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Contraste de discursos: Sicilia y la Caravana de Paz en Oaxaca

El lenguaje aniquilador de la izquierda se encuentra con el lenguaje de humanidad de las víctimas de la Guerra contra las Drogas


Por Al Giordano
Especial para The Narco News Bulletin

30 de septiembre 2011

El viaje de este mes de Javier Sicilia, familiares de víctimas de la guerra contra las drogas y la Caravana de Paz permitió observar de cerca la forma en que diferentes sectores de la izquierda mexicana reaccionan a la emergencia del primer movimiento explícitamente no violento en el país que adquiere una escala nacional. La diferencia entre la estrategia y discurso gandhiano de Sicilia y aquellos con tradiciones más estridentes y militantes se intensificó en el estado de Oaxaca, donde la caravana viajó los pasados días 11, 12 y 13 de septiembre, un estado mayoritariamente indígena y con una arraigada historia de resistencia.


Indígena zapoteca durante el acto público de la caravana de paz en Juchitán, Oaxaca. DR 2011 Isolda Osorio.

Durante los últimos catorce años, hemos reportado diversas historias sobre la resistencia oaxaqueña al estado mexicano y a las imposiciones provenientes de intereses económicos extranjeros: Nuestro primer curso intensivo fue en septiembre de 1997 durante la caravana en la que participaron1,111 rebeldes zapatistas encapuchados de Chiapas, en su paso por las ciudades de Juchitán de Zaragoza, Huajuapan de León y la capital del estado de Oaxaca de Juárez. La caravana de 24 comandantes zapatistas en 2001, paró en Juchitán y en la ciudad de Oaxaca, al igual que la gira de la Otra Campaña realizada por el Subcomandante Marcos en febrero de 2006. Desde junio hasta noviembre del 2006, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) expulsó del estado al despótico gobernador y a sus cuerpos policiales fuera del estado, acontecimientos reportados extensivamente por este periódico. Este reportero vivió en Juchitán – la ciudad de mayor población indígena en México (85, 869 habitantes, la mayoría zapotecos) – por periodos de 1997 y 1998, y en la costa Pacífica oaxaqueña la mayor parte del año 2005.

La historia de la lucha popular oaxaqueña está entre las más profundas del hemisferio. Hemos aprendido mucho de ella, en particular de las comunidades zapotecas del Istmo de Tehuantepec, quienes en los años ochenta lanzaron la primer resistencia en contra del gobierno del partido único, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Mucha de mi formación y aprendizaje inicial en México vino de mi difunto amigo Carlos Sánchez, el excepcional organizador comunitario y abogado laboral asesinado a los 49 años en Juchitán cuando volvía de la fiesta de quince años de su hija en 2003.

No es fácil trabajar o vivir en Oaxaca teniendo conciencia social y sin sentirse abrumado por el dolor de la gran cantidad de asesinatos políticos, encarcelamientos injustos y violencia infligida a las buenas personas que han trabajado para acabar con las injusticias. Un día su amigo o vecino está ahí, luchando la “buena lucha”, la necesaria. Al día siguiente él o ella ya no están. Se han ido para siempre. Luego miras con impotencia cómo sus hijos son criados sin padre o sin madre. Se pueden ver y sentir los huecos dejados en las comunidades a lo largo de las siete regiones del estado, y las consecuencias a largo plazo de tal violencia política, agravada hoy por la violencia económica de la política prohibicionista a las drogas y sus consecuencias cada vez mayores en todo México, incluyendo Oaxaca, un embudo clave del sur al norte en la ruta de la cocaína sudamericana.

En los últimos cuatros años o m’as, los movimientos sociales de Oaxaca han sufrido una especie de resaca de los acontecimientos de 2006 primero una serie de victorias, una asamblea popular que desplazó al gobierno estatal por cinco meses gloriosos, pero que fueron terminados por una aplastante y brutal derrota cuando la represión de la policía federal llegó el 25 de noviembre de ese año.

El auge y la caída de la APPO

En muchos aspectos, el núcleo del movimiento popular que estalló en junio de 2006 fue germinado ese mes de febrero cuando el subcomandante zapatista Marcos visitó la ciudad de Oaxaca. Marcos encontró a los movimientos oaxaqueños en el caos: Cada potencial aroma a organización política de izquierda se había unido para adherirse a la Otra Campaña nacional que había sido lanzada en el vecino estado de Chiapas. Pero luego de décadas de tantas luchas locales con tan pocos avances, la izquierda oaxaqueña quedó echa astillas; amargamente dividida y durante ese mes de febrero compitiendo entre ellas para obtener la mejor posición y aparecer en la foto con el vocero zapatista.

Este no es un fenómeno exclusivo de Oaxaca o México: A menudo existe una correlación entre el nivel de animadversión mutua entre las facciones políticas y la proximidad de sus ideologías: ¿En cuántas otras tierras los marxistas-leninistas odian a los trotskistas, ambas tendencias no respetan a los estalinistas, a ninguno de ellos les gustan los anarquistas (y viceversa), y las feministas ven tantas organizaciones y líderes, a menudo con razón, tan envueltos en su machismo que convierten su llamado a la justicia e igualdad en un llamado hipócrita? Agreguen a eso a las comunidades indígenas -en Oaxaca, la columna vertebral de toda la lucha social seria- quienes en ocasiones se sienten utilizadas y abusadas por grupos más urbanos y con una posición ideológica nada pluralista. También en esta sopa encontramos el talento del régimen mexicano de atraer o chantajear a muchos activistas para realizar tareas de contrainsurgencia ya sea espiando o provocando la correspondiente paranoia en la que la gente se acusa mutuamente de tal actividad incluso cuando no sea el caso. Esto describe la complicada situación que recibió a Marcos en Oaxaca en 2006 y a Sicilia y la Caravana, una vez más, en 2011.

También se debe tener en cuenta que en Oaxaca la mayoría de los movimientos tienen una base local. La única organización con un fuerte alcance estatal es el sindicato independiente de maestros, la Sección 22, que tiene una rica historia de lucha (ver el documental de Jill Freidberg de 2005, Granito de Arena, un excelente recuento de su historia), a menudo con éxito, pero que regularmente también ha tenido dificultades en sus relaciones con otros movimientos y sectores. Fue en la sede de la Sección 22 en Oaxaca en 2006, en donde Marcos se frustró tanto por las divisiones y críticas entre los grupos locales adherentes a la Otra Campaña que arrojó una caja de refrescos al otro lado de la habitación y explotó en frente de los reunidos argumentando que si no comenzaban a aprender a escucharse entre sí para trabajar juntos nadie progresaría.

Muchos guardaron en su corazón ese mensaje de unidad y para mayo de 2006, cuando el sindicato de maestros convocó una huelga y organizó un campamento en el centro histórico de la capital del estado, por primera vez otras organizaciones e individuos que no eran maestros -sindicatos, organizaciones indígenas, colectivos de jóvenes y anarco-punks, grupos de derechos humanos y de mujeres, así como organizaciones políticas- se unieron al campamento. Cuando al amanecer del 14 de junio de 2006, el entonces gobernador Ulises Ruiz envió a 800 policías estatales a golpearlos y a desalojar el campamento, la represión se expandió a una representación más grande de la sociedad oaxaqueña que el sindicato de maestros.

Juntos, en esa mañana de junio de 2006, los participantes se dieron cuenta que eran quince mil y expulsaron a los 800 policías. Desalojaron al gobierno del estado por 150 días, reemplazándolo con la forma de gobierno de la Asamblea Popular. Tomaron estaciones de radio y las mujeres del movimiento ocuparon y comenzaron a transmitir desde el Canal 9 de la televisión estatal. Los vecindarios organizaron su propia policía, recolección de basura y otros servicios. Vale la pena insistir: Cuando consideramos que la famosa “Comuna de París” de 1871 duró sólo 50 días, el hecho de que Oaxaca se autogobernara por 150 días marcó un momento decisivo, tal vez los primeros signos de lo que podría llamarse “zapatismo urbano” al que el autor conocido como Hakim Bey quiso volver en los noventas. Es un modelo para la gente en otras ciudades y estados alrededor del mundo para estudiar y utilizar como inspiración en las presentes y futuras luchas, una de las razones por las que lo documentamos tan extensamente en estas páginas.

Pero, por desgracia, no duró mucho. E incluso cinco años después, no hay consenso entre los participantes sobre qué estrategias y tácticas llevaron a 120 días de victorias y que abrieron la puerta a treinta de días de desenlace.

En septiembre de 2011, Sicilia y la Caravana de la Paz, se encontraron con un panorama de los movimientos de Oaxaca que esencialmente ha regresado a sus divisiones y debilidades de los años previos a la visita de Marcos en 2006. Hay sectores que insisten que el movimiento de la APPO de 2006 aún existe, pero si ellos o nadie ve que alrededor lo que faltan son las masas de oaxaqueños que participaron entonces pero que no lo hacen ahora. Algunos parecen sentir que aún están viviendo los días idílicos de hace cinco años, cuando un movimiento había mandado a las cuerdas a un Estado autoritario y violento. Y su idea de acción política es simplemente repetir, o intentar resucitar, las mismas tácticas, consignas y lemas que se usaron cuando la APPO era masiva y vibrante. (Como Einstein definió a la locura: “hacer la misma cosa una y otra vez y esperar diferentes resultados.”) En esta mezcla, predeciblemente, se encuentran algunos veteranos de la lucha de 2006 que reclaman un tipo de “propiedad” del “movimiento de Oaxaca.” Por un lado, algunos de ellos han saltado al movimiento iniciado por Javier Sicilia, mientras por otro lado se quejan de cualquiera que escuche sobre el compromiso del movimiento con la no violencia o que debiera hacer cosas “de la misma manera que las hemos hecho”, en otras palabras, de la manera que cualquier otro fracasado movimiento de izquierda lo ha hecho en el pasado.

Las recientes caravanas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad -en junio al norte de México, en septiembre al sur- también han tenido entre ellas, a sectores veteranos de causas pasadas que con regularidad han expresado frustración con el discurso diferente de Sicilia y a los que se le han unido. (Ver Un Movimiento Mexicano en la encrucijada: Un Pacto de papel o una comunidad organizada?, 16 de junio de 2011, Narco News) Los esfuerzos de algunos para dirigir el movimiento para sus propias metas han fracasado en todos los ámbitos: Sicilia mismo es implacable al hacer las cosas en su propia manera poética, y los familiares de las víctimas de la guerra contra las drogas que se le han unido cada vez afirman más con armonía su adhesión a la no violencia, en palabras y en hechos. En gran parte, es porque los familiares de las víctimas no son “activistas” formados en organizaciones ideológicas o clases universitarias, sino, gente ordinaria que se entienden y conectan más con la opinión pública del los ciudadanos mexicanos comunes.

Tres visiones distintas del movimiento

Mientras la caravana al sur pasaba a través de cada ciudad y pueblo, las marchas llevadas a cabo en cada lugar tendían a dividirse en tres distintos sectores:

El primer grupo era el de los familiares de las víctimas de la guerra contra las drogas con aquellos que ven su propio papel en apoyar a lo que muchos consideran los rostros y voces más legítimas de este movimiento. Este sector incluye a muchos organizadores de derechos humanos y comunidades eclesiales de base de la teología de la liberación, muchos de los cuales se ven al servicio del movimiento y de las víctimas de la guerra. Los familiares son tal vez los menos protagonistas a pesar de que el movimiento es en gran medida acerca de ellos. Ellos lo ven como algo acerca de sus muertos, y muchos llevan las fotos o imágenes de sus hijos, hijas, padres, madres o seres queridos desaparecidos o muertos.


Entre las pirámides zapotecas y las ruinas de Monte Albán, organizaciones indígenas locasles recibieron a la caravana con una ceremonia tradicional. DR 2011 Isolda Osorio.

El segundo grupo consiste en activistas políticos con experiencia en otras luchas y que marchan juntos para gritar consignas utilizadas en causas anteriores, tales como “De norte a sur/De este a oeste/Ganaremos esta lucha/Cueste lo que cueste.” En sus consignas, las voces masculinas suelen ahogar las de las mujeres, y los puños se mantienen en el aire. Las banderas rojas y negras de los grupos ideológicos entran con ellos. Y para el público testigo, esta sección de la marcha es prácticamente indistinguible a las muchas otras protestas que el país ha visto o escuchado. Muchos grupos locales en particular en Oaxaca, tienden a estar en esta sección de las marchas.

El tercer grupo era una colección de músicos, animadores, gente con nariz de payaso, y aquellos que se les reunían para cantar, más que gritar, sus rimas y haciéndolo de forma más alegre, original y teatral. Este sector tendía a incluir más mujeres, niños y familias que participan juntas. También tienden a enfatizar más la palabra “paz” en sus banderas y canciones, así como blandiendo sus símbolos más generalizados (tales como palomas blancas y símbolos de paz). La gente local en el camino de la caravana que no era parte de alguna organización o movimiento, pero que apoyaban su causa en contra de la violencia por la guerra contra las drogas, tiende a mezclarse en esta sección de las marchas.

Estos tres sectores generales -familiares de las víctimas, activistas políticos, y creativos defensores de la paz- convivían bien en la caravana, donde la gente suele llevarse bien, compartir comidas y largos tramos de las carreteras entre paradas. Pero también reflejan tres distintas visiones de lo que este movimiento es y como puede alcanzar sus metas. La tensión creativa entre estas tres visiones alimenta la diversidad del movimiento a la vez que define algunas de sus grietas o fallas.

En Oaxaca, esta tensión creativa primero se pudo sentir en Huajuapan de León, en la región mixteca del estado, un lugar no muy lejano a la violencia paramilitar que afecta al poblado autónomo de San Juan Copala y sus habitantes indígenas triqui (los asesinos de la mexicana Bety Cariño y Jyri Jaakkola, un observador de derechos humanos de Finlandia, asesinados durante una caravana al poblado en abril de 2010 y que aún no han sido llevados ante la justicia por ese crimen.) Los trece autobuses de la caravana de paz, además de otros vehículos estacionados en las afueras de la ciudad, marcharon a través de una ligera lluvia a la plaza de la ciudad el 11 de septiembre.

La marcha llegó al zócalo de la ciudad de Huajuapan al anochecer. Los 600 participantes de la caravana y los simpatizantes locales se acercaron a una gran marquesina blanca donde se había levantado un escenario. Algunos lugareños se mantuvieron en las laterales de la plaza, observando y escuchando mas que mostrando que eran parte de la protesta.

El contraste entre los discursos

De los más de una docena de oradores, el comentario más extenso vino de Omar Esparza, viudo de Bety Cariño, asesinada en la caravana del año pasado a San Juan Copala. Esparza también es vocero de Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad (VOCAL), una de las organizaciones de la coalición de la APPO en 2006 con tendencias anarquistas. Esparza habló por doce minutos; cuatro de ellos enlistando la historia de marchas y protestas en el zócalo de la ciudad de Huajuapan en los años anteriores, dos minutos enlistando los nombres de los responsables del asesinato de Bety Cariño, y luego un discurso político generalizado sobre las luchas indígenas y de antiminería en la región, diciendo, “Huajuapan está gobernado por unas pocas familias que controlan el mercado de alimentos, servicios, que controlan a los partidos políticos, los medios, las autoridades, las gasolineras. Aquí, la clase política continúa existiendo, esa que continúa oprimiendo y ha oprimido a nuestra gente por más de 500 años… Tenemos que buscar la unidad de todos los sectores, de todos los pueblos indígenas y poder decir al actual gobierno de Oaxaca, al gobierno de Felipe Calderón que estamos hartos, cansados, y que no va a poder de parar nuestras luchas y nuestros esfuerzos para que logremos transformar este país.”

Durante el discurso de doce minutos, en contraste con muchas de las charlas en la caravana dadas por muchos familiares de los muertos o desaparecidos mexicanos, Esparza no dijo nada sobre su esposa, quién era ella, qué hacía, cómo vivían, lo que sentía por su pérdida, eligiendo en su lugar dar un repetitivo discurso político del tipo que se dan en otras reuniones y manifestaciones políticas. Los habitantes locales que escuchaban a los lados de la plaza no aplaudieron. En realidad no se relacionan con un discurso político desprovisto, en gran parte, de contenido humano; discurso que en su lugar culpó con enojo a ciertos individuos y sectores de la sociedad e instó a un vago concepto de “lucha” sin definir exactamente lo que implica.

Esparza no se detuvo cuando sus comentarios terminaron. Luego invitó a un orador al escenario que no estaba programado, un representante no identificado del Frente Popular Revolucionario (FPR), parte del Partido Comunista mexicano, que se identifica como marxista-leninista, y que lleva un martillo y hoz amarillos en su bandera roja. El FPR y VOCAL se enfrentaron en las asambleas de la APPO en 2006, como a menudo lo hacen marxistas-leninistas y anarquistas, y uno tenía la sensación que la invitación sorpresa tenía que ver con un intercambio de favores o concesiones entre sectores rivales de la izquierda oaxaqueña. El discurso del FPR carecía aún más del elemento humano, un altivo discurso sobre “las políticas nefastas de Felipe Calderón… un gobierno tirano que ha criminalizado la pobreza… otro golpe en contra de la clase trabajadora del país,” etcétera.

No fue sino hasta que el maestro de ceremonias del evento, Rocato Bablot, presentó a Socorro Vázquez Zamora, habitante de Huajuapan de León por 30 años, y dijo “Mi hijo está desaparecido”, que los espectadores comenzaron a prestar mucha atención. “Es mecánico. Es trabajador. Es un hombre sano.” Luchando con las lágrimas, contó la historia sobre como su hijo fue a Matamoros, en el estado de Tamaulipas, para trabajar con carros, su desaparición y sus esfuerzos por los últimos ocho meses por encontrarlo. “Soy una mujer pobre, sola… Viajé a la Ciudad de México a buscar ayuda… porque es mi único hijo varón. Tengo dos hijos, una mujer y un hombre… Me siento muy inútil porque no tengo forma de buscar a mi hijo. He venido a buscar la ayuda de este señor… este… Si… ¿Javier? De Javier Sicilia. Que me apoye en encontrar a mi hijo, porque me siento muy triste al no tener noticias suyas.”

Y ahí, en el contraste entre la historia personal de la Sra. Vázquez y los discursos cargados de retórica política antes de ella uno puede encontrar la diferencia esencial entre este movimiento por terminar la guerra contra las drogas y los movimientos habituales de la izquierda mexicana. Los habitantes locales que aún estaban en las orillas, se acercaron para escucharla y verla. Luego, un hombre se paró y pidió un sombrero, “para juntar fondos para que esta mujer encuentre a su hijo.” Se pasó un sombrero y la gente se acercó a poner monedas y billetes en él.

Sicilia se dirigió a María Herrera, madre de cuatro hijos desaparecidos, quien en junio pasado había hablado en público por primera vez cuando la Caravana Norte llegó a Morelia, Michoacán (como Marta Molina reportó ahí lo que dijo de sí misma “una persona humilde que no tiene preparación, pero el dolor, la impotencia me hacen hablar” al igual que las primeras palabras públicas de Socorro Vázquez en esta noche de septiembre en Huajuapan. Ver el artículo de Molina La lucha noviolenta llega a tierras de Guerrero, México, 14 de septiembre de 2011, Narco News, que también reporta la evolución de Herrera en un líder de buena fe entre la red nacional de familiares de víctimas de la guerra contra las drogas.) Tocando el brazo de Herrera, la condujo hacia Socorro Vázquez, y Herrera fue a su lado. Más tarde esa noche, Vázquez estaba en el autobús de la caravana, viajando hacia la capital Oaxaca.

La caravana pasó dos noches en la ciudad de Oaxaca, la del 11 y 12 de septiembre. En la mañana del doce, viajó hacia el cerro de Monte Albán para una ceremonia de bienvenida de grupos indígenas en medio de las antiguas pirámides y ruinas. Luego, todos bajaron del cerro para la instalación de seis mesas de trabajo en diversos temas relacionados con la violencia en Oaxaca. En el último momento, tal vez por la falta de espacio suficiente, la sesión planeada para discutir la violencia en contra de periodistas en la guerra contra las drogas se combinó con la de las luchas en contra de intereses económicos. Un hombre dio un monólogo de 30 minutos sobre el maíz genéticamente modificado y la mayoría de los periodistas que asistieron, simplemente se levantaron y se retiraron uno a la vez.

Conspiratio en Oaxaca

Por la tarde, hubo una sesión plenaria en el campus del centro de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) con Javier Sicilia, otros familiares de las víctimas de la guerra contra las drogas y algunos oaxaqueños, incluyendo a Gustavo Esteva de la Universidad de la Tierra (Uni-Tierra), a quien Sicilia mencionó como una de sus influencias en la práctica de la noviolencia. La plenaria era una especie híbrida de reunión con conferencia de prensa, con preguntas viniendo de los participantes locales, reporteros y miembros de la caravana. Una estudiante de la UABJO dijo en el micrófono que luego del asesinato del hijo de Sicilia el 27 de marzo, su Carta Abierta a Políticos y Criminales tenía palabras fuertes hacia el presidente Calderón, pero que en la reunión pública de junio con el presidente, Sicilia lo besó. Ella preguntó, “¿Cómo llegaste de mentirle la madre a besarlo?”

Alrededor del diez por ciento de los cientos de personas reunidas en la sesión aplaudieron la pregunta (es revelador observar que el 90 por ciento no lo hicieron), que ha sido una polémica durante el verano. (Ver Los besos de Sicilia, por René Torres Bejarano, 9 de agosto de 2011, Narco News.)

Sicilia señaló que después de que su hijo, Juan Francisco, fuera asesinado, “Estaba enojado, como cualquier padre lo estaría… Es algo muy humano, pero también muy primitivo el querer atacar cuando se está enojado. Pero también tenemos un lado mejor… Mi lado mejor cree que podemos ser críticos con alguien -y cientamente fuimos muy duros con el presidente en esa reunión y seremos muy duros cuando nos reunamos otra vez- sin que alguien se sienta que estamos para hacerle daño.”

Sicilia luego dijo algunas palabras que aparecen en la revista filosófica que edita, Conspiratio, describiendo su título: “La celebración litúrgica de las primeras comunidades cristianas tenía dos grandes momentos: la conspiratio y la comestio. La primera toma su sentido de spiritu(aliento), que se expresaba por un beso en la boca, era una co-respiración, una conspiración: la creación de una atmósfera común, de un medio divino.”

Hay tanto apoyo público por la no violencia de Sicilia que aquellos en la izquierda que están en desacuerdo, que prefieren el camino violento o armado para cambiar al país, o al menos un discurso, palabras o consignas más violentas y amenazantes, de señalar con el dedo y los puños y culpar a otros en vez de abordar la responsabilidad para resolver las injusticias, que casi nadie expresa su desacuerdo en voz alta. Después de todo, es ese apoyo público en el que muchos tratan de pegar sus propias luchas y causas. Y aún así la frustración se sigue filtrando: Son dejados para masticar los márgenes con debates sobre quien besó a quien y otras banalidades. Lo que es interesante es que hay algunos -otra vez, estamos hablando de menos del diez por ciento de los participantes de la caravana, para reiterar que este es un sector muy pequeño- que estarían encantados con subirse al autobús de la caravana y aceptar la comida gratis de muchas de las comunidades indígenas más pobres del país cuando el autobús pare ahí, pero que parecen hacerlo con una mueca en el rostro, como si no entendieran lo que la no violencia es, o la rechazaran abiertamente. Esto fue claramente el caso con algunos periodistas y activistas de “medios alternativos” que estaban en el viaje. Basta con decir que todos debemos leer con un ojo perspicaz, porque nuestros prejuicios se filtran en nuestros textos, vídeos y baudios, aún cuando algunos no lo hacen abiertamente.

Durante la reunión pública de aquella noche en el zócalo de la ciudad de Oaxaca, las críticas entre los diferentes sectores de la izquierda local emergieron ante el ojo público. El líder de la Sección 22 del sindicato de maestros le dio la bienvenida a la caravana (por la gran bandera del sindicato en el escenario parecía que también había proporcionado el equipo). Y cuando un representante de los presos políticos en Oaxaca habló le pidió a Sicilia y al líder sindical cargar la bandera con él en solidaridad con los presos políticos de los pueblos de Loxicha, una municipalidad rural en Oaxaca. Mientras los tres cargaban la bandera, el vocero lanzó un ataque al sindicato, acusándolo de bloquear, a través de abogados que envió para representar a los presos, el intento de miembros de la caravana de visitar a los presos esa tarde. El líder sindical no respondió la acusación directamente. Fue, digamos, raro.

Mientras tanto la facción de activistas políticos de la caravana junto con los miembros de las organizaciones oaxaqueñas que utilizaban las mismas consignas interrumpían a los familiares de las víctimas y otros durante su presentación con los mismos gritos viejos y consignas que parecen repetir siempre. (Solo a Rosario Cabañas, hija del asesinado líder guerrillero Lucio Cabañas, se le permitió hablar sin interrupción desde el zócalo de Oaxaca, una señal de cierta deferencia a la lucha armada, aunque en declaraciones posteriores a Narco News TV, Cabañas dijo que la tecnología hace que la lucha guerrillera sea imposibles y que estaba sólidamente detrás de la estraga no violenta promovida por Sicilia).

El imperialismo interiorizado

Un miembro del equipo de Narco News habló con una reportera independiente norteamericana que a veces vive en la ciudad de Oaxaca. Este individuo se quejó amargamente del movimiento diciendo “No veo mucha gente aquí. Esa es la prueba de que el movimiento realmente no está teniendo éxito.” Dos semanas más tarde, una organización de medios para la que este individuo trabaja emitió una petición pública por fondos para que esta misma ciudadana estadounidense pudiera realizar un “documental” radiofónico sobre el movimiento mexicano en contra de la guerra. En otras palabras, se puede desdeñar un movimiento sin siquiera hacer el trabajo para entenderlo, y aún así considerar reportarlo para avanzar en su carrera personal. Otro ciudadano estadounidense que vive en Oaxaca (hay muchos gringos y europeos viviendo aquí) ha dedicado significativas actualizaciones en Facebook, Twitter y Google Buzz sermoneando sobre lo que el movimiento de Sicilia debe o no debe hacer. Meses atrás, otros dos norteamericanos que a veces trabajan en Oaxaca atacaron públicamente a Sicilia por trabajar con un organizador estadounidense de familiares de la víctimas de asesinatos por -chequen esto- una disputa de hace años en el movimiento anti pena de muerte sobre si el preso Mumia Abu Jamal debe considerase el preso más importante sobre los más de 3,250 otros presos condenados a muerte en los EEUU. Este tipo de “imperialismo escondido” ha tenido una historia desafortunada en Oaxaca y un impacto negativo en sus movimientos.


Mujer de Loxicha, Oaxaca, un pueblo con una larga historia de lucha y presos políticos. DR 2011 Isolda Osorio.

La verdad es que una de las grandes causas de la caída del movimiento de la APPO en 2006 fue la virtual invasión de activistas extranjeros “antiglobalización” -los saltadores de cumbres con suficiente dinero para viajar a cualquier parte del planeta en donde puedan presumir el estar “en las barricadas”- que parecen pensar que el movimiento de la Asamblea Popular se trataba más de batallas callejeras con policías que gobernar de la manera popular, es decir, mediante la asamblea. Llegaron con dinero, y algunas organizaciones locales literalmente lucharon entre sí sobre quien los alojaría, ya que estos visitantes también se convirtieron en fuente de ingresos en un estado pobre. El asesinato en octubre de 2006 del documentalista de Indymedia Brad Will en Oaxaca se convirtió en el pretexto para que el gobierno nacional enviara a la policía federal y aplastara al movimiento por la fuerza.

Sería una exageración decir que las influencias externas como esta fueran la única causa de los errores que llevaron a los gloriosos cuatro meses de lucha en el estado a un violento final. No había escasez de oaxaqueños y otros mexicanos que también veían el luchar con la policía como el único objetivo del movimiento, y saltaron ante la oportunidad cada vez que se pudo. Días después de la muerte de Brad Will, la policía federal lanzó un asalto al campus central de la UABJO, con el objetivo de tomar el control de la estación de radio que se había convertido en un centro de comunicaciones clave para el movimiento. El corresponsal de Narco News, Greg Berger, reportó entonces que luego de un asedio de seis horas, el movimiento repelió con éxito las fuerzas policiales nacionales.

De hecho, esta victoria táctica pudo haber sembrado las semillas de la derrota final del movimiento. Para muchos, el objetivo de mantener a la policía fuera de la ciudad se convirtió en el principal o único objetivo. Luego de un mes, el gobierno mexicano hizo cálculos, y descubrió exactamente cuantos efectivos policiales, tanques de agua, gases lacrimógenos y otras armas se necesitarían para remover la ocupación de la ciudad por la APPO, la cual habían mantenido por cinco meses, y el 25 de noviembre de 2006 -días antes de que Felipe Calderón asumiera como presidente- la policía federal desplegó una lluvia de violencia represiva para sofocar la rebelión. El régimen exilado del gobernador estatal Ulises Ruiz regresó a sus oficinas y reanudó el poder que había perdido en junio.

El movimiento de la APPO, en esos meses, se había referido a sí mismo como “pacífico” y en gran medida lo había sido, si la paz es simplemente la ausencia de una violencia visible. Este movimiento nunca pretendió ser proactivamente noviolento en el sentido gandhiano del término. Sin embargo, su última posición, justificada en los términos de defensa propia, no cumplió con la definición “pacífica.” Degeneró en una batalla callejera, y nada más que eso. Y fue precisamente en esos últimos días que lo perdieron todo.

Desde entonces, por más de cinco años, muchas de las voces de los movimientos de Oaxaca más importantes dejaron el estado (algunos el país), mientras otros dejaron de estar públicamente involucrados. Otros sectores pasaron a la clandestinidad. Otros trataron de resucitar el espíritu de 2006 en varios puntos hasta algunos limitados espacios de atención pública.

Más que la ausencia de la violencia

En esta dinámica llegó Sicilia y los familiares de las víctimas de la guerra, hablando sobre las formas más firmes de la resistencia civil no violenta. (Así como la paz es más que la mera ausencia de “guerra”, la noviolencia es mucho más que la mera ausencia de violencia abierta.) Y al igual que en Guerrero, Chiapas y otros estados con fuerte historia de conflictos de guerrilla armada, muchos oaxaqueños han comenzado a estudiar y a pensar sobre cómo es esta forma distinta de luchar y como puede hacerse. Aún otros se aferran a las viejas tácticas y estrategias fracasadas que han derrotado a la mayoría de los movimientos populares en el pasado siglo.

Y esta es quizás la mayor contribución, hasta ahora, de Sicilia y el movimiento que se ha levantado en torno a él: Por primera vez, al menos en los 14 años de este reportero a lado de los movimientos sociales de todo México, una seria propuesta para un resistencia civil no violenta nacional es considerada, discutida, debatida y promovida por algunos, opuesta por otros, pero el tema está finalmente en la mesa.

No hay consenso sobre lo que eso significa, o como puede hacerse exactamente. El Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, Sicilia y los otros voceros visibles, no han hecho propuestas detalladas sobre lo que la resistencia civil no violenta que proponen implica exactamente. Tampoco han puesto en marcha la fase de entrenamiento -en el que los participantes de los movimientos reciben entrenamiento intensivo en la acción y organización no violenta- que precedieron a los más grandes avances de Gandhi, King, César Chávez y otros que la practicaron e implementaron universalmente en sus caminos a la victoria.


El obispo católico Arturo Lona Reyes, saluda a Javier Sicilia en Tehauntepec, en la primera parada de la Caravana en el Istmo. DR 2011 Isolda Osorio.

Pero lo que antes era estudiado, escrito o hablado -la estrategia no violenta- por solo algunos pocos mexicanos como el poeta Javier Sicilia, Gustavo Esteva de Oaxaca, algunos teólogos de la liberación, y la comunidad de Acteal Chiapas, ahora está en boca de todos. Y debido a que aquellos que prefieren las cansadas viejas formas que han fracasado otros movimientos parece que no ganarán ese argumento en la izquierda mexicana, este movimiento y sus caravanas han encendido una mecha hacia otro camino que más gente que nunca espera adoptar como propio. Todo lo demás, después de todo, se ha intentado ya.

La palabra sagrada

Para Sicilia, el poeta, las palabras forman acción. Las palabras son todo. En mayo pasado, hablando para la Escuela de Periodismo Auténtico de Narco News, Sicilia dijo, “Vengo de una tradición que tiene un inmenso respeto por la palabra y la poesía moderna es una continuación de hacer de la palabra algo sagrado. Jesucristo, un hombre inocente asesinado, es la excelsa expresión de la poesía… Y mi hijo fue el rostro de esa palabra sagrada. Cuando lo asfixiaron. Me asfixiaron a mí también la palabra sagrada que es la poesía. Pueden asfixiar el verso pero no puede matar al poeta. Y la movilización es una forma de poesía en movimiento.”

Mientras la movilización de la caravana llegó a su penúltima parada en la ciudad de Puebla, desde donde regresaría a la Ciudad de México, Sicilia reflejado públicamente en el poder de las palabras y en el contraste entre los discursos que la caravana encontró en su camino:

“Se nos ha criticado mucho, en la interpretación de la prensa, que esta caravana a diferencia de la caravana del norte han hablado muchas organizaciones y lo que le da fuerza a la caravana es la visibilización de las víctimas de la guerra, de los dolores. Evidentemente el lenguaje de las víctimas, nuestro lenguaje, se expresa con el corazón, con el dolor, con lo humano, por desgracia el lenguaje de las organizaciones no se ha renovado, se expresa con la consigna, con lenguajes anquilosados que borran lo humano y el agravio que está detrás de esos discursos… Las organizaciones por desgracia no se renuevan en sus discursos, y a fuerza de ideología terminan por velar la demanda profunda, el agravio profundo, la frescura de las de las víctimas inmediatas que hemos perdido un hijo, que buscamos a un desaparecido o perdimos a un familiar tenemos esta humanidad.”

Luego en un momento añejo de Sicilia, el poeta vio a la humanidad de las organizaciones e individuos que acababa de criticar en su discurso:

“Yo quisiera aclararlo: Podemos cuestionar, yo mismo lo cuestiono, el discurso ideológico de las organizaciones, lo que no podemos cuestionar son las causas profundas, y por desgracia hay que trabajar mucho por sumergirse en el discurso para ver que también hay víctimas. Yo creo que las víctimas, nosotros las víctimas de esta guerra absurda, las víctimas del crimen organizado, las víctimas del ejército o de la policía, las víctimas de la guerra, son consecuencia de las víctimas de estas que expresan las organizaciones que son las víctimas de un ancestral problema de orden estructural que tiene que ver con lo económico.”

“Cuando hemos puesto el valor, y aquí izquierdas y derechas son lo mismo, el valor absoluto en la economía como producción de riquezas, como maximización de ganancias, la izquierda es más social, la derecha menos social, pero el punto es la maximización de las ganancias y el crecimiento es el mismo.”

Por tanto, lo que se puede ver aquí es que Sicilia comparte totalmente la opinión de gran parte de la izquierda tan vasta y diversa en México en que la violencia última es la económica (su llamado a terminar con la prohibición de drogas es también un reconocimiento a la raíz económica de todos los crímenes y violencia de la guerra contra las drogas), mientras que el camino que está trazando para poner fin a esas injusticias está en un mapa totalmente diferente al que la izquierda tradicional ha utilizado en el país. Es un camino que atrae a un espectro más amplio de la sociedad mexicana de lo que la izquierda tradicional ha logrado.

Uno tiene la sensación de que las quejas de lo que el llama “las organizaciones”, de los sectores más ideológicos, no se basan en el temor de que el camino no violento de Sicilia no vaya a funcionar. El miedo es precisamente lo contrario: Que tal vez, sólo tal vez, puede tener éxito en donde otras estrategias y tácticas han fallado. Y eso resultaría en muchas presunciones en torno a las cuales muchas luchas y sacrificios se han hecho por tantos años quedaría así, en el proverbio “basurero de la historia” de cual escribió Marx. La pregunta es para muchos: ¿Qué es lo más importante? Para aquellos quienes “estar en lo correcto” o se les ha dado “la razón” es más importante que ganar, Sicilia y el movimiento a su alrededor son de hecho problemáticos. Pero para la gran masa de ciudadanos mexicanos comunes y corrientes que buscan ponerle fin a la violencia y a la injusticia, el precio de no tener éxito en esta lucha es el de la vida o muerte.

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