The Narco News Bulletin |
August 15, 2018 | Issue #67 |
narconews.com - Reporting on the Drug War and Democracy from Latin America |
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Este mes de abril se recuerda en Cochabamba el 15 aniversario de la "Guerra del Agua", un capítulo épico de la historia boliviana en donde un pueblo unido expulsó a una poderosa corporación transnacional que había privatizó su agua. Este levantamiento popular, recordado muchas veces como la victoria del "David pueblo" en contra del "Goliat corporativo", ha inspirado y continua inspirando a muchos movimientos a lo largo del mundo que luchan por la recuperación del agua y los recursos naturales de manos de las corporaciones, y por el cambio del modelo de democracia en donde sólo unos cuantos deciden por la mayoría de la población.
Protestas en las calles de Cochabamba, año 2000. DR. Tom Kruse |
No hay duda de que este hecho histórico ha dejado un legado muy importante en Bolivia y en el mundo acerca de la importancia de recuperar el agua del dominio de las corporaciones, pero también de recuperar el poder de decisión de la gente sobre su propio futuro. Sin embargo, hoy en día mucha gente se pregunta ¿Qué pasó después de la Guerra de Agua en Cochabamba y en Bolivia? ¿Cuál es la política del agua hoy en día? Esta es la pregunta que los principales actores de esta batalla han intentado responder en Cochabamba, a 15 años de la Guerra del Agua.
La historia de la Guerra del Agua se caracterizó por tener una narrativa muy sencilla y poderosa: En 1997 el Banco Mundial condiciona a Bolivia un crédito para la ampliación de sus sistemas de agua en sus principales ciudades, incluida Cochabamba, a cambio de privatizarlos. En Septiembre de 1999 el gobierno, sin consultar a la población, entrega el agua de Cochabamba a un consorcio liderado por la corporación Bechtel, un gigante de ingeniería con sede en California, que al poco tiempo elevó las tarifas de agua considerablemente desatando una rebelión popular sin precedentes. En Abril del 2000, después de que el gobierno del ex dictador Hugo Banzer Suarez impusiera un estado de sitio, dejando en las calles a un joven muerto (Victor Hugo Daza) y a decenas de heridos, Bechtel tuvo que abandonar Bolivia.
Oscar Olivera, el portavoz de la Coordinadora de defensa del Agua y de la Vida, la coalición de organizaciones que lideró la rebelión de Abril de 2000, afirma que para la gente esta lucha significó principalmente "La recuperación de su agua como un recurso fundamental, pero también la recuperación de su dignidad, de su confianza, y de su capacidad de organizarse y decidir sobre su propio futuro". Efectivamente, después de esta lucha, Bolivia vivió una ola de resistencias populares en contra de las políticas neoliberales implementadas en el país desde la década de los 80 y por la recuperación de sus recursos naturales del dominio de las empresas transnacionales, además de la instauración de una asamblea constituyente que diseñe un nuevo modelo de país y de democracia.
A nivel internacional la Guerra del Agua también dejó un legado muy importante, en primer lugar porque fue un referente para el movimiento antiglobalización de ese entonces, y porque también contribuyó a desenmascarar la estrategia corporativa global de privatización del agua. De esa forma inspiró a otros movimientos a lo largo del mundo que defendían el agua como un bien común y no como una mercancía con la que se podía lucrar.
Esta concepción general sobre el agua fue recogida posteriormente por la nueva Constitución Política boliviana, que consagra al agua como un derecho fundamentalísimo para la vida, delegando al estado la tarea de proveerla. A nivel internacional, en Julio de 2010, la Asamblea General de Naciones Unidas reconoció mediante una resolución el derecho humano al agua y al saneamiento básico, como esenciales para la realización de todos los derechos humanos.
Para responder a esta pregunta el ex portavoz de la Coordinadora del Agua, Oscar Olivera, junto a otras instituciones y personas involucradas en el tema, convocaron a unas jornadas de reflexión para recordar los 15 años de la Guerra del Agua y para evaluar la situación general del agua en la ciudad de Cochabamba, incluyendo la política regional y nacional del al agua y el medio ambiente.
Oscar Olivera. DR Fundación Abril |
En ese sentido, una primera conclusión de esta evaluación es que este objetivo de la guerra del agua no fue cumplido. Hoy en día, al igual que el año 2000, 5 de cada 10 familias todavía no tienen acceso público al agua y resuelven sus necesidades comprando agua de cisternas o a través de cooperativas y sistemas comunitarios de agua, financiados por ellos mismos y sin apoyo del estado. Normalmente esta agua no es de una calidad óptima y su costo es más elevado del que brinda la empresa pública. Durante varios años se intentó encontrar soluciones estructurales al desabastecimiento de agua en Cochabamba, pero no se logró ese objetivo por diversos motivos, entre ellos el manejo político y la corrupción en la empresa pública de agua SEMAPA, pero también en MISICUNI, un megaproyecto de infraestructura que debía garantizar agua permanente para la región desde hace mucho tiempo.
Durante estas jornadas también se reflexionó acerca de la política nacional que atinge al agua. Las conclusiones tampoco fueron muy alentadoras. Pese a que el gobierno afirma que aproximadamente el 80% de la población cuenta con acceso al agua potable, no se habla de que el modelo de desarrollo actual está destruyendo las fuentes acuíferas en todo el país.
Inauguración de una planta de tratamiento en el barrio San Pedro Magisterio, una actividad que fue parte del 15 Aniversario de la Guerra del Agua - |
Oscar Campanini, investigador del CEDIB, afirma que "el agua, antes que ser un bien común o un derecho humano como dice la Constitución, en los hechos es, desafortunadamente, un bien complementario para las actividades extractivas". Algunos datos muestran que, por ejemplo, en el caso de la minería, al menos la mitad de las fuentes de agua se sobreponen a concesiones mineras, y aunque la actual ley minera exige una autorización para el uso de las aguas que existe en las zonas de explotación, en los hechos las compañías mineras disponen libremente de este recurso. En cuanto a la actividad hidrocarburífera, el 80% de los contratos petroleros se encontrarían en lugares donde existen ríos, de los cuales también pueden disponer libremente. En el agro negocio, a pesar de que se ha establecido mecanismos para autorizar el uso de agua, en la práctica tampoco se cumplen.
Estas actividades no sólo utilizan el agua como bien complementario para producir materias primas, sino que contaminan las fuentes de agua con metales pesados y químicos dejando una huella hídrica muy grande y amenazando las reservas para las generaciones futuras. Según CEDIB, tan solo la Mina San Cristóbal, la más grande del país, consume 43 millones de litros de agua por día, una cantidad suficiente para abastecer de agua a una población de 250,000 habitantes, casi la mitad de la población actual de la ciudad de Cochabamba.
Mural pintado por Mona Caron (El cual dice: Cooperativa de Agua San Pedro Magisterio; Salvemos el Rio; Autogestión, Coexistencia, Participación, Democracia y Solidaridad) DR. Aldo Orellana L. |
Ciertamente una evaluación general de los objetivos de la Guerra del Agua muestra un panorama no muy optimista. Si bien el clima político ahora es diferente del de hace 15 años, producto de este hecho histórico, existe una crisis innegable en la gestión y en la política del agua, tanto a nivel local como nacional. Ante esta realidad, las personas y organizaciones participantes en estas jornadas de reflexión hicieron un llamado a recuperar la agenda del agua nuevamente en sus manos. Carlos Crespo, ambientalista y profesor en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba, afirma que el estado ha fallado y que "es necesario romper el control centralista del estado sobre el agua y devolver la discusión y la gestión del agua a la gente, que era el espíritu de la Guerra del Agua". Por su parte Oscar Olivera, dijo que es hora de que la gente se ponga nuevamente de pie y retome no solamente la agenda del agua de Abril del 2000, sino también los principios generales de esta lucha para "reconstituir", según sus palabras, "esos espacios en donde dialogamos, discutimos, propusimos y decidimos... y tomar nuevamente en nuestras manos, la construcción y el disfrute de una vida digna".