No favela, Comunidad
La vida en los barrios periféricos de Brasil
Por Luis A. Gómez
Narco News Andean Bureau Chief
13 de octubre 2002
En este mundo, la favela es la favela… es una y siempre la misma… lo mismo en India, Bolivia, México o Brasil. Es un lugar donde las expectativas de vida, de dignidad y de justicia, tienen índices todavía más bajos que los que puede medir la miopía intelectual de los analistas del Banco Mundial. Y aquí, en la ciudad más industrializada de este continente, con 18 millones de habitantes entre la zona metropolitana y las ciudades menores del radio urbano, este corresponsal los invita a hacer algunos viajes…
Vayamos a los primeros años sesenta, queridos lectores, a conocer la historia. Veamos a un Brasil que, recién instalada la dictadura militar, estaba literalmente en bancarrota. Miren a esos señores de trajes oscuros y piel muy clara… vienen del norte a traer dinero, inversiones y progreso… el campo de este país y sus salvajes zonas selváticas no producen suficientes productos para entrar al mundo civilizado. Pero los hombres de negro traen, en sus maletines, la llave del Paraíso…
En un abrir y cerrar de ojos, esta región de Brasil se convierte por arte de magia en un centro industrial: autos, tractores, ropa, llantas, cubiertos, aparatos eléctricos, ufff, imposible contar ya las decenas de fábricas que ahora ocupan un paisaje donde, apenas unos antes, sólo había casas, mansiones, algunos tranvías y varias haciendas alrededor. Sao Paulo, alguna vez capital de un imperio americano, ciudad con historia y con cultura, será hacia 1970 una urbe resultado de un milagro económico tan impresionante como el Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial.
Y gracias a los gringos de negro (casi todos banqueros e industriales), gracias al orden militar, comienzan ya a llegar por acá los primeros migrantes que habrán de mantener alimentada la chimenea de la producción.
Brasil: el espejo del mundo
Antes de continuar este viaje, miren con atención el mapa en su paquete de viaje.
Como verán, con tanto territorio cerca del agua, en pleno Atlántico sur, Brasil es ideal para recibir migraciones de todo el mundo. Eso ha ocurrido. Han venido, claro, los portugueses, y trajeron esclavos de África. Pero también llegaron italianos, japoneses, españoles y árabes… los últimos años han comenzado a llegar peruanos, bolivianos y colombianos. Como pueden ver, nuestras ciudades, todas, están pobladas de gente de todos los colores, los tamaños y las formas. Se podría decir que Brasil es como un planeta dentro de otro… o como un espejo de este mundo.
Así, cada ciudad es un espejo más pequeño que refleja al más grande. Cada barrio es otro espejo, cada favela es también lo mismo y bueno, es un espejo un poco más maltratado, que refleja pobremente todos los demás espejos… actualmente, Brasil tiene alrededor de 170 millones de habitantes. Y no es propiamente un país pobre: el Producto Interno Bruto per cápita fue el año 7.625 dólares en 2000. Sin embargo, como reconoce el gobierno del actual presidente, el socialdemocráta Fernando Henrique Cardoso, “hace ya más de 500 años que somos un país marcado por las desigualdades sociales”: más de la mitad de las familias brasileñas vive con menos de 100 dólares al mes.
Pero que nadie se preocupe, porque este gobierno ha creado varios programas de asistencia y seguridad social, como el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil o el que preveé abusos sexuales a menores… gracias a ello, unos 50 mil jóvenes de todo el país han conseguido dejar atrás el ambiente violento de las favelas y seguir estudiando… sí, bueno, fuera de estos programas han quedado más de medio millón de chicos, pero… nadie es perfecto.
Las favelas brasileñas tienen nombres como Ciudad de Dios, Paraisópolis, Heliópolis y otros. En ellas el poder casi siempre queda en manos de las mafias del narcotráfico y el crimen organizado… mas seguiremos con la historia general en otro momento, porque nos acercamos ya a nuestro destino, Jaguaré…
Jaguaré: 24 mil almas
Al sur de São Paulo, allá, miren, en esa colina tan linda ya aparecen las primeras casitas hechas con madera vieja. Esas personas que miran caminando, con sus muebles viejos y sus sacos cargando en carretas, o en sus espaldas, han venido de todos los rincones de Brasil. Algunas, podrán darse cuenta, son negras, otras amarillas o blancas, algunas tienen rasgos indígenas… todas han venido acá para ver si hay esperanza de continuar viviendo. Y cuando tienen oportunidad, entran a trabajar en las fábricas, o venden cosas por la calle, o sirven de mozos y de lavanderas, trabajan para los ricos.
Observen con atención como esta gente sin dinero y sin educación va poblando el cerrito. Los árboles desparecen de la superficie. Pero estén tranquilos, que en los años setenta el buen gobierno de los militares, si se portan bien y no se hacen comunistas (para ésos cárceles, exilio, tortura y muerte)... proveerá de algunos servicios al nuevo barrio. Mientras, que roben un poco o que comiencen a traficar con drogas no es tanto problema… al fin y al cabo ellos no se acaban, siguen llegando… inclusive en Rio de Janeiro tenemos varias favelas como ésta y las hay más grandes, mucho más.
De esta suerte, Jaguaré en los años ochenta fue, como casi toda favela, un centro de distribución de drogas, refugio de bandidos y hogar de mucha gente que pobre, pero honradamente, trabajaba, pero ya casi no en las fábricas. La gente de Jaguaré comenzó vender mercancías en las calles, a trabajar limpiando alcantarillas… esa vida, sin seguridades ni descanso, los puso de facto al margen de la ley, y no tardaron en radicalizar su situación. Por eso la policía de Sao Paulo comenzó a portarse dura con ellos, a meterlos en la cárcel con cualquier pretexto… la cuestión se volvió cada día más difícil, porque tanto pobre no tenía, bajo los esquemas neoliberales, posibilidades de salir de su miseria.
Fue así que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) decidió apoya al gobierno de Brasil para mejorar las vidas de los favelantes. En 1995, como una muestra de ello, el BID desembolsó 180 millones de dólares para un programa de mejoramiento en las favelas de Rio de Janeiro y más adelante, el 10 de julio de 1996, 250 millones más para las de Sao Paulo. La caridad con altas tasas de interés se aplicó con pobres resultados en Rio. En Sao Paulo, el entonces alcalde de la ciudad, Paulo Maluf (¿recuerdan al civil que sirvió a las dictaduras militares? Ése que el 6 de octubre quedó casi acabado gracias a los buenos resultados electorales del PT), bueno, recibió el dinero y construyó, por ejemplo, tres edificios en Jaugaré que seis años después se están cayendo (por la baja calidad de los materiales con que fueron hechos), que no pueden albergar ni a la sexta parte de la gente. La mayor parte de esos recursos fueron desviados a otros asuntos y a varios bolsillos… y ni en Rio ni en Sao Paulo mejoró nada realmente, los cambios no fueron de fondo y hoy, dicen, la vida en las favelas es peor de lo que era antes.
En Jaguaré viven 24 mil personas, 24 mil almas en un espacio de no mayor a los cuatro kilómetros cuadrados. Las calles, si las hay, son empinadas, pobres. Muchas de las casas son apenas cuatro paredes de madera vieja. Algunas personas, sobre todo los comerciantes del barrio, tienen teléfono y casi todas las moradas cuentan con energía eléctrica.
Esta colina que fue tan linda, hoy mira hacia las fábricas y los grandes edificios de la contaminada Sao Paulo, tratando de reencontrar su dignidad, otro camino para seguir en la vida. “A la gente de acá no le gusta decir que vive en la favela… es como si al decirlo perdieran calidad humana… no lo dicen con naturalidad sino con vergüenza”, nos comenta Paulo César Pereira, presidente de la Asociación de Colonos de Jaguaré y, por lo mismo, el líder político de esta localidad. ¿Por qué? ¿Por qué son pobres? Sí, en parte…
Mientras uno sube o baja por las calles de Jaguaré, en algunas barracas aparecen los rostros, casi siempre mirando con desconfianza. Se abren callejones por todos lados y cada terreno llega a contener hasta cuatro casitas en un área de menos de 150 metros cuadrados. No hay agua potable ni servicio completo de alcantarillado. La gente improvisadamente ha creado pequeños sistemas de desagüe, muchos de ellos a cielo abierto. En las calles, sobre las piedras o la tierra, los niños juegan corretean desclazos y semidesnudos… y en los canales, como otro espejo, es posible encontrar simpáticas ratitas que pelean por los desechos.
Como les dije antes, queridos lectores, la favela es un barrio pobre, como cualquiera, violento e insalubre… y Jaguaré, esta pequeña favela es como cualquier otra. Salvo, tal vez, porque ahora Paulo y el directorio de la Asociación de Colonos están peleando por darle un nuevos rostro…
Paulo: “No favela, es comunidad”
Paulo parece tener poco más de cuarenta años. Es mulato, delgado y alto. Su rostro está surcado por arrugas y algunas cicatrices. Su corte de cabello y su ancha nariz, su expresión, recuerdan un poco a Carl Lewis, pero a diferencia del atleta Paulo César Pereira tiene siempre una expresión amable, pacífica en el rostro. Es comerciante ahora, “pero ya trabajé de todo. Fui agricultor, obrero, vendedor de la calle y ahora me mantengo con este comercio donde vendo café, pan y artículos para el hogar”. Es el líder político, la gente lo saluda con respeto y alguno niños, volviendo de la escuela, besan su mano con afecto, como es costumbre con quien manda y guía.
Narco News: ¿Cuándo llegaste a Jaguaré?
Paulo: Personalmente me instalé en Jaguaré hace doce años, pero esta comunidad tiene una historia que se remonta ya más de cuarenta años, cuando comenzaron a llegar los primeros inmigrantes del norte y del noreste del país.
Narco News: ¿Y cuál es tu función como presidente de la asociación?
Paulo: Desde que fui electo por la comunidad he tratado de realizar en dos años las obras que venimos necesitando desde hace más o menos cuatro décadas. No sólo consiguiendo mejoras en los servicios o regularizando otros, como el del agua y alcantarillado, que acá las personas adquieren clandestinamente; también hemos procurado, por ejemplo, tapar un enorme y peligroso hoyo en una de las entradas a la comunidad (lo conseguimos hace poco). Y estamos tratando de llevar adelante algunos programas de asistencia social, coordinados por un sacerdote que vivie entre nosotros y con ayuda de voluntarios.
Narco News: ¿Cuántas personas viven acá actualmente?
Paulo: Según un último censo, un censo bastante superficial, en Jaguaré viven 24 mil personas en 700 domicilios familiares [ojo, queridos lectores: 3,5 personas por casa, en terrenos de aproximadamente 5 por 5 metros de superficie].
Narco News:¿Y los problemas de narcotráfico y criminalidad?
Paulo:Mentiría si te digo que hemos terminado con el crimen o el narcotráfico en Jaguaré… pero hemos conseguido cambiar algunas cosas y reducir los problemas a níveles mínimos. Hay todavía consumo de drogas, pero este problema es más o menos el mismo, y mucho menor, que el que existe en los barrios ricos de Sao Paulo. Desde que fui electo como presidente logré reducir los índices de criminalidad aprovechando algunas políticas sociales del gobierno federal y de la alcaldía: ahora los jóvenes de Jaguaré tienen mejores posibilidades de seguir estudiando, de realizar algunas actividades deportivas y culturales, y ya no tienen tanto tiempo, como antes, para pensar en dedicarse a actividades ilegales. Pienso que a este paso, mientras la gente vea que se hacen las obras, podremos hablar, dentro de poco tiempo, de la desaparición del problema de las drogas.
Narco News:Entonces, están bien organizados… hay alguna fuerza que los dentifica…
Paulo: Bien organizados no, pero necesitamos hacerlo. La comunidad ha comenzado a unirse para acceder a los programas sociales de la alcaldía… por otra parte yo imagino, porque no tengo esa información, que a la gente se le hace pesado decir que vive en un lugar llamado “favela”. Cuando hablan de eso lo hacen en forma muy soterrada, escondiendo la palabra… no les gusta decir que viven en una favela… y yo creo que una de las formas de levantar la autoestima de la comunidad es levantar la favela, ¿de qué forma? A través de los programas de asistencia social, a través los proyectos como “Barrio Legal” de la alcaldía [en poder del PT] cuya primera fase es la implementación de sistemas de saneamiento básico… creo que a partir de eso… introduciendo eso, la energía eléctrica, construyendo plazas y áreas de esparcimiento, la identidad de la gente que vive en un lugar llamado favela… la palabra favela tiene mucho peso, una mística… el que vive en la favela es identificado con el narcotráfico, con el crimen… y como el 99,9 por ciento de las personas que viven en la favela son trabajadores, personas humildes, pienso que no les gusta por eso decir que viven aquí.
Narco News: Perdona, Paulo, ¿votaste por Lula el 6 de octubre pasado?
Paulo: No, no voté en la primera vuelta. Te hablo como Paulo, no como líder de la comunidad. No voté por él porque si Lula hubiera ganado en la primera vuelta se habría sentido muy fuerte, hubiera tenido una votación demasiado grande y habría tenido el poder de hacer muchas cosas sin consultar a la sociedad. Pienso que un buen gobernante es el que plantea todas las soluciones de acuerdo a la sociedad, que un buen gobernante hace lo que la sociedad le permite y pide. Por eso no voté… pero en la segunda vuelta estoy tengo a Lula en la cabeza.
Narco News: Entonces, ¿piensas que un gobierno de Lula va a mejorar la situación de Brasil?
Paulo: Pienso que hay una gran expectativa por eso: el país necesita alguna cosa grande. Y la posibilidad de un mejoramiento es todavía una incógnita… pero las esperanzas están todas puestas en eso, porque Lula salió del medio obrero, conoce el mundo y los problemas del trabajador, por lo que hay enormes oportunidades para ese cambio. Ahora, eso puede ocurrir o no, pero la expectativa existe, porque la gran mayoría del pueblo brasileño es de origen humilde y Lula conoce sus carencias.
Y así, dejamos a Paulo trabajando, en su comercio y en su comunidad. Ha sido importante entrar a este mundo porque, hace poco más o menos treinta años, del cinturón industrial ABC de Sao Paulo, en una favela como ésta, comenzó su lucha Lula y fueron sus vecinos, sus compañeros los que dieron el impulso inicial al Partido de los Trabajadores. Si ustedes quieren, y lo piden, volveremos a visitar una favela, perdón, una comunidad popular… volveremos a estos lugares donde pese a todo, la vida lucha por florecer.
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