English | Español | August 15, 2018 | Issue #31 | |||||||
La batalla comercial de Cancún cambia el tablero de la Guerra contra las DrogasLos países pobres marcan un precedente de cómo derrotar a las imposiciones de los países ricosPor Al Giordano
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El campesino coreano Lee Kyung-hae sube una valla para hablar antes de matarse en protesta por la política agrícola de la OMC en Cancún, México Foto D.R. 2003 Victor Ruíz/Por Esto! |
La razón principal de que el gobierno central de México se haya vuelto ampliamente irrelevante para esos eventos fue que, en el nivel de la opinión pública, la región de Cancún y la península de Yucatán —inclusive luego de haber sido alimentada con historias de horror por parte de los medios nacionales, retratando a los críticos de la OMC como locos y propensos a la violencia “globalifóbicos”— rápidamente abrió sus brazos a los manifestantes.
La Casa de la Cultura de Cancún se volvió la base de operaciones de los campesinos disidentes de México y otras partes, cuyas formas de vida fueron amenazadas por las propuestas de la mesa de negociación en la lujosa zona hotelera de Cancún. Los pescadores de la región —una población significativa e importante en esta área costera— también se organizó y trabajó conjuntamente con los manifestantes: su forma de vida, también, fue amenzada por las propuestas de la OMC de dar injusta ventaja a grandes conglomerados multinacionales de pesca en el Caribe y otras regiones.
A nivel de las bases, la sociedad civil en la península de Yucatán —y esto no es poco debido al periodismo auténtico del diario más grande de la región de Cancún, Por Esto!— abrió espacio a miles de “globalocríticos” (el término sustituto de Por Esto! al insultante título de “globalifóbicos” inventado por esos cobardes que tratan de batir la valiente salida a debate) para moverse en las calles y en las playas, pese al enorme esfuerzo militar y policial por aplastarlos.
Foto D.R. 2003 Gonzálo Subirats/Por Esto! |
Mari explicó que, previamente al encuentro de la OMC, el sector comercial local se oponía a las protestas, ya que el sector político estaba dividido. “Algún sentían que la publicidad sería buena para el turismo local. Otros sintieron que la publicidad negativa, especialmente acerca de la pobreza y la miseria en las orillas de Cancún, sería dañina”.
“Pero la población en general”, explicó el veterano periodista, “estaba de acuerdo con los globalocríticos, con la posición del más débil parado frente al más fuerte”.
Un rumor colectivo se sintió en toda la península de Yucatán —y en gran parte del mundo— el 10 de septiembre, cuando el campesino coreano Lee Kyung-Hae, de 56 años, con su una vez próspera granja destruida por las políticas de mercado mal llamadas “libres”, se quitó la vida en protesta en las calles de Cancún.
Di lo que quieras, querido lector, acerca de la táctica, o acerca del suicidio en general, o del estado mental de destruido campesino, pero ese solo hecho, con un rápido movimiento de cuchillo, llevó la historia a un nuevo y más serio discurso que las corrientes historias de cables habían ofrecido sobre policías contra manifestantes.
Ése fue el punto de quiebre, de acuerdo a Menéndez, “El sacrificio del coreano marcó la diferencia. Cuando murió, la OMC murió con él: lo llamamos la muerte simbólica de los opresores”.
De hecho, la cobertura de Por Esto! —dirigida por su editor de fotografía, profesor de la Escuela de Narco News de Periodismo Auténtico Gonzalo Subirats, que estuvo en la escena para documentarla junto al fotógrafo Víctor Ruiz y el equipo de redactores— fue un ejemplo de periodismo gráfico, aferrado e inclusive responsable en un momento de tensión. “El periodismo que presentamos”, recapitula Menéndez, “especialmente gráficado con fotos, reflejó el punto de vista del público. Luego de la muerte del coreano, que se mostró mientras estuvo vivo, con su cartel, más tarde con su cuchillo, sus simpatizantes, y la seguida manifestación encabezada por los coreanos. Y fue claro que estaban en contra de la confrontación. Este mensaje que transmitieron, que es paz con justicia, resonó en la opinión pública local. Y mostramos que los manifestantes no eran locos buscando la confrontación con la policía, y se demostró con fotografías así como con texto”.
Luego del encuentro de la OMC, la opinión pública en la ciudad huésped fue tan fuerte que el alcalde de Cancún Juan García ha propuesto erigir un monumento a la memoria de Lee Kyung-Hae.
La revuelta, como revela la historia inmediata, no fue simplemente en las calles, y se diseminó más allá de lo local. La gente llegó de todo el mundo. El mes pasado, los zapatistas —de muchas maneras, los líderes morales del cuerpo político mexicano— lanzaron un comunicado llamando a unirse a las protestas en Cancún. Las organizaciones de campesinos, obreros y estudiantes mexicanas alquilaron autobuses en todos los rincones de la república para participar en las protestas, sumando una sólida base de clase trabajadora mexicana a toda clase de activistas de todo el mundo que pudieron pagar el viaje a la cara Cancún. Esto, también, ayudó a cambiar la opinión pública local.
Foto D.R. 2003 Gonzálo Subirats/Por Esto! |
Menéndez, un fiero crítico de las políticas de Fox, dice que los eventos en Cancún cristalizaron, para el público, el conflicto entre el Fox al servicio del entusiasmo de los gringos por el “libre mercado” y las necesidades humanas reales de los campesinos y consumidores mexicanos. “La posición de Fox, post Cancún, no será tan fácil como antes. Si quiere entregar México a las políticas económicas de Estados Unidos, tendrá que responder a los productores mexicanos. Ellos no pueden competir con los subsidios del gobierno estadounidense a sus productores y campesinos. La situación en México no era fácil. Ahora, es claro para el público”.
Tradicionalmente y por décadas, el gobierno mexicano fue el interlocutor entre toda América Latina y los Estados Unidos. Pero la rápida caída en desgracia de Fox luego de su elección en 2000, combinada con la elección en 2002, en Brasilm de un nuevo actor en el escenario global —el Presidente Lula da Silva— ha recompuesto el contexto internacional. Lula, y no Fox, lidera ahora una creciente unidad en la escena mundial y latinoamericana.
Foto D.R. Victor Ruíz/Por Esto! |
El Times culpa a lo que llama “un número de naciones ricas” por descarrilar las charlas (nombra a Japón, Corea del Sur y a la Unión Europea, pero no explica por qué las culpa en vez de a la multitud de naciones pobres que encabezaron la salida del dominco, una efectivamente “huelga de negociadores” que acalló a la fábrica de miseria: el Times aborrece históricamente dar algún crédito a los que son más). El editorial del Times afirma: “contrario al insensato aplauso con el que la caída fue saludada por los manifestantes antiglobalización en Cancún, las naciones más pobres y vulnerables sufrirán más”.
Pero el Times —el “periódico del récord” desde “la capital del capital”— admite, un par de párrafos más adelante, que el liderazgo para golpear las charlas de la OMC no vino de Europa o Japón, sino, más bien, desde abajo: “La principal demanda de estas naciones en desarrollo, encabezadas en Cancún por Brasil, ha sido el fin de los altos aranceles y subsidios en el mundo desarrollado, y correctamente. Las naciones pobres encuentran difícil competir contra los campesinos de naciones ricas, que obtienen más de 300 billones en apoyos del gobierno cada año” (las negritas son mías).
Foto D.R. Victor Ruíz/Por Esto! |
El finado Johnny Cash pudo también estar mirando sobre los procedimientos, vestido de negro en “los viejos campos de algodón de vuelta a casa” del más allá. Los negociadores de Estados Unidos no pudieron implantar a su así llamada posición de “libre comercio” cuando se llegó a los subsidios del gobierno al algodón. Eso fue lo que llevó a la explosión: las naciones africanas productoras de algodón le dijeron a Washington que se jodiera, y encabezaron el éxodo de negociadores de países en desarrollo de la sede de la convención- Como cantó alguna vez Cash: “Puede sonar un poquito divertido, pero no haces muchísimo dinero en sus viejos campos de algodón de vuelta a casa”.
Aunque el coro “Culpen a Brasil”, hoy en susurros, parece incrementar su volumen mientras la búsqueda de chivos expiatorios comienza. Tomen el comentario de Alan Oxleyel lunes pasado, ex embajador de Australia al GATT (Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles), en Tech Central Station:
Los que se alinearon con Brasil en Cancún para insistir en que los países desarrollados deberían cortar las barreras comerciales agrícolas en las negociaciones agrícolas deberían preguntarse si hicieron lo correcto. El bebé fue sacado de la bañera. Les sirve bien. Olvidaron para qué es la OMC”.
¡Jodidas elecciones! La democracia, se nota, es la forma de las políticas comerciales impuestas, de acuerdo a la posición de mercado impuesto de Oxley y sus compañeros de viaje.
Oxley está en estado de shock y descree que “grandes” naciones como India, China, Tailandia y Filipinas se unieran con otras naciones en desarrollo en una demostración de fuerza y unidad porque, de acuerdo con él, “son lo bastante grandes para ver por sí mismas”, pero al “caer en el truco brasileño” han, advierte Oxley, “desatado serias consecuencias”.
Raspen la superficie de un autoproclamado entusiasta del “libre mercado”, y muy a menudo encontrarán un alma antidemocrática. Oxley pudo ser un modelo de póster para esa tendencia. Se queja de la salida de “las naciones africanas y caribeñas —numerosas en la OMC pero incosecuentes en el comercio”. En otras palabras, “un hombre, un voto” (o “un país, un voto”), en un mundo donde la mayoría (y la mayor parte de la población de muchas naciones como un todo) es pobre, no debería contar: lo que cuenta para los ricos y sus negociadores es “un dólar, un voto”: Oxley quiere continuar un juego con reglas que ya favorecen a las naciones ricas (y a los poderes más ricos dentro de esas naciones). Bueno… al menos es lo bastante honesto como para admitirlo.
Cierto, Brasil, bajo el gobierno popular y democráticamente electo de Lula da Silva, seguramente desató una tormenta de mierda: pero el excremento —hecho del proverbial desperdicio de productos de la “globalización” conocidos como pobreza y miseria— ya estaba ahí, solamente esperando el viento desde abajo.
Digamos esto de Glenn Harlan Reynolds, el rey pro mercado de visitas a Blogolandia de Instapudit: está Al menos comentando estos eventos que sacuden la Tierra mientras otros bloggers neolibertarios lo han dejado el debate tan rápidamente como los negociadores salieron de la OMC. Reynolds llamó al giro estremecedor del domingo en estos sucesos “un día muy desafortunado”.
Foto D.R. 2003 Victor Ruíz/Por Esto! |
Bueno, yo pregunto: ¿De dónde sacarían los “países pobres” una idea como ésa? Obviamente, la sacaron de los países ricos que han insistido, desde el principio de la mal llamada era del “libre comercio” —sólo miren las provisiones injustas del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) y lo que han heho a los campesinos de México en menos de una década— al imponer diferentes reglas para el mundo desarrollado de las que están dispuestos a obedecer.
En el debate a principios de los noventa sobre el TLCAN, Jonathan Larson hizo una interesante observación acerca de la relación entre las políticas de “libre comercio” y guerra contra las drogas:
La primera vez que se usaron los argumentos de libre comercio para influir en la opinión pública tuvo lugar en las Guerras del Opio en China de 1839 al 42 y renovadamente en 1856-60. Los mercaderes de droga británicos estaban importando aproximadamente una tonelada de opio por día de la India. Los chinos se resintieron en el daño que este volumen de adicción estaba causando a su sociedad y trataron de cerrar sus fronteras. Los británicos fueron rudo al suprimir está pequeña revuelta de chinos nacionalistas que odiaban la droga. La Enciclopedia Británica estima que unos 20 millones de ellos murieron a causa de las Guerras de Opio.Cuando se supo acerca de esta gran carnicería por lo que era esencialmente un negocio de drogas que salía mal, la amable sociedad en Gran Bretaña se las arregló para encontrar una cubierta intelectual para sus acciones en China. El libre comercio, el derecho de paso de bienes entre naciones, no podía impedirse. Esta guerra no fue por las drogas sino para asegurar una mayor prosperidad para todos. Porque perdió las guerras, China dio a Gran Bretaña un puerto libre, Hong Kong. Hong Kong era una demanda británica porque “probaba” que las Guerras del Opio no eran por drogas sino por libre comercio. Con su conciencia cultural tranquilizada, la amable Gran Bretaña volvió a otros ultrajes más mundanos del colonialismo.
Puede uno pensar que el libre comercio como cobertura moral del comercio de drogas es el problema de nuestro pasado, un ejemplo reciente debería bastar. Tailandia, citando amplios avisos sanitadios, decidió dejar de importar tabaco, una peligrosa droga más adictiva que la heroína, de acuerdo a la Oficina del Médico General de Estados Unidos. Tailandia fue forzada a rechazar su legislación sanitaria a fines de los ochenta para satisfacer los requerimientos de los burócratas del comercio internacional que establecieron que leyes tales no pueden permitirse porque restringen el comercio.
El gobierno más interesado y beneficiado por la política de la guerra contra la droga y que es al mismo tiempo su gran promotor, aseguró, es el gobierno estadounidense, que ha utilizado está política para mantener subyugados a los países de América Latina, por un lado con la cuestión de la descertificación (“con la que los amenazó en múltiples ocasiones en caso de no cumplir con las condiciones que les imponen, aunque no tengan que ver con la droga, como fue el caso en 1995 cuando el embajador de Estados Unidos condicionó la certificación de Colombia a la modificación del convenio bananero con Europa”).
Lo que ha ocurrido ahora, como resultado de Cancún, es un desarrollo importante en el frente de la reforma política de drogas: anóntenselo a la ley de consecuencias no previstas. Una gran consecuencia para el movimiento de “acuerdos de libre comercio”, ahora, post Cancún, habiendo perdido su brillante inevitabilidad (y, aventuro, muerta el agua como la OMC, que era el pez más grande), es que el fondo ha salido de la gran presión de Washington y Wall Street al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA).
Cuando se trata de acuerdos comerciales con América Latina, el gobierno de Bush ha perdido la mano. El gobierno de Lula en Brasil ha tomado el volante y cuenta ahora con el apoyo global de naciones con economías más pequeñas, no solamente en América Latina, sino alrededor del globo: naciones que, colectivamente, representan la mayoría de la población mundial.
Como no continúa el momento de vertir los “acuerdos de libre comercio” en las gargantas de las naciones más pequeñas, Washington va a tener que redirigir toda su estrategia latinoamericana. Inclusive la Casa Blanca de los Bush admite ahora que la agenda de comercio debe “pausarse” para conversar, y reagruparse.
Y como Lula, el ex obrero metalúrgico y líder sindical, ahora presidente del país más grande de América Latina, dijo en un discurso el lunes acerca del fracaso de Cancún:
Aprendí que nadie respeta a alguien que negocia con la cabeza agachada. Nadie respecta a quien negocia como un lacayo. Con nuestras cabezas levantadas, defendiendo nuestros intereses, podremos crecer y abrir espacios extraordinarios…
Lula, como documentó extensamente Narco News, es también un viejo crítico de lazs políticas prohibicionistas de drogas.
El precedente sentado en Cancún —de naciones económicamente más débiles reunidas para resistir las imposiciones de las naciones económicamente más fuertes (una tendencia anotada por el reformista en políticas de drogas estadounidense Ethan Nadelmann en su reciente análisis en Foreign Policy— es precisamente la prescripción que puede finalmente cambiar el tablero en la “guerra contra las drogas” impuesta por Estados Unidos.
Hasta el fin de semana pasado, la estrategia de las naciones más débiles de unirse contra las imposiciones de los económicamente más fuertes era una teoría, sacada a flote en el año 2000 por Narco News y probada, con éxito, en diciembre pasado en la OEA.
Hoy, el contexto post Cancún de “resistencia globalizada”, es una tendencia repetida y replicada.