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En Quintana Roo, Marcos se encuentra con un estado en marcha

El Subcomandante zapatista escucha las historias locales que hablan de luchas incansables y ansias de un cambio


Por Teo Ballvé
El Otro Periodismo con la Otra Campaña

20 de enero 2006

“En las cárceles y en los cementerios están los que luchan por la justicia, los luchadores sociales, y en los puestos gubernamentales están los criminales” dijo el Delegado Zero Marcos en un mitin con simpatizantes el domingo en la ciudad de Chetumal, capital de Quintana Roo. “Debería ser al revés, y eso es lo que les digo a los agentes de gobernación, va a llegar el día en que va a ser al revés”. Hasta que esto ocurra, Marcos animaba a los que escuchaban a “no rendirse y seguir sus luchas”. Durante el día se encontró con simpatizantes y adherentes a la “Otra Campaña”entonces pudieron compartir con él sus historias sobre luchas locales.

En un encuentro, más tarde en la noche, en el parque de La Alameda, su primer acto público fuera de Chiapas en años, se identificó con las luchas de las que había oído hablar durante el día a lo largo de las reuniones. Dijo al público de unas 700 personas, que no había ido allí para liderar los movimientos que han luchado duro y largo tiempo en la zona, sino para aprender de ellos, porque lo zapatistas “necesitan su ayuda”.

“Hay mucho dolor acá”, dijo. “Hoy escuché muchas historias sobre el dolor”. Específicamente, mencionó el dolor de los indígenas mayas campesinos de Nicolás Bravo, el embargo ilegal de cientos de hectáreas del ejido Chetumal y los violentos esfuerzos del estado contra la comunidad junto a la playa, de Mahahual, la cual está luchando contra la toma de sus tierras.

El campo no se vende

Dos campesinos de Nicolás Bravo fueron los primero en hablar con el Subcomandante en el primero de dos encuentros, el cual tomo casi todo el día. Más miembros del ejido hubieran asistido al encuentro peor, como si fuera un reloj, camiones enviados por el PRI (Partido Revolucionario Institucional), llegaron a la comunidad esa mañana para distribuir comida, mantas, ropas y despensas, o limosnas, para convencer a los campesinos de quedarse.

Determinados a no perder esa entrevista personal con Marcos, los campesinos llegaron a Chetumal para explicar los problemas que enfrentan las personas de su ejido.

El más joven de los dos campesinos empezó: “mi preocupación personal es sobre el Artículo 27 de la Constitución, que reformó los temas agrarios. Y aquí, en Quintana Roo, muchos ejidos han estado realizando reuniones para ver si entran en el Procede (Programa de Certificación de Derechos Ejidales) y muchos indígenas no quiere entrar en ello. Y no todos los ejidos están aceptando la propuesta del estado. Entonces yo quiero preguntarle qué haría este proyecto en nuestra comunidad.”.

Marcos explicó “desde la reforma de Salinas, después seguida por Zedillo y Fox, el gobierno ha estado poniendo fin a los ejidos y las propiedades comunales… convirtiéndolas en tierras que pueden ser vendidas y compradas. Y entonces empieza la ofensiva económica del gobierno que empobrece a los campesinos, hasta que ellos no tienen nada más que su tierra. La reforma permite a la gente comprarla y venderla, pero los campesinos son pobres y no pueden comprar, lo que sólo les deja la opción de vender. Entonces la gente vende”.

Apretados alrededor de la pequeña mesa, el intercambio sobre el Procede continuó 20 minutos: hablaron sobre la historia mexicana, asuntos de la tierra, la experiencia zapatista y los conflictos con el gobierno. “Antes, la tierra no pertenecía a quien la trabajaba” dijo Marcos, “ahora la situación es la misma. La tierra no es más para quien la trabaja. En aquellos años se levantó el General Emiliano Zapata, ahora es nuestro turno de luchar por nuestra tierra”.

Los campesinos preguntaban por turnos, afirmando con la cabeza las respuestas del Delegado. El hombre mayor explicaba que cada vez que la comunidad ha intentado organizarse ella misma de manera independientemente de los partidos políticos, el gobierno hace operativos para pararlos o más apoyos económicos, y entonces todos se quedan quietos”.

“¿Eres tu Marquitos?”, preguntó otro, un campesino mucho más viejo. “Si”, respondió el zapatista. “Bueno, bien entonces, por 30 años hemos estado luchando, y ya estamos cansados. Y no hay ayuda”. El hombre mayor empezó a hablar sobre como, no importa el gobierno que esté, nunca hay cambios en su comunidad. Su frustración creció más y más cuando hablaba de los políticos que pidieron el apoyo de su comunidad. Finalmente pareció que ya no pudo más y comenzó a sacar tarjetas de propaganda electoral de su bolsillo. Enfadado empezó a tirarlas una a una sobre la mesa, enfrente del Subcomandante mientras maldecía los nombres de los políticos.

¡Tierra si! ¡Aviones no!

De hecho, conflictos de tierra y los decadentes partidos políticos de México fueron temas recurrentes. En el medio de los conflictos de tierra más calientes de la zona, está una controversia sobre la expansión del Aeropuerto Internacional de Chetumal. El aeropuerto fue construido en los años 40, pero los campesinos desplazados que vivían en las tierras ejidales donde ahora está el aeropuerto nunca fueron compensados por sus tierras. Bajo el lema “San Salvador Atenco marcó el camino”- en referencia a la exitosa oposición por parte de los campesinos a la construcción de un aeropuerto internacional en las afueras de la Ciudad de México- los campesinos del ejido Chetumal están demandando la compensación por las 229 hectáreas que fueron tomadas ilegalmente.

Después de encontrarse con los campesinos en 2001, el entonces gobernador, Joaquín Hendricks Díaz, dijo a El Día que el aeropuerto fue la pieza central de sus planes para “integrar con Belice, Guatemala y Centro América y cumpliría la larga aspiración de hacer de Chetumal el corazón estratégico del mundo Maya”.

La implementación del Plan Puebla-Panamá (PPP) – una iniciativa del Banco mundial para Centro América y sur de México – pide la expansión del aeropuerto de Chetumal, y así la ciudad podrá servir como centro regional para el comercio y el turismo. El movimiento para extender el aeropuerto bajo los auspicios del PPP sólo envalentonó las demandas de los campesinos. “PPP no es más que una perfecta definición de los intereses de unos pocos extranjeros en nuestro país” dijo Álvaro Marrufo, quien llegó para hablar con Marcos como representante del ejido Chetumal.

Marrufo dijo a la gente que la intención del gobierno es expandir y entonces privatizar el aeropuerto y que a pesar del bonito beneficio que seguramente cosechará la venta, la comunidad se quedará sin su tierra. “Pienso que es obvia la intención de los gobiernos federales y estatales de Quintana Roo de echarnos de la tierra para su comercialización y futura venta con jugoso beneficio para las corporaciones transnacionales”.

Recientemente, el gobierno tomó 90 hectáreas de tierra del área residencial que rodeaba al aeropuerto. Una vez más, dice Marrufo, los procedimientos correctos les fueron totalmente indiferentes, y los residentes fueron forzados a tomar un pago ínfimo. “Es un esfuerzo claro de tomar nuestras tierras, esta tierra ha sido ilegalmente comercializada por la agencia del estado que es la autoridad que debería, por ley, estar luchando por nuestros derechos como ejidatarios”, añadió.

Fernando Cortés de Brasdefer, un arqueólogo que hospedó al Delegado Zero y las reuniones en su casa, comentó: “Los campesinos han decidido no ceder un paso en esto, porque no han sido pagados, hasta entonces, su lucha continuará”.

“Cuando el gobierno me ve llegar, cierran la puerta”

El pueblo costero de Mahahual enfrenta un problema similar. En 1979 un grupo de familias formaron juntos a la Asociación Hermanos Flores Magón para levantar una lucha contra los robos de su tierra por parte de los promotores comerciales cuando el boom turístico comenzó a extenderse entre Cancún y Chetumal. Un brazo de tierra fue vendido a Isaac Hamui Abadí, un exitoso promotor con vínculos con el gobernador Joaquín Hendricks Díaz. Abadí ya había construido un muro alrededor de su propiedad para prevenir que los residentes de Mahahual llegaran a la playa por sus tierras.

Uno de los líderes de la Asociación, Sergio Benjamín Carvajal Rejón, enseñó un montón de cartas enviadas a las autoridades del estado pidiendo que el gobierno actuara para resolver el conflicto. Ese montón tenía también un pequeño número de cartas de respuesta. Una respuesta del gobierno del estado decía que era “técnicamente” y “legalmente imposible” intervenir. Otra carta, escrita por Carvajal, denunciaba la campaña de violencia e intimidación dirigida a losa miembros de la Asociación.

Carvajal dijo a la audiencia de la reunión: “Cuando todos ustedes se vayan” dijo, mirando a la prensa y a la mesa donde Marcos estaba sentado, “cuando la prensa se haya ido, cuando todo esto acabe y cada uno regrese su casa, estaremos aquí para recibir la represión que le gobierno, operativos políticos y aquellos en acuerdo con el gobierno seguramente nos lanzarán.”.

Carvajal añadió que la gente de Chetumal está forzada constantemente a una confrontación con el gobierno y necesitan tener maneras de comunicación que puedan alertar al resto del país y del mundo sobre “la carga de represalias e injusticias que el gobierno nos manda”. Una de las mayores reclamaciones, además de la violencia directa contra él y sus colegas, fue que el gobierno literalmente los niegan la entrada: “cuando me ven llegar, cierran la puerta de los ministerios públicos como si estuvieran cerrados”.

Una puerta se cierra, otra está abierta

En Chetumal, y en el resto de Quintana Roo, al Delegado Zero le están contando sobre ésta y otras luchas que la gente del estado está llevando a cabo. Aquí no hay escasez de historias para el Subcomandante, historias de y sobre gente luchando desde abajo y a la izquierda. Él viene a esta tierra de los mayas para traer la misión más nueva de los zapatistas delineada en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona:

“Lo que vamos a hacer es preguntarles cómo es su vida, su lucha, su pensamiento de cómo está nuestro país y de cómo hacemos para que no nos derroten… según lo que vamos escuchando y aprendiendo, vamos a ir construyendo… un programa nacional de lucha, pero un programa que sea claramente de izquierda o sea anticapitalista o sea antineoliberal, o sea por la justicia, la democracia y la libertad para el pueblo mexicano”.

En el escenario del parque La Alameda, Marcos, con calma, dijo a la gente: “tenemos que decidir si vamos a continuar con un país que nos excluye, o si vamos a construir uno diferente. Ésta es la otra opción”. Y aclaró: “No venimos aquí para invitarlos a matar o morir sino que venimos aquí para… organizarnos junto con ustedes para que no se repita un primero de enero de 94, para que nunca nadie más tenga que tomar un arma, taparse el rostro y cambiarse el nombre, para que lo vean”.

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