English | Español | August 15, 2018 | Issue #46 | ||||||||
Una marea con los Cucapás rebeldesLa pesca de la curvina golfina, de las redes al coyotePor Murielle Coppin
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D.R. 2007 Murielle Coppin |
Ya son las nueve cuando las camionetas desvalijadas se ponen en marcha para dejar la comunidad indígena Cucapá El Mayor. Son unos diez campamentistas los que se animan a apoyar a los pescadores cucapá de El Mayor en su día de pesca. Durante un cuarto de hora, siguen un tramo de la carretera que va a Ensenada para luego continuar casi una hora en medio del desierto donde ya no se ve nada, aparte de unos espejismos. Luego, en medio de la nada sin ningún tipo de vegetación y detrás de unas vastas llanuras blancas (la sal es lo único que queda de La Laguna Salada donde antes iban a pescar los Cucapás), de repente se distingue una gran avenida de aguas barrosas. Cubiertos de polvo – las camionetas y los campamentistas que van detrás en la pick up- llegan al campamento pesquero de la Sociedad de Producción Rural Juañak Jah Kajuath, organizada con la ayuda de los compañeros de la Transfronteriza.
D.R. 2007 Murielle Coppin |
Poco a poco los pescadores desaparecen del horizonte. A los demás campamentistas –entre ellos la reportera-, les toca quedarse a orillas a matar el tiempo vigilando, platicando y siesteando. Los niños Cucapá se divierten pescando cangrejos. El día parece eterno y el sol se pone cada vez más caliente. La única sombra que hay, es la de las camionetas y con el agua que llevamos nos hacemos té de manzanilla.
Unas tres horas más tarde, se distingue una sombra a lo lejos. “Ya vienen de regreso”, gritan los niños. Los campamentistas se acercan a la orilla. ¿Habrán pescado lo bastante para recuperar los días de ayer y anteayer en que hubo puros gastos de gasolina y nada de pescado? Todo el público se relaja : sí hay pescado. La barca alcanza la tierra, deja el pescado y se aleja de nuevo. Otra vez de regreso, los pescadores hambrientos se devoran los tacos de huevo y hacen a la vista el cálculo de una tonelada de pescado. “No es mucho ni poco”, comentan. Entre tanto el sol casi desaparece del horizonte. Es hora de tomar la ruta de regreso.
D.R. 2007 Marc Abonnat |
Ya entrada la noche, unos campamentistas, por razones de seguridad, acompañan al compañero hasta pasar el retén militar. Dado que los pescadores de El Mayor no tienen permiso de pesca, el comprador adherente se lleva una tonelada de pescado sin factura. Justamente por eso muchos compradores interesados no les quieren comprar pescado a los pescadores de El Mayor. Sin embargo, otros se aprovechan de esta situación. Sabiendo que sin ellos, tendrán que botar el pescado, se los compran a un precio muy bajo (8 pesos por kilo). Gracias a otros adherentes solidarios de La Otra, ahora disponen de una hielera que les permite guardar el pescado en caso de que no haya (buen) comprador.
D.R. 2007 Murielle Coppin |
Este campamento pesquero, tal como el otro, se encuentra en el Zanjón. Ambos se ven amenazados y hostigados por parte de varias instancias del gobierno ( la marina, la Profepa, etc.) por pescar donde lo tienen prohibido desde el año 1992 (año en que se declaró APN sin considerar a los pueblos indígenas que siempre han vivido y trabajado en esta área). Ambos se dicen Cucapás. La gran diferencia reside en la manera de pescar. Mientras que la Sociedad de Producción Rural Juañak Jah Kajuath sólo dispone de 2 pangas activas y ningún permiso, la sociedad de El Indiviso dispone de 32 pangas activas y permisos vigentes de pesca a nombre de pescadores Cucapás.
D.R. 2007 Marc Abonnat |
Después de unos ricos tacos de pescado, invitan a la reportera a subir a una panga. Le toca ir con tres pescadores (de los cuales sólo uno es Cucapá, los otros dos son conocidos de la mujer Cucapá quien posee el permiso de la panga). Hoy es buen día. No hace falta ir lejos para encontrar el pescado. Los leves oleajes traicionan la presencia de un conjunto de curvinas. Uno de los pescadores se agacha, los oídos pegados a un orificio de la panga, y exclama : “Ya llegaron”. Rápido los chinchorros se avientan, para estar recogidos después de menos de media hora. Al ver las redes llenas de pescado, los pescadores comparten el mismo júbilo y se animan ante la perspectiva de compensar los dos días anteriores. Cuánto más pescado, más dinero ganan.
D.R. 2007 Murielle Coppin |
Imelda, una joven mujer cucapá, y su grupo de pescadores deciden continuar la chamba toda la noche : “Tenemos que aprovechar de que hay mucho pescado. Después de ésta, nos queda una sola marea y tenemos que alcanzar para todo el año. Si no, nos tocará ir a trabajar en las maquilas o los cultivos.” Invitan a la reportera a quedarse con ellos.
A las diez y media salimos, Imelda y la reportera, al ejido Indiviso para ir a vender. En el camino pasamos a cuatro trocas averiadas y unas cuantas otras se encuentran estancadas en la arena. “éstas camionetas no pueden con estos caminos de tierra”, explica Imelda “siempre batallamos mucho”. En el camino cuenta de los hostigamientos que sufrieron los años pasados y de cómo se defendieron. “Una vez” , dice, “le apuntaron con un arma en la barriga a una compañera embarazada”. “Gracias al Subcomandante Marcos y a todos ustedes podemos pescar tranquilamente.”
De repente, en una desviación en medio del desierto – y en medio de la noche- nos para una patrulla de militares. Imelda no se preocupa : “ellos están por lo de la guerra contra el narco, a nosotros, los pescadores, nos dejan en paz.”. Después de checar unos papeles, nos dejan continuar la ruta.
D.R. 2007 Murielle Coppin |
Después de esperar cinco horas, le toca finalmente a Imelda. Le entrega 1.148 kilos al comprador. Con los 978 kilos que ya había vendido por la tarde, es un total de 2.126 kilos en este día exitoso. Con el precio de 8 pesos el kilo, le dan 17.008 pesos. De eso hay que quitar el pago a los trabajadores. El que maneja la panga, recibe 1 peso el kilo. En total, ganó 2.126. Los pescadores, reciben medio peso el kilo. Ganaron 1068. Los que limpiaron y destriparon, reciben 30 centavos el kilo. Ganaron 638. A Imelda le quedan 10.843 pesos, de los cuales hay que descontar todavía los gastos de gasolina de las trocas y de las pangas.
Además, no todos los días son así. Ayer y anteayer no hubo casi nada de pescado. Otra consideración que se debe tomar en cuenta, es que la temporada de pesca es de 3 o 4 meses, con una sola marea por semana. El que sí se hizo rico hoy, es el intermediario que llenó en un solo día dos traileres de 8 toneladas, más uno chiquito de 3 toneladas, comprando a 8 pesos el kilo y vendiéndolo a 50 pesos el kilo.
Ya son las 5:30 de la madrugada. Después de Imelda siguen 3 trocas más. El día de pesca es interminable. Los pecadores, hombres y mujeres, duermen sólo a ratos.
Dos campamentos pesqueros Cucapás, dos maneras de trabajo diferentes, pero con las mismas ganancias al terminar un buen día de pesca. Uno sin legalidad ninguna, pero contando con el respaldo de compañeros adherentes de la Otra Campaña, para la venta del pescado a precio justo. Otro con permisos y facturas, mucho más organizados pero totalmente a la merced del único coyote que se hace rico con el duro labor de los pescadores. Los dos grupos se ven amenazados por las instancias gubernamentales durante su actividad pesquera, su tradicional base de sustento económico. Los dos grupos reciben el apoyo de los campamentistas para poder realizar su trabajo sin problemas. Los dos grupos ven que la Comisión Sexta cumple con su palabra : Proteger a los Cucapás contra el mal gobierno, que lleva años amenazando su actividad pesquera.
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