Cuando en la noche del 21 de marzo pasado, el día que se aprobó la reforma al sistema de salud de los Estados Unidos, escribí que la próxima gran batalla debía y tenía que ser la reforma migratoria no tenía idea que el estado de Arizona estaba a punto de polarizar el tema con la aprobación de su ley Juan Crow la semana pasada. Es una ley tan poco manejable, inaplicable, inconstitucional, y tan antiestadunidense que sus autores tan inadvertidamente dotaron a los que proponen la reforma migratoria la “encarnizada urgencia del ahora” de la que Martin Luther King, Jr., alguna vez habló como un componente básico para el cambio.
Y, sin darse cuenta, abrieron un hoyo lo suficientemente grande como para que el Presidente Obama conduzca un camión a través de él, como Greg Sargent señalo en el momento:
Esto es muy grande: Obama acaba de condenar enérgicamente el esfuerzo anti inmigración ilegal en Arizona, llamándolo “equivocado” e “irresponsable”—e incluso dijo que su gobierno entraría en la pelea si se encuentra que los derechos civiles están siendo violados.
Esto haría que el tema hirviera por completo a escala nacional, con consecuencias imprevisibles para las elecciones intermedias.
El esfuerzo en Arizona exigiría que cualquier persona sospechosa de estar en el país ilegalmente deberá mostrar un “documento de registro de extranjero” u otra prueba de ciudadanía. Se espera que la gobernadora de Arizona decida en estos días su forma de actuar ante dicha legislación—y Obama empujo duro el tema hoy.
“Nuestro fracaso en actuar de forma responsable a nivel federal solo abrirá la puerta a la irresponsabilidad de otros”, dijo Obama. “Esto incluye, por ejemplo, los recientes esfuerzos en Arizona, que amenzan con socavar las nociones básicas de justicia que nosotros apreciamos como estadunidenses, así como la confianza entre la policía y las comunidades, la cual es tan crucial para mantenernos seguros.”
En 2007—la última vez que el Senado de los Estados Unidos intentó promulgar la reforma, abriendo el camino para la ciudadanía de doce millones de estadunidenses indocumentados—reportamos intensamente en Narco News sobre la batalla política. Hemos estado esperando por dos años para reportar la secuela (una que tiene gran interés para los lectores tanto del blog de The Field como de Narco News, dos audiencias que, por más que intentamos, no siempre coinciden, pero que esta vez sin duda lo harán).
Estos son los tres supuestos que me gustaría que tuvieran en mente:
1. La realidad política es que el Senado estadunidense abordó la reforma migratoria antes que el Congreso. Es por eso que los movimientos para ponerlo como tema candente para la cámara alta suenan políticamente. ¡Es momento de hacer la jugada en la encarnizada urgencia del ahora mientras está caliente!
2. Aunque apoyo y me uno plenamente al boicot en marcha a los productos de Arizona, debemos tener en cuenta que golpear a Arizona puede sentirse bien para los activistas pero no es suficiente por sí solo (los boicots en su mayoría son históricamente infructuosos, algo que subrayan las dos señoritas a las que espiaba esta tarde en un restaurante al aire libre de la Ciudad de México cuando bebían de sus grandes latas de té helado marca Arizona). Eventualmente, los tribunales repuntaran la ley de Arizona, pero eso simplemente retrocederá la situación a un de por sí podrido statu quo en donde doce millones de estadunidenses indocumentados aún se les persigue con severidad.
3. Por tanto, la gran enchilada es la reforma migratoria nacional misma. Es ahí donde hay que apuntar el láser de nuestros esfuerzos. Mantengan sus ojos en el premio, y aguanten.
Incluso el político anti inmigrantes Tom Tancredo (y para el caso, Jeb Bush) sabe que la ley de Arizona fue demasiado lejos:
Y todo esto sucede en la víspera de las marchas anuales pro inmigrantes del 1 de mayo que surgieron en 2006, y los recientes eventos aseguran que una vez más serán más grandes que todos los “motínes del té” juntos.
No olvidemos que en mayo de 2006 solo dos senadores de 100 marcharon junto con los manifestantes. Uno, Ted Kennedy, no está más con nosotros. El otro, Barack Obama, bueno, ya saben donde está. Está claro que como hijo de un inmigrante esta famosa cita suya es un principio que aplica a la reforma migratoria:
“Puede que no tengamos el mismo aspecto y que no vengamos del mismo lugar, pero todos queremos avanzar en la misma dirección—hacia un mejor futuro para nuestros hijos y nietos…trabajando juntos podemos ir más allá de nuestras viejas heridas raciales, y que de hecho no tenemos otra opción si queremos continuar en el camino de unión más perfecta.”
Bajo el radar, Obama y su ejército “Organizando por los Estados Unidos”, han hecho sigilosamente por meses el trabajo de organización comuitaria, preparando el terreno para su tormenta perfecta. A lo largo del país, organizadores se presentan en las ceremonias de juramentación de la ciudadanía con formularios de inscripción de votantes, y en áreas clave han comenzado las campañas puerta a puerta de los vecindarios hispanos, los que nunca antes eran tocados por las máquinas electorales porque tenían muy pocos probables votantes. La organización nacional Reforma Migratoria por los Estados Unidos ya ha desplegado 60 organizadores comunitarios en estados y distritos clave, y ha entrenado a cientos de voluntarios en doce estados para avivar la tormenta perfecta.
Como siempre que algo real puede suceder en Washington, hay cierta preocupación controversial pasando, y en ambos lados de los pasillos. Los republicanos como los senadores Lindsay Graham (Carolina del Sur) y John McCain (Arizona) han atornillado (por ahora) las mismas reformas migratorias que una vez apoyaron y copatrocinaron. La explicación de Graham es reveladora en el por qué:
El senador republicano Lindsey Graham dijo que la frustración en cuanto a la ley de Arizona es entendible, pero en un año electoral no es buen momento para abordar la reforma migratoria.
“Si se trae a colación la inmigración este año… se habrá hecho daño a los prospectos inmigratorios del futuro. Se habrá tomado el país para enfrentar a los unos con los otros”, dijo Graham.
Y del lado demócrata, están los que se quejan de que la reforma migratoria podría relegar la legislación sobre el cambio climático a un segundo plano, como si una victoria no hiciera de la otra más posible.
El senador John Kerry (demócrata por Massachusetts), quien apoya grandemente ambos proyectos de ley, calló ingeniosamente esos rumores.
“Es prácticamente un rito de la travesía. Ninguna legislación seria llega lejos en el Congreso antes de que sea declarada muerta—al menos una vez, algunas veces dos o tres veces.”
Markos Moulitsas del Daily Kos ha hecho el trabajo del vasallo evitando las preocupaciones controversiales al poner de relieve las encuestas que muestran un fuerte apoyo público a la reforma y un argumento adicional de por qué hay que hacer esta política inteligente en un año electoral (y citando una reacción histórica en contra de los republicanos en la propuesta anti inmigrante 187 en California en 1994).
Así que aquí vamos: Una vez más en la brecha, queridos amigos y amigas. Acordónense sus zapatos para salir a la calle a inscribir, quitenle el polvo al sujetapapeles… y usen una gorra. La tormenta será torrencial antes de que el arcoiris aparezca. Pero ya sabemos como hacer historia a mitad de una tormenta, una puerta a la vez.
Traducción del inglés por Fernando León
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