English | Español | August 15, 2018 | Issue #62 | ||
Pobladores protestan por no habérseles consultado sobre la minera canadiense en San José del ProgresoFuerzas populares ocupan palacio municipal y amenazan con quemar a los retenidosPor Nancy Davies
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D.R. 2009 Noticias |
Dentro de la cárcel municipal, el regidor Pedro Francisco González Gopar se lamentaba de que ninguna autoridad estatal había ofrecido negociar con los manifestantes para la liberación de los hombres retenidos. Agarrado de los barrotes, demandaba que el gobierno del estado buscara una solución al conflicto, el cual se ha desarrollado por meses. Afirmó que si el pueblo pide la desaparición de poderes el renunciaría a su cargo. Momentos después, el regidor fue escoltado al teléfono de la oficina de la policía para que hablara con Joaquín Rodríguez Palacios, subsecretario de gobierno. Rodríguez Palacios había hablado en una entrevista en la radio en la que decía que una mujer había sido retenida también, tal mentira solo sirvió para enardecer aún más a la población.
Se reporta que la conversación telefónica fue: “Me están diciendo que las fuerzas policiales están viniendo para acá, así que quisiera que tuviera en cuenta señor que estamos bajo detención y que estamos sobre una cuerda floja. Quiero que detenga esto. La situación es que nos prenderán fuego. Así que necesitamos que pare esto. Habemos 12 de nosotros aquí, y la única cosa que le pido es que lo detenga porque estamos aquí y la situación es muy tensa.”
Quince minutos después, cuando los manifestantes se reorganizaron frente al palacio municipal, el primer policía federal se aproximó a la calle principal. Los otros policías, en nueve camionetas pick up y una van, se detuvieron a 100 metros de distancia. Los manifestantes ya habían traído al policía municipal y a sus acompañantes de la cárcel, los habían amarrado al montón de madera y les habían puesto un bote de gasolina cerca. Amenzaron con quemar a los hombres para prevenir cualquier represión de la Policía Federal. Las campanas de la iglesia comenzaron a sonar y estallaron cohetes. Y los lugares de batalla de la gente comenzaron a recibir refuerzos ciudadanos.
El Comandante Marte de la PF, de pie frente a otro policía, logró asegurarle a los manifestantes que los policías no vinieron para rescatar a los retenidos, que al contrario, haría una llamada para pedirle a los funcionarios del gobierno que se comprometieran con la negociación. Luego de cinco horas de tensión y de mutuas recriminaciones, los funcionarios del gobierno y representantes del pueblo acordaron liberar a las 12 personas e instalar una mesa de negociación.
La cuestión de la desaparición de poderes en San José del Progreso pasará a la legislatura estatal, que en estos casos es conocida por no hacer nada. Es probable que la cuestión de una asamblea popular legítima para discutir la operación de la mina tampoco resuelva nada, ya que muchas personas ya han cedido sus derechos sobre la tierra sin saber por qué no debieron de hacerlo. Los foros sobre los daños ambientales causados por la mina fueron silenciados por funcionarios eclesiásticos, esto debido a que el organizador era el cura local, el Padre Martín.
La pueblo ha sido “ayudado” por la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que, se me informó en privado, incluía a maestros afiliados a MULT (una grupo indígena Triqui corrompido por el PRI) para “ayudar” a que los comités locales tomaran una decisión. El casi candidato a gobernador, Gabino Cué, aconsejó a la población a que aceptara la oferta de la compañia minera de obtener computadoras en las escuelas a cambio del otorgamiento de la posesión de la tierra. La organización CODEP (Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo)—que en julio y agosto trabajó para organizar a la gente, se retiró declarando que CODEP no iba a contradecir una decisión de la asamblea del pueblo. Ahora, con alguna ayuda de la APPO, los manifestantes afirman que la decisión en asamblea nunca ocurrió, sino que las decisiones fueron tomadas por los regidores a cambio de un soborno por parte de la compañia minera. Oscar Venancio Martínez Rivera es generalmente considerado como uno de los grandes beneficiarios. La gente sospecha que el regidor de Salud fue sobornado con el fin de obtener permisos ambientales.
Una vez más el gobierno ha prometido negociar. El mini levantamiento indica que las negociaciones prometidas con autoridades del pueblo tienen malos resultados para la democracia participativa. Aguas turbias prevalecen en Oaxaca, como de costumbre.
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