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Vivir para negarla

¿Estará Gabriel García Márquez escribiendo ficciones cuando habla de legalización?


Por Luis Gómez
Jefe de la Oficina Andina de Narco News

27 de mayo 2003

El lunes 19 de mayo el mundo entero comentó la noticia: Gabriel García Márquez, el famoso escritor colombiano, había abogado por la legalización de las drogas como una solución para los conflictos generados por el narcotráfico y el Plan Colombia sostenido por los Estados Unidos.

El diario El Colombiano, en su edición de ese día, publicó lo que era una transcripción de una conferencia dada por el escritor —asociado con el boom literario del realismo mágico por sus novelas El otoño del patriarca, El amor en los tiempos del cólera, Cien años de soledad y El coronel no tiene quién le escriba, que fue llevada al cine en 1999 con Salma Hayek y otros, así como la reciente y exitosa primera parte de sus memorias Vivir para contarla— mediante un video enviado desde su residencia en la ciudad de México a la Universidad de Antioquía, Colombia, que cumple 200 años de actividad académica. Varias agencias de noticias internacionales dieron cobertura al suceso (como la española EFE y la francesa AFP) y todas coincidían en lo mismo, el conocido Gabo había dicho lo que dijo…

Tanto en los cables fechados el domingo 18 como en el texto de El Colombiano se leía la siguiente frase:

“No es posible imaginar el fin de la violencia en Colombia sin la eliminación del narcotráfico, y no es imaginable el fin del narcotráfico sin la legalización de la droga, más próspera cada instante cuanto más prohibida”.

Bastante sencilla y clara, la idea expresada era sin dudas un alegato pro legalización.

Es un argumento que él ya ha dado en el pasado, pero ya que el autor tiene ahora 76 años y padece severos problemas de salud, las palabras tomaron una importancia mayor y provocaron que el Presidente Álvaro Uribe prefiriera “no comentar” el tema.

Sin embargo, mientras el público apenas iba digiriendo el significado y la importancia de que un Premio Nobel de Literatura hiciera esa afirmación, García Márquez ya hacía declaraciones a Radio Cadena Nacional de Colombia (RCN) negando haber abogado por la legalización, quejándose de la falta de ética en el periodismo actual y yendo más lejos en el tema: “Muy al contrario de lo que me atribuyen los periodistas, estoy contra la legalización de la droga y contra el consumo de drogas… lo que dije es que el drama colombiano consiste, precisamente, en que no resulta imaginable que se produzca el fin del naroctráfico sin que se produzca la legalización del consumo”.

De hecho, el texto íntegro de esas declaraciones de Gabo fue publicado en la primera plana del diario La Jornada en su edición del martes 20, acompañado de su firma, por si alguna duda pudiera quedar. Así, ese martes, nuevamente el mundo “lo sabía”: García Márquez nunca dijo lo que dijo, aunque luego para aclararlo haya dicho que “el drama colombiano consiste, precisamente, no resulta imaginable que se produzca el fin del naroctráfico sin que se produzca la legalización del consumo”. Es decir que el argumento en favor de la legalización no lo era y que lo que pasa, en realidad, es que Gabo no ve otra solución, aunque no le guste la idea de legalizar las drogas…

De lo real maravilloso

“..La polémica sobre la droga no debería seguir atascada entre la guerra y la libertad, sino agarrar de una vez al toro por los cuernos y centrarse en los diversos modos posibles de administrar la legalización. Es decir, poner término a la guerra interesada, perniciosa e inútil que nos han impuesto los países consumidores y afrontar el problema de la droga en el mundo como un asunto primordial de naturaleza ética y de carácter político, que sólo puede definirse por un acuerdo universal con los Estados Unidos en primera línea. Y, por supuesto, con compromisos serios de los países consumidores para con los países productores. Pues no sería justo, aunque sí muy probable, que quienes sufrimos las consecuencias terribles de la guerra nos quedemos después sin los beneficios de la paz. Es decir: que nos suceda lo que a Nicaragua, que en la guerra era la primera prioridad mundial y en la paz ha pasado a ser la última”, adivinen queridos lectores quién firmó estas líneas… ajá... Gabriel García Márquez…

En un artículo titulado “Apuntes para un debate nuevo sobre las drogas”, publicado en la revista Cambio 16 en su edición colombiana, el 29 de noviembre de 1993 (más exactamente en las páginas 67 y 68), Gabo no sólo publicó un lúcido argumento en favor de la legalización, sino que críticó abiertamente los métodos de combate al problema de las drogas y el narcotráfico, la mayoría de ellos impuestos desde Washington, “por el presidente Ronald Reagan en 1982”. Dichos métodos son, afirmó sin dudar García Márquez, “más que la droga misma, los que han causado, complicado o agravado los males mayores que padecen tanto los países productores como los consumidores”.

Pero ahí no termina esta cosa. En el mismo número de Cambio 16 apareció además un manifiesto, asumido por la publicación, cuya presidenta en Colombia, Patricia Lara, lanzó como inicio de una campaña en favor de la legalización. El texto del manifiesto es en realidad la parte final del artículo de García Márquez y comienza así: “La prohibición ha hecho más atractivo y fructífero el negocio de la droga, y fomenta la criminalidad y la corrupción a todos los niveles”. Más adelante, se repite el argumento para “administrar la legalización”. Lo mejor es que no sólo lleva la firma de Gabo, también aparecen como firmantes del documento (en la página 69 de la misma revista) Carlos Fuentes, Fernando Savater, Antonio Escohotado, Manuel Vázquez Montalbán, Joan Manuel Serrat, Terenci Moix, Xavier Rubert de Ventós, Rosa Montero y varios artistas e intelectuales más del mundo de habla hispana. Una maravilla, ¿no les parece?

Un detalle, pero decisivo tal vez para entender el caso, es que García Márquez era y es el principal accionista de la publicación (hoy editada solamente con el nombre de Cambio)... por lo que no sería verosímil creer que la presidenta de Cambio 16 utilizó mal o interpretó de mala manera las palabras del escritor, y menos si su conocimiento… ¿o sí don Gabo?

García Márquez, ahora más que nunca, no es nada más un escritor o un artista: es un hombre de negocios, con intereses financieros, más allá de poseer una revista internacional, en la producción de películas y series de televisión, entre otros negocios y proyectos. Tal vez esto —o la rabia de Uribe y sus poderosos amigos en Estados Unidos (¿Y qué pensarán los paramilitares de esta reciente declaración enviada a ellos y a la base política de Uribe en Medellín?)— explique su repentino y pobremente argumentado cambio de posición en el tema de la legalización…

Cabe recordar también que en esa misma semana de noviembre de 1993, en otra revista (Semana, de Bogotá) apareció una nota con el mismo tema, en el que Gustavo de Greiff, entonces Procurador General de Colombia, hizo afirmaciones similares, que al final no sólo le costarían el cargo sino hasta su visa de entrada a los Estados Unidos. De Greiff dijo abiertamente que “en el contexto de la legalización del consumo, soy un simpatizante de la legalización del narcotráfico”... esto a de Greiff le costó inclusive el ostracismo político, pero a una estrella de la literatura como García Márquez no le impidió, por ejemplo, volver de cuando en cuando a Washington y asistir sin contratiempos a las cenas organizadas por el expresidente Bill Clinton… pero todo eso ya pasó... ya todos los saben.

La noche del eclipse

Lo que haya pasado por la mente del otoñal escritor colombiano los últimos diez años, los cambios drásticos de opinión, es algo que el mundo sí que no sabe. Pero ese domingo 19 de mayo, en la Universidad de Antioquía, García Márquez parecía (al menos por sus palabras) el mismo de siempre. Inclusive el Presidente de Colombia Álvaro Uribe, presente en el evento, evitó comentar las palabras sobre el narcotráfico de Gabo porque, afirmó a la Agencia EFE, “es un tema muy controversial”.

No tuvo necesidad Uribe de defender su política y al Plan Colombia, porque ni un día había pasado cuando ya su paisano estaba clamando a los cuatro vientos que no, que “no he dicho que las drogas deben legalizarse ni le he hecho semejante propuesta al Gobierno de Colombia”, que “No he logrado que mis colegas periodistas transcriban con exactitud lo que digo o escribo en lugar de atribuirme declaraciones inverosímiles, pensamientos que no tengo y posiciones que detesto”... será que a los 76 ya la pensó mejor, que la prohibición es más saludable en su opinión… ¿qué será? Porque lo que es imposible negar es que alguna vez se manifestó en favor de la legalización, aunque ahora la deteste, y dejó que sus palabras fueran la piedra fundacional de un movimiento pro legalizador en Colombia, aunque ahora no haga ese tipo de propuestas…

Tal vez, como es su costumbre, y por eso gana premios desde hace cuatro décadas, Gabriel García Márquez estaba contando un cuento… uno con un señor ya viejo y con una nariz muy grande… o cambió de parecer en diez años sin avisarle al mundo. Hablar en favor de la legalización en 1993 para una década más tarde estar contra ella puede ajustarse al viejo dicho: “Es de sabios cambiar de opinión”... pero la verdad es que estar por la prohibición ayuda nada más a los criminales de guante blanco… o como dijera Gabo cuando propuso legalizar las drogas para acabar con las imposiciones de Estados Unidos y su Guerra contra las Drogas: “El problema es una cuestión fundamental ética y política”... y no un cuento fantástico…

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