De ocupar Wall Street a ocupar estrategias
La propuesta de la ciudad de Los Ángeles da una oportunidad de oro, si la queremos
Por Paulina González
Reportando desde Los Ángeles
30 de noviembre 2011
He pasado los últimos 20 años de mi vida organizando por los derechos de estudiantes, trabajadores hoteleros, campesinos e inmigrantes. Hace dos años me convertí en Directora Ejecutiva de Acciones Estratégicas para una Economía Justa (SAJE, por sus siglas en inglés), una organización comunitaria que trabaja en organizar un movimiento de base de economía justa en el sur de la ciudad de Los Ángeles.
Como muchos otros, Occupy Los Ángeles me ha atraído y he visitado el campamento en varias ocasiones. He buscado formas para involucrar a los líderes comunitarios con los que SAJE trabaja y ayudar a que este movimiento se convierta en algo duradero y exitoso. Pero cuando miro hacia el futuro, me pregunto: ¿Hacia donde vamos, “ocupas”?
La ciudad de Los Ángeles les ha ofrecido “incentivos” para abandonar el ayuntamiento. Les ha ofrecido más de tres mil metros cuadrados de espacio de oficina, una granja para cultivar alimentos, y cien camas para los indigentes. Dicen que el próximo lunes serán desalojados por la fuerza si no aceptan la oferta.
El pasado martes, asistí a la Asamblea General, y estaba claro que sería imposible lograr consenso para aceptar la propuesta. Esto es de poco interés, ya que no creo que valga la pena tomar la propuesta de la ciudad a cambio de dejar el campamento. Pero estoy preocupada por la incapacidad para llegar a un consenso estratégico de ahora en adelante que pueda acrecentar el apoyo popular del movimiento, crear un impulso y aprovechar una victoria importante para el 99%.
En la Asamblea General de ese día, al igual que en las demás Asambleas a las que he asistido, hubo momentos inspiradores con pensamientos estratégicos. Pero las ideas se perdieron rápidamente en el desorden del grito, “¿Cuál césped? ¡Nuestro césped!”
La toma de decisiones y la planeación estratégica requiere de análisis -y comprensión de la influencia y dinámica del poder. Así que tomemos un momento para procesar la oferta y lo que esta significa.
La propuesta de la ciudad es una señal positiva. Significa que la ocupación ha reunido el suficiente apoyo público y presión como para obtener concesiones. Algo de esto es debido a la táctica de ocupación y manifestación exitosa, y algo también tiene que ver con sus aliados poderosos. Hace dos semanas, la Federación de Trabajo del Condado de Los Ángeles emitió un comunicado pidiendo al gobierno de la ciudad que permitiera que el campamento se mudara a la Plaza del Banco de América. Los dirigentes sindicales, trabajadores y grupos comunitarios organizaron una acción y se sometieron a una detención pacífica en un intento por mover el campamento. Esto fue impresionante, por decir lo menos.
Ahora imaginen si la ocupación formulara una demanda que pudiera aprovechar su poder no solo para proteger a miles de habitantes de Los Ángeles de desalojos injustos, sino también forzar a que la ciudad tome una postura concreta en contra de los bancos. ¿Qué pasaría si la ocupación se uniera con grupos comunitarios y anunciara su rechazo a moverse a menos que el gobierno de la ciudad acepte cumplir la moratoria (que expira a fines de año) en el desalojo de los inquilinos de las propiedades embargadas por los bancos? Cientos de habitantes de Los Angeles, muchos de ellos personas de color de bajos ingresos -así como las organizaciones comunitarias que los representan- se les unirían.
Imaginen el poder de esta demanda, no sólo para aquellos que se benefician de una moratoria, pero para la expansión de los movimientos de ocupación. Juguemos un poco con el escenario: Si la ciudad no acepta su demanda, (a) son forzados a desalojar la ocupación, (b) parece poco razonable e injusto, y© se inclinaría públicamente con los bancos en vez de con el 99%. Si acepta sus demandas, habrán impulsado una victoria que protege a miles de familias de ser echadas a la calle -y habrá unido fuerzas con grupos comunitarios organizados trabajando con comunidades de color de bajos recursos.
Con un momento estratégico bien diseñado, la ocupación habrá sentado los cimientos para una organización post-campamento y una campaña de construcción de un movimiento. Y lo habría hecho en una forma que enfatice un objetivo fundamental del movimiento: Blindando al 99% de los rapaces intereses corporativos, especialmente de los bancos.
Pero un plan así requiere de la habilidad para tomar decisiones estratégicas de forma rápida. Después de asistir a varias Asambleas Generales, he llegado a la triste conclusión de que esta habilidad no existe bajo la estructura actual. Es aún más decepcionante porque este momento presenta una oportunidad muy valiosa para construir movimiento.
¿Cómo una mejor estructura de toma de decisiones puede alcanzar resultados más concretos? Aquí hay un ejemplo: Hace unas semanas, un grupo de inquilinos afroamericanos llegaron pidiendo ayuda a SAJE porque habían estado viviendo sin electricidad, gas ni agua por más de un mes en uno de los muchos barrios pobres de Los Angeles. Su edificio estaba infestada de parásitos; habían sufrido mordeduras de ratas, de bichos en la cama y la indignidad de vivir sin agua corriente. Ahora estaban en peligro de quedarse sin hogar.
A pesar de su situación desesperada, los inquilinos de este edificio se organizaron. Juntos confrontaron al casero, aplicándole presión y al gobierno de la ciudad; interpusieron una demanda y obtuvieron asistencia para la reubicación. Debido a los esfuerzos organizativos ahora tendrán el dinero suficiente para encontrar un nuevo lugar para vivir, casas sin ratas y con agua corriente y electricidad. Ganaron el derecho básico para un hogar seguro y saludable -un derecho que muchos damos por sentado, y muy lejos de miles de los habitantes más pobres y vulnerables de Los Ángeles.
Estimulados por su victoria, estos inquilinos ahora han unido fuerzas con otros habitantes del sur de Los Ángeles, en su mayoría familias inmigrantes, quienes se organizan en apoyo de los miles que pierden sus casas alquiladas por las hipotecas. Ellos son el 10% del 99%, gente viviendo en la pobreza -y son los primeros que sufren las consecuencias de las llamadas “medidas de austeridad.” Aún así, será difícil encontrarlos en la ocupación de Wall Street, y si asisten a un actividad es porque sus grupos comunitarios los han movilizado como apoyo.
¿Por qué sucede esto? La otra noche me senté a hablar con habitantes del sur de L.A. para preguntarles su opinión del movimiento de ocupación. Sus ojos se iluminaron -después de todo, ellos son veteranos de la lucha por justicia económica, y puedo decir que han estado pensándolo por su impaciencia por responder.
Una de las mujeres se volvió hacia mí y preguntó, “¿cuál es su meta?” Le contesté que la ocupación buscaba hacer frente a la creciente desigualdad económica en este país. Me miró y me dijo, “Sí, ¿pero cuál es su meta?” Ella dijo que la ocupación estaría mejor con un objetivo concreto como el rechazar la Proposición 13 de California. Otra líder comunitario dijo que parecía que no había muchos latinos involucrados en el movimiento. Le preguntó porque pensaba que era así y contestó que ella cree que la gente no tenía la información suficiente sobre lo que la ocupación trataba de hacer o como involucrarse.
Estas mujeres entienden el poder y la organización pero no saben sobre los objetivos en los que la ocupación busca avanzar. A pesar de que entienden el mensaje básico y en general están de acuerdo, aún no ven que la ocupación refleje sus valores o incluya a personas como ellos. Como en el caso del movimiento por los derechos civiles, los estadounidenses necesitan verse reflejados en la ocupación -verlos dirigirse a sus valores e ideales. Cuando se logre esto, el movimiento obtendrá un amplio apoyo público y finalmente tendrá éxito.
Los progresistas y activistas podrán estar en desacuerdo conmigo; después de todo, el movimiento es joven y la ocupación ya ha captado la atención nacional y ha inspirado a que cientos se arriesguen a ser detenidos en la desobediencia civil noviolenta. También ha animado a progresistas a lo largo del país, que se han atrevido a tener esperanzas otra vez y han continuado expresando su indignación a la represión policiaca dirigida contra los campamentos de ocupación.
Pero esto no basta para ganar, y las encuestas muestran que el apoyo popular de la ocupación está al mismo nivel o hasta más por debajo del Tea Party. Si fuéramos honestos con nosotros mismos, admitiríamos que el estado del Tea Party no es algo por lo que cualquiera de nosotros lucharía. ¿Recuerdan cuánto nos hemos burlado y reído de ellos, con sus letreros mal escritos, mensajes confusos y demandas ilógicas? No queremos ser como ellos, ¿o sí? Queremos ser más inteligentes, y realmente desafiar al sistema que promueve la desigualdad de ingresos y permite que el poder corporativo amenace a nuestra democracia.
Si en realidad queremos ganar, debemos construir un movimiento que reúna un amplio apoyo popular -uno que sea ágil, estratégico e inteligente. Las revoluciones no se ganan en un día, y las más exitosas requieren de planes de acción que se construyan sobre victorias más pequeñas pero significativas.
El nuevo movimiento llamado Occupy Wall Street. Y si no enfocamos nuestra dirección y energía, puede que nunca lleguemos a conseguirlo.
Mientras continuemos promoviendo los concursos de gritos en las Asambleas Generales y pospongamos -e incluso rechacemos- las tomas de decisión estratégicas, fracasaremos en enfocar nuestra energía en lo que más se necesita.
Mientras tanto, los menos favorecidos del 99% continuarán luchando diariamente para sobrevivir ante la violencia de la pobreza. Otra familia es desalojada de su casa, otro trabajador pierde su trabajo, otra estudiante deja la escuela porque no puede pagar los aumentos de la matrícula. Y mientras las legislaturas de todo el país y el Congreso presionan por las “medidas de austeridad”, el 1% continúa protegiendo y expandiendo su inmensa riqueza y poder.
Así que ¿hacia dónde nos dirigimos? Es tiempo de ocupar la estrategia, y ocupar la organización y la construcción de movimientos. Una oportunidad de oro se ha puesto ante sus pies. Deberían tomarla.
Paulina González es Directora Ejecutiva de SAJE (Acciones Estratégicas para una Economía Justa), un centro que trabaja por la justicia económica basado en Los Ángeles, que también cuenta con un centro educativo y que ha estado empoderando a la clase trabajadora desde 1996.
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