En negativo
Sobre la oposición en el gobierno de Uribe y otros “exabruptos contra el orden establecido”
Por Laura del Castillo Matamoros
Columnista Editorial de The Narco News Bulletin
22 de febrero 2005
“La oposición, los que disientan de las ideas del gobierno o de su partido, serán protegidos con el mismo cuidado que los amigos o partidarios del gobierno”
Alvaro Uribe Vélez
En estos días, después de analizar, con mayor objetividad y sin apasionamientos, la gestión del presidente Uribe en estos dos últimos años, es posible concluir que, al final, las políticas sociales, económicas y la concepción de bseguridad impuestas durante su mandato no son tan inadecuadas, ineficaces y peligrosas como se podría pensar.
Pues sí, estimados lectores, es que definitivamente uno como colombiano debe recapacitar. Debe hacer un esfuerzo por dejar atrás todo pensamiento negativo frente a la labor del presidente; debe derrotar el pesimismo para empezar a detallar a fondo los aspectos positivos de su gestión: la seguridad en las carreteras, que permite viajar tranquilos a los colombianos, comerciantes y extranjeros decentes ha incrementado el turismo y además ha vuelto a generar confianza en los inversionistas extranjeros. Los secuestros, homicidios y masacres han disminuido, milagrosamente, gracias a la política de seguridad democrática.
La economía a nivel macro ha presentado también una gran mejoría: se han asignado más cupos para educación básica y universitaria. Además, el año pasado fueron afiliadas 3 millones 553 mil personas de escasos recursos al régimen subsidiado de salud. Todo esto, por supuesto, según las cifras oficiales traen tanta alegría a los colombianos y que deberían hacer reaccionar a todas las “ovejas descarriadas”.
Y es que este país, desde que Uribe llegó al gobierno, inevitablemente recuerda a esas casitas de muñecas con las que uno jugaba en la infancia, en las que todo funcionaba de una manera perfectamente sincronizada y donde todos sus habitantes se colaboraban entre sí (en nuestro caso, gracias a las redes de informantes, la policía comunitaria y los soldados campesinos, programas implementados por el gobierno para que la sociedad civil colombiana también forme parte activa de la lucha contra el terrorismo).
Entonces, en medio de este “retorno a la esperanza”, es posible preguntarse por qué hay quienes se oponen al gobierno de Uribe. ¿Pretenden acaso desestabilizar la patria? ¿Son guerrilleros? ¿Agitadores tal vez? ¿Personas que sesgadas por su militancia política sólo pretenden desprestigiar al gobierno? A continuación se enumerarán varios de estos ejemplos a no seguir por los colombianos de moral intachable.
Los Herejes
La oposición en el Congreso: Sin duda alguna, una verdadera vergüenza para la noble clase dirigente de nuestro país. La conforman parlamentarios como Carlos Gaviria de Alternativa Democrática, Piedad Córdoba del Partido Liberal, Antonio Navarro Wolf del M-19 y Samuel Moreno del Polo Democrático, entre otros. Siempre se les ve por ahí cuando llega el momento de criticar cualquier medida política del presidente: que no les gusta que el gobierno de Estados Unidos nos “ilumine” con sus continuas intervenciones en los asuntos internos del país; que consideran que las reformas del gobierno a las leyes son antipopulares y antidemocráticas; que proponen la solución política negociada del conflicto armado (pero por favor, entiendan que el presidente ya dijo que no se podía hablar de “conflicto armado” sino de “amenaza terrorista”); que el Plan Colombia ha generado más inversión en la guerra, que en programas sociales. Así mismo, pretenden luchar por la defensa de las libertades democráticas. Además andan apoyando cuanta movilización popular hay por ahí. Simplemente abominable. Y el peligro más grave es que esta gente está cada vez más unida. De hecho, ya el Polo Democrático y la Alternativa Democrática han decidido fundir sus objetivos políticos con el fin de nombrar un candidato único, entre Samuel Moreno y Carlos Gaviria, para enfrentar al presidente Uribe en las elecciones del 2006.
Pero ¿hasta donde piensan llegar? ¿Por qué no se dedican a trabajar para mantener a salvo los intereses de la patria? ¿Por qué esta gente tan negativa no toma ejemplo de congresistas como Yidis Medina, quien después de haber anunciado en público que votaría contra la reelección se dejó arrastrar a última hora por un repentino ataque de fe que la hizo cambiar de opinión? Hay que ver los beneficios políticos que ha conseguido gracias a su optimismo. Pero claro, como Carlos Gaviria insiste en decir que “ofrecer beneficios a cambio de votos es un delito de cohecho”... es que definitivamente hay parlamentarios testarudos. Y todavía se queja Piedad Córdoba de que su página web esté recibiendo ataques. Y todavía se alertó, el 23 de agosto del año pasado, Alexander López Maya -Representante a la Cámara por el departamento del Valle-, por encabezar la lista de líderes políticos, sindicales y de derechos humanos, que serían asesinados con el fin de cumplir el objetivo principal de un plan diseñado por militares activos y en retiro, mejor conocido como “Operación Dragón”. Pero, ¿por qué tanto escándalo? Si estos héroes de la patria sólo quieren garantizar nuestra seguridad, porque es que hasta subversivos serán esos parlamentarios.
Organizaciones de derechos humanos: Entre ellas se encuentran la Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), la Asociación de Familiares de desaparecidos (ASFADDES) y la Comisión Colombiana de Juristas. Andan supuestamente “reflexionando”, “pensando el país”. Supuestamente su función es promover los derechos humanos y denunciar los atropellos cometidos contra los mismos. Durante el gobierno del presidente Uribe, no han hecho sino criticar su política de seguridad democrática y la labor de la fuerza pública. A mediados de abril del año pasado formaron todo un escándalo debido a que miembros del ejército asesinaron “accidentalmente” a una familia de campesinos en Cajamarca (departamento del Tolima). Si es que les cuesta trabajo entender que un país también madura a partir de sus “errores”. Deberían aprender del presidente, que siempre pone “buena fe” en todo lo que hacen quienes están bajo su mando, como lo dejó ver en una declaración de aquel entonces: “Estoy convencido de la buena fe del ejército en esa equivocación”. Además, nunca se sabe, tal vez sería una familia de guerrilleros, como las que caen en las detenciones masivas; y además, recuerden ustedes, apreciados lectores, que, según el presidente, las ongs son “voceras del terrorismo”. Lo peor es que insisten en que deben existir porque, supuestamente, un verdadero gobierno democrático se fortalece más gracias a sus críticos. Y todavía se extrañan de que en estos dos últimos años hayan sido asesinados o desaparecidos 33 defensores. Es que, con esa actitud tan negativa, tan destructiva, a las fuerzas oscuras del Estado, no les queda más alternativa que hacer su trabajo.
El movimiento social que agrupa a campesinos, indígenas y afrocolombianos: Las calamidades del subdesarrollo, señoras y señores. Actualmente estos personajes se están quejando por que el gobierno presentó una reforma constitucional con la que se eliminaría la acción de tutela para defender los derechos colectivos, ambientales, sociales, económicos y culturales (ay, sí, es que tanta queja es francamente inaguantable). Proponen que se lleve a cabo una reforma agraria más justa donde no sean sólo los latifundistas quienes posean las tierras de alta calidad agrícola; que se detengan las fumigaciones, porque supuestamente están acabando con el medio ambiente y generando trastornos en la salud de los miembros de las comunidades; que se le de menor prioridad a los megaproyectos viales, hidroeléctricos o petroleros y más importancia a la protección del ecosistema. Además, aseguran que a raíz del despojo violento de sus tierras por parte de los paramilitares, se han visto obligados a huir de sus tierras y que a diario sufren los asesinatos de miembros de sus comunidades, especialmente de sus líderes. También se quejan de ser hostigados frecuentemente por diferentes grupos guerrilleros y de que no cuentan con la protección del gobierno en este aspecto…
¿Es que acaso no saben que la tierra es de aquel que la haga producir en grandes cantidades, con tecnología de punta, o sea, la que tienen los latifundistas? ¿No son conscientes de que, gracias a las fumigaciones, miles de jóvenes y niños norteamericanos van a dejar de consumir drogas (pues sí, eso se está diciendo desde hace años, y qué)? Además, ¿como que no se le debe dar prioridad a los megaproyectos, si la inversión extranjera ha sido la clave del progreso de este país? Por otra parte, si no se construyen carreteras, ¿como podría organizar el gobierno sus alegres caravanas de turistas y comerciantes? ¿Cómo quieren que el gobierno invierta pie de fuerza en su protección cuando hay que ocuparse de proteger los bienes de las transnacionales extranjeras que creen en el país? Es que definitivamente estos señores nos quieren someter al atraso… más bien deberían optar ya por venirse a las ciudades donde hace falta tanto obrero, tantos niños que limpien vidrios en las calles y tantas empleadas de servicio. O si no, deberían entrar a formar parte del programa de soldados campesinos. Es más, en el caso de las comunidades indígenas, deberían permitir que sus autoridades se enlacen a las fuerzas militares, tal como se lo planteó el gobierno (que, en palabras del presidente Uribe, no piensa permitir extraterritorialidades) a la Guardia Civil de los indígenas paeces del Cauca, que por supuesto no aceptó la propuesta. ¡Qué increíble incapacidad para no ver la cara positiva de las cosas!
El movimiento sindical: Con todo lo que se necesita invertir en la guerra y estos holgazanes exigiendo mejores sueldos y condiciones laborales dignas. ¡Hábrase visto! ¡Qué falta de consideración!. Actualmente su pelea es contra la privatización de las empresas públicas. Es el caso de la Unión Sindical Obrera de la industria del petróleo en Colombia (USO), que está empeñada en permitir que esto no suceda con ECOPETROL (Empresa Colombiana de Petróleos). Otro tanto ocurre con SINTRAEMCALI (Sindicato de Trabajadores de EMCALI), que pretende oponerse a que EMCALI (Empresas Municipales de Cali) se maneje a través de finanzas privadas. Dicen que no sólo cuestionan la pérdida de los derechos laborales generada por estas medidas, sino la voracidad de las firmas extranjeras que se quieren adueñar de las empresas que, según ellos, son propiedad de todos los colombianos. Por favor, si antes deberían agradecer que tienen como sobrevivir… es que el presidente tiene toda la razón cuando dice que las prestaciones de esos trabajadores son muy altas, que son unos privilegiados y que por eso se debe liquidar la empresa.
Tampoco simpatizan los sindicatos con la aplicación del Tratado de Libre Comercio y el ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas) que, como el gobierno dice, fortalecerían la economía y el desarrollo de nuestro país. Los sindicalistas, en cambio, consideran que este tipo de alianzas sólo da más privilegios a las transnacionales para que manejen las inversiones a su conveniencia, aprovechándose de los recursos naturales y de la pobreza generalizada, contratando así mano de obra cualificada que no exige una retribución demasiado grande. ¡Cuánto resentimiento social! Si tomáramos como ejemplo el empuje colonizador de los países desarrollados, donde el mundo no tiene barreras (las culturales son las que menos importan), ya habríamos progresado mucho… de verdad.
Además, asumen como un atropello el alza de los impuestos que el gobierno ha establecido sobre los productos básicos de la canasta familiar (del 7 por ciento, el Impuesto al Valor Agregado nada más pasará al 10… no mucho, ¿no?), los servicios públicos domiciliarios, los costos de las matrículas en establecimientos educativos, las tarifas del transporte público, entre otros. Cuestionan el hecho de que a través de estas medidas el gobierno pretenda reinvertir en programas sociales, en lugar de usar para ello el presupuesto destinado a la guerra. Y, por supuesto, alegan que pese a las alzas, no se ha llegado a acuerdos para acordar un posible incremento salarial…
¡Qué manera de quejarse! Ojalá se dieran cuentan de que lo único que pretende el gobierno es enseñarles el valor del trabajo duro y del sacrificio. Nada más deberían darse cuenta de que las grandes sociedades industriales se formaron gracias, entre otras cosas, a que los obreros trabajaban más de 8 horas sin descansar y, muchas veces, sin comer bien. Y hay que ver lo que estas sociedades son ahora. Es que nos hace falta tanto por aprender.
Y todavía hay quienes se escandalizan porque el año pasado se “eliminaron” a 72 sindicalistas en Colombia. Como quien dice, lo que no sirve que no estorbe…
El movimiento por la defensa de la educación: Con todo lo que les ha dado el gobierno y todavía se quejan. ¿Ahí no tienen más cupos para los niños de bajos recursos? ¿Ahí no tienen los computadores para las escuelitas pobres? Pero no, todavía se quejan. Básicamente está conformado por estudiantes de establecimientos públicos, la Federación Colombiana de Educadores –FECODE– (que agrupa varios sindicatos de maestros) y organizaciones no gubernamentales que se ocupan de temas netamente relacionados con la educación en Colombia. Este movimiento exige que se mejore la calidad de la educación pública; que haya mejores condiciones de trabajo para los maestros; que no se cierren las universidades públicas o se reduzca la duración de los pénsum académicos (como es el caso de la Universidad Nacional). A su parecer, los cupos que da el gobierno aún son muy pocos y todavía siguen dejando fuera del sistema educativo a miles de niños, especialmente a los que son víctimas de desplazamiento y a los que tienen limitaciones físicas o mentales. ¿Y qué? Pues que trabajen para que aprendan a ganarse el pan con el sudor de la frente desde pequeños. Y en cuanto a la calidad y las condiciones de trabajo… ya no más… confórmense con lo que hay, que al fin y al cabo la educación pública es un favor, no un derecho.
E igual es todo, el movimiento por la defensa de salud pública se queja por el cierre de hospitales, la falta de recursos médicos y el despido de personal (como si no entendieran que toda reforma en bien de la privatización requiere sacrificios); los periodistas que critican el gobierno alegan que ha subido el índice de atropellos contra la libertad de expresión y que es cada vez más alto el índice de colegas muertos, amenazados y perseguidos (el problema de meter las narices en donde no se debe).
Que gente tan oscura. Por cierto, ojalá dejen de organizar tantas marchas que afean nuestras calles y afectan el tránsito vehicular.
Pero bueno, afortunadamente aún existen colombianos de bien, quienes entienden que en nuestro país –donde todos hoy podemos convivir en armonía– para que no lo maten a uno es necesario ver las cosas positivas de nuestras instituciones y caudillos.
Porque es que, definitivamente, mostrar el lado oscuro se torna incómodo, digamos… en la nación de la uribística felicidad.
Así es…
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