English | Español | August 15, 2018 | Issue #60 | |||||
La Guerra Desigual en las Calles de Honduras“Ellos son los únicos que utilizan la violencia,” declara sobre el Régimen Golpista la Dirigente de Derechos Humanos, Bertha Oliva, en el segundo día del Regreso de ZelayaPor Jeremy Kryt
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Mel Zelaya se dirige a una multitud de miles frente a la Embajada del Brasil el lunes. D.R. 2009, Jeremy Kryt. |
Los testigos presenciales indican que los soldados y los policías dispararon gas lacrimógeno, balas de goma y balas reales contra la multitud.
“Fué brutal,” dijo el organizador de la resistencia, Juan Barahona, director de El Bloque Popular. “Yo estaba afuera de la embajada cuando la policía comenzó la dispersión. Después nos reorganizamos y marchamos por algunos de los barrios pobres. Pero la policía nos atacó ahí también.”
El día anterior se habían congregado miles frente al Consulado de Brasil en la Colonia Palmira, para dar la bienvenida al Sr. Zelaya con cantos y canciones. El gobierno de facto había impuesto un toque de queda que empezó a las cuatro de la tarde, además cortó la electricidad de la Embajada; sin embargo, los partidarios de Zelaya permanecieron en las calles toda la noche, desafiando las órdenes de dispersarse.
Este periodista pasó la mayor parte del lunes dentro de la embajada con el Sr. Zelaya. El depuesto presidente se dirigió a los miles reunidos afuera, instándolos a seguir la resistencia no violenta contra “Los Golpistas.”
“Continuaremos con la lucha por la democracia,” dijo Zelaya mientras la multitud expresaba su deseo de una nueva Constitución. “Esta vez no me agarrarán dormido,” bromeó Zelaya refiriéndose al episodio del 28 de junio cuando los militares lo sacaron del país en pijama.
“Manifestantes que apoyan al Presidente Zelaya siendo detenidos por la policía antimotin a unas cuadras de la Embajada de Brasil el miércoles. Unos minutos después de que esta fotografía fue tomada la policía lanzó gas lacrimógeno directo a la multitud—en vez de dispararlos por encima de ellos—y comenzó a golpear a los manifestantes pacíficos.” D.R. 2009 Jeremy Kryt. |
“Estos matones pueden entrar en mi casa y hacer lo que quieran,” dijo un vecino desconcertado mientras cargaba sus objetos de valor fuera de escena. “Me tratan como un criminal sólo porque vivo cerca de la Embajada.”
Al parecer los “matones” pudieron hacer todo lo que quisieron en la capital el martes. Por mencionar solo un ejemplo: Las oficinas del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) fueron atacadas sin provocación alguna cuando la policía disparó gases lacrimógenos al interior del edificio.
“Ellos quieren que renunciemos a nuestras investigaciones,” dice la coordinadora de COFADEH, Bertha Oliva, “porque tienen miedo de las pruebas que tenemos contra ellos.”
Llegué a COFADEH unos diez minutos después del ataque, mientras la gente todavía estaba afectada por el gas. “Ni las bombas ni las balas nos disuadirán,” dijo Oliva. “Nos negamos a ser intimidados.”
Más tarde ese día, Oliva me dijo que solamente COFADEH había documentado 36 heridos el martes, muchos con moretones y heridas abiertas por las macanas de los policías. También informaron de al menos dos muertes. El diputado Ponce estima en 172 el número de heridos. Reportes independientes indican que alrededor de 350 personas fueron arrestadas y llevadas al estadio de futbol Villa Olímpica.
Sin embargo, la cifra oficial de la policía es muy diferente. Según sus números, sólo hubo 23 arrestos, 10 heridos y ningún muerto. Los oficiales de policía también dejaron en claro sus intenciones con Zelaya.
El coronel de Inteligencia de la Policía, Samuel Mengiver, dice: “En el momento en que pise el exterior del edificio, se va directo a la cárcel.” ¿Y si Zelaya no sale por voluntad propia? “Estamos listos para sacarlo de ahí a la fuerza,” dijo el coronel. “Estamos esperando la orden.”
La policía atacó a la multitud con granadas de gas, palos y pistolas. Periodistas encontraron casquillos de balas de nueve milimetros en la calle después. D.R. 2009 Jeremy Kryt. |
“Solo estábamos caminando al trabajo,” dijo Aaron Antonio mientras sangraba profusamente por las múltiples heridas de la cabeza. “No puedo entender por qué nos atacaron.” De mi teléfono celular llamé a una ambulancia, pero para cuando llegó, el compañero de Antonio ya había perdido la conciencia. Los ojos del joven se negaban a dilatarse y vomitaba mientras yacía en la cuneta.
“La gente ya ni siquiera puede caminar por las calles en paz,” me dijo Bertha Oliva. “La gente está siendo golpeada simplemente por salir a la calle. [La policía] los caza como si fuera deporte. ¿En que clase de país se ha convertido?”
Para el momento en que llegué a la Embajada, la multitud se había dispersado. Policías y militares enmascarados acordonaron la calle, prohibiendo el paso incluso para periodistas internacionales y trabajadores de derechos humanos. Unas horas más tarde, llegó una camioneta con altavoces enormes dirigiendo música en volumen alto hacia el edificio.
Manifestantes responden a la brutal represión de la policía en Tegucigalpa D.R. 2009 Jeremy Kryt. |
En la tarde del martes, se les permitió la salida de la embajada a 85 personas. Unas 70 personas más—incluyendo a la esposa de Zelaya y a sus nietos—permanecen en el interior. Mientras tanto, el movimiento de resistencia no muestra signos de apacibilidad.
“Estaremos en las calles de nuevo mañana,” dijo Juan Barahona. “No nos rendiremos hasta que Zelaya regrese a la presidencia.”
Cuando se le preguntó lo que pensaba sería la respuesta probable de las autoridades, Barahona admitió que bien podría ser más de lo mismo. “La policía no nos tolerará. Seguramente nos volverán a atacar. ¿Pero que otra cosa podemos hacer? Esta sigue siendo una lucha desigual.”
Poco después de ser rechazada por la policía cuando intentaba llevar agua y alimentos a la Embajada de Brasil, Bertha Oliva, hizo eco de la opinión del Sr. Barahona. “Se trata de una guerra unilateral,” dijo señalando a los oficiales enmascarados. “Ellos son los únicos que utilizan violencia.”