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Sin armas, la creatividad fluye y las propuestas se aclaran

En Colombia 10.000 campesinos, indígenas y afrocolombianos se reunieron durante 4 días; la propuesta será presentada ante el Gobierno Nacional


Por Luisa F. Trujillo
Especial para The Narco News Bulletin

17 de agosto 2011

Barrancabermeja, con sus asfixiantes 35C° de temperatura fue la sede del Encuentro Nacional de Comunidades Campesinas desde el pasado 12 de Agosto. La ciudad ha sido uno de los epicentros del conflicto armado reciente en Colombia, es el corazón del Magdalena Medio y su elección como sede, no fue gratuita. A pesar de que todos los que asistimos luchamos contra el calor y la falta de aire, la presencia de paramilitares, de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional ELN, la explotación de petróleo y el fuerte control militar en la zona, justifican la decisión de transformarlo ahora en un espacio de reapropiación dialógica a pesar del conflicto.


Primer día en el Encuentro Nacional de Comunidades Campesinas. DR 2011 Luisa F. Trujillo
Quedé sorprendida ante esta multitud de campesinos, indígenas y afro-descendientes, convocados todos por organizaciones de base, (dejando espacio para el omnipresente autoproclamado movimiento estudiantil), quienes llegaron en al menos 300 buses y camiones, instalándose en la sede deportiva de la ciudad, ante las vista atónita de los residentes. La Villa Olímpica se cubrió de carpas, duchas y servicios improvisados, pancartas y eventos culturales diversos durante 5 días, producto de los preparativos del evento que iniciaron varios meses atrás, cuando se instalaron mesas regionales para el evento nacional.

Algunos se preguntarán ¿quién financió tan enorme movilización? Yo me hago la misma pregunta, y teniendo algunas posibles respuestas, es claro que cualquier afirmación puede ser utilizada en contra del encuentro y tergiversarda hasta enlodar sus logros. En ese caso, ante la carencia de evidencia es mejor asumir, como se informó públicamente, que la planeación del evento incluyó enormes esfuerzos comunitarios y organizativos de recolección de recursos, tanto económicos como en especie y la voluntad real congregó las voces de más de 10.000 personas en un acuerdo común: salgamos del conflicto y hagámoslo sin armas.

Nunca me faltó el agua, pues habían puntos de hidratación permanentes, comí gratuitamente en las ollas comunitarias instaladas por los campesinos, quienes habían traído todos los insumos desde sus fincas e instalaron una cadena de producción de alimentos masiva, que no solo tenía la capacidad servir 10.000 platos de comida, sino que lo hacía tres veces al día. Había un comité de salud, servicios de seguridad que cumplían turnos de vigilancia, evitando ladrones y merodeadores entre las carpas, e incluso un comité político, que organizó los ejes temáticos de la discusión y cumplió su misión: llamó seriamente la atención el Gobierno quien ha anunciado su voluntad de reunirse a escuchar y considerar las conclusiones del evento.

El mensaje fue claro: se trató de un encuentro autónomo, producto de iniciativas propias que confluyen, sin presiones ni llamados de institución alguna. El comité de seguridad garantizaba el buen comportamiento de los participantes, logrando prescindir de la presencia de fuerza pública, en efecto no vi ni policías ni militares al interior de la Villa Olímpica. La presencia de los actores armados fue tan solo virtual, para eso los organizadores fueron equitativos: leyeron un comunicado de las FARC, uno del ELN y otro del Gobierno; presentaron un video de las FARC, otro del ELN pero el Presidente Santos no envió ningún material audiovisual, y ¿los paramilitares? Supongo que ya se sentían representados por una de las voces manifiestas, o bueno, ¿cómo podría haber un comunicado de algo que “no existe”?.

El evento cerró con una marcha que caminó por un circuito cercano a la Villa autorizado por la Alcaldía Municipal; siendo la primera vez que una marcha tan numerosa no es acompañada por tanquetas antimotines. En conclusión: el evento fue un éxito, un pronunciamiento masivo, seguido precariamente por los (poco imparciales) medios nacionales. En todas las mesas de trabajo los campesinos se expresaron en sus términos: “es que se les olvida a los empresarios y al Estado que nosotros somos quienes alimentamos a este país, y a nosotros son a los que nos matan, a nosotros son a los que nos sacan de nuestras tierras” agregando que “hay mucha tierra en pocas manos y muchas manos sin tierra”.


Segundo día en el Encuentro Nacional de Comunidades Campesinas. DR 2011 Luisa F. Trujillo
Y si, se nos olvida quienes son los que nos alimentan, se nos olvida también que los “actores armados” son parte de las mismas familias colombianas y no estos supuestos “aliens” que nos presentan las noticias y el discurso gubernamental. Se nos olvida que la imparcialidad absoluta en este conflicto es una quimera, considerando que la base social de cada uno de los actores armados es la sociedad en su totalidad, incluyendo a los que deciden hacer de las armas su medio de trabajo, se nos olvida que el Estado es un constructo político que debe servir a sus ciudadanos y no lo contrario.

En este sentido, en medio del calor, el evento refrescó la memoria de los asistentes y alimentó discursos alternativos de construcción de ciudadanía que muestran que el verdadero país colombiano lo están construyendo sus ciudadanos, porque el Estado está muy ocupado resolviendo un conflicto con los “aliens” terroristas de las FARC, mientras abre las puertas a las multinacionales y su ambición de sobre explotación de recursos, a la vez que cede el monopolio de la fuerza a las bandas criminales y grupos paramilitares a lo largo y ancho del territorio.

Participantes y organizadores demostraron que las zonas desmilitarizadas pueden ser, en efecto, espacios dialógicos donde se comparten experiencias en la construcción de paz desde la resistencia y se proponen alternativas de solución real al conflicto. Además, siempre que haya la voluntad política, sin las armas que ciegan, se piensa más claramente, se construyen objetivos comunes y se comparte transgrediendo las reglas de consumo y el comercio. No faltó el agua, la comida, la danza, la música, los poemas, los argumentos, el teatro, el trabajo, el transporte, la infraestructura. No faltó nada para demostrar que somos más los que creemos y sabemos que el conflicto armado es el arma de poder de un sistema históricamente opresor, legitimado por el miedo y la indiferencia histórica que se basa en la necesidad de identificar al otro, como enemigo.

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