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“¡Recuperar lo que es nuestro!” Marcos anuncia el otro mensaje del 1° de mayo

El Subcomandante Zapatista hace una exposición del derecho de los trabajadores a expropiar los medios de producción


Por Al Giordano
El Otro periodismo con la Otra Campaña en la Cuidad de México

1 de mayo 2006

Ciudad de México, 29 de abril de 2006: Como en otras tierras, el movimiento sindical en México ha sido vendido por líderes corruptos, reprimido por un Estado violento y fileteado –para decir, dejado sin columna vertebral– por reformistas que han reducido el poder del trabajador a pelear por migajas mas grandes, o defender el tamaño de las migajas que ahora caen de la mesa del patrón. En la Ciudad de México el sábado 29 de abril, el Subcomandante Zapatista Marcos hizo una plegaria a los trabajadores y líderes laborales para olvidarse de la migajas, voltear esa mesa y empezar una nueva.

En el auditorio sindical del Sindicato Nacional de trabajadores de Uniroyal, Marcos hablo a mas mil personas –y escuchó, uno por uno, a mas de 100 de ellos– mineros, embotelladores de refresco, trabajadores de llanteras, empleados municipales, estatales y federales, trabajadores maquileros e industriales y otros que vinieron del sureste Mexicano, de Tijuana y de tantas otras provincias y ciudades hasta la capital del país. Aquí, en el primer Encuentro Nacional Obrero, muy cerca del cementerio mas grande de la Ciudad de México, discutieron como rehacer el movimiento obrero desde abajo y convertirlo en una fuerza anticapitalista. “ La lucha contra el mercado y por un salario justo es fundamental, pero no es suficiente” dijo el vocero zapatista. “Les estamos pidiendo, respetuosamente, en esta reunión, que se decidan a pelear con nosotros para destruir los capitalistas y quitarles ya los medios de producción”.

Estas palabras que venían del jefe militar del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que se insurrectó en 1994 tomando cientos de tierras de cultivo que ahora son propiedad colectiva de los campesinos que trabajan la tierra, no fueron vacías. Los rebeldes indígenas de Chiapas expulsaron a sus patrones y capataces, no solo de las tierras, sino de todos los aspectos de la vida cotidiana. Ellos tomaron para sus comunidades las pocas escuelas y clínicas de sus regiones y en doce años han construido –sin aceptar ni un peso del gobierno– sus propios sistemas de educación y salud, así como sus propios gobiernos locales, libres de partidos políticos y funcionarios pagados. Todo esto, una tarea que se pensaba imposible hace 12 años, y todavía considerada imposible para aquellos que no han oído las noticias en los medios comerciales.

Su mensaje a la reunión de trabajadores el sábado va al grano de la otra campaña Zapatista. En el epicentro del incendio que vendrá está la chispa de la iniciativa del Zapatismo Urbano, por parte de trabajadores industriales y otros, para unir su dolor y su ira con la de los indígenas rurales y construir juntos “una rebelión nacional civil y pacifica para terminar con el sistema capitalista”.

Estos llamados del Delegado Cero vinieron dos días antes del gran boicot a los Estados Unidos por parte de inmigrantes Mexicanos y de otras nacionalidades, que sorprenderá al mundo y especialmente a la sabiduría convencional al norte de la frontera Mexicana. Es lo más cercano a una Huelga General que los Estados Unidos ha visto en muchas décadas, si es que alguna vez lo ha visto. Y mientras millones marchan y boicotean el trabajo y la escuela en el Norte el lunes, Marcos, éstos trabajadores y todos los demás sectores de la Otra Campaña Zapatista se reunirán en la puertas de la embajada Estadounidense en la Ciudad de México –en solidaridad con los Mexicanos y todos los inmigrantes al otro lado– para empezar la “Otra Marcha” de los Trabajadores” al Palacio Nacional.

El fiscal que viene de abajo

En una tierra –México– donde la gente ve que el crimen organizado, la policía corrupta y los megamillonarios se llevan impunemente lo que quieren cuando quieren, y de manos de los que menos tienen, no hay ya ninguna ilusión de que un “Estado de derecho” o un “Sistema de justicia” pueda, o quiera, enderezar las cosas. El sábado, Marcos expuso, como fiscal , el caso contra los capitalistas y sus gobiernos. Y pidió al jurado –que este sábado eran los trabajadores de la ciudad– que dictaran la pena de muerte: la “expropiación de los medios de producción” para que, como ocurre en los huertos zapatistas en Chiapas, los que trabajamos seamos dueños de nuestro trabajo y ganemos el precio justo de nuestra labor.

Blandiendo la evidencia reportada por el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, el subcomandante-fiscal del pueblo, habló de la canasta básica. Explicó que, en el 2006, una persona tiene que trabajar 47 horas y 47 minutos por semana para ganar los 288 pesos (casi 30 dólares) necesarios para pagar la canasta –que no incluye renta, medicinas, salud, escuela, vestimenta y zapatos u otras necesidades familiares.

Marcos comparó el vertiginoso costo de la vida hoy con el de 1987 (en la víspera de la entrada de México a un sistema de “libre mercado” impuesto por los Estados Unidos), cuando la canasta básica costaba 6 pesos y 86 centavos (alrededor de 7 dólares) por semana. El enmascarado argumentó que, hace 19 años, “lo que se podía comprar de esa canasta básica con el salario mínimo era 94 por ciento y ahora sólo 16 por ciento. Se necesitan más de cinco salarios mínimos para conseguir lo necesario para vivir decentemente. Ello suponiendo que no se paga renta, que nadie se enferma, que no es necesario comprar ropa ni calzado, y que el obrero no necesita divertirse ni adquirir cultura”.

Como en otras partes de México desde que empezó el recorrido de 6 meses en 1° de enero, la presencia del Delgado Zero impulsó el testimonio voluntario de los testigos del crimen que ha sido cometido contra la mayoría de la humanidad: un crimen que el llama capitalismo. (Durante su discurso de 15 minutos, Marcos usó las palabras “capitalismo”, “el sistema capitalista” u otras variables de la palabra capitalismo 36 veces, causando dolores de cabeza, sin duda, a cualquiera de los reporteros de medios comerciales que tienen prohibido el uso de esta palabra.)

Uno de esos testigos que vinieron a darle su palabra a Marcos y a la asamblea de trabajadores es Javier Cortés, un embotellador de refresco para la compañía Bonafont en Querétaro. El atestiguó este sábado que un trabajador en su fábrica gana 83 pesos (alrededor de 8 dólares) por día, empezando a las 8 de la mañana y trabajando hasta “quien sabe cuando”. El trabajador gana menos de un dólar por hora. La fábrica, apuntó Cortés, produce 6,000 botellas de refrescos por hora, y cada trabajador produce “256 pesos de producto” por turno. “El dueño gana 2 pesos por botella”, notó. “¡Que gran diferencia ser de la clase de los patrones comparado con ser de la clase obrera!”

Lo que Marcos ha logrado ya en los primeros cuatro meses de la Otra Campaña es conectar los eslabones de la cadena de explotación: ha recibido, y dado, voz nacional e internacional a las historias de campesinos y trabajadores de las refinerías azucareras que proveen a las fábricas de refresco, a las de campesinos y rancheros cuya agua se roban para hacer estos refrescos, a las de los transportistas que llevan el producto, a las de los vendedores callejeros que lo venden, y a las de los consumidores quien, saciando su sed en un día caluroso, ven que su dinero –tan arduamente ganado– se va al bolsillo del dueño de la compañía. “Ya hemos visto mucho sufrimiento y dolor por todas partes y hemos tocado muchos corazones rebeldes dispuestos a levantarse contra la opresión, el sistema capitalista”.

La hoz le dice al martillo

“Nosotros, nosotras, los mujeres zapatistas, explicamos como vimos el mundo” , dijo Marcos en referencia a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, que empezó, el año pasado, esta Otra Campaña. “Decimos allí que en el capitalismo, hay quien tiene, y quien no tiene. Hay quien manda, y quien obedece. Hay quien tiene bancos, fabricas, grandes comercios, tierras, dinero, y hay quien no tiene mas que su capacidad para trabajar. En resumen hay quien posee, y habemos nosotros, nosotras, los desposeídos, las desposeídas, los que no tenemos nada. Explicamos entonces que esos que tienen el dinero y las cosas las tiene porque las robaron, las despojaron, se les quitaron pues a otros.”

“Los ricos y los poderosos lo son porque les quitan a otros la riqueza ”, continuó Marcos “porque explotan a los que trabajan en las ciudades, en los campos, en las montañas, en los ríos, debajo de la tierra, en el mar. Decimos también que el capitalismo convierte todo en mercancía y organiza a toda la sociedad para que se hagan mercancías, para que se compren y se vendan. Entonces, nosotros, nosotras, los zapatistas, vemos que el responsable de nuestras penas y desgracias es el sistema, el sistema capitalista. Entendemos que el capitalismo es el enemigo y que no podremos vivir con dignidad y paz hasta que sea destruido ese sistema y todo lo que lo sostiene.”

Aunque le hablaba a trabajadores industriales, Marcos también acusó al capitalismo del problema ambiental, desde el punto de vista de las comunidades indígenas que el representa:

“Vimos que es este sistema capitalista el que nos esta quitando la tierra, el agua, el bosque, el aire, la montaña, los rios, los mares, para convertirlo en mercancías. Vimos que este sistema nos quiere aniquilar como pueblos indios porque nosotros, nosotras somos los guardianes de la tierra y no estamos en acuerdo con su modo este de los capitalistas que quieren hacer a mercancía hasta nuestra historia. Y vemos con su gana de tener mucho dinero, los capitalistas destruyan a nuestra naturaleza, la matan, y vemos que si la tierra que cuidamos muere, también morimos nosotros.”

En la exposición hecha a los trabajadores, Marcos apuntó al “núcleo” del capitalismo; “su parte mero capitalista… la producción de las mercancías”. Notando que ésta existe solo donde trabajan los obreros y las obreras. Dijo que la “las mercancías no nada mas necesitan ser producidas sino también necesitan quien las cargue y las transporte, quien las vende y quien cobra.“ Compartiendo sus observaciones de cuatro meses de recibir testimonios, Marcos concluyó que “la mayoría de la gente vive con pena y con mucho dolor y tristeza.”

Pero, “lo más importante para los capitalistas”, dijo, involucra a los trabajadores industriales. “Son ellos y ellas las que le pueden pegar al capitalista donde mas le duele y le pueden acabar de una vez porque si no pues vuelve a levantarse y hacer sus maldades.”

La polémica sobre la marcha del primero de mayo

Cada primero de mayo, en México como en gran parte del mundo, los trabajadores marchan por las calles. El primero de mayo es, de hecho, el día feriado que más se celebra en la tierra, cruzando las fronteras de la religión, el idioma y el tiempo como ningún otro día del calendario. Se celebra en todos lados excepto en país donde obtuvo su estatus como el día de los trabajadores: los Estados Unidos de América (el primero de mayo nació después de una masacre de trabajadores en Chicago). Ahí es donde los “sindicatos” que se vendieron hace mucho tiempo asintieron a cambiar el día de los trabajadores del primero de mayo al día del trabajo en septiembre.

Los “sindicatos” al norte todavía hacen lo que pueden para imponer la amnesia forzada. Aún el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés), que tiene muchos miembros de ascendencia mexicana, se ha unido a otros polares de la Iglesia y el Estado, alejándose del movimiento por los derechos de los emigrantes y del Gran Boicot que azotará de California a la isla de Nueva York. Pero ninguno de esos jueguillos de institucionalidad importan. Los Estados Unidos tendrá su primera probada desde hace mucho, mucho tiempo de lo que es una Huelga General este lunes, y serán los mexicanos y los chicanos los que guíen la norte de vuelta a la autenticidad.

Al sur de la frontera, la eterna batalla entre arriba y abajo también se representará el primero de mayo. Los sindicatos institucionales van a marchar temprano este día al Zócalo capitalino. Por primera vez en muchos años los acompañarán los liberales del movimiento, aquellos sindicatos y líderes sindicales que han disentido a lo largo de la historia, en varios grados, de los institucionales. Su marcha ocurrirá en un escenario calentado por la tragedia del colapse de la mina en Pasta de Conchos, Coagula (65 muertos) y de la reciente violencia de Estado contra los trabajadores mineros y acereros en Michoacán que tomaron una fabrica de acero (ver la nota en inglés “100 años tras el nacimiento del Movimiento Obrero Mexicano, sangre obrera otra vez mancha la nación” de John Ross, Narco News, 28 de abril). Se espera, según el periódico La Jornada, que sea “la movilización más grande” del primero de Mayo en las décadas recientes, “sin precedente”.

Pero la Otra Campaña esta marchando al compás de otro tambor, y sobre un sendero diferente: dirigiéndose primero a la Embajada de los Estados Unidos mientras los sindicatos oficiales van al Zócalo, y luego, horas después, marchando al mismo Zócalo después de que los jefes de los sindicatos ya se hayan ido.

Durante el Encuentro Nacional Obrero, muchos oradores tocaron el tema del conflicto en Lázaro Cárdenas, Michoacán, un puerto nombrado por el presidente que nacionalizó la industria petrolera. Hay, sin duda, inspiración –y evidencia para el argumento de Marcos sobre las posibilidades para expropiar las fábricas– en el hecho de que 500 trabajadores mineros y acereros rechazaron a 800 policías antimotines fuertemente armados que intentaron retomar el control de la fábrica de acero de SICARTSA. Su demanda, sin embargo no es el control obrero sobre los medios de producción, o está siquiera directamente relacionado con las condiciones de trabajo o de salario.

La huelga de los mineros y acereros busca resolver otra disputa, mucho más angosta: se opone a la imposición de un dudoso líder sindical sobre otro, Napoleón Gómez Urrutia, repetidamente llamado charro durante la reunión de trabajadores del sábado. El término “charro” puede ser traducido aproximadamente como “llanero solitario”, un trabajador-capataz que se despega de sus compañeros para volverse la mano derecha del patrón en contra de los intereses de la base trabajadora. Los periódicos Mexicanos y las noticias de televisión están inundados con imágenes violentas del combate entre la policía y los trabajadores en esa fábrica. Y añadiendo al tumulto, el nieto del héroe cuyo nombre lleva la ciudad: el hoy Gobernador del Estado de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, del “centro-izquierdista” Partido de la Revolución Democrática, esta sobre el asador de vacas sagradas, ya que fue uno de sus oficiales de policía fue capturado en cámara dando ordenes de disparar a los trabajadores. Dos muertes, docenas de heridos.

María Luisa Martínez Sánchez, viuda de uno de los 65 mineros que murieron en Coahuila –la tragedia que creó el contexto del conflicto en Michoacán y para la marcha oficial del 1° de mayo– se sentó junto a Marcos en el escenario del Auditorio Sindical mientras uno de los trabajadores denunciaba a los líderes charros por utilizar a los trabajadores mineros y acereros como carne de cañón en una disputa de poder entre individuos.

Pero aún el espectro de la violencia de Estado y la muerte –y el correspondiente espectáculo mediático que flota desde Coahuila hasta Michoacán sobre la marcha del lunes en México – fue desplazado por un solo concepto en el Encuentro Obrero del sábado: aquel de la expropiación de los lugares de trabajo. Uno por uno, los trabajadores tomaron el micrófono y dieron respuesta a la pregunta de Marcos: Sí, queremos recuperar los medios de producción. Y cada vez que el Subcomandante Zapatista mencionaba la expropiación, sus comentarios recibían respuesta: “¡Duro! ¡Duro!”.

El último orador del Encuentro Obrero fue un estudiante de la Preparatoria número 2, en la Ciudad de México, Antonio Escalante, quien mencionó la necesidad –en añadidura a la recuperación de los medios de producción de recuperar los medios de comunicación: los medios y las instalaciones. “¡Duro!” responde éste su corresponsal. Nos vemos en las calles el lunes.

Traducción: Lucia Benavides

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