El Espectro del México Indígena
Con una Presidencia debilitada, aquí vienen los zapatistas
Por Al Giordano
Parte II de una serie: Fox a la mitad de su vida
23 de julio 2003
En marzo de 2001, reportamos (en inglés) que “los dos líderes de México más conocidos internacionalmente botaron los guiones pre escritos planteando desafiantes gambitos sobre el escenario mundial”.
El Presidente Vicente Fox, hablando con los reporteros en la ciudad de México, hizo declaraciones públicas en favor de la legalización de las drogas.
El Subcomandante zapatista Marcos, también en la ciudad de México, denunció la “cerrazón mental” de “políticos cavernícolas” que habían roto el acuerdo firmado para la ley de derechos indígenas conocido como los Acuerdos de San Andrés, y anunció que la Caravana Zapatista en la capital del país recogía sus cosas y volvía a la selva y a las montañas en el sureño estado de Chiapas.
“El señor Fox ha hecho declaraciones a izquierda y derecha, sin acciones para respaldarlas”, escribió Marcos en un comunicado, “y ha jugado con la angustia y el sufrimiento de cientos de familias indígenas que permanecen, apenas sobreviviendo, lejos de sus hogares, porque sus hogares están siendo ocupados por el Ejército Federal de Fox”.
En esencia, Fox estaba cambiando el tema dominante en los titulares esa temporada —la búsqueda de la aprobación de la ley de derechos de los indígenas— al hacer una remarcada propuesta sobre drogas que, más de dos años después, nunca ha respaldado con la acción. Y Marcos estaba diciendo que es inútil tratar o llevar a cabo políticas o negociaciones con el gobierno de Fox porque no respalda sus palabras con acción.
Durante esos dos años, Marcos y los zapatistas han permanecido en Chiapas, casi siempre silenciosos, esperando que el país llegara a la conclusión de que Fox —que como candidato presidencial en 2000 dijo que resolvería el conflicto en Chiapas “en quince minutos”— es una persona deshonesta que no mantiene su palabra, así que, ¿por qué molestarse con él?
Sobre la importancia de mantener la palabra
Hoy, cualquier observador razonable puede mirar las dos declaraciones y ver, claramente, quién mantuvo su palabra.
Marcos, hablando del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), dijo que sus tropas regresarían a las montañas a esperar. Lo que dijo que harían fue hecho, pacientemente, y casi siempre en silencio.
Fox, cuyas declaraciones en favor de la legalización de las drogas ese mismo fin de semana elevaron las expectativas y apoyos considerables en todo el mundo, no ha hecho nada sin embargo, absolutamente nada, para implementar su visión publicada. Inclusive, nunca la mencionó de nuevo. Al contrario, se volvió más bien un tapete de bienvenida para las políticas de droga prohibicionistas impuestas por Estados Unidos, para la presencia de la DEA en México, para la venta del lavador de dinero Banco Nacional de México (Banamex) al lavador de dinero Citigruop de Nueva York (la mayor subasta de patrimonio nacional en la historia de México) y para la continuación de la una Guerra contra las Drogas simulada en la que los sicarios reapartidores (inadecuadamente llamados jefes de “cartel”, ya que la palabra “cartel” define a los que fijan el precio del producto) y retratados como los “hombres clave” cuando los verdaderos súper narcos están en el gobierno y en las gigantescas instituciones financieras, usando trajes y corbatas.
Estos indiscutibles hechos marcaron un punto importante en la Parte I de esta serie: que Vicente Fox pertenece no al pueblo de México sino, más bien, a intereses foráneos, particularmente en los Estados Unidos, que contribuyeron con “15 a 20 por ciento” de los fondos de su campaña de 2000; y esto explica por qué Fox no, porque no podía, hacer nada acerca de sus puntos de vista públicos —en favor de la legalización de las drogas— incluso aunque sus declaraciones de marzo de 2001 no recibieran absolutamente ninguna oposición de ningún sector del Congreso mexicano, la prensa o la sociedad civil, Fox ha servido solamente a un distrito electoral: el de Washington DC, y a los intereses del gran capital detrás de él.
Pero como revelan los resultados de las elecciones del 6 de julio pasado, 92 por ciento del pueblo de México no cree en Fox, no lo apoya y el país conocido globalmente por su “presidencialismo” —su fuerte forma presidencial de gobernar— pasará los tres próximos años del periodo de seis de Fox viviendo bajo un gobierno sin un líder creíble.
“Contra las cuerdas”: una analogía boxística
Para explicar el colpaso de la presidencia de Vicente Fox en México en las elecciones del 6 de julio —y lo que unos indígenas rebeldes y muy silenciosos tienen que hacer al respecto— sirve una analogía boxística: en el box profesional, hay un termino llamado “marear contra las cuerdas”, cuando un peleador permite a su oponente desgastarlo lanzando golpes sin fuerza. El aparente boxeador pasivo noquea entonces a su oponente en frío cuando se ha cansado. Esto es justamente lo que ha ocurrido en México.
Una vez más, sin apoyar a candidato alguno, sin entrar al miasma de política electoral en un juego arreglado dominado por el dinero, el único claro vencedor de las elecciones de 2003 en México es el candidato que, si es postulado, no competiría, y que, si fuese elegido, no se posesionaría. De hecho, ni siquiera votó: el Subcomandante Insurgente Marcos, el vocero elegido por las bases del EZLN.
Desde “algún lugar en las montañas del sureste mexicano”, la zona de conlicto herida por la pobreza, olvidada una y otra vez, de Chiapas —el más al sur de los estados, en la frontera con Guatemala— una cuerda ha permitido la fatiga presidencial que se había mantenido en las líneas políticas y económicas que sus respaldantes le habían tendido.
La promesa de Fox en su campaña de 2000 de terminar el conflicto en Chiapas “en quince minutos”, sus acciones (e inacciones) desde que se posesionó en diciembre 1 de ese año y su breve, poco ingenioso, flirteo con el tema de la legalización de las drogas han sido ampliamente reportados, paso a paso, en Narco News.
Su traición a los Acuerdos de Paz de San Andrés provocó, luego de la Caravana Zapatista a la ciudad de México en 2001, una política de silencio de parte de Marcos y loz zapatista, así como del Congreso Nacional Indígena con sus delegados de 56 de los 62 diferentes grupos étnicos de México. Los periodistas, intelectuales y políticos que han corrido, en tiempos mejores, para ser identificados con Marcos y los zapatistas, han pasado los últimos dos años sentados quejándose del ensordecedor silencio de Marcos y el movimiento indígena nacional: teman de los adulones y de los fans… son los que más a menudo tienden a voltear a sus héroes.
Mientras, sin el show zapatista para condimentar el factor de esperanza del cuerpo político nacional, las luces dejaron a Fox. Todo lo que pudo ser visto fue una interminable evidencia de enfermedad nacional, de cuán poco ha cambiado con este trueque del PRI al PAN en el gobierno. El silencio ha servido como una suerte de tortura china de agua para quebrar las ilusiones que mantenían la mística de Fox completa. Fox, en su campaña para presidente, iba a formar comisiones de la verdad y a desterrar los grandes secretos nacionales del Estado autoritario y su terror contra las generaciones recientes. Como presidente, se alejó de esa promesa.
La guerra en marcha
Fox, el candidato, afirmó que iba a desmilitarizar Chiapas, Oaxaca, Guerrero y otras zonas de conflicto. Sin embargo, cientos de casos de ataques de militares, policías y paramilitares contra comunidades indígenas y civiles en Chiapas han sido denunciados y documentados durante la presidencia de Fox por parte de la ong Enlace Civil (una de las pocas ongs que, en vez de decir a las comunidades indígenas lo que tienen que hacer, escucha y obedece los deseos, democráticamente dichos, por esas comunidades). El estado de guerra en Chiapas ha contiuado con Fox tan brutalmente como era con el PRI.
Asesinatos, secuestros, masacres, encarcelamiento injusto de líderes indígenas han continuado creciendo con Fox, y no solamente en Chiapas. Uno necesita solamente mirar las notas recientes en Indymedia Chiapas para mirar un poco de la sangre en las manos de Fox: en el estado de Veracruz, el líder indígena zapoteca Miguel Bautista fue condenado a veinte años de cárcel por el “crimen” pacífico de ayudar un municipio autónomo en Sochiaba. En el estado de Guerrero, dos días antes de la reciente elección, cuatro ciudadanos tlapanecos desarmados —un padre y sus tres hijas—, que habían protestado contra la ocupación militar de su comunidad, fueron llenados con cincuenta descargas de balas. Los oficinas y los hogares de los organizadores políticos son rutinariamente invadidos, revueltos y/o destruidos. El gobierno federal de Fox ha continuado apoyando a las organizaciones paramilitares y los jefes políticos locales —conocidos como caciques— del gobierno del PRI, en todo el México rural, como medio de control a través del terror.
Mientras tanto, bajo la mirada de Fox, Citibank fue recompensado generosamente por su participación en la ruta del dinero extranjero para la campaña de Fox en 2000. En el verano de 2001, se alzó con la presa económica más grande de México: el Banco Nacional de México, o Banamex. El gobierno de Fox marca, de lejos, el saqueo de recursos naturales por parte de poderes foráneos más grande en la historia de México en apenas tres años; en dólares y centavos, el daño es ya peor del que ocurrió durante los periodos seis años del súper villano Carlos Salinas de Gortari y el súper tecnócrata Ernesto Zedillo antes que él.
Aunque el Congreso nacional forzó a Fox a soltar el acelerador de sus deseos de mercado para “privatizar” (y por tanto permitir el control foráneo) de las reservas de petróleo de México, ya presidió, en la práctica, un goteo masivo de transferencia de la infraestructura petrolera a manos extranjeras, como si cada gota fuera llevada por hormigas, invisibles pero persistentes. Una historia reveladora tuvo lugar en diciembre pasado, cuando Fox llamó al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante el paro, apagón y sabotaje en contra de la petrolera estatal de ese país sudamericano.
“¿En qué puedo ayudar?”, preguntó Fox, con poco ingenio.
“Préstame algunos buques cisterna de petróleo”, respondió Chávez.
“No puedo”, respondió Fox, “los he alquilado todos a las compañías multinacionales de petróleo”.
En otras palabras, ya como resultado de apenas tres años de Vicente Fox al timón, México no podría estructuralmente soportar el tipo de secuestro intentado por la industria petrolera que aguantó Venezuela en diciembre pasado.
Más muertes que en la Intifada palestino israelí
En tanto, ¿qué ha recibido Fox a cambio de su servidumbre a una agenda extranjera?
Los mexicanos continúan muriendo con cifras récord al cruzar la frontera con Estados Unidos, y ningún acuerdo migratorio entre los “rancheros de escritorio” —cada uno, Bush y Fox, nació con dólares de plata en sus botas vaqueras— está en puerta o siquiera a discusión. Como remarcó el corresponsal de Narco News Reber Boult en su reciente reseña de la nueva película The Gatekeeper del escritor, actor y director John Carlos Frey, más de mil mexicanos ha muerto al tratar de cruzar esa frontera, como resulta de las políticas de la Patrulla Fronteriza estadounidense, que fuerza a los inmigrantes a cruzar el enorme desierto con climas extremos del árido al congelamiento: esta política intencionada de muerte cuenta con más muertos de los que ha habido en todo el conflicto entre Israel y Palestina durante el mismo periodo de tiempo (que esta forma institucionalizada de asesinato ocurra en el territorio estadounidense, sin embargo, no inspira a los medios comerciales de Estados Unidos a informar sobre ello con una fracción de su obsesión sobre lo que ocurre a mitad de camino alrededor del planeta).
Fox está en mucho peor forma ahora que un proverbial presidente “débil” de cualquier otro país. Es un “presidente” que permanece detrás de su escritorio pero sin la autoridad moral para dirigir su país. Ningún líder mundial lo ha tomado en serio nunca más porque sus paisanos ya no lo hacen. Los cuchillos están cerca de mostrarse y relumbrar en su cara desde mil direcciones. Y cuando veas, querido lector, dónde se refugia Fox —con qué las fuerzas políticas y sociales, sus antiguos enemigos jurados, a los que debe ahora voltear para poder cumplir con su periodo de seis años— verás que esta historia no se ha terminado, así que mucho de lo que los medios en inglés te han dicho acerca de México es una mentira, y que la dinámica se trasladará hacia y dentro de la frontera con Estados Unidos —y tal vez aún venga a tener algún papel en la campaña presidencial de 2004 en Estados Unidos— como muchos millones de migrantes han hecho ya contra todas sus dificultades.
La apuesta de Fox era intentar adherir su país al imperio de los Estados Unidos, y utilizar las correspondientes “vestimentas” extranjeras en su máquina política para sostener su feudo con una ventaja injusta y encubierta sobre todos sus adversarios políticos. Aunque virtualmente todos los gobiernos mexicanos —menos el de Lázaro Cárdenas en 1934— del último siglo han, en varios niveles, hecho lo mismo (como en 1918, cuando las tropas de Estados Unidos fueron enviadas a reventar la “República Socialista de Yucatán” democráticamente constituida, lo que marcó sólo una de las más de 150 incursiones militares estadounidenses en territorio mexicano en toda la historia), Fox trató de hacerlo económicamente, con la ilusión de la “democracia” y los “mercados libres”, los gemelos siameses que, si no son separados, morirán ambos.
El “cambio” que nunca fue
Hace tres años, los hinchas estaban por doquier.
El columnista del Miami Herald Andrés Oppenheimer fue a la ciudad de México, para una de las conferencias de prensa abiertas de Fox en el otoño de 2000, y proclamó el inicio del “foxato”, un término mexicano que sugiere que Fox gobernaría más allá de su límite de seis años. Los corresponsales del New York Times caídos en desgracia Sam Dillon y Julia Preston anunciaron que estaban escribiendo un libro “acerca del gran proyecto de cambio democrático que el pueblo mexicano había propuesto”, dijo Dillon. Es muy tarde ahora: el “cambio” ha terminado. (Memo para Dillon: Observa que el político que acusaste de ser un narcotraficante, basado en evidencia pobre y dada con intencionalidad del gobierno de Zedillo, Manlio Fabio Beltrones, reaparece ahora como uno de los más altos líderes nacionales del renacido PRI. Ha recibido 92 votos para dirigir a su partido en la Cámara de Diputados, en contra de la candidata de Salinas-Fox Elba Esther Gordillo, que ganó con 124 votos. Pero Beltrones es repentinamente un actor otra vez, bien posicionado fuera de los elementos más corruptos de su partido. Y nadie está gritando “narco” porque las pobres evidencias del New York Times no se sostuvieron, y cada uno de los que cuentan sabe ahora que Dillon tenía la información del Comité Pulitzer que exhoneraba a Beltrones).
Los Grandes Parlanchines y Aceitados de los cuerpos de prensa extranjera en América Latina que, hace tres años, proclamaron la elección de Fox como un mar de cambio —y a Fox como héroe de la democracia— estaban equivocados.
Lo que de hecho ocurrió fue que un asalto político, un robo… fue un despojo de democracia en nombre de la democracia… un golpe de Estado económico del Imperio del Norte, con Fox como virrey designado.
Pero sigue la danza, y ahora vienen las consecuencias.
Marcos: presencia a través de la ausencia
Los filósofos franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari acuñaron alguna vez un término —“reclutamiento a través de la exclusión” — que se aplica a los movimientos guerrilleros y a ninguno como, mediáticamente hablando, los zapatistas.
Una y otra vez desde la aparición zapatista el 1 de enero de 1994, tomando cuatro alcaldías en Chiapas con armas rústicas y tropas indígenas, este movimiento ha alternado épocas de dominio sobre los medios y el discurso nacionales con, deslizándoze de vuelta a las montañas, silenciosamente, el ya mencionado juego de “marear contra las cuerdas”, dando a sus enemigos suficiente fatiga y distancia para mantenerse. Su presencia ha sido a menudo más poderosa a través de su ausencia.
Pero ahora llega otra oleada desde abajo, esta vez golpeando al más débil gobierno nacional a la fecha. Como informamos, el martes de esta semana, Marcos y los zapatistas hablan de nuevo.
En la marcha de 2001 dijeron: “Hermanos y hermanas: nos vamos. Con todos los que somos, volveremos”.
Ahora, verano de 2003, la prometida profecía se hace verdad. Para aquellos de nosotros que entendemos “la importancia de mantener la palabra dada”, siempre fue claro que esto pasaría. Y estamos listos para informar de los hechos apenas tengan lugar.
En su comunicado del 19 de julio de 2003, los zapatistas afirmaron: “el EZLN ha decidido suspender totalmente cualquier contacto con el gobierno federal mexicano y los partidos políticos”, y prometió una serie de comunicados en los próximos días no solamente a nombre de la comandancia zapatista, sino a nombre de los treinta municipios autónomas de Chiapas, representando 1,111 pueblos, que han rechazado, por años, aceptar siquiera un peso del estado o del gobierno federal y permanecen en rebelión.
La segunda ronda de comunicados, fechada el 20 de julio, apareció públicamente el miércoles de esta semana, con las más fuertes y militantes declaraciones que los zapatistas han hecho desde su aparición pública en 1994:
Uno. Que los zapatistas le mandaron decir a Luis Ernesto Derbez, secretario de Relaciones Exteriores, que lo de “relanzar” el Plan Puebla-Panamá debe ser al abismo, porque en tierras rebeldes no se va a permitir el mentado plan. Que, dicen, los zapatones cuentan con los medios y la organización necesarios y suficientes para impedir la concreción de dicho plan. Que no es una amenaza, sino una profecía.
Además de declarar que la súpercarretera del Plan Puebla Panamá de costa a costa (un canal de Panamá terrestre) y otros, defendidos por el gobierno de Fox y los intereses comerciales extranjeros en el Itsmo de Tehuantepec, Oaxaca y Veracruz, sería una súpercarretera nongrata, Marcos y los zapatistas hicieron una advertencia belicosa a los escuadrones paramilitares de la muerte que continúan operando con impunidad en Chiapas:
Dos. Que la Comandancia General del EZLN le mandó un mensaje a las bandas paramilitares que pululan en Chiapas. Que el mensaje dice, palabras más, palabras menos: “Según la ley del Talión es ojo por ojo y diente por diente”, pero nosotros estamos en oferta y ofrecemos “dos ojos por cada ojo y toda la dentadura por cada diente”, así que ustedes dicen si se animan.
La declaración es clara: nunca más masacres estilo Acteal por parte de tropas paramilitares apoyadas por el gobierno, y los zapatistas no van a poner la otra mejilla, sino más bien a hacer la justicia que el gobierno de Fox no hace.
Marcos también mencionó que los zapatistas comenzarán en breve a transmitir una señal de radio en onda corta a todo el mundo, incluyendo el programa de madrugada del Subcomandante.
Y, en un llamado a sus simpatizantes en todo México y el mundo para ponernos los zapatos y las medias, y estar preparados para hablar en masa, Marcos escribió:
Que sería bueno que la sociedad civil nacional e internacional no haga compromisos para los días 8, 9 y 10 de agosto. No sabemos por qué.
Eso es en dos semanas a partir de este fin de semana.
Muchos más oídos están levantados por la invitación que nada de lo que el “presidente” Vicente Fox haya dicho desde la derrota electoral de su partido el 6 de julio pasado.
Así que, ¿quién dirige este país ahora?
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