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En México, un mes más tarde, la brutalidad policial en Atenco se oculta con nuevas violaciones de derechos humanos

Los presos políticos, muchos de ellos aún gravemente heridos, están incomunicados y sin acceso a médicos, familiares o investigadores de derechos humanos


Por Al Giordano
El Otro periodismo con la Otra Campaña en México

8 de junio 2006

Imaginen al presidente de México, Vicente Fox, hablando por teléfono con sus asesores políticos extranjeros, pidiendo consejo sobre como “controlar los daños” que, desde hace un mes, han provocado el desastre de las relaciones públicas en las ciudades de Texcoco y Atenco, y que aún continúan creciendo. “Oye, Dick Morris, cuando yo fui a Los Ángeles y Seattle me acusaron de ser un violador”. O si no, “Oye, Rob Allyn, fui a Chiapas y una multitud enojada rodeó el restaurante y me arruinó la comida con el gobernador”. Es un hombre tan ansioso por cambiar de tema en todo lo referente a Atenco que, en su regreso de California el pasado mes, equivocadamente expresó a los reporteros en su avión que un voto en el Senado estadounidense a favor del dudoso proyecto de reforma de ley sobre migración, significaría un paso adelante para la ley y una victoria para su administración. Dijo esto a pesar de que la medida debía pasar aún por la Cámara de los Representantes – donde sus posibilidades son nulas- y donde todavía languidece. Cuando se dio cuenta de su error, se encerró en la cabina de prensa con el ceño fruncido e hizo que se cortara la conferencia.

Fox, evidentemente, no está preocupado por el aspecto humano del problema que hay en el lado mexicano de la frontera: las detenciones ilegales, los cateos sin orden de registro y las torturas sexuales que los policías federales y estatales cometieron los días 3 y 4 de mayo. ( ¿es de asombrarse el hecho de que muchos mexicanos, viviendo con un gobierno como el que tienen se vayan al norte). Para Fox y su pandilla es un problema político: con todo el poder de las armas y la fuerza empleada para acorralar a los disidentes, el Estado falló a la hora de silenciar a quienes se atrevieron a decir que México está gobernado por un régimen autoritario ilegítimo. Día tras día, cada nuevo hecho que sale a la luz, prueba que Fox y otros que dicen que México ha hecho la transición a la “democracia” con “derechos humanos”, están mintiendo de manera cínica con el mismo guión que definió las reglas durante los setenta años anteriores de partido único.

Un político, en momentos como este, pregunta a sus asesores cómo contar la historia. Y el consejo es siempre el mismo: intentar cambiar el tema y, guardar silencio si hay malas noticias.

A continuación, les mostramos algunos ejemplos de lo que Fox consideraría “malas noticias”, desde la perspectiva de las relaciones públicas, y lo que su gobierno ha hecho para ocultarlas, a pesar de que hacer esto ha traído -una y otra vez, a lo largo de treinta días y treinta noches- una cantidad más grande de “malas noticias”, tanto para las víctimas como para los victimarios.

Arnulfo Pacheco Cervantes: parapléjico en prisión

Hermann Bellinghausen informa en La Jornada:

Arnulfo Pacheco Cervantes es, a casi un mes del operativo contra la población de San Salvador Atenco, la prueba mayor de que los derechos humanos han dejado de importar a las autoridades. Golpeado con saña (cinco costillas rotas y lesiones mayores en todo el cuerpo), está preso en Santiaguito acusado de delitos “graves”: “secuestro equiparado” y “ataques a las vías de comunicación”. Lo más notable es que Pacheco Cervantes, además de su edad avanzada, tiene medio cuerpo paralizado desde tiempo atrás, y casi no puede hablar. Una persona en su estado no está ni para cruzar la calle, ya no digamos “atacarla”. Con el fin de aprehender a tan peligroso sujeto, las policías del estado de México allanaron su domicilio en Atenco el 4 de mayo, lo bajaron de la cama donde yacía, y mientras lo tundían a golpes lo arrastraron por el suelo hasta el camión donde lo echaron como costal y lo trasladaron hasta acá.

Su esposa, Floira Sánchez Valdez, quien trataba de explicar a los agentes la condición clínica de su marido, también fue golpeada y detenida. Actualmente don Arnulfo se encuentra, sin atención médica, con tres costillas rotas del lado derecho y dos del izquierdo; presenta graves traumatismos en la cabeza, la faringe y la pelvis, y no puede hablar. Amerita hospitalización urgente. Tras un mes en estas condiciones, las autoridades carcelarias han podido ofrecerle pastillas de paracetamol. Nada más. Y no permiten que lo revise (ya no digamos atienda) un médico externo al penal.

Entonces, ¿por qué -contra toda decencia humana- este hombre herido y minusválido no se encuentra en el hospital? ¿Por qué no ha sido liberado teniendo en cuenta que un parapléjico no puede ser culpable de cortar una carretera? La respuesta es simple. Sigue la lógica de los asesores políticos: si el público lo viera, con las heridas y todo, en los medios de comunicación, la imagen causaría aún una mayor indignación justificada. Por eso está retenido tras las rejas, para ocultar la evidencia del crimen que el Estado cometió en su contra. Sin embargo, amables lectores, gracias a nuestros colegas de Ce-actl y del Congreso Nacional Indígena (Arnulfo también es indígena), podemos mostrarle este póster con la fotografía que Vicente Fox y otros tiranos no quieren que ustedes conozcan. Hagan un clíck sobre ella para verla en una versión más grande. Imprímanla. Cópienla. Este es el México que los de arriba están intentando ocultar, incluso si ello significa continuar perjudicando a este hombre un día tras otro… treinta días sin ir más lejos. Y ahora, ¿durante cuántos más?

Magdalena García Durán: Fox trató de comprarla


Photo: D.R. 2006 Ratón Maicero
En la mañana del 4 de mayo, Magdalena García Durán vendía verduras en la calle. Según el corresponsal de La Jornada, Israel Dávila, llegó una pick-up y se la llevó. Luego la pusieron sobre la pila de cuerpos en un autobús de la policía para llevarla a prisión. Es ella la que aparece en la foto de al lado, con la falda violeta tradicional de las mujeres indígenas mazahua. Sí, esa es ella, el débil cuerpo a, al que el agente de la ley golpea entre las piernas.

García Durán no es una presa cualquiera. Es una luchadora social organizada y una adherente muy activa de La Otra Campaña. El 29 de abril acudió al Encuentro Nacional de Trabajadores en la Ciudad de México y propuso que, en la marcha de los trabajadores del Primero de Mayo, a alguien del sector de los indígenas se le diera el micrófono. La asamblea decidió invitarla a ella a que diera aquel discurso. El primero de mayo, frente al Palacio Nacional, García dijo ante decenes de miles de personas: “Si ellos van a matarnos de hambre, mejor nos morimos por algo que merezca la pena”.


Photo: D.R. 2006 Enlace Zapatista
Tres días más tarde, el 4 de mayo, arrastraron a García, de 48 años, hasta la prisión. Estaba vendiendo verduras. Pero la acusaron de secuestro equiparado y ataques a las vías generales de comunicación.

Ella relató más tarde lo que le había ocurrido, bajo arresto, a investigadores de derechos humanos del Comité Cerezo:

Al llegar a la camioneta lo primero que hizo el granadero me jaló las cadenas con fuerza, se dio la vuelta y otro me bajó, agachándome la cabeza cubriéndomela con un gabán y los otros granaderos me daban de patadas, caminamos una gran distancia, llegamos a una camioneta pick up y me arrojaron como costal sobre las demás que venían, no caí bien por lo que me dieron de toletazos, sentía que me ahogaba porque nos encimaban y nos encimaban a mucha gente que subían y pesaban mucho. La camioneta se tardó un buen rato ahí y después arrancó hacia un camión, al llegar al camión nuevamente me sometieron con la cabeza agachada para subirme al camión, me gritaban, me insultaban, me apresuraban, querían que caminara encima de los que ya estaban encimados pero como no podía hacerlo, dos granaderos me empezaron a jalar mis trenzas, me empezaban a preguntar mi edad y me insultaron diciéndome que ya estaba “pinche vieja para andar en este desmadre “, que iban a matar como perro y me amenazaban con cortarme la cabeza, muchas veces me repitieron eso, me arrastraban de mis trenzas por encima de toda la gente hasta llevarme hasta la puerta trasera del camión. Me di cuenta que había muchos heridos y ensangrentados pero terrible pidiendo que se quitaran gente de encima porque sentían que se iban a morir. Ya cuando llegamos al penal me bajaron con la cabeza agachada, por que los medios estaban presentes y no querían que se les vieran las caras. Al entrar al penal me empezaron a cuestionar, me quitaron mi celular y lo tiraron a la basura.

El testimonio fue tomado el 15 de mayo, 11 días después de que fuera arrestada.

La primera vez que escucharon a Magdalena, tras ser básicamente secuestrada por el Estado, fue seis días después, el 10 de mayo- Día de la Madre en México- cuando la llevaron a comparecer junto con otros presos políticos, lapicero en mano, en una celda atestada. A través de una valla y un agujero en la ventana de vidrio, habló con los reporteros, incluido el corresponsal de Prensa India, quien compartió con nosotros su grabación en video de ese momento. García Durán explicó:

“Yo soy una mujer mazahua que realmente siento años de vida de pobreza extrema vendiendo por la calle… y ahorita como no tengo para pagar y como tengo para defender de que me acusan de delito que no hice… y no esta probado y como no tengo nada, tengo que vender mi burro flaco que se llama Filemón… para que yo puedo salvarme del pinche gobierno… no me gusta que nos deprime así… después de que nos golpea nos fabrica…”

El arresto de Magdalena ha generado un problema particularmente difícil para las relaciones públicas del gobierno de Fox. Ella es una reconocida líder indígena. Otras personas de su etnia Mazahua se fueron a acampar enseguida fuera de la prisión y comenzaron, hace 29 días, una huelga de hambre para pedir su liberación. El problema para el gobierno es que una vez que ella consiga su libertad, se va a encontrar con una organización que la apoya. Eso sin contar que teniendo un alto perfil público, y una forma especial de hablar y conectar con la gente, va a contar la verdadera historia de lo que pasó – las golpizas, las torturas sexuales, las violaciones- con una coherencia que demostrará, fuerte y claramente, que el estado mexicano es autoritario e ilegítimo.

Entonces, ¿qué intentó hacer Vicente Fox para solucionar este problema? Intentó comprar a Magdalena García. Tan preocupado estaba sobre el inevitable momento en que Magdalena dejara la prisión y comenzara a contar su historia, como sólo ella puede hacerlo, que Fox envió a la prisión nada menos que a una miembro de su gabinete presidencial, la secretaria para Asuntos Indígenas Xochitl Gálvez, en misión secreta. Gálvez, para evitar ser vista por la prensa, entró en la penitenciaría a las 10, el sábado 19 de mayo en la noche (no precisamente en “horario de visita”. Aunque, en cualquier caso, estos presos políticos no tienen permitida ninguna visita, ni de familiares próximos ni de doctores, salvo, supuestamente, de secretarias del gabinete federal), para hablar con la presa política Magdalena García.

Según La Jornada, Gálvez le ofreció proporcionarle un abogado para su defensa.

“Magdalena respondió que no. Que no creía en la buena fe del gobierno foxista, que tras detenerla arbitrariamente y golpearla hasta el cansancio, luego le tendió la mano. “Yo ya tengo quien me defienda. No necesito de ustedes.”

Al final, una mula llamada Filemón le resultó de más ayuda en la lucha a Magdalena que la directora del departamento federal Xochitl Gálvez y su intento de cooptar una presa política, sobornándola con la oferta una defensa legal. Gálvez se hizo así cómplice del crimen en curso. Después de todo, una mula es una trabajadora. En cambio, la secretaria del gabinete de Fox no es más que una burra.

En cualquier caso, nuestros compañeros del Ce-actl y del Congreso Nacional Indígena, quienes hicieron el póster con la foto de la brutalidad hacia el parapléjico Arnulfo Pacheco, también crearon uno de la digna cara de Magdalena García Durán, que aparece al lado de este texto. Una vez más, hagan clíck sobre el gráfico para obtener una versión más grande, imprímanla, cópienla y distribúyanla de manera amplia, por la compañera que sujeta las llaves de su propia celda y quien simplemente podía haber vendido su alma a la secretaria del gabinete de violación de derechos humanos de Vicente Fox. Entre los dos caminos que se le presentaban, escogió el que va de abajo y a la izquierda.

Una tumba más profunda para Nacho y “los líderes”

La mayor parte de las 217 personas arrestadas los días 3 y 4 de mayo, fue llevada a la prisión del estado conocida como Santiaguito, donde -a pesar de todos los esfuerzos por mantenerlos en silencio, incomunicados, y bajo llave hasta que sus heridas visibles (y las evidencias ginecológicas de violación) desaparecieran- la ola de hechos reales hizo que 17 quedaran en libertad debido a la ausencia de evidencia y que otras 172 fueran liberadas bajo fianza por $1,400, mientras esperan a que se les dicten cargos por delitos menores (principalmente “ataques a las vías públicas”, que, supuestamente, estos compañeros llevaron a cabo desde los hogares donde fueron arrestados).


Photo: D.R. 2006 Alfredo Domínguez, La Jornada
De los restantes 28 presos políticos que aún permanecen entre rejas, tres fueron alejados de la vista pública, a la prisión federal de máxima seguridad conocida como La Palma. Tres presos que el Estado considera líderes: Ignacio del Valle (nosotros lo conocemos como Nacho, un compañero brillante que puede verse como realmente es, y no como los medios masivos tratan de mostrarlo, en el video noticiero del Otro Periodismo “Todos somos Atenco”), Felipe Álvarez y Héctor Galindo. Usted puede ver en la foto cómo la policía trató a Nacho cuando lo arrestaron el 3 de mayo en Texcoco.

A ningún familiar próximo, doctor o investigador de derechos humanos, se les ha permitido visitar a alguno de estos tres compañeros en La Palma. El primero de junio, representantes de la Asociación de Abogados Europeos Democráticos y la Comisión Civil Internacional de Observación de Derechos Humanos, intentaron ver a estos hombres. Les denegaron la entrada.

Los procesos judiciales (comparecencia, vista pública, etc) de acuerdo a los cargos contra los tres hombres, se han mantenido a puerta cerrada y sin acceso a la prensa. “Tanto la legislación mexicana como tratados internacionales indican que las audiencias deben ser públicas,” explicó el abogado español Jaime Azens a La Jornada, “pero, como vemos, estos juicios son secretos y esto representa una irregularidad grave”.

El pasado sábado, según la misma información, José Álvarez, hermano del preso político Felipe, acudió a la prisión federal con todo el papeleo requerido para visitar a su familiar. Las autoridades pusieron una excusa para denegarle la entrada: tenía un hoyo en el calcetín.

Es más: las Fuerzas Armadas Mexicanas han colocado un retén en la carretera a La Palma, donde paran y registran a todos y cada uno de quienes tratan de hacer visitas o están cerca del lugar. Mientras Vicente Fox y sus funcionarios dicen que están investigando los abusos a los derechos humanos, las huellas dactilares federales se pueden encontrar en la campaña de miedo para mantener alejado a quien quiera que desee ver o visitar a estos hombres. En las verjas de la prisión: una brigada antimotines de la Policía Federal Preventiva, en número superior a los pequeños grupos de personas que tratan de ver qué está pasando allá con estos prisioneros.

Anoche se emitió una información entre medios alternativos: está previsto que otros dos presos políticos de Atenco -Arturo Sánchez Romero y María Patricia Romero Hernández- serán trasladados a la prisión de alta seguridad de La Palma, una vez entrada la noche.

Nada de esto es normal, incluso para los estándares autoritarios mexicanos. Tal y como Hermann Bellinghausen observaba el jueves:

Este reportero presenció ayer el traslado de “seis secuestradores peligrosos” de Santiaguito a otro penal. Cada uno viajó en una patrulla distinta (buen carro en todos los casos), escoltado por cuatro agentes. Sus ropas eran impecables. Estaban recién bañados. Hasta sonreían. Una banda peligrosa, según los propios judiciales. Al esposar a uno de ellos, un agente le preguntó con gentileza: “¿Te aprieta?” No le apretaba. Y se los llevaron en un ligero convoy rumbo a Toluca.

En una tierra -en que secuestradores, narcos, políticos corruptos, y otros prisioneros reciben, generalmente, una especie de trato de elite cuando son llevados a prisión-, algo muy diferente e inolvidable les está ocurriendo a Nacho del Valle, a Héctor Galindo, a Felipe Álvarez y, esta noche, según parece, a Arturo Sánchez y a María Patricia Romero. Un mes después de su arresto se les mantiene apartados de la vista pública, de los doctores, de los observadores de derechos humanos y se les niega la visita de familiares.

Entonces, ¿qué está ocurriendo realmente con estos presos políticos?

Para entender lo que el Estado mexicano de Vicente Fox está haciendo a estos hombres- y pronto a una mujer- hay que entender que: La Palma es el nuevo Lecumberri. Y, ¿qué es Lecumberri? Fue conocido como el Palacio Negro. Desde 1900 hasta 1976, los presos políticos eran llevados al Palacio Negro en la Ciudad de México para ser torturados con todas las técnicas de los manuales del pentágono; electroshocks, asfixias, violaciones, torturas sexuales, torturas de un recluso frente a otro… Lea la entrada del Wikipedia sobre Lecumberri:

“A lo largo de sus 76 años de ocupación como prisión, sólo dos personas consiguieron escapar con vida. El primero, Pancho Villa, general de la Revolución mexicana. El segundo fue Dwight Worker, un americano condenado por contrabando de cocaína. Con la ayuda de su entonces esposa, Worker escapó el 17 de diciembre de 1975 disfrazado de mujer. Posteriormente escribieron un libro sobre sus experiencias, titulado Escape (ISBN 0-913374-76-8).”

“Me envolvieron en tela como a una momia, me ataron a un tablón y me sumergieron en una bañera de agua hasta casi ahogarme”, decía un antiguo recluso de Lecumberri.

En otro caso:

“... una mujer sin identificar se reporta describiendo cómo seis agentes de policía secretos secuestraron a su marido, la violaron a ella, y la obligaron a observar mientras infligían electroshocks a su hija de 14 meses y se mofaban de ella, diciendo: ‘Nos suplicarás que te matemos’”.

Ahora que el gobierno mexicano de Vicente Fox, guiado por los consultores políticos de Estados Unidos, Dick Morris y Rob Allyn, ha optado por regresar a las tácticas violentas de los años 60 y 70 en este país, ¿es exagerado considerar la posibilidad – no, la probabilidad- de que las mismas tácticas de tortura están siendo utilizadas hoy contra Nacho del Valle y los otros compañeros de Atenco?

La carga de la prueba está en el Estado. Hasta que Nacho, Arnulfo, Magdalena y los demás caminen en libertad al aire libre y puedan contar sus historias, hay que suponer lo peor. Pero una cosa es cierta: si no fuera por La Otra Campaña, y el ruido que se está haciendo- a nivel nacional e internacional -por su libertad, estos amigos y vecinos ya habrían desaparecido y no se hubiera sabido de ellos nunca más.

Y eso aún podría ocurrir si la gente buena no hace nada en estos tiempos de crisis moral.

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