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El Fuenteovejuna mexicano

Habitantes de Ascensión, Chihuahua expulsan a la policía local


Por Fernando León
Especial para The Narco News Bulletin

30 de septiembre 2010

El jueves 22 de septiembre los medios mexicanos reportaron un acontecimiento que podría mostrar un poco del futuro que le espera a muchas ciudades agobiadas por la violencia generada por la guerra contra las drogas de Felipe Calderón. Los pobladores de la ciudad de Ascensión, Chihuahua, decidieron que habían tenido suficiente con la falta de respuesta del gobierno a los problemas de seguridad que les aquejaban desde varios meses atrás, así como de la constante amenaza de la presencia militar y la impunidad de la que gozan. Se organizaron y decidieron que a partir de ahora su seguridad iba a depender de ellos mismos.

La ciudad de Ascensión, Chihuahua, cabecera del municipio de mismo nombre, y situado a 192 kilómetros al suroeste de Ciudad Juárez, en los últimos meses ha sido golpeada por una oleada de secuestros. La semana pasada el último de ellos culminó con la muerte de dos secuestradores a manos de los habitantes. Ante el secuestro de una joven de 17 años del poblado, los habitantes dieron alcance a los agresores, logrando liberar a la jóven y detener a cinco de los ocho presuntos secuestradores. Tres de los secuestradores fueron detenidos por el personal militar, sin embargo, los otros dos fueron blanco de la impotencia de la población ante la amenaza constante de la que son objeto. Los dos secuestradores murieron en una patrulla de la Policía Federal al impedir que recibieran atención médica luego de intentar lincharlos.

El caso resulta relevante ante el contexto que la población mexicana sufre principalmente en la región fronteriza del norte del país—sin decir que la violencia de la guerra de Calderón no haya afectado a otras regiones y estados del país. Y es que ante la colusión de las “autoridades” con organizaciones criminales—que es lo mismo pero no es igual—el optar por la autonomía de la comunidad no parece tan descabellado. La guerra que el país sufre no tiene el apoyo más que de la clase gobernante, empresarial-banquera, y de los grupos criminales beneficiados por ella. Y esto se comprueba cuando explotan casos como el de Ascensión.

De igual forma, la guerra contra las drogas que ha sumido al país desde 2006, ha servido como pretexto para las incursiones militares en distintas regiones del país. La impunidad de la que gozan los abusos militares a los derechos humanos ha convertido a los militares en uno más de los cárteles que cohabitan en el país. Y el poblado de Ascensión no es la excepción.

Emilio Gutiérrez Soto, es un periodista originario de Ascensión, actualmente se encuentra exiliado en los Estados Unidos por amenazas de muerte directas de parte de los militares de la región. Durante largo tiempo Emilio había reportado los abusos militares a la población local. En su ciudad natal son frecuentes los abusos por parte de los militares que desde 2008 participan en el Operativo Conjunto Chihuhua. La presencia de al menos 10 mil militares en las calles de la región, paseándose con total impunidad, no ha generado más que temor en la población.

En junio de 2008, Alma, amiga de Emilio Gutiérrez, sufrió en carne propia la “guerra contra el narco” de Calderón. Alma, de 16 años entonces, y madre soltera, recibió la “visita” en su hogar del personal militar del destacamento Puerto Palomas de Villa. Los intoxicados y honorables soldados mexicanos buscaban la droga que Alma “escondía” en un cuarto de “cuatro por cuatro, y en donde solo había una mesa y dos sillas, una cama, un trastero y escasos viveres”, Emilio reporta. Cuando un militar de rango mayor ingresó a la habitación y ordenó la retirada de sus subordinados, Alma fue violada por este militar. Un caso recurrente en esta guerra bicentenaria del sexenio de Calderón. Emilio mismo había experimentado una visita de los militares por sus reportajes. La constante amenaza hizo que finalmente huyera de su ciudad natal. Sin embargo, las historias de las visitas militares no siempre llegan a los medios. Y cientos de casos quedan en las pesadillas de los habitantes que las han sufrido.

Ante la violencia e impunidad de los militares y de organizaciones criminales. Los habitantes de Ascensión se demostraron que no tenían que seguir dependiendo de la seguridad que estas “autoridades” les brindaban. Cuando los pobladores de Ascensión pedían la ayuda de las “autoridades” no la recibían, sin embargo, cuando decidieron hacer justicia por sus manos, recibieron la visita de cientos de militares y federales. Lo que queda claro aquí es que el reciente linchamiento fue solo la expresión de lo que sucedió más tarde. No confían más en esas autoridades, y a partir de ahora, el municipio queda sin policía oficial. Los vecinos se encargarán de si mismos. Sin intermediarios.

Ahora su seguridad depende de ellos, y demostrará, como lo hizo en Tepoztlán, Morelos entre 1995-1999; en Tlalnepantla , Morelos en 2004; en Juchitán, Oaxaca en 1982; en San Juan Copala, Oaxaca desde 2006; en San Luis Acatlán Guerrero con la policía comunitaria desde 1995; en los Municipios Autónomos de Chiapas desde 1994, los cuales tienen una población de más de 400,000 personas, que los ciudadanos organizados pueden ser mucho más eficaces que una policía impuesta por “autoridades” ajenas a las necesidades de la gente local.

A pesar de ser casos tan distintos, y en contextos muy distintos, el reciente caso de seguridad autónoma de Ascensión es una expresión de lo que la violencia producto de la guerra de Calderón puede llegar a generar. Que ante la indefensión de los ciudadanos frente a los abusos de grupos criminales, policiales y militares se organicen entre ellos para decidir lo que es mejor para sí.

¿Quién sacó a la policía de Ascensión?
Ascensión
¿Quién es Ascensión?
Todo el pueblo, Señor.

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