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Ciudad Barricada

Un largo fin de semana en Oaxaca termina sin intervención militar


Por Diego Enrique Osorno
Especial para The Narco News Bulletin

3 de octubre 2006

La “Mamá Lucha” permanece de pie a un lado de la fogata. Se seca la frente empapada de sudor. Ganar una batalla no es cualquier cosa. Menos cuando está a tu cargo esta barricada, la primera que hay en la entrada de la ciudad de Oaxaca.

A las 2 y tantos de la madrugada, aquí en Pueblo Nuevo, la calma regresa tan sólo cuando se ha consumado la victoria del parapeto de autodefensa de la APPO frente al grupo de simpatizantes del PRI de la localidad que intentó desalojarlos hace un momento.

Todo comenzó después de la medianoche –en Oaxaca todas las cosas están ocurriendo después de la medianoche-: Los priistas empezaron a juntarse poco a poco a un kilómetro de distancia, bajo un puente de la carretera.

Primero eran apenas unos puntitos perdidos a lo lejos de la barricada de “Mamá Lucha”, pero en menos de media hora su luz era la luz como de 100 personas que, armadas con palos, machetes, piedras y varillas, caminaban rumbo al fuerte del enemigo.

Acá todo era un caos: la desventaja numérica más que notoria. Ni 50 eran los guardianes nocturnos. En medio del nervio, un “guerrilloso” niño de 12 años apodado “El Chino” se ofrecía para ir a tirarles dos o tres bombas molotov, mientras que un afanador del lujoso Hotel Fortín proponía apedrear a la columna priista desde los techos de las casas vecinas.

Nadie alcanzaba a poner orden hasta que “Mamá Lucha” habló, mejor dicho gritó: “Hay que soltar todos los cohetones que tenemos y hay que hablar a La Ley para que manden más compañeros. De aquí no nos van a quitar esos cabrones priistas”.

Y en menos de cinco minutos la barricada de Pueblo Nuevo parecía feria popular. Uno, dos, tres, muchos cohetones tronaban su estruendo en el cielo oaxaqueño. Algunos de los colonos vigilantes golpeaban los postes de luz para seguir armando el escándalo de auxilio y un albañil hablaba por teléfono celular a la estación de radio tomada por los maestros rebeldes.

Poco a poco, la mancha de luz priista dejaba de avanzar, hasta detener irremediablemente el paso y emprender la retirada. La “alerta máxima” orquestada por “Mamá Lucha” era un éxito porque los enemigos se habían replegado, pero también era un fracaso porque nadie había llegado al auxilio de los colonos, salvo un reportero y un par de fotógrafos buscando historias de barricadas en la convulsa madrugada.

Como quiera el gozo llegaba. Tres jóvenes seguían tronando cohetones, “El Chino” posaba para los fotógrafos con su cara de mozalbete, su paliacate guerrillero y sus dos bombas molotov en las bolsas traseras del pantalón. “Mamá Lucha” –ya lo habíamos dicho al principio, permanecía de pie a un lado de la fogata. Secándose la frente empapada de sudor…

* * *

– Oye, ¿y si se enoja la gente de Atenco?, preguntó uno de los dos pintores antes de completar la monumental consigna colocada sobre el asfalto de la carretera. – Pues sí, pero así nos dijo el doctor que le pusiéramos, contestó el otro.

La duda quedaba. En Pueblo Nuevo, después de ganar la batalla a los priistas, el ímpetu daba para colocar una frase de recibimiento a ese operativo de la Policía Federal Preventiva que desde hace muchas madrugadas aguarda la gente de las barricadas.

“PFP bienvenidos, Oaxaca no es…”. Sólo faltaba la última palabra. Los dos pintores fueron a buscar al “doctor” para pedir instrucciones pero éste no aparecía. Una vez más, ante el titubeo, aparecía la voz de mando de Mamá Lucha. “Pónganle así. Yo he visto cartulinas que dicen eso en las megamarchas”.

No se dijo más. La frase se completó en el asfalto de la carretera que comunica al Distrito Federal conOaxaca: “PFP Bienvenidos, Oaxaca no es Atenco”.

* * *

De noche, líder; de día, cocinera. “Mamá Lucha” trabaja en la tarde haciendo tlayudas para turistas en un afamado hotel de la ciudad, pero de noche acude casi siempre a la barricada de bienvenida que hay en Pueblo Nuevo.

Tiene como unos 40 años de edad, hoy viste con pant’s azul, sudadera gris y tenis deportivos. Es la ropa con la que habitualmente dormía tranquila en su casa, antes de “todo este movimiento de los pobres”, dice.

No le gustan las preguntas, ni los reporteros. “No dicen nunca la verdad, a lo mejor ustedes sí, pero luego les cambian todo en sus periódicos y en sus televisoras, si ya sabemos, no somos tontos”, corta, y luego se va a seguir recorriendo la barricada, esperando, dice, “darle su bienvenida a la PFP”.

* * *

A las 3 de la mañana, en la colonia Jardín, sobre la periferia pobre de la ciudad de Oaxaca, un panadero cuenta su versión del conflicto tal y como la da cualquiera de los miembros de la dirigencia colectiva provisional de la APPO en las conferencias de prensa.

Mientras cuida en la calle Luces un parapeto de autodefensa acompañado por su esposa y ocho vecinos más, el panadero habla y habla tratando de hacerme entender que “aquí es el pueblo el que se levantó. Sino con Ulises, se hubiera levantado con otro, pero le tocó a Ulises porque fue muy pendejo…”.

La conversación –que ya se convirtió en un monólogo de él- tiene como fondo la voz de los locutores rebeldes de “La Ley de los Pueblos”, que transmite por el 710 de AM, una frecuencia cien por ciento grupera hace un mes, pero que hoy es totalmente guerrillera y guevarista en especial cuando convoca a crear “una, dos tres, muchas barricadas”.

A los oaxaqueños como a éste panadero que busca aleccionarme sobre la lucha popular, la radio rebelde es quien los ha venido adoctrinando, convirtiendo en impetuosos militantes que noche tras noche, frente a la llanta quemada en la barricada, van forjando un espíritu de resistencia que hoy –en plena alerta roja- está más desatado que nunca ante la posibilidad de un operativo policiaco en los próximos días, en las próximas horas.

“Entiéndame usted: Aquí es puro pueblo el que lucha, ¡y el pueblo va a ganar!”, me sigue insistiendo. Yo lo escucho y tomo apunte.

* * *

En las barricadas más pobres de la ciudad hay tiempo para todo: para que novien los chamacos que sólo así se animan a aguantar la vigilia; para que las vecinas de la colonia 7 Regiones que antes estaban peleadas, pues ahora arreglen sus diferencias con las tandas incumplidas y los malos gestos intercambiados alguna vez; para que un viejo admirador de Fidel Castro emule con boina y traje de montaña a su ídolo mientras camina sigiloso por una calle de la colonia Volcanes; y para que los vecinos y compadres trasladen aquellas interminables partidas de dominó en sus casas, a la acera.

* * *

En la colonia Ampliación hay dos barricadas que están colocadas a menos de cien metros una de otra. A la que está más a la orilla del cerro le han puesto la barricada “Los Guerreros” y la que está más pa’cá le han puesto “Las Motas”.

– ¿Por qué le pusieron Las Motas a esa barricada?, preguntó a los guardianes del parapeto. Y todos ríen. – Mire, venga conmigo, termina diciéndome uno.

Caminamos como unos treinta metros hasta que vemos una casa que resalta de inmediato entre las demás. “Aquí vive el regidor de las Colonias del Municipio, José Luis Mota, él que les da cien pesos a los cholos para que vayan a provocar a las barricadas”, me asegura el joven de casi 1.90 metros de altura, al que los niños del barrio ya admiran.

“Pusimos las barricadas para cuidarlo, aunque ya ni viene”, me afirma entre risas. “Si Ulises no se va pronto, también le vamos a poner sus barricadas en su mansión”, dice el larguirucho, sin dejar de reír.

* * *

12:00 AM: “Es la hora, mi amor. No dejes que los niños vean la tele mañana”, dice por teléfono a su mujer un maestro que hace su guardia en el Zócalo de la Ciudad.

Dos jettas negros acaban de disparar nueve tiros contra una de las barricadas cercanas. No hay heridos, pero sí zozobra. Parece que ese largo rumor de más de un mes atrás está a punto de convertirse hoy, esta madrugada, en realidad.

Por la radio rebelde “La Ley” -cada vez menos dispuesta a verificar la información que recopila- se avisa que vienen llegando de todos lados camiones de la Policía Federal Preventiva, que la incursión policiaca será a las tres de la mañana en punto, que hay que “defender al movimiento”, que hay que levantar más barricadas y que la APPO declara por doceava ocasión en las últimas tres semanas, la alerta roja.

Así son los días aquí en Oaxaca, de guerra, pero de guerra sin fusiles: de guerra psicológica.

* * *

1:00 AM: “Ja, ja, nombre no va a ver nada (sic). Nomás es para que no se aburran”, responde por mensaje de celular una autorizada fuente policial en torno a la posibilidad de que al rato suceda el largamente anunciado operativo de desalojo.

“Hoy no”, dice otra. “Vete a dormir”, recomienda la tercera. Pero volteo la vista a mi alrededor y en una de las barricadas de Brenamiel, los chamacos corren a toda prisa por la carretera con dos carritos de supermercado llenos de bombas molotov listas para ser usadas, dicen, “ahorita que vengan esos hijos de su puta madre”.

Camino un poco más adelante y en otra de las barricadas de la misma zona, unas educadoras ofrecen “café” para beber “antes de que lleguen los policías de Fox”. Parece que nadie duda aquí de que al rato, a las 3 de la mañana, incursionará la policía. En la radio rebelde suena “El Pueblo Unido, Jamás será Vencido”.

* * *

2:00 AM: El tema que predomina en las barricadas de Brenamiel es el de la inmiente llegada de los policías a la esta ciudad “tomada”.

Al calor de la fogata, cada maestro expone su escenario. “A mí se me hace que van a traer al Ejército en tanques para asustarnos y atrás de ellos va a venir la PFP”, afirma uno.

“No, yo creo que van a bajar de helicópteros en La Ley y al mismo tiempo van a venir entrando por Etla, porque por ahí no hemos reforzado las barricadas”, estima otro.

“A mí lo que se me hace es que van a entrar como a las 7, 8 de la mañana, cuando apenas hayamos quitado las barricadas van a meterse con todo. Hasta van a meter otra vez a los GOES y a los policías de Aristeo (López, director de Policía Municipal), y se van a querer quedar aquí”.

Eso dice la base que está presente. ¿Y los dirigentes dónde están?, quién sabe. “Bajo resguardo preventivo”, se rumora.

* * *

3:00 AM: Es la hora en que La Ley dijo que entraría la policía. Hay un silencio a lo largo de la madrugada que habitan los 500 maestros apostados en estas barricadas de Brenamiel, donde se cuida con especial esmero a las enormes torres de acero, de radio, de voz.

En medio de la mansedumbre se oye a lo lejos un cohetón. Martín, el maestro de Valles Centrales que no falta nunca a su guardia en el parapeto y que reemplaza a los demás regularmente, voltea con mirada analítica hacia el cielo. Está esperando el segundo cohetón, la maldita señal de que lo que se vive por allá, precisamente por la entrada de Etla, es el inicio del operativo policial.

Pero pasan ya cinco minutos y no hay nada. En la radio rebelde, los locutores hasta deciden poner una canción, de hecho la primera en la lista de popularidad magisterial: “Techos de cartón”, del fallecido cantante venezolano, Alí Primera.

Ya son las 3:10 AM. Quizá las fuentes policiacas no estaban mintiendo.

* * *

4:00 AM: Aquél está estirando el brazo, este da un bostezo de más de medio minuto. Hace un rato se veían firmes, como soldados imbatibles, sosteniendo sus palos de más de dos metros, junto al cerrito de rocas para sus hondas, dispuestos a “morir por la libertad”, tal y como dice el cartón colocado sobre una de las tiendas de campaña.

Ahora no es tan así la cosa. El relajamiento –se nota mucho- va en aumento entre estos maestros erigidos en los guardianes de la ciudad o por lo menos, de las madrugadas de la ciudad.

* * *

5:00 AM: Si se trata de una guerra psicológica como todo parece indicar, los rebeldes de una de las barricadas del Centro Histórico, acaban de perder la batalla.

A bordo de un automóvil, los tres vigilantes de esta posición estratégica se resguardan del frío mientras duermen profundamente.

Junto a ellos pasa un forastero y pasa otro sin que ellos sobresalten su manso sueño. Lo bueno es que esos forasteros son reporteros y no elementos de la PFP.

* * *

6:00 AM: La enorme hoguera sobre la que se reunían hace unas horas más de 30 personas, es en este momento un montón de cenizas que ya comienza a barrer un trabajador de limpia del Municipio de Oaxaca.

La guardia de las barricadas ha concluido. Sin operativo.

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