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Oaxaca Seguirá luchando

La Rebelión es prueba de que para mucha gente, hasta la preservación del propio físico puede ser secundaria frente a la lucha por una convicción


Por Laura Carlsen
Foreign Policy in Focus - IRC

14 de noviembre 2006

En las tradiciones regionales, los Oaxaqueños tienen la reputación de ser como los tlacuaches. Personaje recurrente en la mitología mexicana, el tlacuache se hace el muerto cuando lo acorralan. Pero ¡pobre del enemigo que piense que ahí acabó la batalla! La pequeña pero fiera criatura solamente espera el momento propicio para pelear de nuevo.

El movimiento de protesta Oaxaqueño arde lenta, pero profundamente. Los maestros Oaxaqueños, quienes se movilizaron para un aumento de salarios el pasado Mayo, conscientemente acumularon años de protesta contra la desigualdad social en su entidad. El 14 de Junio, el gobierno del estado le picó la cresta al tlacuache Oaxaqueño cuando intentó expulsar a los maestros manifestantes de la plaza central Oaxaqueña. Los Oaxaqueños respondieron formando la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). El gobierno federal confrontó el creciente movimiento el 28 de octubre cuando envió miles de policías federales a ocupar la ciudad. Los asesinatos, heridas, y desapariciones de los manifestantes sólo han profundizado la resolución del movimiento como un todo.

Aunque el escenario estaba listo para la confrontación, el movimiento continuó insistiendo en la no-violencia. Ellos se tendían enfrente de los tanques que avanzaban, y distribuían flores a los policías con trajes antimotines. El 2 de Noviembre, se armó una batalla crucial cuando la policía intentó retomar la universidad. Dentro de la universidad, la estación de radio que ha sido la columna vertebral de la organización de la protesta durante los pasados cinco meses estuvo bajo sitio todo el día. Radio APPO no cesó de difundir y el pueblo no cesó de defenderla, a pesar de que parecía que gruesamente llevaban las de perder.

“Nuestros ojos nos arden con el gas lacrimógeno, pero al menos ahora podemos ver al gobierno como realmente es”, comentó una joven mujer al aire, con una voz llena de urgencia y determinación. “No vamos a rendirnos”.

Gente de todo el mundo la escuchó. Radio APPO fluía a través de las computadoras de los radioescuchas que siguieron la batalla por la universidad en los recuentos de cada golpe que se daban. Instantáneamente, activaron redes para planificar sus propias protestas. En el curso de días, se reunieron manifestantes frente a los consulados y embajadas mexicanos en los EUA y Europa, demandando el final de la represión policíaca hacia el movimiento. Personajes cuyos nombres son bien conocidos por todo el mundo escribieron y publicaron cartas, y gente cuyos nombres sólo han sido impresos en los directorios telefónicos firmaron peticiones. En un pequeño pueblo en Italia, cientos de jóvenes se reunieron para discutir la cooperación Norte-Sur y declarar su solidaridad con Oaxaca, y en Nueva York varios manifestantes fueron arrestados frente al consulado mexicano. La Otra Campaña Zapatista mobilizó un bloqueo binacional de carreteras sobre la frontea Mexico-U.S.A.. La lista de acciones por todo el mundo sigue y continúa.

Tanto las cámaras del congreso mexicano como la secretaría de gobernación, la cual está a cargo de la política interna del país, hicieron una recomendación para que dimita el Gobernador Oaxaqueño Ulises Ruiz. A pesar de la ruptura en la gobenabilidad en el estado, él se ha rehusado diciendo que es su deber mantenerse en su puesto. El 5 de Noviembre, el movimiento puso en acción a decenas de miles de personas en una marcha a través de Oaxaca. En las horas de madrugada del 6 de Noviembre, explotaron bombas en las oficinas del Tribunal Electoral, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y un banco internacional. Nadie resultó muerto ni herido, pero la tensión subió varias muescas. Varios grupos guerrilleros reclamaron la responsabilidad por estos hechos, demandando la renuncia del gobernador, la libertad de los prisioneros políticos apresados después de la represión policiaca en el pueblo de Atenco, e investigación de los cargos por fraude electoral.

La APPO inmediatamente condenó los bombazos y repitió que no tiene relaciones con grupos guerrilleros. Ha continuado tratando de negociar un arreglo pacífico de sus demandas. En la turbulenta atmósfera política que siguió a las elecciones presidenciales de Mexico el 2 de Julio, el conflicto de Oaxaca ha catalizado ahora una serie de eventos que amenazan la estabilidad de Mexico.

¿Porqué Oaxaca?

Las montañas de Oaxaca se hicieron el refugio de las civilizaciones pre-colombinas que nunca fueron plenamente conquistadas. La historia de resistencia y persistencia que ahí se desarrolló permitió la sobrevivencia de culturas que evadieron una mentalidad colonizante y rechazaron tácita o explícitamente la imposición total de los sistemas políticos coloniales. Al mismo tiempo, subyugar a los rebeldes requirió algunas de las formas de represión más brutales de la nación. Muchas de ellas permanecen fundamentalmente intactas hasta hoy día. El gobernador, cuya renuncia se ha hecho la demanda principal de la actual insurrección Oaxaqueña, ha heredado el manto de esta tradición de siglos de represión.

Oaxaca es tierra de muchos pueblos. El estado acompasa 16 lenguajes dentro de sus fronteras y tiene el mayor número de municipios de la nación (570), en gran parte debido a la determinación de preservar y reforzar el auto- gobierno local. Aún en la ciudad de Oaxaca, donde la lucha entre la policía y los manifestantes ha transformado el paisaje urbano, la diversidad imposibilita cualquier caracterización fácil. Los mixtecos convergen con los marcianos (nombre local para la gran población en esa ciudad de artistas forasteros, escritores, pensionistas, y trabajadores de ONGs), los turistas con limosneros, los ricos con los pobres.

Esta diversidad, la cual en otro contexto podría fragmentar un movimiento social, se ha convertido en la riqueza y en la fuerza colectiva de la más importante rebelión social por justicia de México en los años recientes. Los maestros Oaxaqueños se han nutrido de más de 26 años de experiencia en el movimiento democrático de los maestros. La Sección 22, el grupo de maestros oaxaqueños organizados en El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ha sido durante mucho tiempo un bastión de la facción democrática del sindicato. Durante años sus líderes han sido elegidos desde esta facción disidente y se han hecho líderes en los movimientos sociales de Oaxaca que van también más allá del sindicato.

La rebelión de Oaxaca también tiene sus raíces en las batallas de las comunidades indígenas en busca de autonomía y, desde los 1970s, en busca de la restauración de formas comunitarias de auto-gobierno, el trabajo colectivo, e identidad. Añadida a esta mezcla ha estado el enojo de una nueva generación de estudiantes de preparatoria y universidad cansados de ser menospreciados y excluídos de gobiernos empobrecidos por los ajustes estructural y la corrupción. Y como un ingrediente final en una receta para rebeliones, los ciudadanos sensibilizados hacia la injusticia expresada en la vida diaria se levantaron en contra de una disputada elección gubernamental que parecía condenar a su sociedad a más de lo mismo o algo peor.

A La Vanguardia

La significancia del movimiento Oaxaqueño para México es obvia. Es el primer reto hacia un gobierno federal con poca legitimidad o credibilidad, elegido en medio de fraudes el pasado Julio. Aunque Felipe Calderón toma posesión el 1 de Diciembre, las reglas de la política mexicana dictan que todas las grandes decisiones, y especialmente las muy visibles, como la represión del movimiento Oaxaqueño, deben al menos ser aprobadas por él. La decisión del gobierno de enviar a la policía federal está en parte basada en el deseo de no pasarle un problema a un presidente débil, a quien le falta capacidad política para resolverlo.

Las frustraciones que llevaron a la formación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), existen a lo largo y ancho de todo el país. Las elecciones que dejan de reflejar la voluntad popular, las desigualdades que dividen a las comunidades, la brutalidad y la corrupción que florecen con impunidad—ninguna región es inmune a la clase de malestar social que le dio nacimiento al movimiento Oaxaqueño. Muchos mexicanos abiertamente celebran cada victoria de los Oaxaqueños, y cada día ellos maintienen la resistencia. Sabiendo esto, el gobieno busca reprimir el movimiento sin conceder un terreno político, como para no dar cabida a un peligroso precedente, en un sistema que se sostiene por la complacencia de los no-hechos políticos y económicos.

¿Pero porqué le importa a otros pueblos? ¿Tiene Oaxaca un significado más allá de una leyenda inspiradora para aquellos que aspiran a un mundo más justo?

Si el movimiento para la justicia global fuera una batalla territorial, Oaxaca sería un mínimo punto sobre un mapa muy grande, de poca consecuencia excepto para la gente involucrada. Pero las batallas simbólicas, aunque muy reales para los propios combatientes, son el verdadero terreno del movimiento para la justicia global. Ellas ofrecen una oportunidad, aún cuando se pierdan, de vencer a los mitos que sosntienen el sistema.

Oaxaca es el Sur del Sur. Es la verdad a la mentira de que México se ha juntado con el Primer Mundo tan sólo por agarrarse a los faldones de los E. U. A. a través del Tratado de Libre Comercio norteamericano. La falla de esta estrategia de integración en Oaxaca y otros estados sureños en México era tan obvia que hasta un reciente Reporte del Banco Mundial se sintió obligado a tratar ese tema. Su conclusión—“los estados sureños no se beneficiaron con el NAFTA porque no estaban preparados para alcanzar los beneficios del libre comercio”—era un resultado inevitable y no surprendió a nadie que haya estudiado la lógica de: ¡culpen a la víctima!, del Banco. Si fueran forzados a hacer una evaluación de la globalización en general, los defensores del neoliberalismo no dudarían en castigar al Sur Global entero por esta supuesta falla. No hay que decir que es muy poco consuelo para los que padecen hambre, los desplazados, los marginados y los descartados.

La rebelión oaxaqueña es prueba de que para mucha gente, hasta la preservación física puede convertirse en algo secundario a la lucha por una convicción. Con solamente la materia prima de sus propias vidas en sus manos, han emprendido la tarea de moldear un futuro diferente. Aunque las demandas hoy día se centran sobre la renuncia del gobernador y salarios justos para los maestros, las nuevas formas de organización y de concientización que han creado perdurarán mucho tiempo después de este movimiento y se convertirán en las semillas de futuros movimientos.

También serán las semillas de las rebeliones populares en otros lugares. La rebelión oaxaqueña es un recordatorio de que en verdad hace ya mucho que se hace necesaria una evaluación de las consecuencias del libre comercio y la globalización—y que el Banco Mundial no tiene derecho a ser el evaluador. La gente que ha sufrido las consecuencias debería evaluar el sistema. Con demasiada frecuencia en el Norte, los reportes de protesta y rebelión alrededor del mundo se ven como batallas disparatadas o quejas aisladas y no como parte de un consenso creciente de que algo está gravemente equivocado. Aquellos que se han beneficiado con las reglas del libre comercio, especialmente aquellos que viven en países que diseñaron estas reglas, tienen la responsabilidad de escuchar el mensaje.

Lo que pudo haber sido un conflicto local ha detonado una confrontación nacional y ha contribuído a la revivencia de facciones violentas. La falta de voluntad política del gobierno ha bloqueado verdaderas negociaciones. Ha fallado en responder a las válidas demandas de Oaxaca y en abrir diálogos sobre las reformas necesarias para asegurar la paz y la estabilidad de México. En vez de ello, el país está ahora peligrosamente cercano a lo opuesto.

Laura Carlsen es directora del Programa Américas IRC en la Ciudad de México, donde ella ha trabajado como escritora y analista política durante las pasadas dos décadas. Puede accederse al Programa Américas en la página web http://americas.irc-online.org/.

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