Se interrumpe la Otra Campaña por la muerte de la comandanta Ramona

Por Giovanni Proiettis
Informando desde Chiapas para el Otro Periodismo con la Otra Campaña

9 de enero 2006

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas - A menos de una semana de iniciado el viaje que lo llevará por todo México en los próximos seis meses, el subcomandante Marcos ha suspendido temporalmente la gira al recibir, este viernes, la noticia de la muerte de la comandanta Ramona, una de las figuras más representativas del EZLN.

Mientras se encontraba en Tonalá, en la costa pacífica de Chiapas, participando en una asamblea de la Otra Campaña, el delegado Zero ha interrumpido la reunión, comunicando con voz rota por la emoción la noticia del deceso. “El mundo perdió una de esas mujeres que paren nuevos mundos. México perdió una de esas luchadoras que le hacen falta. Y pues a nosotros nos arrancaron un pedazo del corazón”, dijo en el auditorio del Frente Cívico Tonalteco, donde se estaba llevando a cabo el encuentro.

Luego, Marcos ha cancelado el programa previsto para los próximos días y la caravana de sus acompañantes ha dejado Tonalá para regresar a San Cristóbal, donde se ha hospedado en el Cideci-Universidad de la Tierra.

La comandanta Ramona, una insurgente tzotzil originaria de Sacamchen de los Pobres, tenía sólo 46 años de edad pero padecía de un mal incurable. Dejando su actividad de bordadora y renunciando a formar una familia propia, participó en la fundación del EZLN y se volvió una de sus máximas dirigentes como miembro de la Comandancia General del Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Impulsora de la famosa Ley de Mujeres, aprobada el 8 de marzo de 1993 por las comunidades zapatistas, participó como mando estratégico en la toma de San Cristóbal de Las Casas el 1º de enero de 1994 y, a partir del 22 de febrero del mismo año, en los diálogos de paz en la Catedral.

De talla diminuta –una reportera la definió bromeando “un llaverito”, en referencia a los muñequitos zapatistas que se venden en San Cristóbal- Ramona tenía una gigantesca estatura moral. Sus primeros interlocutores en los diálogos de la Catedral, el secretario de relaciones exteriores Manuel Camacho Solís, recién nombrado comisionado para la paz, y la historiadora Alejandra Moreno Toscano quedaron asombrados por la fuerza y la claridad de aquella pequeña indígena que apenas hablaba el castellano pero decía frases como “venimos a buscar la patria que nos había olvidado”.

Cuando la doctora Moreno Toscano supo de la grave enfermedad renal que la aquejaba, le ofreció de curarla gratuitamente en las mejores clínicas del DF, pero Ramona le contestó tajantemente: “Nosotros nos levantamos en armas para que todos nuestros pueblos tengan salud, no para que me curen a mí”. No fue sino hasta octubre de 1996 -gracias a la presión de la sociedad civil que asumió los gastos y a la intermediación de la Cocopa, la comisión parlamentaria de pacificación- que la comandanta Ramona pudo ser trasladada a la capital para un transplante de riñón.

Su viaje a la Ciudad de México representó una ruptura simbólica del cerco zapatista y se volvió una suerte de marcha triunfal en que la pequeña comandanta fue constantemente ovacionada por la multitud. Antes de la intervención quirúrgica, Ramona pudo palpar el enorme cariño y la solidaridad que había suscitado en un gran mitin en el Zócalo. Participó también en los trabajos del naciente Congreso Nacional Indígena.

El transplante del riñón, que fue donado por su hermano, le ganó otros diez años de vida. Pero en la mañana del viernes 6 de enero Ramona amaneció mal y fue trasladada de urgencia a San Cristóbal falleciendo en el camino. Los funerales se llevaron a cabo el sábado en Oventic en forma privada. Apodada en más de una ocasión por el subcomandante Marcos como “la dulce furia”, la comandanta Ramona quedará para siempre como un símbolo de la luminosa componente femenina del zapatismo.

¡Ramona vive, la lucha sigue!

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