English | Español | August 15, 2018 | Issue #67 | |||
Familia Reyes: “La militarizacioń es gran parte la culpable de tanta extorsión, secuestros y asesinatos”Al homicidio de la defensora de derechos humanos en Juárez, Josefina Reyes Salazar, le han seguido contínuos ataques a su familiaPor Fernando León y Erin Rosa
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Marisela Reyes Salazar (izquierda) y Sara Salazar Hernández (centro) son revisadas por un médico en el plantón de la Ciudad de México. DR 2011 Erin Rosa. |
Sara no pudo identificar a los hombres que abordaron el vehículo familiar aproximadamente dos kilómetros después de un retén militar. “No pudiera decirle [quienes fueron] porque estaban encapuchadas. Tenían capucha y vestimenta negra,” dice Sara. “No los conoce uno, no les ve uno la cara.”
Los miembros de la familia sospechan de la participación de los militares debido a la proximidad entre el retén y el lugar del secuestro, esto debido a que dicen que los militares han estado ligados a otros asesinatos y hostigamiento en contra de sus familiares. Ocho días después del secuestro, la casa de Sara fue incendiada, horas después de que la familia llevara a cabo un evento público para demandar la liberación de los tres desaparecidos.
“Cuando estamos en el plantón en Cd. Juárez, pasa que una vecina nos avisa que la casa de mi madre se estaba incendiando,” cuenta Marisela. “Lo extraño del caso es que la casa de mi madre está a menos de 100 metros de un gimnasio municipal que ahora está como un cuartel militar improvisado, y hay más de una cuarentena de militares. No es posible que no hayan visto que alguien se acercara a incendiar la casa.”
La defensora de derechos humanos Josefina Reyes, hermana de Marisela, fue asesinada el 3 de enero de 2010, en las afueras de Ciudad Juárez y cerca del pueblo de El Sauzal. “Una testigo adentro del restaurante donde mi hermana llega a comprar comida—donde se acercaron a asesinarla—nos cuenta que fue un automóvil particular y otra troca [camioneta] que son propiedad del ejército,” dice Marisela. “Se bajan estas personas, tanto militares como vestidoss de civil, y tratan de llevársela. Ella empieza a forcejear y cuando miran que se está alargando, sacan la pistola y le dan 4 balazos en la cabeza.”
Josefina había comenzado a hacer campaña contra la militarización de Chihuahua cuando uno de sus hijos, Miguel Angel, fuera sacado de su hogar por soldados sin una orden en agosto de 2008. Más tarde fue acusado de ser narcotraficante, pero de acuerdo al Ejército, fue liberado unos días después.
Josefina organizó una manifestación para demandar su liberación. Después de eso, los militares la fijaron como objetivo por hablar. “Cuando mi hermana todavía vivía en Guadalupe es cuando empieza a llegarle el acoso fuerte. Los militares constantemente llegaban, entraban, esculcaban con sus rifles, quebraban el techo, la seguían,” dice Marisela quien señala que en una ocasión, los soldados trataron de llevarse a otro de los hijos de Josefina. “Ellos no ponen pretexto, no piden permiso, no piden orden para entrar a las casas.”
Josefina eventualmente dejó Guadalupe y llegó a Juárez para tratar de evitar las amenazas y abusos. Cuando el acoso llegó a su pico, otro de sus hijos, Julio César, fue asesinado a balazos por desconocidos. Fue un año después de que Miguel Ángel fuera llevado por los militares. Los miembros de la familia creen que es posible que el Ejército haya llevado a cabo los asesinatos tanto de Julio César como de Josefina, o que hayan estado vinculados de alguna manera. “Si no directamente indirectamente estas personas están involucradas en lo que nos está pasando: desplazarnos de nuestro valle de Juárez, aniquilar a la familia. Definitivamente no cabe duda,” dice Marisela.
Antes de su muerte, Josefina había presentado dos denuncias en contra de los militares en Guadalupe ante la Secretaría de la Defensa Nacional, pidiendo al organismo militar que interviniera y detuviera el hostigamiento. No se hizo nada. Seis meses después de que Josefina fuera asesinada, su hermano Rubén, fue asesinado con diecinueve tiros en Guadalupe. Poco más de seis meses después, otros tres miembros de la familia fueron secuestrados a fines de febrero. Aparecieron muertos. En los últimos tres años demasiadas personas de la misma familia han sido asesinadas para que parezca una coincidencia. Hasta el momento, funcionarios de Chihuahua no han afirmado haber resuelto los casos de Julio César, Josefina, Rubén, Malena, Elías y Luisa Ornelas.
Sabiendo que las autoridades en Chihuahua no harían nada por encontrar a sus familiares desaparecidos, Marisela, Sara y otros que apoyan su causa, aparecieron en la Ciudad de México el 21 de febrero para atraer atención al caso. Luego de haber participado en una huelga de hambre desde los secuestros el 7 de febrero, los miembros de la familia organizaron otro plantón afuera del Senado Mexicano para pedir a los legisladores que investigaran el caso. Narco News entrevistó a Marisela y Sara el 24 de febrero, un día antes de que los cuerpos de Malena, Elías y Luisa fueran hallados a un lado de una carretera afuera de Ciudad Juárez.
El plantón de la familia Reyes-Salazar en la Ciudad de México. DR 2011 Erin Rosa. |
“Cabe mencionar que son tres personas descapacitadas,” dice Marisela al referirse a sus hermanos y cuñada. Mi hermano Elías tuvo una embolia el 13 de diciembre [de 2010]. A él le funciona solo el 50% de su cuerpo, no tiene movilidad y no puede desplazarse por sí solo. Mi hermana María Magdalena tiene artritis, tiene una placa en la cadera y del otro lado la tiene muy dañada. Camina muy despacio con la ayuda de un bastón. Mi cuñada tiene placas en las piernas por un accidente automovilistico. Necesitan medicamentos urgente para no agravar su salud.”
Un día después de que la familia Reyes-Salazar llegara a la Ciudad de México, la oficina del procurador de Chihuahua lanzó lo que llamó un “mega operativo” para buscar a los familiares desaparecidos, más de dos semanas después de que fueran secuestrados. La búsqueda fue realizada por el Ejército con ayuda de la Policía Federal e incluyó helicópteros. “Yo a estos señores no les creo nada”, dice Marisela. “Hasta el día que lleguen y me digan ‘aquí están tus hermanos’, entonces les voy a creer que andaban buscando a mis hermanos y estaban trabajando, mientras palabras más palabras menos.”
El 25 de febrero comenzaron a circular noticias de que los cuerpos de los Reyes-Salazar secuestrados fueron encontrados. De acuerdo al gobierno estatal, ellos habían muerto dos semanas atrás y parece que fueron enterrados y luego desenterrados. Las autoridades usaron una táctica común de menosprecio a las víctimas cuando se refirieron a una nota que había sido hallada cerca de los cuerpos, que supuestamente vinculaba a los muertos—tres personas que tenían importantes problemas físicos y de movilidad—con la delincuencia organizada. La causa de la muerte aún está siendo investigada. A raíz de los asesinatos más recientes, los miembros de la familia Reyes-Salazar dicen que buscaran asilo en otro país.
Con los medios locales e internacionales utilizando el guión de la guerra contra las drogas que enfrenta a los “buenos” contra los “malos” en una guerra de alto riesgo por librar a México de los narcóticos, es inconveniente publicar historias que sugieran que tanto las fuerzas de seguridad como las narcotraficantes son igualmente transgresoras y violentas. En un ambiente en que no hay rendición de cuentas para las fuerzas armadas, a pesar del aumento exponencial de las quejas por abusos a los derechos humanos, ¿en realidad hay un lado “bueno” en esta guerra?
Las operaciones militares y los esfuerzos policiales, muchas de las cuales están siendo respaldadas por los Estados Unidos, solamente han incrementado la violencia relacionada con los narcóticos en México. Como la historia de la familia Reyes-Salazar indica, también se ha logrado aumentar la violencia en contra de las personas que no están involucradas con el tráfico de drogas. Cuando se le pregunta cómo se podría reducir la violencia en Ciudad Juárez, Marisela dice, “Creo que eso va a ser posible cuando saquen a todos los militares y federales de nuestra Cd. Juárez, de nuestra Chihuahua… por supuesto que hasta entonces regresará la paz y tranquilidad, no solo a Juárez, sino al país entero.”
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