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La “Mala Reputación” de Penny Arcade y un escenario llamado periodismo

Una reseña del libro: “Mala Reputación”: Presentaciones, Ensayos, Entrevistas (2009, Semiotex(e)/The MIT Press)


Por Al Giordano
Especial para The Narco News Bulletin

4 de junio 2010

“El clima político en el que vivimos muestra que una gran diversidad de personas de diferentes estratos de la sociedad, de diferentes orientaciones culturales, no estarían juntas en la misma habitación al mismo tiempo compartiendo juntos una experiencia similar. El clima político en el que vivimos es divisorio. Está diseñado de esa forma. Solamente refuerza los extremos de las diferencias entre nosotros. Y sí, mientras que todos somos muy distintos, somos abrumadoramente similares.

“Hay lesbianas en este lugar; hay hombres gay aquí; hay heterosexuales en el lugar; hay bisexuales en este lugar, ¿o no? Hay personas transexuales y asexuales. En este lugar hay católicos, protestantes, ateos, judíos, musulmanes, budistas, y agnósticos. Hay asiáticos en este lugar. Hay hispanos en este lugar. Hay personas del Medio Oriente en este lugar. Hay blancos, protestantes, anglosajones (WASP) en este lugar. Hay todo tipo de orígen étnico en este lugar. Hay personas que están a la última moda. Hay personas mayores de 50 años. En este lugar hay personas que tienen más de 60, 70 años de edad. Hay personas que tienen menos de 25 años de edad. Hay al menos cinco tipos de homosexuales en este lugar, ¡y entre ellos no están de acuerdo en nada! En este lugar hay personas que no se identifican con un grupo particular.”

−Penny Arcade, principios de los 1990’s

En abril, durante una visita a Nueva York, tuve la oportunidad de ver “La Experiencia Penny Arcade” en un lugar llamado Poisson Rouge, que ahora ocupa el santificado espacio del viejo Village Gate. Aún permanece la marquesina original del Gate, un punto de referencia histórico, en la esquina de un edificio de ladrillos beige de las calles Bleecker y Thompson. El lugar anuncia para la eternidad las últimas dos presentaciones que tuvieron lugar en el legendario foro cuando Art d’Lugoff tuvo que cerrar sus puertas en 1993: uno de Jacques Brel y el otro era el show de Arcade con largo tiempo presentándose (más de 1,500 presentaciones) ¡Perra! ¡Lesbiana! ¡Maricón! ¡Puta!

Esa noche de abril de 2010 en Nueva York fue tan vibrante y viva como siempre, como todo lo que siempre me ha encantado de los performances de Penny Arcade y que comienza con Penny—Susana Ventura (de soltera), la chica de la familia de inmigrantes italianos en la ciudad de molino de New Britain, Connecticut que de adolescente huyó a Nueva York y rápidamente se conviritó en la estrella más jóven de Andy Warhol—un tornado de las verdades, del humor, de lo oportuno y de la autenticidad. Los y las bailarinas eróticas, los actores y presentadores, los camarógrafos y el equipo de luz, sonido y producción dramática dentro y fuera del escenario son parte del talentoso grupo talentoso que colaboró con Penny en su trabajo de 1996 y 1997, la última vez que asistí a una presentación de Penny Arcade: el dramaturgo Steve Zehetner, el director de escena Lorie E. Said, el bailarín Kenny Angel Davis, los camarógrafos Dean Lance y Rick Jurgens. El continuar con un mismo equipo por 14 años y más (algunos tienen más tiempo que eso) en un proyecto independiente es de por sí un raro logro, especialmente en el egocéntrico mundo del negocio del espectáculo, donde un proyecto es económicamente estable o es clandestino y que a menudo lucha.

También hubo algo nuevo en el arsenal de Arcade de 2010: Productos. Por décadas, Penny y sus colaboradores han filmado la mayor parte de sus presentaciones. Como un equipo deportivo, ven los videos después de cada “juego” para evaluar las jugadas y para capturar los momentos de improvisación, los cuales se trabajan para presentaciones futuras en un show siempre en evolución. En aquél entonces, los videos eran para desarrollar y mejorar el trabajo (“En los 80’s yo era un antiproducto”, ha dicho Arcade, “esa era mi postura”.) Ahora, al entrar y dejar un espectáculo de Penny, la audiencia puede llevarse a casa DVD’s de una presentación de La Miseria en 1991, de Una Tarde con Penny Acade y Quentin Crisp de 1995, una presentación filmada de Mala Reputación y un reestreno de ¡Perra! ¡Lesbiana! ¡Maricón! ¡Puta!

También está la novedad del libro: Mala Reputación:Presentaciones, Ensayos, Entrevistas (2009, Semiotext(ex)/The MIT Press), basado en las transcripciones de las presentaciones de Arcade, una entrevista con Penny por el editor Chris Kraus, y ensayos sobre su trabajo por Stephen Bottoms, Ken Bernard, Sarah Schulman y Steve Zehetner.

Me llevé esos DVD’s y el libro al sur de la frontera, en donde en recientes semanas algunos de nosotros—estudiantes y profesores de la Escuela de Periodismo Auténtico de Narco News, junto con amigos artistas, performanceros, cantantes, fotógrafos, diseñadores, alborotadores y demás—nos hemos reunido cada semana para mirar, leer y discutir juntos lo que vemos en ese y en otros trabajos de variada índole.

Mis colegas de la Escuela de Periodismo Auténtico repetidamente han remarcado cosas como, “¡Al! Ahora se de donde vino la Escuela de Periodismo Auténtico!” Pensé lo mismo al mirar esos trabajos 13 años después de que me inmersara en el trabajo del laboratorio de Arcade (vivimos bajo el mismo techo del Bajo Lado Este entre mayo del 96 y mayo del 97, pero sin tener las canas suficientes para las memorias, esa es toda la información necesaria al momento; en abril fue la primera vez que hablamos en doce años). Penny estaba ocupada entonces desarrollando, ensayando y presentando Mala Reputación, un espectáculo poderoso sobre “chicas malas”, violencia, violaciones y resistencia, entre otras cosas. Ese año fue para mí el de la gran prueba (lo que probablemente otros llaman la crisis de mediana edad) en la cual, habiendo dejado el periodismo comercial, trabajaba en una librería anarquista local (en gran parte por poder leer todos los estantes gratis), y cada tarde de viernes era co anfitrión, junto con Arcade, de Radio Libre Nueva York en una estación de radio pirata. Ahí, teníamos largas conversaciones con personas como Judith Malina y Hanon Reznikov de The Living Theatre, el editor de Semiotext(e) Sylvere Lotringer, escritores como Peter Lamborne Wilikinson alias Hakim Bey y el finado Robert Beers (también actor y curador fílmico en MOMA), los músicos Jayne County, Tuli Kupferberg, Bebe Buell y Coyote Shivers, el poeta Ira Cohen, la antigua presidente de la junta de las Escuelas de Nueva York la hermana Elizabeth Kelliher, y otros que han vivido y han ayudado a formar la historia secreta del Nueva York radical en décadas previas.

Confieso que, durante ese embriagador año en el Bajo Lado Este, pensé que mi prueba—un intento por estudiar y descifrar en donde me situaba realmente en la sociedad y en sus políticas; para desaprender los años de suposiciones condicionadas al pertenecer a los medios comerciales y empezar de nuevo—estaba “allá afuera” en los estantes de libros y en el estudio de la radio pirata. En retrospectiva, el proyecto revolucionario más avanzado estaba sucediendo frente a mí, en lo que Penny y sus colaboradores estaban construyendo. Estaba haciendo consignas políticas para “rehusar la mediación” y tratando de entender el concepto de Deleuze y Guattari de “la máquina de guerra fuera del estado.” Arcade lo estaba haciendo. Y el círculo se completaba, esa experiencia terminó siendo una influencia definitoria en todo lo que he hecho desde entonces.

“Hablo directamente con el público”, dijo Arcade en 2008 en la entrevista hecha por Chris Kraus para su libro. “Empecé a hacerlo porque estaba siendo ignorada por la prensa y por la escena artística. Entendí que mi relación estaba con el público, que no era con los administradores del arte, que no era con la prensa, y que el público y yo eramos tratados de la misma forma por la prensa y por los adminsitradores del arte. Pensaron que eramos estúpidos y que no sabíamos nada, así que desarrollé el hablar con el público, y me hice más valiente, más valiente y más valiente.”

La relación por diez años de confrontación entre Narco News y los medios comerciales y nuestra más grande prioridad de construir y sostener una relación directa, sin mediación, con nuestros lectores más o menos copia la Doctrina Arcade del teatro y es aplicada dentro del periodismo. ¿Y saben algo? Una década después el jurado está en la sala: funciona y es sustentable a través de las fronteras de las formas artísticas.

Arcade continúa:

“Muchos jóvenes que iban a trabajar conmigo me veían hablando directamente con la audiencia, y decían: ‘Oh, yo no puedo hacer eso’. Pero no entendían el nivel de integridad que tienes que tener para hablar directamente con el público. Porque… no funciona a menos que estés realmente bajo riesgo. Cuando salgo, es porque he realizado algo. Ya sea algo que le escondo al público, o algo que me avergüenza…”

Y esos son los momentos que—ya sea que sucedan sobre el escenario o en un periódico en línea—el trabajo se abre camino a través de la Cuarta Pared y, de acuerdo con Penny, “Todos estamos ahí juntos.”

“Que tenga una carrera es un completo accidente”, dice ella. “Es realmente debido al compromiso del público con mi trabajo.”

Continúa:

“Así que cuando digo que es un accidente, me refiero a que obviamente entiendo que le hice una demanda al público en los 80’s, muy al principio, y la demanda fue, si necesitas ver un gran artículo sobre mí en el New York Times o en Village Voice, deja de venir, porque probablemente no van a escribir sobre mí. Pero si crees que este trabajo es importante, si te gusta el trabajo, si quieres que continúe haciendo este trabajo, necesito que te reemplaces a tí mismo.”

Hace trece y catorce años, asistí a treinta o cuarenta presentaciones seguidas de Penny, y a pesar de que tuvo muy poca cobertura con los celadores de los medios de comunicación, cada sala se llenó hasta el tope. El público se tenía que sentar en las escaleras. Y cada una de las presentaciones tuvo un impacto que transformó a los que asistieron. Debido a que las presentaciones no eran idénticas—como el jazz, improvisaban en torno a secciones estructuradas—nunca era aburrido. La misma dinámica continuó en la presentación de abril de 2010, la cual tomó prestado el trabajo realizado en décadas.

El continuo poder de atracción de Arcade es testimonio del hecho de que no necesitas besarle el trasero a los críticos, o lisonjear con los medios de comunicación para construir y expandir la atención del público hacia el trabajo propio. El ser auténtico por sí solo puede no ser suficiente, pero si uno entretiene auténticamente, de forma divertida y atenta, uno puede ganarse cada noche una y otra vez. Liberado de las restricciones de la preocupación por si los críticos o los medios aprobaran el trabajo de uno, un artista o comunicador alcanza un campo mucho mayor con el cual deberá involucrarse. Simplemente hay más de lo que a uno se le permite hablar; una vista más amplia de la materia prima, disponible para los anti arribistas. El jefe deja de ser alguien en una jerarquía de poder fuera del proyecto, y en su lugar se convierte en el público, los lectores y la audiencia. La única cosa que importa entonces es si encuentran que vale la pena, e importante también si el trabajo les hace participar, porque así es como todo el trabajo es mejorado constantemente, a través de esa interacción o relación con el público.

De la entrevista en 2008:

“Estoy en contra de la profesionalización de las artes, en donde la gente realmente piensa que porque está yendo a la escuela por cuatro años entonces es artista. Jack Smith lo dijo mejor, ‘Debes estar dispuesto a ser malo por veinte años con el fin de ser grande. Y entonces no hay garantía…’

“Los artistas hablarán sobre las políticas de la política a cada pinche segundo, pero nunca dirán nada sobre las políticas del arte. Ellos saben de que lado se le pone mantequilla al pan, y no van a desprenderse tan fácilmente como yo.”

Lo mismo es cierto en todos los campos. Así que muchos periodistas (incluyendo a los bloggeros) expresan muchas opiniones políticas pero nunca sobre las políticas y economías de la industria de los medios de comunicación. ¡Ni siquiera a los “críticos de los medios” se les permite hacer eso! Cada lapso ético debe ser considerado un acto aislado, y nunca una consecuencia sistemática. Fue cuando el fallecido Jeff Buckley (otro a quien Penny me presentó hace algún tiempo) comenzó a hablar de las políticas en la industria musical que empezó a tener problemas con Sony. Las comunicaciones—ya sea de los medios o de las artes, o una combinación entre ambas—son las industrias más protegidas de la comunicaciones auténticas, sobre como operan, porque la amenaza siempre se cierne sobre la cabeza de los comunicadores; la lista negra a la que Arcade llama 86.

Algunos no entienden nada, por ejemplo, mis comentarios del otro día sobre los talentos del blog 583 moviéndose sobre el New York Times. Algunos me preguntaron: “¿Cómo puedes decir eso? ¿que ese no es tu amigo?” Primero, si, y ese amigo estará bien. Puede sonreír en su camino al banco. Solamente tendrá que vivir con el boleto que compró y que trae consigo un poco de crítica sostenida al New York Times y que ha alcanzado este único espacio (un escenario, de alguna forma) en el que hemos hecho al Times nuestro papel aluminio, una Sra. Teasdale a nuestro Groucho Marx. 538 puede continuar haciendo cosas buenas, pero no puede decir cosas “malas” del Times durante su asociación con él, uno de los encarnizados problemas de los medios en nuestra época. Tampoco lo puede hacer un reportero o un bloggero que aspire a trabajar en los medios oficiales, en donde el Times es considerado el rey. Y ese ha sido el talón de Aquiles de gran parte del periodismo “alternativo”, del arte, de los blogs y de lo que sea: el jugar el rol del de “afuera” como una audición para formar parte de adentro, cuando el raro artista auténtico o revolucionario está jugando un juego distinto al mismo tiempo: tirando la pared que divide lo de adentro y lo de afuera. ¡La democracia no es un boleto de lotería!

La autocensura es la guillotina que posa sobre las cabezas de la mayor parte de los medios, incluyendo la de la prensa “alternativa”. Mark Liebovich y David Carr fueron escritores muy importantes de la ensalada de los días de los medios alternativos. Desde que fueron absorbidos por el Times, ¿puede recordar alguna cosa importante que se les ha permitido escribir desde entonces?

Cierto, los medios oficiales tratan de ignorar, burlar, o desacreditar cualquier voz que emerge en contra de cualquiera de sus miembros de la crítica de la vida cotidiana sobre como en verdad se hacen esos medios. Tome esta “reseña” del epectáculo de 2002 de Penny Arcade, New York Values, por Alexis Soloski de Village Voice.

“Al igual que el entretenimiento que causa su nombre adoptado, Penny Arcade ofrece una cantidad razonable para deslumbrar por un dólar. En New York Values (p. 122), despotrica y canta con un coro de chicos y chicas a go-go, iluminados por luces, magnificados en video en tiempo real, y respaldada por un paisaje sonoro de rock and roll… Claro, discutir el material de Arcade va más allá de cualquier punto. Atrae a sus seguidores no por lo que dice… sino por lo que es: una mareada autodidacta con grandes senos y un vena mezquina. Incluso a los 51, luce devastadoramente bella con su escote… Es una lástima que su material repetitivo no mejora con la edad como lo hace ella.”

Como Stephen Bottoms apunta en Mala Reputación, “La venenosa mezcla de sexismo y esnob en esos comentarios difícilmente necesitan ser subrayados”. Yo añadiría: a excepción del mandato a la observación que tales piropos hayan fracasado en su intención de apagar el interés del público en el trabajo de Arcade (el concepto de Swift de la conjura de los necios cada vez es más reconocida por el público por apuntar hacia un genio, y los secuaces de los medios de comunicación reciben cada vez más el sombrero de los tontos), como nunca antes la demanda popular fue construida sobre un miembro del público a la vez, y luego lo que generó que el público lo pasara de voz en voz entre el público.

Lo que ha perdido la credibilidad y la atracción en esos mismos años son los celadores profesionales de los medios de comunicación y otras instituciones. Fue el reportero genérico y el material repetitivo y formulado de la crítica lo que no “mejoró con los años”, y el público dejo de buscarlos como guía; y otros simplemente se apagaron. El mercado de los medios dividió a su audiencia por las categorías de “identidad” y la demografía, de acuerdo con las estrategias de los objetivos de los anunciantes, lo que hace que la observación de Arcade de principios de los 90 este sobre las visiones del “clima político” que distintos tipos de personas “que no pueden estar juntas en el mismo cuarto” la hicieran profética. Cuando Barack Obama comenzó a decir algo similar una década o más después, ¡muchas personas la vieron como una nueva idea!

Ahora aquí hay algo para pasar la voz, al estilo YouTube—de la misma presentación del New York Values del mismo año—ahora también pueden reemplazar la crítica obsoleta de Voice:

Mucha de la rara hostilidad oficial hacia los proyectos autosuficientes es generada por la clase (“de baja renta… autodidacta… de vena mezquina…”, estas son descripciones que no son solo consideradas epitetos por los muy cómodos, para quien el acto con menos clase está deseando una sociedad sin clases): Los grandes medios tienden a contratar sus tropas de los sobresocializados graduados universitarios. Los autodidactas generalmente son menos confiables en el servicio de contenido. (“No hay nada más deprimente”, dijo el anarquista mexicano y periodista independiente Ricardo Flores Magón, “que un esclavo feliz.”) Y de igual forma no hay nada más amenazador para las clases administradoras que la evidencia que el resto de nosotros manejamos tan bien, muchas gracias. Todos los que son de la clase trabajadora o pobres (y esa es la mayoría, después de todo) saben como funciona, ya que se nos lo tralada en las cabezas desde todas las direcciones desde siempre.

En el primer trabajo escénico de Arcade, La Miseria, un actor que representaba a su hermano, Mario, le grita a Penny en el escenario:

“¡Tu eres de la clase trabajadora! Eso es lo que eres… Estás viviendo en un maldito mundo de fantasía. ¿Lo sabías? ¿Tú—que—quieres ser un artista?... Déjame darte una pista. El arte es para la gente rica… Además de eso, nadie quiere escuchar nada de tí. ¡Así que cállate!

Y entonces están aquellos, como Arcade, para quien callarse es imposible.

Steve Zehetner, el dramaturgo por largo tiempo de Penny, escribe en Mala Reputación:

“Solía describir a Penny como una furiosa multitud en una sola persona. Me quejaría ante ella por ser testigo de otra ronda de público comportamiento hosco—rompiendo la calma rutina de café de barrio con diatribas en contra de los gentrificadores ‘pseudo hip’, blandiendo el micrófono con pericia cerca de las cabezas de la audiencia—que ella nunca socializaba. Lamento profundamente eso. Ahora lo reconozco como un pequeño milagro.”

“Caminaba alrededor de su loft como si estuviera a punto de hacer un gran descubrimiento. Caminaba y hablaba y tenía cosas interesantes para mí—cosas que debía saber: ‘No sabes el piso en el que estás parado’ dijo ella. ‘Todo el Bajo Lado Este solía ser el lugar al que llegaban los aliens; los ilegales, los inmorales, los nacidos perdedores, era la Mecca para los desajustados. Tenía todo excepto control para los raros. ¿Han visto últimamente el avant-grade? ¿Quienes son esos jóvenes Republicanos de cabello morado?”

Ella no se sienta. Trabajar con Penny es participar en el desarrollo continuo de una interpretación sin fin… Está arriba, pisando fuerte, probando cosas, pensando en voz alta. Sube la música y ahora está bailando: Otis Redding, Sam Cooke, Dylan, los Rolling Stones. La gente llega, pasa el rato. Le gusta la audiencia. Siempre hay conmoción, algo agitando el aire.”

Cada palabra que Steve escribe es verdadera, 24 horas al día. Penny es la misma persona fuera del escenario, lo que significa, elige tu opción, que nunca está fuera del escenario, o quizá nunca en el sentido del escenario con pedestales que situa al presentador como una élite sobre la audiencia plebeya.

Otra cosa que aprendí de Penny es el poder de la larga paciencia. También de la entrevista de Mala Reputación:

“Como lo dijo Quentin Crisp cuando se quejó sobre mi carrera, ‘No hay que preocuparse, Sra. Arcade. El tiempo es bueno con los inconformes.’ Eventualmente lo sabrás… no me darían nada a mis 40’s, usted sabe, no me darían nada a mis 50’s, pero sin duda que si llego a los 80, tendré todo completo, ¿sabes a lo que me refiero? Porque es así como funciona. Esperan hasta que no puedas hacer absolutamente nada con ello.”

El año pasado después de asistir a la fiesta de cumpleaños número noventa de Pete Seeger en el Madison Square Garden, hice algunas observaciones similares. Hace diez años Pete estaba fuera de la vista y de la mente, y desde luego en los medios de comunicación. Recuerdo cuando el cantante y compositor Stephan Said sacó a Pete de su granja Beacon para colaborar en una canción en contra de la guerra de Iraq, The Bell, y recibió poca atención. Pero para 2009, Pete, antiguamente puesto en la lista negra por comunista, estaba tocando para miles en el National Mall en la toma de posesión del presidente, y llenando el Madison Square Garden en su cumpleaños. El tiempo es bueno con los inconformes que marchan a su propio ritmo, si el o ella viven lo suficiente para cosecharlo. Y la historia póstuma es aún más amable.

Hay mucho más que decir sobre Penny Arcade y su extenso trabajo, mucho de lo cual se ha dicho en Mala Reputación. Esta puede ser la primer reseña de su trabajo que no se enfoca en que haya sido criado por “una banda de trasvestis de mal gusto”, entre ellos Jackie Curtis y Candy Darling, la historia de Penny desde Stonewall para los “derechos de los homosexuales”, y la crisis del SIDA, para un público más heterosexual y un mercado de aceptación a los homosexuales con su maricón asiento de primera fila, o el hecho que es considerada ampliamente como la heredera de movimientos y momentos como la Fábrica de Warhol, el Teatro Vivientes y la Casa de Juegos de los Ridículos, entre otros. El primer proyecto musical que Patti Smith formó fue con Penny, y todos esos acontecimientos históricos son por supuesto importantes, pero eligo enfocarme en lo que creo es más relevante para nuestro trabajo como comunicadores y artistas de la actualidad.

Los proyectos que son realmente libres de cualquier preocupación por ofender a los celadores y que triunfaron en elegir una relación auténtica con el público sin la dependencia a los medios es inmensamente importante para la libertad de la sociedad. Ellos se hacen más importantes cada día mientras los guardianes de la prisión de los medios masivos solidifican su panel de control: la prensa está entrando a una nueva época de cada vez menos reporteros y más mediadores, editores y “proporcionadores de contenido” sin fuentes.

El proyecto en teatro y el performance de Penny Arcade comenzó siendo, cada año, antes de que cualquier de nosotros intentara algo similar en el periodismo o en los medios. Con más experiencia, es por supuesto cada vez más evolucionado y avanzado, un motor continuo de inovación que puede ser aplicado no solo al periodismo, sino en todo tipo de arte y formas de comunicación.

Hoy, la Escuela de Periodismo Auténtico hace de Mala Reputación: Presentaciones, Ensayos, Entrevistas de Penny Arcade un libro recomendable para nuestro currículum. Como Sebastian Kolendo, el gran señor de Wikipedia y que ahora trabaja como editor de video del equipo de Narco News, comentó recientemente al mirar un video de la entrevista a Penny en 1995 por Quentin Crisp en Austria, “¿Quien está haciendo esa entrevista? Esa es la mejor entrevista periodística que haya visto!” Mala Reputación es, por supuesto, un libro obligado para cualquiera que se suba a un escenario, pero—piensen en ello—también los periodistas. Y todos los artistas de todos los campos. El libro transcribe, tiene ensayos y entrevista, públicamente, a una parte importante de nuestra historia secreta.

Recursos:

Página oficial de Penny Arcade.

El libro, Mala Reputación, puede ser pedido en línea a través de The MIT Press.

Traducción del inglés por Fernando León

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