Acceso a la Información (FOIA, por sus siglas en inglés):

La investigación hasta la fecha refleja que las llamadas telefónicas y el retén [al agente de la DEA y su familia] eran, de hecho, actos manifiestos de una conspiración entre Santillán [líder de la célula de VCF]…, [el comandante de la policía estatal Miguel] Loya… y otros para identificar y ejecutar a aquellos responsables de tránsito no autorizado o pérdida de 1,800 kilos de marijuana. Se sospecha que la conspiración involucraba el secuestro, tortura y asesinato de tres individuos el 14 de enero [de 2004, incluyendo al informante de la DEA], que resultó en la posterior identificación y asesinato de un cuarto sujeto… Este cuarto sujeto está identificado como Rodolfo Rentería Cervantes. … Se sospecha que el retén de [agente especial] McBrayer [y su familia] el 14 de enero de 2004 [en Juárez] fue un intento mal dirigido de los conspiradores para identificar y localizar a Rentería Cervantes y/o la ubicación de la casa donde estaba la droga.

…Nota investigativa: Uno de los sujetos [involucrado en el retén al agente de la DEA McBrayer] posteriormente se identificó… como David Rodríguez. La CJRO [Oficina regional de la DEA en Juárez] luego determinó la verdader identidad de este sujeto como el policía estatal judicial de Chihuahua Erick Cano Aguilera…

…Cano Aguilera luego fue identificado por CS [Fuente confidencial, o informante, Ramírez Peyro] como participante en los asesinatos ocurrido en la residencia [la Casa de la Muerte]…

…El estado de Chihuahua publicó la recompensa de los EEUU por 10,000 dólares por información que llevara a la detención de los policías estatales fugitivos, Miguel Loya… Erick Cano Aguilera, Álvaro Valdez Rivas…

El arreglo

“Esta historia es una potencial bomba y si es cierta debe ser la evidencia más importante que pueda conducir a las acusaciones,” dice un ex agente de la DEA sobre las revelaciones de Juanito. “Tengo mis propias ideas sobre cómo usaría a este tipo para llevar a cabo las acusaciones SI estuviera en el trabajo.”

Pero incluso si los detalles de la historia de Juanito dan en el clavo, tiene buena suerte, la probabilidad de que su historia sea escuchada en un tribunal de justicia parece difícil, dada la otra realidad del caso de la Casa de la Muerte, de acuerdo a otros agentes estadounidenses que hablaron con Narco News.

“Su historia [de Juanito] es plausible,” dice un ex agente federal estadounidense que pidió no ser identificado. “Si alguien [en el poder] realmente tratara de hacer algo con el caso de la Casa de la Muerte, él [Juanito] sería un testigo. Pero parece que a todos se les olvidaron los asesinatos y el objetivo [de asesinar al] agente de la DEA. Todo lo que hicieron fue encubrir la mala conducta del gobierno. No les importó si alguien trató de matar a un agente de la DEA o que un informante de los EEUU estuviera involucrado en estos asesinatos.”

De hecho, el único agente de la DEA que trató de hablar sobre la locura de la Casa de la Muerte fue esencialmente echado de la agencia.

Posteriormente, debido a que la investigación de ICE sobre el retén al agente de la DEA infundía una supuesta preocupación de que pudiera comprometer al informante Ramírez Peyro, el jefe de la oficina de la DEA en El Paso, Sandalio González, le escribió una carta al jefe de ICE en El Paso en febrero de 2004. Una copia de esa carta también fue enviada al entonces fiscal de los EEUU Johnny Sutton.

En esa carta, González criticó el manejo de ICE de la investigación de Santillán y de los asesinatos innecesarios (ayudados por un informante de los EEUU) que fueron permitidos a llevarse a cabo en la Casa de la Muerte, todo bajo un caso de tráfico de drogas. También expresó su ira por el hecho de que la oficina de ICE en El Paso y un fiscal asistente de los EEUU en El Paso habían rechazado los esfuerzos de la DEA para obtener acceso al informante Ramírez Peyro luego de la evacuación de los agentes de la DEA en Juárez. Además, González dio el pitado sobre sus esfuerzos por frustrar la tentativa de la DEA de capturar a Miguel Loya -quien, como resultado, pudo escapar, junto con varios de sus secuaces, incluyendo a Erick Cano Aguilera y Álvaro Valdez Rivas.

En reacción a la carta de González, Sutton y el Administrador de la DEA en ese momento conspiraron para guardar silencio y tomaron represalias contra González, en vez de investigar los cargos. A González se le ordenó no hablar de su carta con nadie y recibió una evaluación negativa de su puesto de trabajo, criticándolo de mal desempeño al escribir la carta. También se le negó obtener ascensos y desde entonces se retiró de la DEA, en gran parte debido a las represalias que sufrió a manos de la DEA.

En una entrevista pasad, González dijo a Narco News que las represalias por escribir la carta denunciante fueron orquestadas por Sutton, quien quería enterrar la carta ya que la consideró un “importante descubrimiento” (evidencia) que amenazaba con comprometer su carrera y una sentencia de muerte a un principal narcotraficante. Eso significa, según González, que Sutton está implicado en el encubrimiento de la participación de un informante del gobierno de los EEUU en una masacre. (El capo de VCF, Santillán, que finalmente fue enviado y arrestado en los EEUU, llegó a un acuerdo con la oficina de Sutton, y todos los cargos de asesinato en su contra, y contra el comandante de la policía Loya, fueron retirados -bajo el razonamiento de que México tenía más interés en perseguir estos homicidios. El acuerdo de Santillán fue hecho casualmente después de que la carta de González fuera hecha pública, obtenida por Narco News mediante FOIA.)

Sutton ha declinado innumerables peticiones a ser entrevistado por Narco News sobre el caso de la Casa de la Muerte.

Irónicamente, desde entonces Sutton ha dejado su trabajo como fiscal de los EEUU para continuar trabajando en el sector privado, convirtiéndose en socio de un bufete de abogados y de consultoría (el Grupo Ashcroft) lanzado por John Ashcroft -quien, como fiscal general de los EEUU en el momento de la Casa de la Muerte, se desempeño como jefe de Sutton.

Ashcroft, como jefe del Departamento de Justicia, también fue “informado personalmente” de los “temas con ICE” -eso es, la complicidad de los agentes de ICE y su informante en los homicidios de la Casa de la Muerte, de acuerdo a una declaración jurada de la ex administradora de la DEA Karen Tandy.

Ashcroft, además de su papel en el Grupo Ashcroft, también es miembro de la junta directiva (como asesor en jefe de ética) a una compañía de seguridad privada conocida como Academi -antes conocida como Xe Services y antes como Blackwater. Academi, de acuerdo con algunos reportajes de prensa mexicanos, recientemente obtuvo, a través de un contrato Departamento de Justicia, una parte de la acción en la lucrativa “guerra contra las drogas” en América Latina.

Sutton y Ashcroft, y sus compadres, operan en un mundo de poder y éxito alimentado por una guerra contra las drogas, la cual engendra miseria y muerte, un mundo que podría ser amenazado por las revelaciones hechas por Juanito, si resultan ser ciertas.

Así que, ¿a quién en el poder le importaría? Alguien como Juanito ¿en dónde podría pedir justicia para su caso? ¿ En los salones del gobierno?

Parece que es un hombre sin patria, sin casa, atrapado en las garras del diablo, sin poder escapar.

Al igual que el informante Ramírez Peyro, quien también se esconde en algún lugar de los EEUU, Juanito parece ser parte del “desbordamiento” de una negocio de prohibición que los medios principales no parecen entender, y quienes cualquier día nos podrían poner en el fuego cruzado de una guerra mortífera que continúa recompensando a sus generales saqueadores con impunidad.

Permanezcan en sintonía…

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