¿No negociamos con terroristas?
Funcionarios de Estados Unidos almorzaron con paramilitares colombianos el mes pasado
Por Luis Gómez
Jefe de Oficina Andina de Narco News
16 de junio 2003
El pasado jueves 12 una noticia sacudió a Colombia y a parte del Congreso en Estados Unidos: funcionarios de la sección política de la embajada estadounidense en Bogotá habrían sostenido un almuerzo con un representante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) el 3 de mayo de este año, de acuerdo a una nota publicada por el diario El Colombiano.
En una nota posterior, del sábado 14, aparecida en el diario El Tiempo, el Departamento de Estado reconoció públicamente que “un funcionario de la embajada se reunió con un asesor civil de las AUC”, pero negó al mismo tiempo cualquier tipo de negociación (era “sólo una reiteración de la política de EU”) con el grupo paramilitar dirigido por Carlos Castaño, acción considerada ilegal que, de acuerdo a las leyes estadounidenses sobre terrorismo, podría acarrear penas de hasta 10 años a los funcionarios del gobierno de Bush.
Luego de conocida la noticia, Jim Foster, portavoz de la Embajada de los Estados Unidos en Bogotá, afirmó categóricamente: “Nosotros no negociamos con terroristas. No hubo negociación”. Sin embargo, algunos medios recibieron la semana pasada copia de un memorándum en el que un miembro de las AUC detalla el encuentro a Salvatore Mancuso, considerado el número dos de la organización, y donde menciona a los funcionarios estadounidenses Alex Lee, Carlos García y Stewart Tuttle.
Un cable de Associated Press fechado el mismo jueves indica que el paramilitar que escribió el documento, conocido solamente como Pablo, afirmaba haber conversado con Lee sobre un trato indulgente para los principales líderes paramilitares de parte del gobierno estadounidense si cooperaban una vez puestos bajo custodia legal de Washington, y que “míster” Lee creía que eran más importantes las negociaciones de paz en Colombia, aunque las demandas de la justicia en Estados Unidos deberían asimismo ser tomadas en cuenta… ¿no era esto una negociación? ¿Era un reiteración de qué política de Estados Unidos? ¿Qué está pasando entre el gobierno de Bush y los paramilitares colombianos?
Charlando con narcotraficantes
El 24 de septiembre de 2002, el Procurador General estadounidense John Ashcroft hizo una declaración dramática en su contenido: “Hoy el Departamento de Justicia está presentando acusación de cargos por tráfico de más de 17 toneladas de cocaína a Estados Unidos y Europa, desde 1997, contra líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia… En la acusación se formulan cinco cargos por narcotráfico contra el cabecilla de las AUC, Carlos Castaño y otros dos miembros. Se incluyen los nombres del comandante militar, Salvatore Mancuso, y de Juan Carlos Sierra Ramírez… Los acusados enfrentarán sentencias hasta de cadena perpetua si son hallados culpables de todos los cargos”.
Las AUC figuran ya en las dos listas más importantes de la agenda internacional de Estados Unidos: la de organizaciones consideradas terroristas y la de los señores de la droga. Su primera denominación, como terroristas, es algo que ya tiene varios años y es conocido de sobra. El pasado 2 de junio fueron ya calificadas como narcotraficantes… ese día un comunicado oficial del gobierno estadounidense estableció que: “El Presidente notificó al Congreso por cuarta vez sobre la lista de narcotraficantes, según la ‘Foreign Narcotics Kingpin Designation Act’ (ley que designa a los capos internacionales del narcotráfico). Este es el primer año en que el Presidente ha incluido grupos extranjeros como capos”... Castaño y su banda aparecen en la lista.
Ahora, el comunicado oficial del Departamento de Estado indica que el almuerzo con Pablo el 3 de mayo pasado fue nada más una reunión de “diálogo” en la que los agentes políticos estadounidenses reafirmaron que “la política de EU es extraditar a colombianos a los que se les haya abierto procesos judiciales en EU y que los violadores de los derechos humanos deber ser juzgados por sus crímenes”...
Sin embargo, un par de meses después de las acusaciones lanzadas por Ashcroft el año, se supo que Carlos Castaño sostiene desde hace tiempo contactos directos con la DEA y otras dependencias del gobierno de Estados Unidos. Y ni qué decir del gobierno del Presidente Álvaro Uribe, que ha conseguido lo que ninguna otra fuerza en el mundo: favoreciendo sus negociaciones directas con las AUC, Uribe logró que la omnipotente administración Bush dejara en el aire los pedidos de extradición de Castaño, Mancuso y Sierra… con quienes mantiene comunicación constante.
Sin ir más lejos, la misma semana pasada Castaño le envío al presidente colombiano una carta en la que hace propuestas para alcanzar un “acuerdo de paz”, como que el Congreso de Colombia comience a discutir una ley de “perdón y olvido” para los líderes paramilitares, o ceder tierras a los paramilitares desmovilizados y entregar a la custodia del Estado a los menores de edad que militan en las AUC. A cambio de esto, Castaño suministraría información para debilitar al narcotráfico: ubicación de rutas de transporte, cultivos ilícitos y datos que revelen los mecanismos utilizados para el lavado de activos y otras actividades ilícitas.
Uribe ya estableció una comisión gubernamental para estudiar la carta. La encabezan el ministro del Interior Fernando Londoño y el alto comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo… quien por cierto recibió copia del memorándum sobre el almuerzo que los hombres de Bush dicen que no fue negociación y no ha dicho nada al respecto. ¿Esto es casual? ¿O es parte de un movimiento más amplio que busca, como afirmó nuestro colaborador Jeremy Bigwood, la legalización de la más corrupta y sanguinaria organización paramilitar de América Latina? ¿Y no será además fácil para Castaño ubicar tanta información clave sobre el narcotráfico porque es parte de él?
Almorzando con el enemigo
En el libro, Carlos Castaño publicó sus memorias ayudado por el periodista Mauricio Aranguren Molina. Mi confesión, un libro que podría (como toda confesión que se respete) ser utilizado en contra del líder máximo de las AUC, tiene pasajes interesantes sobre su participación en el negocio del narcotráfico:
“De vez en cuando uno que otro capo del narcotráfico me soborna y de manera dosificada para que le haga favores…”.
“Pienso que si un narcotraficante desea aportar $50 millones y no es necesario protegerlo o a su negocio ilícito, bienvenido sea. Algunos tienen fincas en una región y buscan seguridad para sus tierras. Se le recibe su dinero en condición de inversionista, no de narcotraficante. Esto sucede en muchas regiones donde la autoridad es la autodefensa y así recibimos US $100.000 o US $200.000 de vez en cuando”.
“La autodefensa es antisubversiva y no ‘antinarca”.
¿Es claro Castaño? Este corresponsal diría que sí, que ni duda cabe de cómo obtendría la información que negocia ya con el gobierno de Colombia… y que, en esa reunión donde Alex Lee no negoció con el “asesor civil” de las AUC (pero prometió indulgencias si se entregaban y cooperaban), la política estadounidense quedó al desnudo: no tienen interés en hacer justicia, no les importan las masacres perpetradas por las AUC ni que Castaño y sus paramilitares sean financiados por el narco… y tal vez, ni siquiera quebrantar sus propias leyes sobre terrorismo y narcotráfico…
Aquel famoso 24 de septiembre de 2002, Ashcroft sustentó las acusaciones presentadas por la administración Bush en contra de los principales líderes las AUC así: “Hoy vemos más claro que nunca la interdependencia que existe entre el terrorismo que amenaza a los estadounidenses y las drogas que amenazan el potencial estadounidense. Como la acusación de hoy nos recuerda, la anarquía que produce terrorismo también es tierra fértil para el narcotráfico que mantiene al terrorismo. Rendirse a cualquiera de estas amenazas es rendirse a ambas”... lo que no parece haber dicho es que estaban en contacto con ellos, que una parte del dinero de los contribuyentes en Estados Unidos se gasta en almorzar con ellos y prometerles “indulgencia”.
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