“Una guerrilla lucha para terminar la Guerra contra las Drogas”
Ethan Nadelmann en México
Por Dan Feder
Special to the Narco News Bulletin
3 de noviembre 2002
“Estoy orgulloso de mi país”, dijo Ethan Nadelmann el pasado miércoles en una charla en el Centro para la Investición y Desarollo Económicos (CIDE), un pequeño instituto en las afueras de la ciudad de México. “Pero, ¿recuerdan a Reagan refiriéndose a la Unión Soviética como el Imperio del Mal? Desafortunadamente yo miro a mi gobierno como un imperio del mal en la prohibición a las drogas. Somos un país que por casi cien años ha mantenido agresivamente una política de prohibición”.
Todos los dìas, al sur de la frontera, el consenso crece un poco más. Y el consenso, el otro “Consenso de Washington”, de que no hay forma de que una comunidad o nación pueda enfrentar a las drogas con otra cosa que no sea la prohibición total, tiene cada vez menos adherentes luego de años de estar fallando. Quizás nadie haya hecho más en las dos últimas décadas para exponer todas las falacias e hipocresías que observa en el régimen global prohibicionista, liderado por Estados Unidos, que el abogado, criminólogo y activista Ethan Nadelmann, quien estuvo en México la semana pasada para hablar acerca de la causa a la que ha dedicado su vida: el fin de la prohibición global.
La justificación de esa política global, dijo Nadelmann, no es, como afirman los guerreros de la droga, los intereses de la comunidad internacional, o inclusive los adictos a las drogas, viene más bien de una casi religiosa obsesión con las drogas llegando a las fronteras de los Estados Unidos y “envenando a nuestros niños”. Pese a esa continua obsesión en los Estados Unidos, continuó Nadelmann, y pese al enorme incremento del poder de ese país en el escenario internacional, la legalización se está volviendo cada vez más aceptada como una opción a largo plazo.
Este lento cambio en la actitud de los circulos académicos y de desarrollo de políticas – y también, por supuesto, en la sociedad civil – fue el tema de la visita de Nadelmann, quien resaltó los severos cambios que han ocurrido desde que comenzó a visitar México, como una voz destacada en el debate sobre las políticas de drogas, en los años ochenta.
“Vine a México en 1988”, dijo Nadelmann, “hace catorce años, en un tiempo en que la Guerra contra las Drogas era un punto de histeria en los Estados Unidos. Las encuestas de opinión pública mostraban que el 50 por ciento de los estadounidenses pensaban que las drogas eran el problema número uno enel país”. Nadelmann vino para un encuentro internacional en el Colegio de México, una de las instituciones académicas de élite en este país. En este encuentro, Nadelmann reconoció un patrón que vería una y otra vez en eventos similares por todo el mundo.
“Lo que encontré en muchas de estas discusiones fue lo que yo llamo la cola de los diálogos. Nos sentábamos alrededor de una mesa redonda por un día o dos, y las discusiones eran todas acerca de: ‘Oh, necesitamos concordar en que éste es un problema de oferta y demanda, y nosotros los estadounidenses tenemos que reducir nuestra demanda, y ustedes los latinoamericanos tienen que reducir su oferta, y necesitamos buscar el desarrollo de cultivos alternativos y su sustitución, y dar oportunidades a los campesinos. Y por supuesto que necesitamos la zanahoria de la ayuda económica, y necesitamos el palo de la erradicación. Y no se olviden de que tendrán que respetar nuestra soberanía porque nosostros respetamos la suya, y por cierto, no dejemos que este tema de la droga se mezcle con cosas más importantes; por lo que, mejor lo ponemos a calentar en la hornilla de atrás’. Y todo el mundo asentía.
“Entonces terminábamos todo y nos íbamos a tener nuestras buenas cenas, y leugo de unos tequilas, y copas de whisky, o lo que fuera, teníamos otro diálogo. Cincuenta por ciento de la gente, casi toda latinoamericana, diría, enfrentémoslo: la legalización es lo único que tiene sentido.
“Otro 25 por ciento gaurdaría casi todos sus puntos de vista para sí, serían precavidos, asentirían, y estarían de acuerdo, diciendo: ‘Bueno, por supuesto, estamos de acuerdo, pero ustedes saben que no podemos en verdad estar a la altura de eso. ¿Porque a dónde iría?’. Y otro 35 por ciento diría: ‘¿Qué? ¿Legalización? Eso es inmoral, es terrible, ¿Qué hay de los niños? Nunca podremos tener esa discusión’. Así que regresábamos, para subir al escenario, y teníamos la misma vieja discusión de antes”.
Pero, como señala Nadelmann, esto es el principio del cambio. Cuando un jefe policial mexicano declaró que la legalización era la mejor solución al problema de la droga en México, el Presidente Vicente Fox estuvo de acuerdo con él frente a los medios (y desde luego, inmediatamente descalificó la declaración al asegurarle al mundo que no haría nada al respecto). Muy pronto, el Presidente de Uruguay Jorge Batlle abogó públicamente por la legalización, para el horror del gobierno de Estados Unidos.
Aunque es en Estados Unidos donde trabaja y es el centro de sus investigaciones, Nadelmann cree que México está en una posición única en la historia del control de drogas. Por décadas, dijo, los Estados Unidos han estado zancadilleando el problema de abuso de sustancias – el lado de la “demanda” en el modelo de oferta y demanda que se usa normalmente para describir el comercion de drogas -, mientras México ha sido el responsable de hacer lo propio con el lado de la oferta.
“Ahora, hay relamente un inicios de un problemas de abuso de drogas en México”, anotó Nadelmann, “con las anfetaminas y la cocaína expandidas en su uso. Tienen la oportunidad de pensar acerca de esto en nuevas y creativas maneras, más que simplemente haciendo lo que ha fallado en Estados Unidos los últimos treinta años”.
Nadelmann criticó la visión de que la política estadounidense de drogas es fundamentalmente una forma de dominar a México – una perspectiva que afirma no es compartida por muchos de sus colegas mexicanos. El sufrimiento del pueblo latinoamericano, dijo, no es nada comparado con el sufrimiento de las víctimas de la Guerra contra las Drogas dentro de los Estados Unidos. Y la situación dentro de los Estados Unidos solamente va a empeorar ahora que la CIA y el Pentágono están manejando recursos de la lucha contra las drogas para la “guerra contra el terrorismo”.
“El futuro de la prohibición a las drogas”, afirmó Nadelmann, “está en reducir la demanda, a través de medios crecientemente totalitarios. En cinco años, podemos tener una situación donde tengamos la opción de escoger entre la cárcel y un chip implantado que te causa malestar si utilizas drogas”.
Uniéndose a Nadelmann en su conferencia hubo dos voces locales en el debate sobre la Guerra contra las Drogas, los profesores del CIDE Jorge Chabat y Bruce Bagley. Chabat, un experto en narcotráfico que ha sido mencionado recientemente por la prensa latinoamericana como abogado de la legalización, dijo que sentía que el actual régimen prohibicionista tiene “un problema de comprensión del rol del Estado. La ley es confundida con moralidad”. Fue pesimista, de todos modos, en la habilidad de América Latina para influir en la política de drogas, a causa de las profundas raíces culturales de la ideología prohibicionista en las políticas estadounidenses, y las divergentes naturalezas de los problemas de la droga en ambas regiones. “Nosotros tenemos un problema de tráfico y ustedes uno de consumo”, dijo.
(Corrección: en un reportaje de Narco News de abril de 2000, informamos que Chabat era un recién llegado a la causa de la legalización. De hecho, ha abogado por ella desde 1996).
El porfesor Bagley, un estadounidense que enseña ciencia política en el CIDE y que se especializa en Colombia, enfatizó las dificultades políticas internas que bloquean la reforma a la política de drogas en los Estados Unidos. El ciclo de elecciones bianual, dijo, lleva a una situación en la que los políticos continuamente se lanzan unos a otros medidas anti crimen durante las campañas. Lo que lleva a una eliminación del debate real en el tema de las drogas. Asimismo, continuó, el sindicato de guardias de prisión ha surgido como una enorme fuerza de lobby para mantener duras políticas de criminalización.
En los años ochenta, Nadelmann fue invitado a conferencias magistrales como “el herje que pide dos minutos al final para lanzar una llave inglesa en medio de la discusión”. Esta semana, pasó dos días en reuniones privadas en la cancillería mexicana antes de presentarse en el CIDE. En los Estados Unidos, Nadelmann tiene acceso a senadores y miembros de comités que hace algunos años no se hubieran reunido con él (la Alianza para la Política de Drogas de Nadelmann es el patrocinador de los premios de la Fundación Tides recientemente otorgados a Narco News y otros).
“En realidad me veo encabezando una guerra de guerrillas en Estados Unidos y en todo el mundo”, dijo Nadelmann al final de su conferencia a la pequeña pero entusiasta concurrencia de estudiantes y profesores del CIDE. “Del otro lado está este Goliat de la prohibición a las drogas, con decenas de billones de dólares al año, con instituciones inmensas y con leyes. Tenemos que encontrar nuestras oportunidades. Tenemos que mirar dónde ya está el público que nos apoya”.
Para más información sobre Ethan Nadelmann y la Alianza para la Política de Drogas, vean:http://www.drugpolicy.org
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