Preguntas sin respuestas...
¿EU al rescate de sus tres “ciudadanos” capturados por las FARC?
Por Augusto Fernández C.
Reportando desde Colombia
30 de marzo 2003
Desde el primer momento en que se desataron los acontecimientos relacionados con la avioneta derribada por las FARC, en la que viajaban cuatro norteamericanos y un colombiano, se ha generado una guerra de versiones en los medios de comunicación colombianos, donde la ambigüedad, las suposiciones y la incapacidad de cuestionar a las fuentes oficiales son protagonistas.
La primera versión de los hechos…
Todo comenzó el 13 de febrero a las 8 am cuando una avioneta, propiedad del gobierno estadounidense, se encontraba sobrevolando a baja altura el Cerro de Alejandría, ubicado en las espesas selvas del departamento del Caquetá (sur de Colombia).
La avioneta fue derribada por un frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como confirmó la propia organización guerrillera en un comunicado, publicado por la Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL). Según información de las fuerzas militares en la zona opera el Frente “Teófilo Forero” de las FARC.
El gobierno norteamericano y el colombiano confirmaron, más adelante, que la aeronave estaba ocupada por cuatro estadounidenses y un colombiano, cuyas identidades no fueron reveladas en ese momento, y que, según confirmó la embajada norteamericana en Colombia, se encontraban llevando a cabo labores de inteligencia militar para su gobierno.
Dos horas después del hecho, tropas de la compañía Corea del XII batallón de contraguerrilla, “Diosa del Chairá” encontraron un par de cadáveres en las inmediaciones del accidente, según lo afirmaron fuentes del gobierno.
Días después, el gobierno aseguró que el ejercito había capturado a Fidel Casallas, supuesto guerrillero que habría participado en el ataque contra la aeronave y quien, afirmó la revista semanal colombiana Cambio, habría sido testigo del asesinato de dos de los tripulantes del avioneta: el colombiano y uno de los estadounidenses.
Entre tanto, cuatro días después de lo ocurrido, las FARC confirmaron en un comunicado que efectivamente habían derribado la avioneta y también que tomaron como “prisioneros” de guerra a los tres estadounidenses que sobrevivieron al impacto de la aeronave. Aseguraron que eran espías de la CIA y la DEA…
El caos mediático y las diferentes versiones de los hechos
Desde el primer momento en que se desataron los acontecimientos relacionados con la avioneta derribada por las FARC, se ha generado una guerra de versiones en los medios de comunicación colombianos donde la ambigüedad, las suposiciones y la incapacidad de cuestionar a las fuentes oficiales son protagonistas.
¿Pero qué es lo que ha generado todo ese desorden informativo?
Empecemos:
13 de febrero: Los principales medios de comunicación del país anuncian que una avioneta de Estados Unidos se estrelló en las selvas del Caquetá mientras realizaba labores antinarcóticos.
En el diario El Colombiano, de la ciudad de Medellín, también se dijo que en el aparato —que salió de Bogotá con destino a la base militar de Larandia en el Caquetá y perdió contacto con la torre de control a las 11 am— se encontraban cuatro estadounidenses y un colombiano. En ese momento no se dieron especificaciones respecto a sus identidades, pero lo que sí se supo es que a las 11:30 fueron enviados contingentes de la Fuerza Aérea para sobrevolar la zona.
(Evidentemente esta primera versión de los acontecimientos se contradice con las de los testigos oculares, quienes aseguraron: 1) que la avioneta no se había estrellado, sino que había sido derribada y 2) que los acontecimientos se habían desatado a las 8, no a las 11 am. ¿Por qué la fuente oficial más cercana a los hechos, en este caso la Fuerza Aérea, no fue lo suficientemente clara al momento de informar lo que realmente había sucedido?)
14 de febrero: La prensa afirma que el presidente Alvaro Uribe Vélez, ha denunciado el asesinato de dos de los miembros de la avioneta y el “secuestro” de los tres restantes, en esa zona del Caquetá, que por cierto tiene gran influencia guerrillera. “Los muertos son un sargento de nuestro ejército y un ciudadano norteamericano”, afirmó Uribe, sin mencionar algo respecto de los otros tres tripulantes.
Ese mismo día, el diario El Tiempo publica una nota en la que afirma que el presidente Uribe dijo que pediría ayuda internacional con el propósito de liberar a los tres estadounidenses. Sin embargo no precisó que se trataría de ayuda militar…
(¿Cuáles son las razones del presidente Uribe para no dar información a los medios sobre la identidad del “ciudadano norteamericano” y de los otros tres tripulantes de la avioneta, por el momento?)
15 de febrero: La Agencia France Presse (AFP) corrobora que en la zona, efectivamente opera un grupo guerrillero: se trata del Frente “Teófilo Forero” de las FARC, que derribó la avioneta. La agencia de noticias también confirma que dicho frente asesinó al norteamericano y al colombiano, identificados como Thomas Janis y Luis Alcides Cruz —sargento del Ejército Nacional—, respectivamente.
La AFP también confirma que los otros tres estadounidenses fueron “secuestrados”, según varios testimonios de campesinos de la zona. El gobierno de Estados Unidos se niega a dar declaraciones sobre sus identidades alegando razones de seguridad.
Un funcionario de la embajada de estadounidense en Colombia sólo se limita a decirle a la AFP: “Estamos muy preocupados por su suerte. No podemos decir nada más”.
(¿Qué se esconde detrás del silencio del gobierno estadounidense? ¿La seguridad de los ciudadanos retenidos por las FARC?, ¿o quizá el peligro inminente de que se revele algún secreto de Estado referente a las políticas intervencionistas? Quién sabe. ¿Por qué no es posible conseguir información en las oficinas de prensa de instituciones relacionadas con el caso como la embajada de los Estados Unidos, la Fiscalía General de Información, el Ministerio de Defensa y el Ministerio del Interior, entre otras?)
17 de febrero: Las FARC dan a conocer un comunicado oficial, a través de la Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL) en donde reconocen tener “como prisioneros de guerra” (término que fue inmediatamente adoptado por varios medios de comunicación alternativos para referirse al problema) a tres ciudadanos estadounidenses, a quiénes califican como agentes de la CIA y la DEA.
http://www.anncol.org/?op=show&id=55&s=27
En el comunicado se garantiza la libertad de los rehenes sólo si se materializa un canje entre la organización guerrillera y el gobierno: “Los tres prisioneros gringos en poder de nuestra organización serán liberados junto con los prisioneros de guerra del Estado colombiano, una vez se materialice el canje en una amplia zona desmilitarizada, entre el gobierno de Uribe y las FARC”...
En cuanto el documento salió a la luz pública, el gobierno estadounidense, notablemente irritado, desmintió que “sus tres ciudadanos” fueran agentes de la CIA, sólo se limitó a decir que eran “funcionarios del Estado”. No se especificó con seguridad a qué entidad pertenecían ni qué estaban haciendo en el Caquetá.
El gobierno colombiano, entre tanto, rechazó la propuesta de canje de las FARC a través de los medios de comunicación oficiales y exigió “al grupo terrorista” la liberación inmediata de los “secuestrados”.
Ese mismo día varios medios afirmaron que la avioneta no había sido derribada por el Frente “Teófilo Forero” de las FARC, sino que se había estrellado, debido a fallas técnicas, y que una vez cayó a tierra fue atacada por este grupo guerrillero. La versión se acogía a las declaraciones hechas al respecto por el Director de la Policía Nacional, general Teodoro Campo, con el fin, posiblemente, de desprestigiar a las FARC.
Voceros de la Casa Blanca dijeron que “ésa sólo es otra de las mentiras de estos señores”. Sus afirmaciones quedarían sin peso, luego de que, a través de diferentes publicaciones periodísticas semanales, fuera posible acceder a algunos testimonios de los campesinos del sector que confirmaban lo contrario.
20 de febrero: El ejército colombiano lanzó volantes sobre las selvas del Caquetá ofreciendo 1.000 millones de pesos, algo así como 337.723 dólares, a quien suministre información que conduzca al rescate de los estadounidenses.
(¿Se fortalecerá así el programa de la Red de Informantes —creado por el gobierno de Uribe— en donde civiles son recompensados si informan a las autoridades sobre posibles ataques o acciones sospechosas relacionadas con la guerrilla?)
21 de febrero: The Washington Post afirma que el gobierno norteamericano enviará 150 militares (además de los 360 que ya están en Colombia “prestando soporte técnico y militar”, obedeciendo a las políticas de “cooperación” establecidas a través el Plan Colombia.) para colaborar con el proceso de búsqueda de los tres ciudadanos estadounidenses “secuestrados”.
En el país, por otra parte, se inicia una gran controversia ante este nuevo anuncio del gobierno de Estados Unidos. Desde los más diversos frentes de opinión se empieza a afirmar que la decisión afecta notablemente la soberanía nacional y se cuestionan las facultades del presidente para permitir el ingreso de más tropas extranjeras.
En esta misma fecha, el periódico El Tiempo asegura que el presidente George Bush calificó a las FARC como “asesinos despiadados” y que alabó la gestión del presidente Uribe: “Es un gran líder y estoy muy sorprendido con su trabajo”.
Dice también El Tiempo que el congresista estadounidense Tom Davis, durante una rueda de prensa —en el marco de su visita a Colombia para verificar como se invierten los recursos antinarcóticos de Estados Unidos— dijo que “este acto de las FARC va a tener una retaliación muy fuerte. Ellos cometieron un error muy grande”.
A su vez, Mark Souder, congresista demócrata que acompañó a Davis, dijo que la retención de los rehenes propiciará un fuerte debate en su país, ya que, según él, la opinión pública está indignada con las FARC. “No nos van a asustar si tratan de parar esta guerra contra las drogas”, le dijo Souder a El Tiempo.
Luego de la declaraciones de los congresistas de Estados Unidos, el representante colombiano a la Cámara de Representantes, Roberto Camacho, aseguró: “Lo de Estados Unidos se puede entender como una oficialización de la intervención que ya estaban haciendo, aunque no creo que los soldados norteamericanos resistan tres días los mosquitos aquí”.
(¿Se verán afectados los campesinos del Caquetá con estas “retaliaciones” del gobierno norteamericano contra las FARC, tal y como sucedió con el pueblo vietnamita cuando se emprendieron “retaliaciones” contra el Vietcong o, más recientemente, contra el pueblo afgano cuando se llevaron a cabo “retaliaciones” contra los talibanes?)
22 de febrero: Voceros de la Casa Blanca desmintieron la versión de The Washington Post, afirmando que no se enviarían 150, sino solamente 49 militares, 10 de los cuales serían miembros de las fuerzas especiales, mientras el resto serían pilotos, técnicos y mecánicos. También se dijo que los 360 militares estadounidenses ya establecidos en el país no intervendrían en estas labores de búsqueda.
(¿Por qué hay tantas contradicciones entre las fuentes oficiales del gobierno de Estados Unidos? ¿Qué implicación tiene la presencia en Colombia de tropas estadounidenses, teniendo en cuenta su inmenso poderío militar?)
3 de Marzo: La revista semanal colombiana Cambio publica el testimonio de Fidel Casallas —el único miembro del Frente Teófilo Medina— capturado por el ejército, un día después de los hechos ocurridos.
http://www.cambio.com.co/html/portada/articulos/683/
En el testimonio, Casallas, asegura haber sido testigo del asesinato de los otros dos ocupantes de la avioneta —el norteamericano y el colombiano— llevado a cabo por dos de sus compañeros en inmediaciones del sitio donde había sido derribada. La revista se encarga de reconfirmar esta versión, asegurando que las mismas FARC habían admitido su responsabilidad frente al hecho, a través de conversaciones radiotelefónicas interceptadas por las autoridades.
Casallas también afirma que le habían encomendado la misión de sembrar minas “quiebrapata” en la zona montañosa aledaña a la vereda Alejandría, distante 60 kilómetros de Florencia, la capital de Caquetá, para retrasar el avance de las patrullas del ejército.
Según el, uno de las minas le explotó en la manos. Sus compañeros lo recogieron y al anochecer intentaron sacarlo del sector de “Santana de las hermosas” en una hamaca improvisada. Pero de repente, uno de los centinelas de la base militar se dio cuenta de todo. Entonces se desató un fuego cruzado durante varias horas.
Cuando todo terminó, cuenta Casallas, se dio cuenta de que sus compañeros lo habían dejado abandonado en plena base militar, fue apresado por el ejército y llevado a un centro de sanidad militar de la XII Brigada con sede en Florencia, donde fue interrogado, primero por miembros de inteligencia de las fuerzas militares y luego por investigadores de la fiscalía.
La revista también confirmo que Casallas seria llevado al pabellón de máxima seguridad de la Cárcel “La Picota” en Bogotá, donde afrontaría varios procesos que seguramente agravarían su situación jurídica, debido a que participó en una acción insurgente que afectó intereses de Estados Unidos.
(¿Qué tan confiable puede ser la versión de Casallas publicada en la revista Cambio, a sabiendas de que se encuentra completamente incomunicado desde el momento de su captura y de que el testimonio no fue recogido por ningún reportero, sino que le fue entregado a la publicación por las fuerzas militares o alguna otra fuente del gobierno?* ¿Es realmente Casallas un miembro de las FARC, teniendo en cuenta que en el primer interrogatorio que le hizo el ejército aseguró ser un campesino de la zona, mientras que ante la fiscalía, algo temeroso, admitió que formaba parte del “Teófilo Medina”? ¿Habrá admitido su vinculación con el caso, ante los funcionarios judiciales, bajo algún tipo de presión? ¿Qué tan cierto es que fue testigo del asesinato de los otros dos tripulantes de la avioneta; acto que, hasta el momento, no se ha atribuido las FARC en alguno de sus comunicados? ¿Se puede confiar en los rastreos de conversaciones radiotelefónicas llevados a cabo por el ejercito durante sus operaciones?)
4 de marzo: El periódico El Tiempo publica una entrevista a una fuente oficial, no mencionada, en la que se aclaran varios interrogantes respecto a los acontecimientos relacionados con los estadounidenses retenidos por las FARC.
Allí se dice, contrario a lo que se había planteado antes en las últimas declaraciones de la Casa Blanca, que los 360 militares —ya establecidos en Colombia antes de lo sucedido con la avioneta— también estarían autorizados a participar en las labores de búsqueda y rescate de los tres estadounidenses.
En la entrevista también se profundiza más respecto a la identidad del estadounidense supuestamente asesinado por las FARC, Thomas Janis, un veterano de la Guerra de Vietnam de 56 años, condecorado por su labor en múltiples ocasiones, y calificado como un “héroe de guerra” por los grandes medios de comunicación colombianos, como el T.V. Noticiero del canal Caracol. Se había retirado del ejército norteamericano hacía cinco años. Fue enterrado hace algunos días en su país con toda la parafernalia militar del caso.
(¿Se han preguntado los medios comerciales de comunicación colombianos de qué debía hacer un soldado estadounidense en Vietnam para alcanzar tanto prestigio militar?** ¿No sería a causa de obedecer órdenes sin chistar? ¿Estas órdenes no tendrían que ver con bombardeos aéreos a aldeas y con masacres de comunidades enteras, sin excluir a mujeres y niños, entre otros atropellos a la población civil?)
La identidad de los otros tres ocupantes secuestrados es aún un misterio. Pero lo que sí asegura El Tiempo es que junto con Janis se encontraban trabajando para la California Microwave Systems, “una filial de la empresa Northrop Grumman que suministra sistemas electrónicos de vigilancia para los militares estadounidenses”.
(¿Se han preocupado los medios de comunicación colombianos privados, por averiguar la historia de la empresa Northrop Grumman? ¿Saben que es una corporación militar estadounidense privada contratada por el Pentágono? ¿Tienen idea de que estas corporaciones compuestas por personal civil norteamericano y militares retirados no solamente se encargan de proveer al ejército con material bélico, sino que estarían participando directamente en labores de contrainsurgencia y erradicación de cultivos ilícitos, de las que solamente se debería encargar personal militar colombiano? ¿Informan a la opinión pública acerca de los millones de dólares que reciben estas corporaciones privadas por sus servicios a través de los recursos del Plan Colombia? ¿En algún momento han indagado sobre el accionar de estas corporaciones en Colombia y otros países? ¿Saben de los casos de corrupción y violaciones a derechos humanos en que se han visto implicadas estos mercenarios que se escudan bajo el nombre de contratistas privados? ¿Es válido denominar “secuestrados”, a quienes a pesar de ser civiles, se encontraban realizando labores militares en las selvas del Caquetá? ¿Los periodistas que trabajan para los medios de comunicación comerciales se han tomado la molestia de leer artículos que hablen sobre el tema, escritos por analistas políticos, sociólogos o sus colegas independientes? Si no es así deberían revisar artículos como los siguientes):
http://www.rebelion.org/ddhh/colombia120901.htm
http://www.ciponline.org/facts/hechos02.pdf
http://www.cambio.com.co/html/informe/articulos/317/o—>
http://www.abogarte.com.ar/plancolombianegocio.htm
Para esta misma fecha, ANNCOL publica un comunicado del Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC en donde se aclara a la opinión pública que la organización nunca ha solicitado negociar un canje de prisioneros con el gobierno de Estados Unidos. Primero porque, asegura, no hay prisioneros pertenecientes a las filas de las FARC en las cárceles de ese país y segundo porque: “Las causas y consecuencias del conflicto interno de nuestra Patria, serán solucionadas entre los colombianos”.
Asimismo, en el comunicado, las FARC reafirman sus exigencias referentes a la materialización del canje en una zona desmilitarizada y al cese de los operativos militares en las selvas del Caquetá como condición para garantizar la vida y la integridad física de los tres oficiales norteamericanos en su poder:
http://www.anncol.org/?op=show&id=57&s=27
5 de marzo: La AFP informa que hoy , durante una reunión con el presidente Uribe en Bogotá, el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Marc Grossman, descartó cualquier negociación con las FARC para canjear a los tres estadounidenses y ratificó el apoyo de la Casa Blanca al gobierno colombiano en la lucha contra las drogas y el terrorismo.
“No veo ninguna posibilidad de que se entable un diálogo con las FARC, y no veo negociación con las FARC en cuanto a nuestros ciudadanos que están como rehenes”, declaró Grossman tras reunirse con Uribe en el Palacio de Nariño en Bogotá.
Según la agencia de noticias, el gobierno de Colombia también rechazó radicalmente la posibilidad de establecer un canje con las FARC en una zona desmilitarizada y responsabilizó a la organización guerrillera de la seguridad de los tres norteamericanos retenidos.
Grossman , además, calificó como “exitoso” el Plan Colombia y destacó la necesidad de continuar con las fumigaciones de coca y amapola, así como con el programa de erradicación manual de cultivos.
(Si el gobierno norteamericano está tan interesado, como dice, en la vida de “sus tres ciudadanos”, ¿por qué entonces no contempla la posibilidad de un futuro canje? ¿No será que el “secuestro” de estos tres “ciudadanos” por parte de las FARC sirvió como un pretexto perfecto del Pentágono para incrementar sus labores de inteligencia en Colombia?)
Para cerrar… ¿o abrir?
Hasta ahora no ha sido posible responder ninguna de las preguntas expuestas en este artículo. Y lo peor de todo es que aún hay muchas más para hacer. Por ejemplo, ¿qué hay detrás de la obsesión del gobierno estadounidense por incrementar el pie de fuerza militar en Colombia y otros países subdesarrollados o en vías de desarrollo? ¿Qué tanta legitimidad puede tener el Estado colombiano, incapaz de hacer que se respete la soberanía del país? ¿Para quién, o mejor, para qué maquinaria trabaja el actual Presidente de Colombia? ¿Los soldados que el Pentágono envió a Colombia vienen para rescatar a los tres estadounidenses capturados por las FARC? ¿O quizás para sumarse a las labores de contrainsurgencia de forma permanente, considerando que en el Caquetá opera la base militar de “Tres Esquinas”, la más grande del país?, ¿o, tal vez, para fumigar cultivos ilícitos, teniendo en cuenta que la mayoría de los cultivos de coca de Colombia se encuentran en el Caquetá? ¿o, quizás —como seguramente estaban haciendo los “tres inocentes ciudadanos norteamericanos”, tomando como excusas la lucha contra la guerrilla y los cultivos— vienen a seguir protegiendo los intereses de las grandes multinacionales que operan en la zona tales como la OXY (Occidental Petroleum de Colombia)? ¿No será que éstos intereses obedecen, básicamente, a los texanos sueños húmedos… de petróleo que desvelan al presidente George Bush y a su familia? ¿A dónde irán a parar los recursos del Plan Colombia con todo este lío? ¿Por qué le cuesta tanto trabajo al gobierno norteamericano reconocer su propia vulnerabilidad luego de los atentados del 11 de septiembre? ¿Piensa acaso que la mejor manera de ocultarla es afianzando su política de guerra e intervencionismo que se disfraza bajo el nombre de “lucha antiterrrorista”?
Por otra parte, ¿qué pasa con los periodistas que trabajan para los grandes medios de Colombia? ¿Son acaso mercenarios de la información? ¿Por qué se comportan como si supieran de todo, cuando al final no saben nada? ¿Por qué se lanzan informaciones sin tener en cuenta el contexto de las situaciones? ¿Por qué se maneja la información desde una perspectiva maniqueísta y melodramática, como es el caso de un artículo que destilaba miel, escrito por una periodista de El Espectador (domingo 2 de Marzo), sobre el drama vivido por las familias de los tres “ciudadanos” estadounidenses? ¿Se ha puesto a pensar ésta señora —señorita, o lo que sea— en el “drama” que deben sufrir los campesinos cuando no quedan tierras fértiles que cultivar a causa de los efectos del glifosato o cuando deben afrontar, sin ni siquiera saber por qué, los efectos de la intensa paranoia desatada por la “lucha antiterrorista”, donde todo el mundo puede llegar a ser “sospechoso”?
¿Por qué los periodistas colombianos no leen libros sobre historia de Colombia? ¿Dejarán atrás algún día su pereza mental? ¿No se dan cuenta de que el conflicto colombiano no se puede analizar desde una perspectiva bipolar, debido a su misma complejidad? ¿No se han puesto a pensar que por eso las universidades más reconocidas del mundo ofrecen cátedras especiales sobre “colombianidad” o “violentología”?... Así de sui generi será el conflicto colombiano que hay que estudiarlo con lupa en la Sorbona….
Y es que la contradictoria historia de Colombia tiene los ingredientes de toda buena telenovela latinoamericana: amor, odio, muerte, resentimiento, venganza, traición y todo lo demás. La diferencia es que aquí se desdibujan los límites entre la bondad y la maldad; la locura y la sensatez; la moral y lo amoral… no hay finales felices.
Por eso los periodistas, tanto los pro gobierno como los anti, deberían dejar de afirmar, de emitir “verdades”, para empezar —cómo Sócrates— a preguntar y a preguntarse cada vez más sobre un país que parece ser el eslabón perdido de la historia universal…
Así que disculpen estimados lectores, si este periodista, evidentemente perdido en las autopistas colombianas de la desinformación, no responde a tantas preguntas y más bien deja otra abierta… sencillita: ¿Qué es Colombia?
¿Quieren ustedes que siga preguntando?
* Así lo confirmó un reportero de Cambio a este corresponsal. El periodista no estaba totalmente convencido de que el documento hubiera sido entregado por miembros de las FF MM, pero si aseguró que fue facilitado por una fuente vinculada directamente con el gobierno, cuya identidad se desconoce.
** Es importante aclarar que se está haciendo referencia a los medios de comunicación de corte inmediatista (propiedad de los grandes monopolios económicos que respaldan y reciben el respaldo del gobierno), tales como los diarios El Tiempo y El Espectador; los radio noticieros de cadenas comerciales como Caracol, RCN y TODELAR, entre otras; y los TV Noticieros de Caracol y RCN televisión.
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