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Periodismo Auténtico: El arma de los pueblos

El camino para salir de la crisis causada por el periodismo comercial se abre cuando los ciudadanos recuperan la misión que los grandes medios arrebataron pero fracasaron en hacer: la narración honesta y coherente


Por Al Giordano
Especial para The Narco News Bulletin

19 de noviembre 2010


El periodista auténtico Ansel Herz filma mientras es confrontado por un miembro de las fuerzas de paz de la ONU
Foto DR 2010 Mediahacker.org
Los periódicos se van reduciendo y están cayendo en bancarrota. Las principales organizaciones de noticias de cable, y vía satélite están adquiriendo sus contenidos de otros lados y están cerrando sus oficinas internacionales. La credibilidad del periodismo comercial está en su punto más bajo. Y con estos acontecimientos llega la repeteción constante con un ambiente de zozobra por parte de los comentaristas sobre “la crisis de los medios” y se lamentan porque esto es supuestamente negativo para la democracia.

Lo entienden todo al revés: Los medios de noticias han perdido credibilidad, audiencia y presupuesto precisamente porque su comportamiento editorial ha ayudado a producir la crisis y se han convertido en más que un beneficio una carga para las democracias.

En los Estados Unidos, sabemos que el engaño terminó cuando las quejas sobre “los medios” son tan populares que toda una subindustria de medios comerciales de televisión por cable han identificado el descontento del público como el nicho para su mercado propio y ahora alquilan su atención a los anunciantes. De los EEUU—un país cuyos pocos productos de exportación incluyen a los medios y al entretenimiento—llegó un reciente ejemplo a fines de octubre, cuando el canal de cable Comedy Central de Jon Stewart y Stephen Colbert atrajo a cientos de miles de ciudadanos a la “Marcha por la Sensatez y/o el Miedo” en Washington DC, la cual fue descrita por el New York Times como “una acción cara y absorbente de crítica a los medios.”

Ahí, Stewart dirigó una brillante crítica a los “profesionales expertos en la creación de conflictos y pánico las 24 horas”; la amalgama de las “noticias” por cable, periódicos (tanto los rudimentarios como los más finos), revistas, y comentaristas de radio e internet que todos los días en todas partes repiten el escándalo del día. “La prensa puede apuntar su lupa a nuestros problemas y ponerlos en el foco, iluminando los asuntos no vistos hasta ahora”, dijo Stewart, “o pueden usar su lupa para quemar hormigas y entonces tal vez puedan tener shows semanales sobre el hecho, la inesperada y peligrosa epidemia de hormigas de fuego.”

Mientras que las luchas diarias de la gente e incluso de naciones enteras reciben una atención de paso, superficial o incluso nula de parte de los medios cuando los primeros días de la novedad de la historia han pasado (un movimiento en Irán, la resistencia a un golpe de Estado en Honduras, las réplicas del terremoto en Haití y los esfuerzos de su gente por reconstruir el país son algunos de los recientes ejemplos sobre el déficit de atención de los medios masivos), las organizaciones de medios se han reducido a perseguir grupos más pequeños de audiencia y solo pueden lograr mantener su atención complaciendo los prejuicios y preconcpeciones de cada grupo. En los EEUU, Fox News le cuenta a la derecha sedienta de sangre lo que quiere escuchar, MSNBC busca un mercado similar en la izquierda infeliz, y ahora Comedy Central abastece a aquellos de nosotros que estamos hartos de ambos flancos políticos y buscamos un poco de alivio cómico.

Es ya un cliché decir que “el problema de los medios” es central en medio de los desafíos de la democracia, de la libertad y la justicia. La pregunta más amplia y el desafío es: ¿Que podemos hacer al respecto?

Se nos dijo, por sus pioneros, que el internet resolvería todo esto, proporcionando un brillante y nuevo mundo para los medios democráticos. Pero no importa cuánto aparezcan “los nuevos medios” para desplazar a sus predecesores, las viejas reglas aún se aplican: el poder se concentra alrededor de aquellos que ya lo tienen, y cada nueva carrera de abajo es absorbida por tecnologías de cooptación más nuevas.

Sin embargo, hay grietas en el cambiante panorama de los medios que pueden ser explotadas y ampliadas desde abajo, presentando oportunidades para aquellos que tienen historias críticas que contar y tienen los recursos suficientes para crear sus propios medios para hacerlo.

Después de haber trabajado como periodista en periódicos comerciales, revistas, radio y televisión y en los primeros proveedores de servicios de internet, en los años noventa deje atrás los medios comerciales (una categoría que debería incluir medios estatales, desde PBS y la BBC hasta Al Jazeera) y nunca miré hacia atrás. Por los últimos diez años he publicado Narco News, en donde reporto desde América Latina. También fundé su Escuela de Periodismo Auténtico, que entrena a jóvenes talentosos con conciencia social para hacer que el periodismo sirva para el bien de las sociedades, más que solo para el bien de la carrera propia de alguno. Si tomamos cualquier lección aprendida al haber sobrevivido al boom del punto com, y la invasión de internet de los grandes medios en la última década, es que David aún puede tirar a Goliath, pero no por estar demasiado enamorados con la última tecnología disponible. Lejos de ello: los brillantes aparatitos nuevos no nos pueden salvar. Son herramientas que podemos usar, ¡pero los dinosaurios las usan también!

Por más de diez años nuestro laboratorio de crear medios desde abajo, rechazando la publicidad como modelo de financiamiento (y en vez de eso dependiendo de las pequeñas contribuciones de cientos de lectores y simpatizantes), ha tenido muchas ideas e innovaciones, demasiadas como para enlistarlas en un ensayo, pero concluimos que las más importantes son dos:

1. Los medios de comunicación de los pueblos deben recuperar el periodismo de los medios masivos.

Las principales razones por las que muchos “medios alternativos” y su primo hermano, el “activismo digital”, han fracasado en captar la atención y apoyo del público es porque muchos de estos proyectos ya se han deteriorado al equivalente de las consignas y panfletos previsibles, o le ponen demasiada fe a la tecnología cuando el verdadero cambio es el humano. El público aún quiere y respeta al periodismo de investigación veraz que es presentado de forma coherente, con buena escritura y con un valor de producción decente. Pero desde tantos bloggeros hasta los descompuestos proyectos de Indymedia, sus páginas se han convertido en espacios para denunciar a supuestos males y para gritar opiniones estridentes, muy parecidos a los medios comerciales de noticias a los que se oponen, con muy poco sentido de servicio público y de apertura para que la gente misma pueda hablar. El trabajo que se hace descuidadamente es más fácil de ser cooptado por las organizaciones de medios de comunicación institucionales que a menudo reempaquetan (y distorsionan) los reportes de los periodistas ciudadanos bajo la justificación de “arreglarlos” para que cumplan con “las normas internacionales.” Si hay más coherencia en la historia contada habrá una mayor defensa en contra de la apropiación o distorsión.

Sin embargo, en algunas esquinas, el periodismo ciudadano ha mostrado que puede tomar de los grandes medios lo que afirman hacer y de mejor forma: Salir y reportar las historias, entrevistar a la gente real, asegurarse que sus voces sean escuchadas con prescisión y sin distorsión, investigar y producir documentos y evidencia de conductas viles oficiales (el asombroso apoyo público y donaciones a Wike-Leaks es por ejemplo, un indicativo de la sed y hambre que el público tiene por este periodismo). En suma, la solución no es más complicada que el embarcarse en un humilde retorno a lo básico de como reportar una nota periodística: el proverbial “quién, qué, cuando, donde, por qué y cómo” de lo que sucede diariamente en los acontecimientos humanos.

Uno no necesita un título de dos o cuatro años en una escuela de periodismo para entender y aplicar lo básico. La Escuela de Periodismo Auténtico enseña el núcleo de ello en diez días, mucho de ello en una sesión plenaria. Lo esencial puede ser aprendido, ahora, en un video en internet de siete minutos:

En suma, el periodismo no es más que el contar la historia de forma honesta. Y ya que la mayoría de las personas tienen alguna habilidad en contar historias, sin duda la suya o la de otros, es un arte que debe ser accesible y disponible para que la mayoría de la gente aprenda y practique.

El periodismo debe ser desmitificado y devuelto a la gente. La historia de la mayoría de la gente del planeta no es contada por los medios, o peor aún, es contada pero falsa o tendenciosamente, así que no es de sorprender que dejen de presarle atención a los medios, o incluso cuando lo hacen, se disgustan con ellos. A través de la narración de historias de la gran masa de personas “de abajo”, que en su mayoría están debajo del radar de los medios masivos, los periodistas auténticos ganan la atención y tienen la oportunidad de ganarse la confianza de un público que los medios masivos dejan atrás. Y esto nos lleva a nuestra segunda conclusión:

2. Los mejores maestros para aquellos que quieren salvar al periodismo son aquellos que ya están luchando por salvar sus comunidades, pueblos y naciones.

La relación de los medios comerciales con los movimientos sociales, resistencia civil y otras luchas populares es la de la negligencia o la de abierta hostilidad. La gente organizándose por sus derechos humanos y económicos, por justicia, libertad, por más democracia, generalmente es ignorada o tratada con condescendencia por los organizaciones de medios institucionales. Mucho de esto sucede porque los intereses a los que los movimientos o pueblos luchan en contra—corporaciones y gobiernos—son los que detentan el poder, y a los que los medios comerciales y estatales han elegido favorecer y satisfacer mucho antes que los movimientos los desafiaran. Por lo tanto, los medios de comunicación y sus practicantes ahora se encuentran en la lucha por su supervivencia, pero sin la menor idea de cómo librar esa lucha, porque no entienden la dinámica—estratégica, táctica y moral—de la disidencia política y los movimientos sociales.

Concluimos que simplemente con compartir las habilidades y herramientas de comunicación—el saber cómo del periodismo—con un público más amplio, importante como es, ofrece sólo la mitad de la solución. La otra mitad requiere que los periodistas auténticos caminen con movimientos sociales, nos acerquemos a ellos, y nos convirtamos en algo más que simplemente reporteros de sus historias, sino más bien en estudiantes de sus estrategias y tácticas.

En la Escuela de Periodismo Auténtico, gran parte de nuestro programa es escuchar a la gente que se ha organizado y llevado a cabo exitosas campañas de resistencia civil, organización comunitaria, y luchas estratégicas no violentas, y así aprender también algo más complicado que lo básico más importante del periodismo: las dinámicas estratégicas subyacentes de tales conflictos y movimientos, para que puedan ser reportados con eficacia.

En la Escuela de Periodismo Auténtico 2010, escuchamos del reverendo Jim Lawson—mano derecha y estratega de Martin Luther King Jr. y organizador de los plantones en los mostradores de los restaurantes de Nashville en 1960—durante múltiples sesiones de la escuela. Aquí hay un video realizado por los estudiantes y profesores que estuvieron ahí, y que comparte algo de lo que aprendimos de Lawson en México:

Ha sido a través del reportar sobre las luchas de los pueblos indígenas, movimientos ambientales y laborales, resistencia civil en contra de golpes de Estado, y abusos de los gobiernos y corporaciones que nosotros, como periodistas auténticos, comenzamos a tener una idea sobre cómo librar nuestra propia lucha para desalojar y sustituir a los medios de comunicación oficiales que hacen tanto mal y empeoran la injusticia y represión que desfiguran a las sociedades en cada continente. Hemos hecho esto principalmente en América Latina, en donde tales movimientos han obtenido muchas victorias en la última década. Para nosotros, el reportar sus historias nos ha proporcionado formas para desarrollar estrategias y tácticas para ganar nuestras propias luchas para llevar un periodismo más auténtico al servicio de la gente.

Nuestra salida del miasma mediático de hoy se encuentra en el volver a empezar: la sociedad democrática clama por el retorno a los fundamentos de lo que los antiguos medios de comunicación dijeron ser: el vistazo simple de lo real, la búsqueda de la verdad y la claridad, el periodismo y reportaje de vieja escuela; del tipo que brota de las calles y caminos en donde la gente real vive y trabaja y, con regularidad durante la historia, ayudaron a los ciudadanos a reafirmarnos como capitanes de nuestro propio destino. La historia siempre ha sido escrita por esas luchas, y el momento actual no es diferente.

La sangre de la vida que dio a luz a todas las libertades y democracias en toda la historia han sido los movimientos y luchas de los pueblos.

El camino para un periodismo más auténtico se encuentra al caminar a un lado, aprender y reportar sobre esos movimientos.

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