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Partidarios Hondureños del Golpe de Estado Marchan en Tegucigalpa

El Consulado del Reino de Jordania se Roba el Espectáculo


Por Belén Fernández
Especial para The Narco News Bulletin

24 de septiembre 2009

TEGUCIGALPA, HONDURAS, 24 DE SEPTIEMBRE DE 2009: Como ocasionalmente suelen hacer para mostrar que no solo los antigolpistas pueden marchar, esta mañana los partidarios del golpe lo hicieron en Tegucigalpa, en su mayoría vestidos con playeras blancas o con playeras de futbol de la selección hondureña. Los cantos variaban de lo muy banal, como “Elecciones, elecciones, elecciones” y “Honduras, Honduras, Honduras”, a lo no tan banal, como “Lula, llevate esa mula”, una petición al presidente del Brasil para que se llevará a Zelaya de la embajada en Tegucigalpa a Brasil.

Según un manifestante de mediana edad de nombre Jorege Antonio, que llevaba un sombrero con la bandera hondureña amarrada a su barbilla, la adopción brasileña de Zelaya era una de las dos formas de corregir la actual crisis; la otra es que Brasil simplemente lo entregue al gobierno golpista de Roberto Micheletti. Con respecto a esta última opción, Jorge tuvo sus dudas, ya que, Lula se estaba convirtiendo rápidamente en un clon de Hugo Chávez. Mientras me manifestaba sus opiniones, me arrastraba hacia una camioneta pick-up estacionada a un lado de la carretera, y me animaba a que me parara en la parte de atrás de ella para que de esa forma pudiera ser testigo del alcance de las multitudes golpistas, que sin embargo, no parecen ser el 85 por ciento de la población, como Jorge Antonio afirmaba. (Los organizadores de la marcha afirmaron que hubo 60,000 manifestantes; los medios locales cuentan en 10,000 la asistencia). Cuando dudé en ocupar un vehículo cuyo propietario no se había identificado, Jorge suspiró y de un tirón me subió, a lo que le pregunté si creía en el concepto de la propiedad comunal; riendo dijo: “¡No, no!”, y condujo mi atención al canto del momento, sugiriendo que las personas que tienen esas nociones pueden irse a Caracas.

La marcha golpista había comenzado frente a la oficina de las Naciones Unidas en Tegucigalpa, abriéndose camino hacia la embajada de los Estados Unidos. La marcha tuvo una escala inesperada frente a la entrada del consulado de Jordania que se interpuso en el camino. Al grito de “¡Fuera Mel!”, una sección de los manifestantes se dejo venir hacia la puerta, donde los más apasionados no dejaron de apretar los botones del intercomunicador de la pared. Aturdida, miré a un niño de pie junto a mí, quién sugirió que Zelaya estaba ahí dentro.

El grupo de manifestantes de la puerta fué distraído por una camioneta de la policía que venía por la calle con una mujer y un niño en la parte trasera. Cuando los manifestantes vieron esto despejaron el camino, ovacionando y saludando. No estaba claro si la mujer y el niño estaban detenidos, sin embargo, esa falta de claridad no distrajo a la multitud de su canto jubiloso: “¡Soldado, amigo, el pueblo esta contigo!” La explosión de júbilo se repitió después en honor del paso de vehículos militares, lo que ofrecio un perspectiva sobre las afiliaciones del público ligeramente distinta a la del canto original que los golpistas habían robado, “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”—el cuál no habla de algún apoyo externo del Reino Hachmeita de Jordania.

La afiliación de los manifestantes fue puesta aún más en entredicho cuando le pregunté a un hombre con camisa blanca que se encontraba frente a la entrada del consulado, el por qué se había guardado una roca un poco grande en su bolsillo, respondiéndome que la policía se la había dado. El hombre se identificó como empleado del consulado de Jordania, el cual dijo se encontraba vacío—tanto de personal como del presidente hondureño. Me dijo que la confusión se había producido por la caída de la roca frente a la puerta, lo que los manifestantes habían interpretado como una toma de los terrenos consulares por la resistencia. Después de completar su análisis, el hombre con la roca desapareció entre la multitud.

Un guardia de seguridad frente a la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), localizada cerca del consulado de Jordania, llamó por radio para pedir informes sobre la caída de una roca; no pudiendo confirmar el incidente, me alertó de la búsqueda de la burguesía de pintar un retrato inexacto de la situación política en Honduras, y en su creencia de buscar la paz solo para determinados sectores de la población. Esos sectores niegan que tales lujos incluyan a la colonia en la que el guardia de seguridad residía, donde él y sus vecinos anoche habían expulsado a la policía que trataba de perturbar la paz.

En cuanto a los autodesignados amigos de los soldados, el guardia de seguridad los caracterizó como gente que prefería que la comunidad internacional barriera la casa por ellos. Aclaró que se refería a la comunidad política internacional y no a sirvientas internacionales, y que los hondureños debían barrer sus casas ellos mismos—una tarea que se complica cuando el presidente no estaba en su casa sino en la embajada de Brasil.

La marcha golpista antes de dispersarse continuó de la embajada de los Estados Unidos por el Boulevard Morazán, donde una mujer, con una enorme camiseta, de forma conspirativa me informó que Zelaya es el propietario de haciendas en el departamento de Olancho. Después de cierta insistencia, la mujer admitió que Micheletti también era rico, pero que él era mejor administrando la economía hondureña, afirmación que se hace menos convincente cuando los propietarios de grandes empresas se quejan de los toques de queda, y cuando los manifestantes golpistas me piden dinero para un refresco.

Traducción de inglés por Fernando Leon

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