English | Español | August 15, 2018 | Issue #49 | ||||
“Vamos a seguir resistiendo, la sangre que derramaron nuestros caídos no se puede traicionar”: MireyaEl Encuentro de las mujeres zapatistas, que recuerda a las presas de Atenco y Oaxaca, culminó el primero de enero, cuando se celebró el aniversario número 14 del alzamiento armadoPor Juan Trujillo y Raúl Romero
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Fotos D.R. 2008 Raúl Romero |
A la entrada de este caracol se aprecia un letrero que informa que los hombres no pueden participar como “relatores, traductores”, pero sí pueden “lavar las letrinas”, “hacer la comida” y “cuidar a los niños”. Así es como la advertencia femenina toma forma en esta cañada de la selva tzeltal, mientras la afluencia de mujeres simpatizantes y activistas del mundo es constante.
Durante la mañana del día 29 las actividades giraron en torno al antes y el después de la insurrección rebelde del primero de enero de 1994. Las generaciones de mujeres zapatistas se hacen presente cuando se hace énfasis en la participación de mujeres, madres e hijas.
La abuelita Avelina (todas las zapatistas aquí usan seudónimos), dijo que “cuando los abuelas, cuando nuestras madres, cuando nosotras mismas trabajábamos con los patrones sufríamos mucho. Por eso ahora luchamos para ser libres”.
La historia de los indígenas en territorio mexicano ha sido de explotación y humillación, situación que se radicaliza cuando cando se trata de mujeres, pues los “patrones abusaban de las criadas, las violaban, tenían familias con ellas, tenían tantas mujeres como querían. Así era el patrón”, explicó la abuela.
Sin embargo, “por eso las mujeres dejamos un día todo, dejamos tirado el campo del patrón” y así comenzó para ellas, la rebelión del primero de enero.
Durante la enfática intervención de Elisa, el miedo era la principal causa por la que ellas les permitían a sus esposos toda forma de abusos. Sin embargo, aclara que “también eran nuestros propios maridos los que repetían los abusos. Cuando llegaban borrachos nos golpeaban y luego nos violaban”. Nuestro padres eran iguales -dice Elisa -. “Ellos elegían con quien nos casábamos. La mayor parte de las veces nos cambiaban por un pedazo de tierra y en el peor de los casos nos entregaban a los patrones a cambio de alcohol”.
El color de los participantes que escuchan las intervenciones, se conjuga entre el diverso público femenino que llena el auditorio de este caracol. Es el verde de la organización internacional Vía Campesina, cuyos miembros se hacen presente con los paliacates de este color colgados en sus cuellos: durante los últimos meses varios de ellos han acompañado al EZLN en todos sus encuentros internacionales.
La joven casada (dentro de la autonomía zapatista puede ser una adolescente que debido a su edad no puede ejercer el mando político o militar) Mireya explicó como la realidad que vivieron sus antepasados ha cambiado radicalmente a raíz del surgimiento del EZLN, “en 1994 cuando nos levantamos en armas, en ese momento se aclaró porque estamos luchando y se aclaró que las mujeres tenemos los mismos derechos”. Manifestó que las mujeres indígenas eran despreciadas, no podían elegir ni siquiera con quien casarse. Pero ahora es diferente: eligen quien es su pareja, conocen sus derechos e inclusive son parte de las Juntas de Buen Gobierno.
“Nosotras nos estamos posicionando en la tierra recuperada en 1994, tierra que fue comprada con la sangre de los compañeros caídos. Pero ahora los del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y los de OPDDIC (Organización Para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos) nos quieren quitar lo que hemos ganado”.
Por su parte, la joven soltera (una muchacha zapatista que ademas es madre) Adriana, dijo que vive actualmente una realidad diferente a la que vivieron su madre y su abuela. Explicó que aún siendo niña le tocó vivir una situación difícil: “antes nuestros padres no nos dejaban salir porque decían que no sabíamos nada. Nos vendían como a un animal y la paga eran los tragos”. Sin embargo, reconoció que hoy es otra la realidad y que todo cambió con la aparición del EZLN en 1994. Dice que “nuestros padres empezaron a saber que teníamos derechos y que podíamos participar en distintos cargos, en trabajo, en educación, en salud y ahora nuestros padres nos dan libertad de hacer trabajo por el pueblo”.
La niña zapatista Marina, del poblado de San Rafael – ubicado en el Municipio Autónomo Rebelde zapatista Francisco Gómez – cumplirá 9 años el próximo 4 de enero y estudia en la escuela autónoma zapatista de su municipio. Se dice contenta por tener derecho a “bailar, cantar y divertirse”. Finalmente, Marina contó que en su escuela no hay material suficiente para trabajar y que no pueden pedirlo a la Junta del Buen Gobierno porque hay otras necesidades más urgentes, y aclara que “las zapatistas no queremos limosnas y migajas que da el mal gobierno porque eso sería traicionar la lucha”. Aunque es apenas una niña, sabe bien que están en resistencia y es consciente de las limitaciones y complicaciones que esto significa. Afirma que “ya están acostumbradas”.
Nota aclaratoria de los editores: En la primera versión de este artículo que se publicó el 5 de Enero, cometimos un error de edición en el primer párrafo, donde sin querer se dio a entender que la Comandante Ramona sigue viva. Afortunadamente uno de los autores del artículo nos hizo caer en cuenta del desfase y lo corregimos de inmediato. ¿Habrá sido nuestro subconsciente, que añora que la Comandanta Ramona siga entre nosotros, el que nos habrá hecho cometer este pequeño accidente de edición? Mil disculpas a nuestros lectores.
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