English | Español | August 15, 2018 | Issue #39 | ||||
Crean un nuevo caracol zapatista en MéxicoUn encuentro con don José Félix Serdán NájeraPor Juan Trujillo Limones
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Zapatismo y neozapatismo unidos en un rincón de la ciudad de México. Fotos: D.R. 2005 Juan Trujillo Limones |
En el ambiente de la inauguración, fue sumamente relevante la presencia y participación de don José Félix Serdán Nájera (1917), continuador de la lucha de Emiliano Zapata como miembro de las fuerzas armadas de Rubén Jaramillo en el estado de Morelos.
Con la colaboración de varios colectivos identificados con los ideales de Zapata y el postulado de “la tierra es de quien la trabaja”, así como con el neozapatismo del EZLN –que supone la reivindicación de la construcción de “un mundo donde quepan muchos mundos” –, el esfuerzo logístico y de base parece dar sus primeros pero sustanciales pasos reflejados en esta inauguración. Sin embargo, la difusión de este caracol zapatista Tecpanpa ha tenido poca o casi nula atención en los medios de comunicación; en particular en periódicos mexicanos como La Jornada, que han reivindicado la lucha de los indígenas zapatistas, no se ha publicado nota alguna. Una excepción es el caso de Radio UNAM.
Las agrupaciones políticas participantes –Xochimilco Zapatista, Puente a la Esperanza y Colectivo Zapatista Jetitas– son ahora actores sociales de la historia de este pequeño rincón de las chinampas al sureste de la antigua México-Tenochtitlán. Su colaboración y coordinación con la Asamblea de las Tías es la que ha hecho posible este esfuerzo. La historia de este consejo se remonta a tiempos prehispánicos y de la Colonia. Sus estructuras organizativas en este territorio emergen de la transmisión generacional de la autoridad en la figura de las mujeres con mayor edad. Según lo narra Teodora Alonso Yedra: “Desde tiempos prehispánicos, desde que empezó el tiempo de las fincas que se formaron las Tías… pero traemos esa educación desde hace mucho tiempo… no apenas… Esperamos lo mejor para un México libre, vivir con armonía y amor, sin represión ni engaños”, responde a este reportero con seguridad y firmeza. Así, el carácter histórico de este consejo incorpora al espectro de lucha de las mujeres un ingrediente particular que abraza e internaliza las raíces milenarias.
El caracol zapatista Tecpanpa es producto del trabajo y planes de casi cinco años, en los que las Tías, organizadas en torno a su autoridad moral y maternal, han tratado de articular esa “otra” lucha al margen de partidos políticos o de las rígidas instituciones del Estado. Aquí, en lo que es una pequeña luz de esperanza, las Tias se proponen “mandar obedeciendo” para lo que profesora Alonso, miembro de la asamblea, plantea como: “la formación de buenos mexicanos”. La influencia de este esfuerzo autónomo y autogestivo en la región, a pesar de que no estar inscrita en la lógica de organización de un municipio autónomo indígena zapatista como los de Chiapas, busca en una primera instancia formar y promover la educación en niños y jóvenes.
Acto cultural durante la inauguración del Caracol Tecpanpa. |
Tecpanpa pretende ser de esta manera un proyecto de educación mediante la formación de jóvenes conscientes de su entorno y de las luchas sociales. “Tenemos mucho interés en ir poniendo atención en la semilla que vamos sembrando, y a esa planta que ya está chueca ponerle estacas para poderla enderezar con nuestras tradiciones, nuestras formas de educación que tuvimos desde niños… todos los que hemos platicado hemos dicho que vamos a sembrar, pero vamos a empezar por preparar bien la tierra para que no salgan plantas torcidas, para que esa planta dé frutos que quizá los de la tercera edad ya no lo vamos a ver… pero tenemos esperanza para un futuro mejor”, señala Teodora Alonso.
Desde temprano, el acto de inauguración inició con expresiones y presencias de los de abajo. La memoria prehispánica se hizo presente con la ofrenda y ritual a cargo del grupo Calmecac Altepetl Zacapan. Hombres y mujeres convocaron a la historia de México para vincularla al presente de la lucha neozapatista, a la memoria colectiva y espiritual. La expresión artística, musical y de reflexión sobre el mundo indígena, en Mesoamérica y en los Andes, corrió a cargo del grupo Mauissuj Phallay. Los cerca de 70 asistentes disfrutaban de un día soleado y fresco a las orillas de uno de los canales de Xochimilco, donde desde ahora atraca la trajinera “Digna Ochoa”. Esta embarcación delicadamente adornada también rememora la actividad milenaria de agricultura e intercambio en la región.
Don José Félix Serdán Nájera y su compañera Emilia Sosa Marín. |
En entrevista con este colaborador y con María Eugenia Guillén de Radio UNAM, el también ex jaramillista habló no sólo a través de su palabra, sino también y a través de una mirada honesta y comprometida que expresa siempre humildad y convicción. Su voz, su mirar y su corazón se mueven en sincronía; es un gran viajero del tiempo cuando habla de su trayectoria en la lucha armada o se refiere al Caracol Tecpanpa y sus significados para el pueblo de Xochimilco y de México.
La trayectoria de tan destacado personaje dentro de la lucha de los pueblos es basta y está llena de anécdotas que transcurren en el largo andar de los años, desde 1917 hasta el día de la inauguración del nuevo espacio de resistencia para el pueblo. Su memoria sigue fresca como si fuese ayer el inicio de la Revolución de 1910.
“Bueno, en primer lugar, en Morelos tuvimos a un continuador de la lucha de Zapata. Su nombre: Rubén Jaramillo Menes. Él era mayor que yo 17 años… yo nací el año 17. Él fue soldado zapatista a los 15 años, a los 17 era capitán primero de caballería y a la muerte de Zapata (1919) él siguió la lucha con los ideales de Zapata… luchó pacíficamente durante, qué se yo… más de 20 años y… su lucha fue siempre en favor y al lado del pueblo, al lado de los pobres. Yo me incorporé a esta lucha en el año 42, la lucha legal, la lucha pacífica. En el 43, Rubén se vio obligado a tomar las armas y ese mismo año me incorporé a la lucha armada. Fui herido… fui avanzado por el ejército, tuve la suerte de que no me mataran, me llevaron con Ávila Camacho; él me declaró en absoluta libertad, me mandó a curar al hospital militar…”, comenta don Félix, con modesto y sencillo sombrero sobre la cabeza, mientras entre frases aprieta su bastón con la mano, como si fuera un apoyo en sus declaraciones.
El involucramiento de un individuo con el zapatismo no es sólo una cuestión coyuntural, como bien nos da a entender don Félix. La convicción de los principios humanos de la reproducción de la vida mediante la tierra continuó para él después del 1º de enero de 1994, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas y se reivindicó como noezapatista. Al respecto señala: “El 27 de marzo de 1994 convocamos a una reunión clandestina de los viejos zapatistas que quedaban, de los viejos jaramillistas… a esta reunión asistieron los viejos zapatistas, los jaramillistas, los hijos de unos y otros y hasta los nietos y simpatizantes. Entonces, analizamos tres documentos importantes: el Plan de Ayala de don Emiliano Zapata, el Plan de Cerro Prieto de Rubén Jaramillo y la Primera Declaración de la Selva Lacandona (del EZLN). Encontramos los tres documentos con pequeñas diferencias pero fundamentalmente con principios muy parecidos: la lucha del pueblo, la lucha de los pobres por mejores condiciones de vida. Esto pues nos hizo considerar: ‘Bueno, no debemos dejar solos a los neozapatistas’. Acordamos hacer un documento en el cual nos comprometíamos a no dejarlos solos. Fue escrito el documento, lo firmamos y ‘¿Ahora qué hacemos?’... Tuve la fortuna de ser comisionado para llevar este documento a Chiapas en los días primeros de abril con Flora Guerrero, una gran compañera. Fuimos a Chiapas a entregar el documento. Llegamos a la selva y fuimos recibidos por Marcos, entregamos el documento y Marcos, pues, tuvo a bien darme un reconocimiento: Mayor Honorario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Eso pues para mí es un gran honor, un privilegio y pues estoy siempre… estoy para servirle a mi pueblo…”.
Para don José Félix, este nuevo caracol es un proyecto acorde con el zapatismo de Emiliano Zapata: “Yo nací unos años antes de que muriera el general Zapata, pero puedo decir lo que mis padres me platicaban… Tiene cierta similitud (con el caracol), porque, los ideales de Zapata pues siempre estuvieron del lado de la gente humilde; esto es lo mismo que ocurre ahora. El zapatismo, representado a nivel nacional por los revolucionarios de Chiapas, tiene el mismo ideal, la similitud de ambas luchas. O sea que Zapata luchó porque la tierra fuera de los campesinos, que diera libertad, que diera cultura, que el pueblo se gobernara de una manera, ¿cómo dijera yo?, limpia…”.
La conciencia y la memoria histórica de este ex jaramillista son tan lúcidas como la esperanza que alberga esta chinampa zapatista; su expresión corporal y visual obliga a pensar que este luchador mira el tiempo y los acontecimientos con sabiduría: “En la actualidad desgraciadamente tenemos el problema de que estamos gobernados por gente corrupta, gente que no aspira a servirle al pueblo, ¡sino servirse del pueblo!... a hacerse ricos o cuando menos a elevar su nivel económico a costa del hambre del pueblo. Entonces, mi punto de vista es que este caracol puede ser el inicio de una lucha más concreta en favor de los oprimidos”. Una conclusión tan sencilla se relaciona con el actual paradigma que supone el descrédito de la manera “formal” de hacer política en muchos países de América Latina.
Don Félix vivió su juventud en los años de la construcción del Estado posrrevolucionario, cuya consolidación sería en la década de 1940 con el general Lázaro Cárdenas. La modernidad y el capitalismo en México todavía no eran ejes fundamentales de la concentración de la riqueza y las políticas neoliberales de principios de la década de 1980 estaban todavía muy lejos. No obstante, en esta llamada “posmodernidad” de inicios de siglo XXI, don José Félix demuestra su conciencia y conocimiento sobre el tema cuando se le pregunta sobre el futuro de los caracoles: “Creo que debemos de impulsar este tipo de luchas: si no nos organizamos los pobres contra quienes nos gobiernan, para servirle a los gringos, pues no vamos a salir de ésta. Necesitamos organizarnos, necesitamos crear una cultura propia sin el dominio del imperialismo”. Aunque con un tono cansado en su voz, es posible tener la sensación de que evoca sus largos 88 años de vida.
La relevancia para don Félix de que la organización en torno a los caracoles es sustancial en la actualidad se hace presente: “La importancia es que el pueblo está tomando consciencia de que sólo de manera organizada conscientemente podemos salir de la miseria en que nos tiene sumidos el neoliberalismo”.
A la pregunta de sí es probable que se geste un nuevo movimiento social en amplios sectores de la población mexicana que tome como base el ideal zapatista, el ex jaramillista contesta contundentemente: “Sí, claro que sí; en todo el país hay inquietud… en todo el país hay gente que repudia la forma en que nos están gobernando… Muchos partidos, ¿para qué realmente?, ¿esta gente lucha por el bienestar del pueblo? No, simplemente lo que quieren son cargos públicos, mas no para servirle al pueblo. Justamente necesitamos hacer conciencia de que, con salario o sin salario, debemos contribuir a que nuestro pueblo despierte, nuestro pueblo se organice, nuestro pueblo luche por romper las cadenas”.
El ambiente de la charla sube de intensidad por la introducción que hace este zapatista a los espinosos temas de la insubordinación del pueblo y la crítica a las organizaciones políticas; la metáfora de las cadenas se impone a través de su voz pausada y clara. Su mirada revolucionaria obliga a este reportero a interrogarle sobre el caso de que en Xochimilco la organización y la lucha por romper las cadenas implicase la lucha armada. Al respecto, el zapatista responde: “No es necesario. Digo, si el pueblo estuviera más organizado, si el pueblo estuviera consciente de la miseria en que vive… no sería necesaria la lucha armada; necesitamos hacer esa conciencia, desarrollar esa conciencia. Desgraciadamente, por un lado bueno, ya el pueblo está cansado de partidos, está cansado de los políticos neoliberales con la apariencia de revolucionarios. Tenemos un PRI [Partido Revolucionario Institucional], que es el que durante muchos años nos gobernó y que pues nos corrompió a tal grado que nos acostumbró a estirar la mano nada más. Tenemos un PRD [Partido de la Revolución Democrática], que en su mayoría… no puedo señalar con detalle, pero en su mayoría la gente que dirige aspira a un puesto, aspira a ganar mucho dinero sin trabajar. Tenemos así otros partidos de igual manera… necesitamos crear conciencia para que con partido o sin partido tengamos gobernantes honestos, gobernantes que apoyen la lucha del pueblo”, responde con visible enojo en su expresión.
La pregunta recurrente sobre la organización política autónoma de facto expresada en las Juntas de Buen Gobierno (JBG) zapatistas de Chiapas se impone en la charla, acerca de sí la respuesta a construir poder fuera de los partidos políticos se encuentra en ellas. El luchador social señala afirmativamente: “Algo así, necesitamos gobernantes honestos… en la medida en que vayamos logrando esos gobiernos honestos, en esa medida irá creciendo la fuerza, iremos logrando espacios cada vez más amplios”.
Es interesante cómo don Félix se encuentra al tanto de los esfuerzos de la resistencia neozapatista. Durante la entrevista, le recuerda a este colaborador el esfuerzo realizado en el estado de Michoacán, cuando responde que el caracol de Tecpanpa y los cinco existentes en Chiapas son un nuevo amanecer para el pueblo mexicano: “… y no solamente eso, hay otro nuevo caracol en Michoacán, y esperamos que sigan surgiendo más y más y más, de tal manera que obtengamos una fuerza capaz de ir cambiando la situación que vivimos”, termina con firmemeza.
Dentro del contexto político que permea a la sociedad mexicana, desde la publicación de la Sexta Declaración de Selva Lacandona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en julio pasado, este caracol Tecpanpa es un foco de resistencia que se suma a la iniciativa de la Otra Campaña. Los actos y acciones políticas de la Otra han empezado a cobrar dinamismo en diversos lugares del país, como el acto de “nombrar nuestros muertos” de los zapatistas los pasados 1º y 2 de noviembre, en el marco de la celebración de Día de Muertos. La actividad continuará con los talleres-eventos políticos-culturales que se llevarán a cabo en diferentes partes de la ciudad de México, entre el 11 y el 20 de noviembre, organizados por colectivos, medios libres e individuos. A la gente de Xochimilco le toca acondicionar su caracol para sumarse al caminar conjunto.
Pero el camino apenas empieza para el caracol zapatista Tecpanpa en el largo recorrido por la construcción de espacios alternativos y autónomos donde el poder se construya desde abajo y por los de abajo. El saludo de don Félix y el nombre de Digna Ochoa son fuertes símbolos que pretenden recuperar la memoria y el imaginario colectivos. Los principios de la reproducción de la vida, a través de la madre tierra (Tonantzin) de las chinampas prehispánicas, representan la lucha milenaria que dan forma a esta nueva esperanza en Xochimilco, en un rincón rebelde de este México todavía con apariencia de siglo XIX.
juan_trujillo26@yahoo.com
Con la Sexta: Cobertura completa de Narco News sobre la “Otra Campaña” de los Zapatistas
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