Nuestro Hombre en México
¡Davidow, fuera!
Desde Chile durante la década de los 70's, hasta México hoy, el embajador Jeffrey Davidow confunde toda la política exterior de Estados Unidos. Por Al Giordano
publicado en diciembre 1999 en The Boston Phoenix, Por Esto! y La Crisis El General Augusto Pinochet se encuentra actualmente sujeto a juicio por tortura conforme al derecho internacional, en Madrid, España, a seis horas de diferencia de Chile, el país que gobernó de un violento golpe militar respaldado por Estados Unidos. La Junta Militar de Pinochet depuso y asesinó al Presidente electo Salvador Allende en septiembre de 1973. Sin embargo, Pinochet, indudablemente uno de los dictadores más brutales de este siglo, sólo fue uno de los dientes del engranaje de la represión en Chile, pues funcionarios de Estados Unidos financiaron y protegieron su barbarie, la cual los críticos de la política exterior estadounidense dan por hecho que no se planeó en ese país sino en Estado Unidos.
El anciano Pinochet, con 83 años, está pagando el precio de sus patrocinadores de Washington, entre ellos el finado Presidente Richard Nixon y el ex Secretario de Estado Henry Kissinger. En este proceso, otro nombre ha salido a la luz de entre la gran cantidad de documentos que han sido desclasificados recientemente y que se han dado a conocer con relación al juicio: el de Jeffrey Davidow, el actual embajador de Estados Unidos en México, quien empezaba su carrera diplomática como funcionario en la Embajada chilena durante el golpe.
Es difícil determinar exactamente qué tan importante o directo fue el papel de Jeffrey Davidow en la política estadounidense-chilena a principios de los 70. Davidow, quien se rehúsa a contestar preguntas acerca de su posible involucramiento, fue asignado a la embajada en Chile de 1971 a 1974, donde desempeñó el puesto de Oficial Político.
Josie Shumake, secretaria de prensa de Davidow en la Embajada de Estados Unidos en México, restó importancia a la autoridad de Davidow, diciendo al Boston Phoenix que Davidow "era sólo un subalterno" de la Embajada de Estados Unidos durante el golpe de Estado en Chile. Sin embargo, por lo regular, como puede apreciarse por las actividades políticas de alto nivel que lleva a cabo Jan Erik Hall, actual oficial político de la Embajada de EE.UU. en México a cargo de Davidow --la oficialía política en una Embajada norteamericana dista mucho de ser un puesto menor.
Memoranda desclasificados documentan el papel activo de Davidow en las ahora desacreditados políticas pro-pinochetistas de Estados Unidos, un papel que Davidow nunca ha abordado públicamente. La prensa mexicana estudia evidencias en el juicio de Pinochet que permitan establecer la relación entre Davidow y los sucesos específicos del golpe chileno, al grado de que el embajador sufre a los críticos de ambos lados de la frontera por las tácticas despóticas utilizadas por la Embajada de Estados Unidos en Chile hace 25 años.
En 1973, como consecuencia del golpe chileno, un ciudadano periodista estadounidense llamado Charles Horman fue asesinado por el régimen pinochetista. El incidente se convirtió en un asunto de interés internacional en 1982, cuando el asesinato de Horman fue llevado a la pantalla por el director Constantino Costa-Gavras en su película Missing (Desaparecido), protagonizada por Jack Lemmon y Sissy Spacek. La película, cuyo guión fue nominado para el Oscar, relata los esfuerzos frustrados de la familia de Horman frente a la indiferencia de los funcionarios de la Embajada estadounidense. La acongojada viuda del periodista, Joyce Horman y el Centro de Derechos Constitucionales están preparándose actualmente para reabrir el caso en contra del gobierno de Estados Unidos y el entonces Secretario de Estado, Henry Kissinger, a quienes se responsabiliza de la muerte de Horman.
La opinión pública mundial fue sacudida de nuevo el 8 de octubre cuando un memorándum del Departamento de Estado norteamericano, publicado en el periódico Independent de Londres, reveló que funcionarios de Estados Unidos pudieron haber jugado un "desafortunado papel" en el asesinato de Horman a manos de miembros del régimen militar pinochetista. Este memorándum de 1976, dirigido al entonces jefe de Relaciones Interamericanas, Harry Shlaudeman, y conservado en secreto durante 23 años, establece que:
"En el mejor de los casos, la Inteligencia estadounidense pudo haberse involucrado al proporcionar o confirmar información que pudiera ayudar a motivar el asesinato (de Horman) por parte del gobierno de Chile. En el peor de los casos, la Inteligencia estadounidense estaba al tanto de que el gobierno de Chile veía con desconfianza a Horman y que los funcionarios estadounidenses no hicieron nada para desalentar las lógicas consecuencias de la paranoia del gobierno chileno".
Además, este memorándum describe el papel del gobierno de Estados Unidos en el asesinato de Horman como "negligente, o peor aún, cómplice". Este documento público que acaba de ser desclasificado no menciona a Davidow, pero la revista Milenio de la Ciudad de México ha atribuido a Davidow parte de la culpa del caso Horman. De acuerdo con Milenio, al menos 18 de los 5,000 documentos --tanto de la CIA como de otras agencias-- que salieron a la luz pública el 30 de junio, se refieren al papel directo que jugó Davidow en la protección del golpe militar de derecha, señalándolo, dice Milenio, como el funcionario de la Embajada que tuvo a su cargo personalmente el caso Horman.
De acuerdo con mayor información registrada acerca de este capítulo vergonzoso de las relaciones exteriores de Estados Unidos, Davidow estaba realmente al tanto de las violaciones en masa de los Derechos Humanos por parte del régimen de Pinochet. En el memorándum de fecha de 22 de mayo de 1974, Davidow reconoce la existencia de "varios miles de detenidos que no han sido llevados a juicio" ocho meses después del golpe de Estado. Las fuerzas de seguridad chilenas, de acuerdo con el memorándum de Davidow, "con frecuencia arrestan a personas, las interrogan y las mantienen en custodia y, cuando mucho dos semanas después, emiten una orden de arresto con base en la información que les han extraído durante el interrogatorio".
La palabra "interrogatorio" en este caso es un eufemismo para la aplicación de choques eléctricos, golpizas salvajes, violaciones sexuales y mutilaciones, torturas por las cuales el General Pinochet se encuentra actualmente sujeto a juicio. Davidow, de acuerdo con los nuevos archivos que recientemente han salido a la luz, jugó un papel importante en transmitir la postura de no intervención del Departamento de Estado en este tipo de atrocidades cada vez que ocurrían y parloteaba acerca de lo que era la política estándar de Estados Unidos en ese momento, que hacía caso omiso en eso de los asuntos de Derechos Humanos entre sus aliados de América Latina.
"El Gobierno de Estado Unidos por supuesto que reconoce los problemas de seguridad interna que está confrontando Chile", comentó Davidow con los líderes del régimen militar, según se documenta en su propia transcripción de una reunión de 1974 con los generales. Davidow reconoció el interés de los congresistas de Estados Unidos acerca de "los asuntos de Derechos Humanos... y el efecto adverso sobre la opinión pública norteamericana". Sin embargo, Davidow instruyó claramente al régimen de Pinochet acerca de no preocuparse demasiado respecto al Congreso de Estados Unidos: "no es el deseo del gobierno de Estados Unidos relacionar el asunto de los Derechos Humanos con el de la asistencia", escribió.
El 3 de marzo de 1974 Davidow escribió, probablemente de nuevo, al gobierno militar sugiriendo que había una "conspiración por parte de los enemigos de Chile para representar a la Junta en los peores términos posibles".
El embajador Davidow no quiso ser entrevistado por el Boston Phoenix sobre su papel en Chile y su comportamiento como embajador de México, solicitando que cualquier pregunta relacionada con los asuntos tratados en este artículo fuera sometida por escrito a él. El embajador recibió 31 preguntas detalladas y por escrito. Respondió, por fax, y declinó contestar las preguntas, aduciendo "inexactitudes, falsedades y tergiversaciones en las preguntas" y criticando las suposiciones tomadas "de otros boletines de prensa perjudicados o mal investigados".
Davidow sigue siendo el único funcionario de más alto rango involucrado con el golpe de Estado de Chile que continúa siendo parte de la política extranjera de Estados Unidos.
* * *
EL EMBAJADOR DE ESTADOS UNIDOS en México --como lo aprendió el Gobernador de Massachussets, Bill Weld, cuando el Congreso rechazó su nominación en 1997 para ese puesto-- es uno de los puestos diplomáticos más importantes en el mundo. Como Jeffrey Davidow mismo ha comentado en el sitio Web de la Embajada de Estados Unidos: "Simplemente no hay otro país en el mundo que tenga mayor impacto en las vidas diarias de los estadounidenses que México, así como tampoco existe ningún otro país que tenga impacto en las vidas diarias de los mexicanos como Estados Unidos".
Sin embargo en México, hoy en día, los críticos de Davidow lo acusan de apoyar las violaciones de los Derechos Humanos y al fraude electoral, de disfrutar de afables relaciones con importantes narcotraficantes y de manipular las políticas partidistas del sistema mexicano. 350,000 estadounidenses viven o viajan actualmente en México, muchos de los cuales se sienten desprotegidos o, peor aún, en peligro por las políticas actuales de la Embajada.
Para muchos mexicanos, y para estadounidenses que viven en México, lo que sucedió en Chile en 1973 --miles de desaparecidos, asesinados, torturados y víctimas de otras atrocidades-- es una amenazante "avant premier" de lo que ha empezado a suceder ya en México. Es como si una película de la vida real, una historia de terror, corrupción e impunidad oficial tuviese al mismo enajenado como autor del guión. Y lo que sucede en México hoy en día, según Davidow admite, afecta profundamente lo que ocurrirá mañana en Estados Unidos.
Más aterrador aún es el papel actual de Davidow en lo que podría analizarse únicamente como la pinochetización de la política entre Estados Unidos y México.
Seis ejemplos del comportamiento de Davidow desde que se convirtió en embajador en julio de 1998, revelan la manera en que ha estado trabajando en contra de los intereses de los estadounidenses y de las buenas relaciones entre el gobierno de los Estados Unidos y la sociedad civil mexicana. Ha hecho más lento y no ha facilitado el camino de México hacia la democracia. Las futuras relaciones entre los dos países y sus pueblos se han visto dañadas por ese comportamiento.
Davidow se ha negado a reconocer la existencia de organizaciones paramilitares violentas en el Estado de Chiapas.
Todas las organizaciones de derechos humanos, tanto mexicanas como internacionales, han investigado la masacre de Acteal de diciembre de 1997 en la cual 45 tzotziles desarmados murieron en una iglesia católica de las áreas rurales del Estado de Chiapas, y han concluido que esta sangrienta matanza fue llevada a cabo por grupos paramilitares respaldados por el gobierno. Los miembros de las fuerzas armadas y grupos policiales mexicanos que protegieron a los asesinos durante siete horas, mientras los inocentes eran brutalmente torturados y asesinados, han sido encarcelados como cómplices de las matanzas. Poco después de que Jeffrey Davidow presentó sus credenciales como embajador de Estados Unidos en México, 6 meses después de la masacre, los grupos paramilitares se salieron tanto de control que incluso secuestraron a dos "consejeros militares" estadounidenses que estaban investigando en Chiapas, y los mantuvieron como rehenes durante 8 horas, confundiéndolos con observadores de Derechos Humanos. La Embajada y el Gobierno intervinieron para lograr la liberación de los consejeros; sin embargo, Davidow insistió después ante la prensa: "No sabemos de la existencia de ningún grupo paramilitar" en Chiapas, una declaración que, aunque no sea más que eso, resta credibilidad a sus funciones.
Davidow ha defendido la reputación de Carlos Hank González, un político y empresario mexicano que ha sido catalogado por las agencias policiales de Estados Unidos y la Banca de la Reserva Federal como narcotraficante involucrado en el lavado de dinero y "una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos".
Carlos Hank González --un profesor que se convirtió en político y después se hizo millonario, famoso por su frase "un político pobre es un pobre político"-- es uno de los miembros más poderosos del Partido Revolucionario Institucional. En el poder durante 70 de los 72 años de Hank, el PRI es el partido gobernante de mayor trayectoria en el mundo. Hank recientemente ha causado un gran escándalo en otro país de América Central, pues legisladores federales de Costa Rica descubrieron que su Presidente mantiene una fuerte relación con Hank y que le ha ayudado a establecer un paraíso en Costa Rica para sus intereses empresariales. Entre otros, de acuerdo con los congresistas de Costa Rica, el tráfico de enormes volúmenes de cocaína hacia Estados Unidos.
Cuando el Washington Post reportó el 2 de junio que Hank y sus dos hijos estaban bajo investigación por parte de una fuerza conjunta conformada por el FBI, la DEA, la CIA y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, además de la INTERPOL, por tráfico de drogas y lavado de dinero, Davidow atacó al Cuarto Poder al considerar este reporte como una "antigua obra de teatro" por parte de las organizaciones de prensa de Estados Unidos que trataban de ensuciar las relaciones bilaterales.
"El embajador Davidow defiende a capa y espada al casi jubilado profesor", escribió el ex funcionario antidrogas mexicano Eduardo Valle en su columna del 27 de junio en El Universal, uno de los principales periódicos nacionales en México. "Esto es normal y comprensible. En una reunión en 1997 cuando el ahora Presidente de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez, los recibió (a Hank y su grupo de negocios) un ciudadano estadounidense estaba presente. ¿Es necesario dar su nombre? Bueno, su nombre era Jeffrey Davidow".
O, como el Observatorio Geopolítico de las Drogas de la Unión Europea hizo notar en su reporte de noviembre de 1998:
"Carlos Hank González es intocable y probablemente permanecerá como tal siempre en Estados Unidos y en México, al menos hasta las elecciones del año 2000. Esto se debe a que su compañía es accionista de un negocio que emplea al ex embajador de Estados Unidos James Jones y debido a que, de acuerdo con el expresidente de Costa Rica, Rafael Caldera, el sucesor de Jones en México, Jeffrey Davidow, fue también un invitado del al palacio mexicano de este ineludible profesor".
Davidow juega políticas partidistas a nombre del partido gobernante de México, incluyendo el encubrimiento de los fraudes electorales, además de desviar los intereses de Estados Unidos en la relación a los movimientos a favor de la democracia en México.
Después de las elecciones del 7 de febrero de 1999 en el Estado de Guerrero, al Sur de México, (donde se hallan los centros turísticos de Acapulco, Zihuatanejo y Taxco), los funcionarios del PRI robaron directamente cientos de miles de votos para darle a su candidato a Gobernador una "victoria" pura diferencia de menos del uno por ciento. El fraude ha sido ampliamente documentado por la oposición y organizaciones no gubernamentales. No obstante, el gobierno mexicano buscó desacreditar el pacífico movimiento ciudadano creado en contra del fraude electoral en este Estado, y los funcionarios del PRI argumentaron que el movimiento prodemocrático había sido infiltrado por organizaciones guerrilleras violentas. Davidow, fiel a su estilo, autorizó entonces una "advertencia de viaje" del Departamento de Estado de Estados Unidos, en la que se informaba a los ciudadanos de Estados Unidos que no deberían programar sus vacaciones en Acapulco debido a que existía la posible amenaza de la guerrilla armada. Esta violencia nunca se materializó. Los activistas en Acapulco y sus alrededores demostraron estar bien organizados, tener madurez y no ser violentos en sus esfuerzos para reclamar la democracia robada.
Acapulco que, en particular, fue castigado económicamente con el consejo a los turistas dado por Davidow sin fundamentos y sin precedentes, devolvió el favor este mes. El 13 de octubre la coalición de izquierda ganó las elecciones municipales en Acapulco por un margen mínimo, a pesar de los intentos adicionales de instigar el fraude por parte del partido en el gobierno. El nuevo presidente municipal, Zeferino Torreblanca, conocido por su largo activismo a favor de los Derechos Humanos, seguramente no castigará a los turistas estadounidenses por el oscuro papel que juega el embajador en contra de la democracia en su región. Al momento en que el poder del PRI se empieza a resquebrajar, muchos observadores se rascan la cabeza ante las aparentes políticas de Washington y Davidow de mimar al antiguo régimen. La derrota del PRI favorecido por Davidow en Acapulco, presagia el fracaso de la política estadounidense a nivel nacional en México.
Davidow ha abandonado y traicionado a los ciudadanos estadounidenses, periodistas y observadores de Derechos humanos que han sido deportados de México por su presencia en la zona de conflicto de Chiapas.
Desde 1994, los funcionarios mexicanos han expulsado del país a más de 400 observadores y periodistas extranjeros. La presencia de extranjeros en la zona del conflicto de la rebelión indígena zapatista ha demostrado no ser conveniente para la estrategia "de guerra de baja intensidad" (como lo llaman los manuales del Pentágono) del gobierno mexicano respaldado por Estados Unidos. Por ejemplo: ¿se hubiera llevado a cabo la masacre de Acteal en 1997 si hubiera estado presente un observador o un periodista estadounidense o de otro país? El pretexto del partido en el gobierno para expulsar a tantos extranjeros ha sido el artículo 33 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual prohíbe que los extranjeros tengan puestos públicos o intervengan en los asuntos políticos mexicanos (en realidad, los jueces federales mexicanos han empezado a revertir estas expulsiones como una aplicación ilegal del artículo 33).
En muchos casos los ciudadanos estadounidenses en Chiapas han sido detenidos ilegalmente por la policía, por militares o por funcionarios migratorios y en algunos de esos casos han sido secuestrados por los grupos paramilitares que Davidow afirma que no existen. En contraste con los embajadores europeos --de Italia, Noruega, la Unión Europea-- quienes han trabajado para proteger a sus ciudadanos de cualquier molestia o violación a los Derechos Humanos, Davidow ha dejado el asunto de las expulsiones en manos del gobierno mexicano.
La embajada de Davidow ha tolerado actividades ilegales de espionaje en contra de los ciudadanos mexicanos y estadounidenses en México.
Hace años se incautó la mansión localizada en Cima 56 de la Ciudad de México, propiedad del capo del tráfico de drogas Amado Carrillo Fuentes, el "Señor de los Cielos. De acuerdo con un reporte fechado el 19 de febrero de 1999 en El Universal, este palacio es actualmente el centro de espionaje del Drug Enforcement Administration (DEA) de Estados Unidos. Este diario de la Ciudad de México explica que en dicha mansión se encuentra un sistema de cómputo sofisticado que escucha conversaciones telefónicas privadas de funcionarios del gobierno, partidos políticos, líderes de la oposición, periodistas y ciudadanos estadounidenses en México que ni son sospechosos ni se les ha acusado de crimen alguno. De acuerdo con El Universal, el gobierno de Estados Unidos comparte selectivamente esta información política obtenida ilegalmente con el partido gobernante de México. De esta manera, el Gobierno Federal mexicano pasa por alto el hecho de que existe un centro de espionaje que está en contra de las leyes de ambos países que prohíben estas actividades sin una orden judicial firmada.
De acuerdo con el diario mexicano, autos de lujo con placas de la Embajada estadounidense entran a este edificio al menos dos veces a la semana para reunir la información que se ha recopilado ilegalmente. Los vecinos de la mansión ya han tomado nota de este hecho.
El mes pasado, un funcionario de la DEA testificó ante un comité del Congreso en Washington diciendo que este informe del periódico forzó a las agencias de Inteligencia a reubicar sus operaciones. Nadie en la Embajada o en el Departamento de Estado se ha preguntado sobre la naturaleza ilegal del espionaje mismo. Peor aún, el embajador Davidow ha hecho caso omiso acerca del involucramiento del personal de su embajada en este espionaje ilegal.
Como embajador. Davidow es responsable de todas las visitas presidenciales a México. En tal virtud, su embajada organizó la cumbre "antidrogas" presidencial realizada en febrero en Mérida, Yucatán, en una hacienda que ha sido considerada públicamente como propiedad de Roberto Hernández Ramírez, presidente de BANAMEX, narcotraficante e involucrado en operaciones de lavado de dinero.
¿Por qué el Presidente Bill Clinton estuvo de acuerdo en llevar a cabo esta reunión antidrogas en la hacienda de un acusado por narcotráfico de cocaína? La Casa Blanca nunca ha comentado el asunto, y la prensa en general nunca ha presionado al respecto. Claramente, parte de los motivos de México y Estados Unidos era "lavar" la imagen de Hernández, sujeto a una investigación periodística desde hacía dos años por parte del periódico de Mérida POR ESTO!, el cual establecía que las propiedades del narcobanquero en las costas del Caribe eran algunos de los puntos clave de entrada de miles de toneladas de cocaína colombiana en ruta hacia Estados Unidos (véase "Clinton y sus narco-cuates", Boston Phoenix, mayo 15,1999).
La apuesta, como muchos de los proyectos de Davidow, ya está perdida. El mes pasado un juez federal mexicano rechazó la denuncia por difamación de BANAMEX en contra del periódico, estableciendo que los periodistas de POR ESTO! habían aportado pruebas de la existencia de cientos de toneladas de cocaína en las propiedades de Hernández. Y el Banco de la Reserva Federal ha invocado ahora lo que se conoce como "pena de muerte" contra BANAMEX por el lavado de dinero. El banco de Hernández podría perder su licencia para funcionar en Estados Unidos debido a su involucramiento con el tráfico de drogas.
* * *
JEFFREY DAVIDOW, en sus ataques a la prensa libre, en su apoyo a actividades ilegales de espionaje, en sus esfuerzos de contrainsurgencia a favor del fraude electoral y del partido gobernante en México, se comporta como si aún estuviera trabajando para Nixon y Kissinger en lugar de trabajar para Clinton y Albright. Su presencia en la Embajada estadounidense en la Ciudad de México nos permite concluir que, a pesar de su discurso, no ha cambiado mucho la política exterior de Estados Unidos en América Latina desde los años de Pinochet.
Ahora viene el juicio internacional del General Pinochet, el dictador emérito chileno. Potencialmente, el caso Pinochet es un arma de doble filo que puede establecer límites para que los gobiernos más ricos puedan enjuiciar a los dictadores del tercer mundo permitiendo, al mismo tiempo, a los autores materiales de estos crímenes en Washington y en otras capitales escapar de esta posibilidad. Sin embargo, la acción judicial española ha tenido un efecto positivo hasta el momento, al forzar la liberación de miles de documentos que han probado finalmente lo que los críticos de la política exterior estadounidense han comentado durante años acerca de la diplomacia clandestina e ilegal de Washington.
El Presidente Bill Clinton, más cínico a final de este periodo presidencial que en el primero, sorprendería a muchos si despidiera a Jeffrey Davidow del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sin embargo, si permite que Davidow continúe con su trabajo sucio en México, pone en peligro las futuras relaciones entre México y Estados Unidos y, además, el papel de Estados Unidos en toda América Latina. También pone en riesgo su propia legalidad en la tan rápidamente cambiante historia de los Derechos Humanos en este hemisferio. Ha llegado el momento de decir adiós a Davidow y todo lo que representa, lo que evidentemente no incluye al pueblo norteamericano en el extranjero ni a la Constitución estadounidense en el propio Estados Unidos. De no ser así, la siguiente tragedia tipo Pinochet parece estar a la vuelta de la esquina, de hecho en la puerta del vecino.
D.R. 1999 Al Giordano