A 10 años de la matanza de Acteal: gobiernos, medios masivos y académicos intentan evitar la responsabilidad del Estado
Desde el jueves, con presencia de defensores de derechos humanos, se desarrolla el Encuentro contra la impunidad en esa comunidad
Por Juan Trujillo L.
Especial para The Narco News Bulletin
22 de diciembre 2007
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México.- Este sábado 22 de diciembre se cumplen 10 años de la matanza ocurrida en la comunidad indígena de Acteal, y como herida abierta en la memoria nacional e internacional, las víctimas sobrevivientes siguen demandando justicia.
La fecha tiene alto contenido simbólico para indígenas de la organización Las Abejas, el municipio autónomo zapatista de Polhó y también para los gobiernos estatales, federal que también cargan con los actos, omisiones e impunidad de sus antecesores.
En un contexto de creciente ambiente contrainsurgente por parte del Ejército mexicano y grupos paramilitares alrededor de las comunidades rebeldes, y con el objetivo de combatir la impunidad, se está desarrollando desde el jueves pasado el Encuentro contra la impunidad en ese lugar.
Este esfuerzo, -en el que participan activistas, más de 45 organizaciones promotoras de la paz, defensores de derechos humanos y testigos-, que busca exponer los testimonios y evidencias de la matanza, se suma también a la batalla que dio inicio, desde el pasado mes de noviembre, a causa de la sesgada forma como algunos medios masivos de comunicación, intelectuales y gobiernos, han intentado crear una “nueva” versión sobre los hechos acontecidos hace una década.
Se trata de una versión “revisada” que desde poco más de un año, se impulsa desde la relectura del Libro Blanco de Acteal (1998) publicado por la Procuradora General de la República (PGR) y defensa jurídica de los 86 paramilitares presos por parte del Centro de Investigación y Docencia Economicas (CIDE), acogiendo en su clínica jurídica al equipo de abogados del senador panista Eric Hugo Flores (miembro de la Iglesia presbiteriana), con el respaldo de Ricardo Raphael de la Madrid, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y sobrino del ex presidente Miguel de la Madrid. Esta acción, se basa también en el libro inédito Acteal, la otra injusticia, escrito por Alejandro Posadas, de la División de Estudios Jurídicos del CIDE. Esta versión, recaba los testimonios de cinco de los asesinos confesos para asegurar que sólo eran nueve los homicidas y que los atacados eran “zapatistas” y no población civil reunida en ayuno y oración en la ermita.
Varios medios de comunicación, especialmente televisivos, han difundido esa versión. Tal es el caso del Canal 11 estatal, que el pasado martes en su programa Espiral durante el horario estelar, organizó una discusión titulada Acteal: la injusticia de la justicia, con la participación del periodista y académico Héctor Aguilar Camín (quien desde noviembre ha escrito textos sobre el tema en la revista Nexos, cuya base es esta “nueva” historia), la investigadora Ana Laura Magaloni y el abogado Javier Cruz Angulo, ambos del CIDE. En ese programa, los participantes cual si hubiesen estudiado un guión llegan al consenso de que los “zapatistas estaban armados, y había zapatistas homicidas”.
Por su parte, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (CDHFBC), dio a conocer el informe Acteal a 10 años, recordar para no olvidar sobre la matanza, en el cual señala que “el Estado mexicano es responsable de la masacre, por una política encaminada a cometer ataques sistemáticos en contra de la población civil, con el fin de debilitar el apoyo al EZLN”. Este trabajo, hace especial énfasis en los testimonios de los cerca de 200 sobrevivientes que declararon ante las instancias judiciales.
En resumidas cuentas, según el informe del CDHFBC del jueves pasado, el saldo de esa matanza operada por grupos paramilitares terminó con el asesinato de 50 seres humanos; nueve niñas, seis niños, 21 mujeres, cinco de ellas embarazadas, nueve hombres, la mayoría mol, ancianos. Esta estela de muerte dejó también 50 niños huérfanos, cuatro heridos quedaron discapacitados permanentemente y múltiples desplazamientos masivos de indígenas.
De las 45 necropsias, 20 cuerpos tenían lesiones producidas por armas punzocortatnes, 15 de los 20 correspondían a mujeres, doce de estas muertes fueron a consecuencia de dichas lesiones, incluyendo en algunos casos machacamiento de cráneo, y uno de los cuatro cadáveres de las mujeres embarazadas presentaba como causa de muerte la exposición de víscera abdominal al medio ambiente por herida cortocontudente penetrante.
En ese mismo informe, como también destaca Blanche Petrich, en la edición del viernes del periódico La Jornada, Alberto Ruiz Pérez, sobreviviente de la masacre, narra que “cuando murieron las mujeres, un hombre les quitó su nagua, su ropa y lo echaron palo en su nalga a las mujeres (...). Había una mujer embarazada María Gómez Ruiz de Quextic y ya muerta lo cortó su estómago, tenía un cuchillo, lo abrió la panza y murió el niño ahí dentro de la panza de la mujer”.
Esta y otras declaraciones son las que se están difundiendo en el Encuentro contra la impunidad que culmina este sábado 22, día del aniversario de la matanza.
“Evitar otro Acteal”: intelectuales y activistas
En el contexto de el Coloquio Internacional titulado Planeta Tierra: Movimientos antisistémicos en memoria del historiador y sociólogo Andrés Aubry y cuya clausura exitosa fue apenas el lunes pasado, decenas de activistas y académicos entre ellos Pablo González Casanova, Sylvia Marcos, Enrique Dussel, Jorge Alonso, Carlos Rojas Aguirre, Jean Robert, John Berger, Naomi Klein y el sacerdote belga Francois Houtart denunciaron que 56 campamentos militares, unidades de fuerza especiales y la reactivación de grupos paramilitares, como el de la Organización Para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (Opddic), agreden y amenazan desde los meses recientes a los pueblos zapatistas. Y advirtieron: “no se puede permitir un nuevo Acteal en tierras mexicanas. No se puede orillar a los pueblos a defenderse de la violencia con la violencia”.
La declaración señala también: “Con las comunidades zapatistas, nos comprometemos a estar vigilantes del desarrollo de los acontecimientos y llamamos a todos los hombres y mujeres de buen corazón, de México y del mundo, a estar atentos de lo que aquí suceda y a manifestar abiertamente su solidaridad con estas y estos indígenas que han renovado la esperanza de que otro mundo es posible”.
El comunicado de los participantes al coloquio y leído por Ernesto Ledesma, director del Centro de Investigaciones Políticas Sociales y Económicas (CAPISE), dirigido al pueblo de México y a los pueblos del mundo, recuerda que “Desde el 10 de enero de 1994, el EZLN se comprometió con la sociedad civil mexicana a que, de manera unilateral, frenaría cualquier actividad bélica. A 14 años de esa decisión, el EZLN, a pesar de la presencia hostigadora del ejército federal mexicano, que tanto daño ha hecho a la vida de las comunidades indígenas chiapanecas; a pesar de la formación de grupos paramilitares; a pesar de la masacre de Acteal; a pesar de todo, ha hecho honor a su palabra. En este tiempo, poniendo en práctica el mandar obedeciendo, ha construido una de las experiencias más esperanzadoras del mundo: las juntas de buen gobierno, las cuales han logrado mejorar el nivel de vida de las bases de apoyo zapatistas y realizar el ejercicio de gobierno que ya es un faro en la lucha por la emancipación humana, su ejemplo de lucha pacífica es universal”.
En ese contexto, el subcomandante Marcos pronunció su última intervención del coloquio, al que tituló “Sentir el rojo; el calendario y la geografía de la guerra”. Explicó por qué: “como hace tiempo no ocurría, nuestras comunidades, nuestras compañeras y compañeros, están siendo agredidas. Ya había pasado antes, es cierto. Pero es la primera vez desde aquella madrugada de enero de 1994 que la respuesta social, nacional e internacional ha sido insignificante o nula. Es la primera vez que estas agresiones provienen descaradamente de gobiernos de supuesta izquierda, o que se perpetran con el apoyo sin tapujos de la izquierda institucional”.
Por último comentó que: “quienes hemos hecho la guerra sabemos reconocer los caminos por los que se prepara y acerca. Las señales de guerra en el horizonte son claras. La guerra, como el miedo, también tiene olor. Y ahora se empieza ya a respirar su fétido olor en nuestras tierras”, concluyó en el Coloquio.
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