![]() |
![]() |
|||
![]() |
English | Español | August 15, 2018 | Issue #67 | ||
![]() |
La Caravana Nacional para el final de la Guerra contra las Drogas Comienza“Ésta es una lección a la democracia, es la muestra de que se puede vivir solidariamente, unidos”, dice Javier SiciliaPor Erin Rosa
|
![]() Javier Sicilia en la Ciudad de México. DR 2011 Erin Rosa. |
“La violencia es tan grande”, dijo Citlaly Alfaro Morelos, un estudiante universitario de la ciudad de Texcoco en el Estado de México que vino para mostrar su apoyo a la caravana. “Pienso que todo se reduce al trabajo. La gente en la sociedad no está haciendo nada. Pienso que el gobierno debe hacer más para crear más oportunidades de trabajo”. Jessiel López Martínez, otro estudiante, dijo “Estoy muy interesado en la caravana de Sicilia. Siento que es muy bueno que estén promoviendo la paz por todo el país. Pienso que esto lo quiere decir todo”.
Morelia, la capital del Estado de Michoacán, fue la parada para la primera noche de la caravana. La elección, por parte de los organizadores, de ir a Michoacán, es apropiada, ya que es donde la guerra, que ha llevado a decenas de miles de víctimas y a un sin número de personas desaparecidas, comenzó. Fue el primer Estado en el que los militares ocuparon las calles como fuerza policial contra los traficantes de droga bajo la “guerra contra las drogas” del presidente mexicano Felipe Calderón. En diciembre de 2006, el recién elegido presidente anunció el Operativo Conjunto Michoacán, un plan que trajo a 4.000 tropas al Estado para supuestamente desmantelar el crimen organizado. Desde entonces, cientos de personas ha muerto en la guerra de las drogas en el Estado, y más de doscientas personas han desaparecido.
A las 7:30 p.m., la caravana llegó y dejó sus autobuses para marchar aproximadamente cinco cuadras hasta el zócalo, la principal plaza de la ciudad. Liderando la marcha iba una camioneta con una gran campana colgando a su espalda. Cada pocos segundos, miembros del grupo Ni Una Más Chihuahua harían sonar la campana, llamando a la gente de Michoacán a unirse y apoyar la caravana a Ciudad Juárez.
Cuando la marcha iba a mitad de camino al zócalo, María Lupia Dulcero, quien vive en el Estado, llegó corriendo al frente de la marcha preguntando a la prensa y a los participantes, “¿Es ésta la caravana de Cuernavaca?”. Cuando le dijeron que lo era, encontró un megáfono que estaba siendo usado y gritó al frente de la marcha “¡Bienvenidos, bienvenidos! ¡Os damos la bienvenida con los brazos abiertos!”.
Los manifestantes entraron al zócalo con cientos de simpatizantes esperándolos fuera de la barroca Catedral de Morelia. El zócalo, oficialmente llamado la Plaza de los Mártires, fue trasformado en la Plaza de los Daños Colaterales, de acuerdo a letreros de los simpatizantes de la caravana.
![]() DR 2011 Erin Rosa. |
A una multitud de mil personas, representantes indígenas de los pueblos de Purepecha en Cherán, Michoacán expresó su apoyo para la caravana y contó a la audiencia sobre palizas y muertes desde las autoridades estatales y crimen organizado para obstaculizar los esfuerzos por detener las talas y otros proyectos de desarrollo en sus tierras. Los organizadores, con el Comité de Familiares de Prisioneros Desaparecidos en Michoacán, hablaron sobre el número de víctimas que la guerra de las drogas había tomado en su Estado de origen: “Estamos aquí porque sabemos de la responsabilidad del Estado en la desaparición de los miembros de nuestra familia”, dijo Janahuy Paredes Lachino. “Pedimos que los doscientos desaparecidos aparezcan aquí vivos, en el Estado de Michoacán, porque estamos hartos de esta guerra contra el narcotráfico”.
En un conmovedor testimonio, la habitante de Morelia María Hernández de Trujillo habló sobre cómo cuatro de sus hijos habían desaparecido en los últimos tres años. Jesús y Raúl se perdieron en el pueblo de Atoyac, Guerrero, en 2008, al igual que sus hermanos Gustavo y Luis en algún punto de una carretera entre los estados de Puebla y Veracruz el año pasado. “Estoy igual que Javier Sicilia”, dijo conteniendo las lágrimas. “Soy la madre de cuatro hijos desaparecidos… La gente que se los llevó ya debería ver que mis hijos son buenas personas, sanas, que se dedicaban a su negocio. Por eso les pedimos a los medios que nos ayuden, que difundan los casos de mis hijos”.
Cuando Sicilia se acercó al escenario dijo “No estamos solos, esta es una lección a la democracia, es la muestra de que se puede vivir solidariamente, unidos. Pero no lo vamos a construir si los políticos y los criminales siguen luchando por los privilegios. Lo único que deseamos es que nos dejen vivir en paz”. Después citó a Ghandi, diciendo “No hay camino a la paz, la paz es el camino”.
La primera noche de la caravana terminó donde el dolo y la violencia de la guerra de las drogas de Calderón echó raíces. Sirvió para amplificar las voces de numerosos movimientos sociales que han sido testigos oculares del sufrimiento forjado a partir de la guerra de las drogas. Aunque, como dice Sicilia, no todos los movimientos están de acuerdo en todos los temas políticos, hay un objetivo común que los une: la guerra y la violencia deben terminar, y deben terminar ahora.